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Del poemario Pintura roja de Willy Gómez Migliaro
Primera parte (*)

Por Consuelo Nuñez



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El poeta hace incisiones, es el curador de arte, de una pieza con cuerpo esplendente a cuyo color y textura hallaremos «se puede hablar de un ladrillo y de un tejido de una forma que sangra y borra o simula muy bien» -nos advierte- «definitivamente el mundo es aquí».

Cuando la mirada cual geometría nos es trasladada en captación y extasía, sabemos que nuestra visión se expande mientras él continúa con su tarea de auscultamiento. Y va de la realidad prístina de aquel lienzo a la vida misma que juega en su entramado, lleno de formas y objetos que «a-sombran la dimensión de un pudridero» a la misma vez que surgen los intercambios de aquellos quienes, u otros a los que nos invita a ver «más púrpura» primer color que aparece y nos previene como algo más que «se puede distinguir desde esa sombra arriba» El poeta -curador- hace incisiones e incrusta o revisa la realidad en el espejo de aquel arte con sus fórmulas de geometría «aquella dimensión de un modelo encuadrado» mas no retrocede aunque ha constatado que hay dolor y también esperanza «cuando los niños abrazan a las madreselvas»

Sin embargo, hombres y mujeres se prestan en un intercambio hostil donde con «un cuento de hadas se disfrazan los trazos del ocre y un manchón oculta el valor de los agujeros y los cuerpos sostenidos» rojo y blanco se enfrentan los que corren parecen llevar por botín armas «hay libros en el borde de las lanzas ensangrentadas»

Así, en esta parte ya el poeta nos conduce por el recorrido cuyo contenido es histórico y donde calza el o los discursos que se cruzan donde antes nos hizo asquear. «los cuerpos sostenidos» y nos confirma que «empalan el cuerpo del amor líneas extrañas e inertes» se refiere a líneas «ya sin muerte» es un primer desclasamiento (que refiere al inicio). El curador ha examinado en su arte que no solo las formas, digamos textuales o los colores pintan y expresan, sino también nos alcanza lo inmanifiesto descubierto, la función discursiva de estas líneas que al final expresan también y él las identifica cortantes: «y ya no hay necesidad de dividirse entre ellas» habla del plano en el que podemos toparnos con el horror de la misma muerte. Y entonces cuestiona a «esas catedrales que se cierran en el silencio» y más adelante confirma «un estigma de la conquista es el arcángel de rostro afeminado» señala con decisión «la política se da aquí» conforma este escenario «una cruz de manos sucias con privilegios temporales» es decir que acaba de abrir de un tajo limpio el tejido que examina para nosotros donde pinta el ensombrecimiento sobre objetos culturales construidos y enfrentados desde antiguo tiempo.

La tarea avanza y nos advierte sobre «o alta nobleza del hombre del reflejo» donde a manera de niveles de las aguas se citan «la competencia y la muerte pero hay otra sumersión» es un «miro del otro lado del retablo» y el enfrentamiento entre la sombra, «sus negros» y «pieles muselinas y blancas» que conforman cual ángeles mudos «de los pocos hablantes formando su trecho sin habla» identifica una muestra cierta de lo cotidiano como haber hallado un esbozo revelador no terminado «tentativas complejas para componer una escena movida» y el curador menciona dos veces la luz en este «jardín indefinido» como quien encuentra un paisaje de hechos anacrónicos «me prometí un momento de atención la calma y el habla no un escrito a ciegas» cierra.

En otro grupo de versos nos remite a una especie de mapa espejo donde «las estaciones tienen el placer de estar solo ahí» apunta un retorno del otro lado «no volveré más a ese cuerpo invasor» luego de «a través de la percepción» sugiere un color donde «el misterio vuelca su incendio» donde también pinta su propia distancia «y me enorgullece saber nada de lo que se revelará al final» el curador sale del reflejo del espejo y como si fuera un mapa que deja arrugado, afirma que este escenario no exento de misterio marca un camino de salida, «a medio construir a ritmo de una necesidad»

Las silbadoras traen un lenguaje, otro verso que hace de subtítulo, le otorga más facilidad al poeta para pintar un rápido y casi plástico camino de salida o atajo por su recorrido. Pinta y reconoce un espacio que se expande, no hay colores, él va por «el camino de la abstracción» los colores son apenas sugeridos por las formas u objetos. Observa un entramado o pátina. «Dejando apenas una incrustación frágil al mundo de hiladillos y sujeciones obscenas recubiertas de grasa» porque todo lo que asoma «bajo mis párpados para otra luz» se difumina o pierde, o desaparece para inventar melancolía de «colorete espolvoreado» nos remite acaso a un «asfalto nocturno» que como especie de nimbo o túnel infernal nos obliga a constatar «evidencias y escalofríos en un brochazo» donde «todos entran bien a oscuras» y además constata que para salir de aquel no lugar «otro es el movimiento cuando nos vamos»

El poeta ahora critica abiertamente (en su estilo) que desde su posición se ocupa de las cosas como los demás, cuando ya pasaron, a ello alude «naturaleza muerta» y la luz del sol «tarde» el quehacer a futuro será guardar en plástico lo que se cae o desperdicia y asoma el pudridero de nuevo, se ha referido antes a la política y critica a aquellos que mientras afianzan sus políticas de progreso estos intentos se hundan en el principio del cómo obtener rápida ganancia de este juego. «Todo parece de uno» hasta que se descubre que se ha descrito a la contaminación de tierras y todo se ennegrece porque el espacio -se expande otra vez- que estaba reverdeciendo revela oscuras intenciones. El curador se escandaliza con observar el infortunio del pueblo originario que está indefenso ante los embates de la explotación de estos sus territorios sin realizar una consulta previa a sus pueblos como corresponde a los derechohabientes.

Frente a esa fila de hombres con «la costumbre sobre el papel de afiladísimas palabras» los mismos que solo quieren hacerse de fortuna «en un acto insano que flota en rededores»

Describe una mirada de nuevo abstracta y en ese camino sitúa al hombre que en silencio sufre la corrupción (como también se afecta frente al sistema agobiante) que «internos en sus desagravios sin palabras» se ve reflejado en el avance de la contaminación de su hábitat, el medio ambiente ocurre aquí en emergencia, como «una rotura del firmamento» nos señala una herida (como un rompimiento del Gloria cristiano) el poeta es el curador de estas malas artes, de esta región de pus, donde crecen las sombras y se pierde el horizonte.


*Citas de los primeros cuerpos de poemas.

Tomado de: https://consueloescritora.wordpress.com/2016/11/12/poesia-de-willy-gomez-migliaro/


 

 

 

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