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        Lírico puro de Willy Gómez Migliaro
          Poesía esencial
         Por David Antonio Abanto Aragón
        
        
          
        
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Al  decir lo que dicen
          los nombres que decimos
          dicen tiempo: nos dicen.
          Somos nombres del tiempo.
  Octavio Paz
        
          En tiempos en el que el  horror y la muerte, el silencio y la indiferencia van de la mano, articular lo  que se queda en la garganta o en la carne es cada vez más difícil en singular.  Nunca como en estos tiempos ha sido tan relevante recordar las raíces plurales  de la poesía. Lúcido e intenso, incandescente y enigmático Lirico puro (Hipocampo editores, 2017), el nuevo poemario de Willy  Gómez Migliaro (Lima, 1968) nos lo viene a demostrar con vigor. 
         Y en su caso, un poemario nuevo lo es en todo el  sentido de la palabra, porque Willy Gómez explora posibilidades diversas en  cada uno de sus libros, pasando de la textura abigarradamente metafórica a la  experimentación de  Lírico puro,  donde el caudaloso verso del poeta se siente transfigurado por un ¡Eureka! que  le hace desentrañar la experiencia primordial que armoniza la escritura, la  creación poética y la vida.
         Asistimos  a una síntesis expresada en composiciones esenciales en rotación permanente,  como ocurre con las imágenes capturadas por «una cámara de video en movimiento»  señala Nivardo Córdova Salinas y a través de cuyas imágenes «el  lector hace el poema, lo termina, construye su objeto poético» dice  César  Pineda Quilca.
César  Pineda Quilca.
                      Lirico  puro se ofrece como un drama  compuesto de soliloquios y aproximaciones: a la vez delirante y ascético, el yo  poético entrega fragmentos de su experiencia y el misterio de la poesía. 
         El  título juega con dos imágenes del poeta como creador. La imagen del poeta como  un «lírico puro», vigente en posiciones esteticistas que reivindican una  discutible «poesía pura» afín a una idea simplificada de la mística y, por  cierto, de cierta lírica amorosa de estirpe romántica: un poeta «puro». La  imagen del poeta como el artífice verbal, explorador de los abismos y los  enigmas (ricos en conexiones religiosas, filosóficas y psicológicas) del ser  humano inmerso en el «mundanal ruido» de la sociedad: un poeta «comprometido».
         Vinculado  a esto el título nos remite a la idea de una creación «pura» opuesta a la  llamada creación «comprometida» (adjetivos  que remiten a calificaciones muy empleadas en los años cuarenta y cincuenta del  siglo pasado para distinguir dos tipos de poesía).
         Sin embargo, estas imágenes, que invitan a la  dicotomía que distancia el vuelo sublimado «desencarnante» de la inmersión  implicada con la realidad, caen destrozadas en la sólida propuesta poética de  despliega Lírico puro. Sus composiciones están nutridas de belleza y experiencia social a la vez. Nos  muestran que lo esencial de la poesía se encuentra en la vida misma de las  palabras, y es en esa profundidad de la palabra donde hay que encontrar la  acción de la poesía y, a partir de ahí, comprender su importancia. Entender y  sentir que la poesía es el fundamento de la vida en sociedad. 
         Cómo  separar lo «puro» y lo «social», en una poética expresada en composiciones que  escarnecen la burocracia y la alienación.  Como ha explicado Javier Ágreda, la poesía de Willy Gómez Migliaro «une la  experimentación verbal con la reflexión sobre temas trascendentes; una  combinación que asegura la calidad de los textos, pero que también les da un  cierto hermetismo».
         Su poesía,  añadimos, cree en la palabra —bella o fracturada— como acción. Se aproxima de  un modo no escéptico al lenguaje. Es arma cargada de futuro y en cada  representación de la realidad alguien toma partido. Cuando vacila, teme,  sospecha. También cuando legítimamente afirma.
         Sus  composiciones tienen un ademán vertiginoso que lleva implícitos el impulso  moral y la imperfección que engrandecen las artes. Es una exploración profunda  a modo de una aventura transfiguradora y no de mero alarde ingenioso o adorno  rítmico-metafórico.
         Todos sus  elementos contribuyen a la nostalgia de nuestra disolución porque esa mirada  del poeta, solo a través de la cual el caos nos es comprensible como un  elemento del orden ficticio que nos permite entendernos de cierta manera con la  realidad, sabe mirar más hondo que nuestros ojos y sabe descubrir en nuestra  posibilidad de aniquilación la trampa de la realidad, la certeza del todo y de  la nada.
         Y es que como ha señalado el  poeta en una entrevista hecha por Katherine  Medina: «La poesía es otra manera de pensar la vida. Los que escribimos  poemas sabemos que apenas nos alcanza el lenguaje. Nuestros balbuceos no sirven  para nada. Sin embargo, nuestros cantos son siempre de vida y esperanza». 
         El poeta es  un hombre y más que uno a la vez: una multitud de voces acalladas, de deseos  sepultados por la chatura oprimente de las convenciones sociales, que pugna por  liberar las pulsiones nocturnas, por hundirse en el goce del exceso o la  locura. Y cuando la disolución parece inevitable, acuden las fuerzas apolíneas,  el temple, la firme serenidad para no apartarse del surco esperanzado de la  vida.
         Javier  Ágreda subraya que «En estos nuevos poemas esos grandes temas siguen estando  presentes, pero solo como trasfondo, pues los versos giran más en torno a la  experiencia cotidiana y la memoria personal». De algún modo, Lirico  puro es un viaje de la memoria. 
         Pineda  Quilca ha señalado, por su parte, que en las composiciones de Lírico puro «vemos cómo se construyen y  devalúan los objetos, en la palabra, para instaurar una nueva lectura, una  nueva búsqueda de sentido para integrar quizás el alma a las cosas» y añade que  «La escritura de Lírico puro se  impone como una respuesta a la imposición del sentido, de la razón y de una  dictadura estética», con la presencia de «una  impronta surrealista, de poesía fragmentaria, de discurso disgregado  posmoderno».
         Por  nuestra parte queremos apuntar que más que la entrega al  flujo poético de la escritura automática del surrealismo (que permitiría  percibir Lirico puro quizás «como un  solo poema largo»), se nutre de la efusión de la experiencia beatnik, expresada con recursos  expresivos que se acercan más al collage textual de la poesía de lengua inglesa, que a la incandescencia de la imaginación  surrealista.
         En las  composiciones en rotación de Lírico puro se intuye una poesía de dos tonos que se interrelacionan e integran  permanentemente. Por un lado, el tono confesional, que rezuma a menudo la  desazón por los sueños que quedaron en promesas incumplidas, la angustia ante  el futuro incierto, el dolor de la insatisfacción, pero también, por otro lado,  una poesía de tono expresionista que Córdova Salinas caracteriza como  «una poesía que confronta, que desenmascara, que revela el lado oscuro del mal  llamado milagro peruano, donde por ejemplo la informalidad, la explotación  laboral, la industria de la falsificación y el crimen organizado a veces visten  de saco y corbata, donde incluso la alienación se desborda y la violencia  social impera en todas sus formas».
                      Lirico  puro despliega esa transformación de la subjetividad  que trasciende la rutina cotidiana, pero no la experiencia de lo real. De  hecho, en la encrucijada de lo interno y lo exterior, en la brega por  establecer el propio ser y estar en el mundo, es que se halla el  centro de gravedad del poemario.
         Y sin duda, esa transformación  supone el proceso dinámico de una conciencia que, con insistente rigor, encara  al mundo y se examina a sí misma a través de «fragmentos de nuestras vidas  superpuestas sobre /lo real de su espejo de nuevo».
         El estremecimiento esencial  privilegiado de la poesía recorre sus composiciones, presto siempre a  desencadenar tempestades de belleza que arrasan las pautas acostumbradas de la  lógica, la moral, la gramática y el lenguaje poético dócil frente a los cómodos  modos de la corrección, la armonía domesticada y el buen gusto domesticado.
         El poeta también está  rehaciendo su voz expresada en libros anteriores fusionando la recreación de  experiencias con la escritura de poemas, a los cuales luego interpreta, lector  de sí mismo (el epígrafe que abre el poemario pertenece a Raymundo Nóvak  creatura-eje de su poemario La breve eternidad de Raymundo Nóvak) y de la resonancia de obras  ajenas en su impulso creador. 
         La de Lírico puro es, así, una poesía del  re-conocimiento: no se orienta hacia un trasmundo metafísico o utópico, sino  que redescubre esa otra realidad en la realidad en la cual se respira, se  siente, se piensa, se sueña y se muere. Como otros grandes poetas como Martín  Adán, Juan Ojeda, Enrique Verástegui, Miguel Ildefonso, o como César Vallejo en Trilce, Gómez Migliaro escribe de (y  desde) la descarnada conciencia de un misterio: el de la existencia física,  carnal. «el yo se divide uno entre /lo natural y lo obligado del ojo que suma  /inclinaciones sin fondo el plano o /de nuevo bosque mental y detalle de  los/que quedan desgarrados ante la unidad», declara la voz poética en Lirico puro.
         Radical y visceral, la  experiencia de hallarse en el mundo es la que alimenta a la imaginación verbal  de Lírico puro. La conjetura de la  voz lírica señala una forma de entender el ejercicio y el sentido de la poesía.  En efecto, la voz del poeta no busca la proliferación y el exceso, sino la  esencia, la concentración y el despojamiento.
         Para el  poeta vivir y crear significan experimentar en una dimensión más honda --y  sabia-- al recordar, «reciclar», captando la presencia esencial de lo ausente,  el mensaje del silencio y la aceptación de una existencia vivida a plenitud.  Todo ello esta vez alcanza su fruto en los poemas cincelados y concisos,  siempre al borde de un silencio que no implica fracaso expresivo ni  incomunicación, sino depuración vital más allá de las palabras.  Así, en las odiseas de saber decir es también esencial aprender a no decir de  más.
         Independencia,  julio-agosto de 2017 
        
        
         
        
         
         
        Referencias
                      ÁGREDA, Javier. Lírico puro de Willy Gómez. Reseña publicada en la revista virtual El Montonero. Disponible en: http://elmontonero.pe/columnas/lirico-puro 
            
          CÓRDOVA SALINAS, Nivardo.  «Willy Gómez Migliaro: “Soy un sobreviviente”». 
          Disponible  en: https://nivardocordova.wordpress.com/2017/07/27/willy-gomez-migliaro-soy-un-sobreviviente/ 
          
          MEDINA, Katherine. «“La poesía es otra manera de pensar la  vida”» Entrevista con Willy Gómez Migliaro publicada en Agenda CIX el 9 de  abril de 2017. 
              Disponible en: http://agendacix.org/katherine-medina-entrevista-a-willy-goacutemezmigliaro.html 
              
          PINEDA QUILCA, César. Lírico puro.  Palabras de presentación del libro leídas el viernes 21 de julio de 2017 en la  Anti-FIL. En la mesa de presentación  estuvieron también Franco Osorio-Antúnez de Mayolo Paredes y Teófilo  Gutiérrez, editor del libro. 
          Disponible en: https://nidodepalabras.blogspot.pe/2017/07/lirico-puro-por-cesar-pineda-quilca.html