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"Nuevas Batallas" de Willy Gómez Migliaro
Por Paolo Astorga
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“Dentro de un estado descompuesto hay esperanza”, con este primer verso, el poeta Willy Gómez Migliaro (Lima, 1968) nos adentra a su libro Nuevas Batallas (Arteidea Editores, 2013), un poemario muy honesto y a la vez fragmentario. El poeta se adentra a una dualidad que se reconoce mientras se viaja por la sustancia del libro. Él nos presenta un espacio degradado por la corrupción, la indiferencia y el hastío de los objetos que nos rodean sin decir nada. La poesía de Willy siempre es antitética. Por un lado el lenguaje construye un mundo posible que emana vida y mensaje, significado que reconstruye una memoria colectiva. Por otro lado, esta voz poética, nos erige su discurso y se extiende entre un neobarroquismo que nos deja en cada lectura un apasionante revelación. Entre lo sórdido, ante lo aplastante, el poeta pretende, cual profeta, mostrarnos una purificación que aún es posible solo si la comunión de espíritus es posible. Sin embargo, la violencia es un cáncer que habita en nuestra propia carne y el poeta lo sabe y, aunque el mundo está plagado de esta, solo le queda librar la batalla contra sí mismo.
Todo el poemario está plagado de un deseo por reconstruir una memoria que sin embargo, no es posible, sino soluble. Al iniciar la travesía, la batalla, la voz nos narra las miserias y esperanzas de un cuerpo que es un país, un individuo, una metáfora. Entiende que el devenir del tiempo sicario es único y nunca relativo. Un hálito de insatisfacción que se hace memoria sangrante puebla este libro, una melancolía posmoderna ante la violencia interna que destruyó nuestra humanidad:
He apostado, qué más da.
Demasiado se nos induce a probar suerte.
Es distinta la imposición y el alcance al entrar a un país,
al llegar sin demora a un terral
después de viajar 900 Km en ómnibus interprovinciales
y saber que aquí hubo entierros. Demasiada imposición
de imagen.
Iniciaste batallas de viajes y estudios
. . . . . . . y al final
solo esencialidades que parten de sus resurrecciones
en un medio de comunicación sin sentido.
Es la frustración y la simbólica violencia del tiempo y la miseria lo que hoy se vive. Willy Gómez ha configurado un universo de antagonismos. Entre el poder y la rebeldía de la naturaleza, de la purificación, de la esperanza; donde coexisten en eterna batalla el paraíso y el infierno:
Pasan la cuenta cuando el poder se vuelve un jardín tecnológico.
. . . . . . Suben con poleas
y los geranios van cayendo. El poder encierra.
Y entonces el antihumanismo lo puebla todo. La batalla ya no es enfrentarse a ese “animal tecnológico”, a ese Poder, sino solo coleccionar y preservar con la palabra, con las imágenes que solo permite lo poético, esa memoria desgarrada de la violencia que no se puede borrar pues es herida abierta y caliente todavía, pues:
La gente desentierra lo que su país esconde,
y en un despegue con las manos sucias vuelven/ trans-
portan salas de emergencia.
Sin embargo en la batalla, en la lucha por aprehender la realidad contradictoria, soluble, el poeta encuentra a su ser contingente y desvalido, ante un país que ha mutado, se ha silenciado en apariencia:
El país se redefine, cielos, qué hice.
Toda mi vida preparando el discurso mientras subía
toda mi vida sin luz & sin ningún papel.
Solo el regreso importaba
o la reconstrucción del quebranto y su estado débil desde el poder.
En suma, Nuevas batallas es un libro donde el enfrentamiento es con nosotros mismos. El discurso recargado y lleno de alusiones a diversos puntos del tejido cultural occidental, enfrentan al poeta a un único signo: El desafío por la reconstrucción y preservación de lo humano que se resiste al abandono de la nada, del olvido que carcome a nuestra sociedad decapitada. El poeta es un maníaco de la libertad, un condenado, que danza en su éxtasis mientras las máscaras de los “extras” se incendian en su hipocresía o indiferencia.