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CONSTRUCCIÓN CIVIL
Poemas de Willy Gómez Migliaro
Por Miguel Ildefonso
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La poesía de Willy Gómez ha ido remontándose a cimas cada vez más altas y, a la vez, hondas, para dar su testimonio sobre la construcción de lo humano, lo que podemos llamar civilización o Modernidad. Willy Gómez pertenece a una generación en que los paradigmas que convulsionaron en el siglo XX entraron en crisis. Si por un lado, seguimos arraigándonos a una época tecnológica, por otra parte estamos en un vacío que dejaron esas lecturas colectivas que hacían posible entendernos: el sentido de la historia, lo llamamos.
La escritura perifrástica, el lenguaje de todas las sangres, de Construcción civil nos entrega un discurso sobre lo peruano, o mejor dicho, sobre la construcción de lo peruano. No de una peruanidad que denota armonía como en el Inca Garcilaso, sino más bien es un concepto problemático, a lo Guamán Poma de Ayala o Arguedas. Lo trágico de una nación utópica está relatado desde ese otro lenguaje alterado, no desde una racionalidad criolla y complaciente ante lo efectista del progreso, sino desde el cuasi delirio mestizo de un barroco andino y costeño. Es este desgarro, como el grito de Túpac Amaru, el punto de partida de la historia contada en este libro de poemas. Aquí vemos las eras no imaginarias, sino reales de nuestro país intemporal, donde lo mágico prehispánico se unta a lo mágico postcolonial, divisando también las huellas de un macabro virreinato.
La poesía no está encorsetada como las ciencias sociales, ni como las humanidades en general. El arte de la palabra y de la poesía nos permite trascender la visión segmentada del discurso que busca una engañosa y resbalosa objetividad. Es por ello que el lenguaje es el protagonista de este libro, se trata de la construcción civil del lenguaje, que hace un nudo entre la visión personal del poeta con los diversos discursos colectivos que circulan hoy en día, no construyendo una arquitectura cerrada, sino abierta: “abrir las cortinas del paisaje/ predicado en el juego al partir los carnavales/ suscita amor el plan de alcanzarnos/ o construye ansiedad nuestro reflexivo país”, dice el poeta.
Estamos en el campo de la ciudad, de la ciudadanía, de esas nociones que carecemos en esta construcción casi amorfa que llamamos Perú. La gastronomía verbal va devorando una lista de emblemas actuales, en donde la ironía de la ironía se prolonga como un arte pop hasta borrar todo significado, hasta debilitar la densidad de los símbolos nacionales, de un proyecto trunco de nación. Y es aquí donde nos preguntamos:¿Qué hace al hombre común un ciudadano? ¿Solo la ciudad es para aquel “ciudadano de alambradas en piscinas de hotel con delfines”?La construcción de esta Modernidad al parecer solo ha hecho segmentar más las confluencias de los grandes relatos: “A exigencia de lenguaje libros de relatos/ mares en volandas en credos incitando campiñas”, dicen sus versos ante aquella vorágine de paisajes que se superponen.
Hay un aliento épico en la poesía de Willy Gómez, un lenguaje cívico que trata de emerger de aquel caos llamado presente. La propuesta de Willy Gómez es liberadora, que abre, entre esos resquicios que dejan las ruinas de la historia, una puerta; que busca una salida ante el muro iluminado de esta Modernidad alienante; y que hace del lenguaje una vía para ir más allá de lo supuesto: esto es lo que conocemos por poesía. Y aquí está el constructor.
