... A propósito de esta muestra antológica, bien valdría la pena que supieras algo sobre la realidad vital de nuestra poesía y nuestros poetas. La geografía de la poesia chilena actual se nos aparece más como un archipiélago que como una masa continental. Salvo excepciones, cada poeta es una especie de isla, una respuesta personal a cierto requerimiento poético. Acá, al contrario que en la mayoría de los países americanos, no existen los grupos de poesía, aquellas agrupaciones o clubs, pandillas o “talleres” de poesía, no sé si para bien o para mal. Sólo sé que este hecho determina lo anterior: hay varias poesías, efectivamente varias, en el cabal sentido de la palabra. Tal vez exagerando: una por cada buen poeta.
Y cosa curiosa: la mejor poesía verdaderamente actual no está en libros, por el momento. La mayoría de los buenos poetas de todas las edades tropiezan con un problema que aunque común a toda América del Sur, es aquí circunstancia dramática. La monstruosa dificultad editorial. De esta manera, los poetas deben acogerse, constreñirse, a las revistas de poesía y a los diarios. Si hubiera que hacer un balance real de la producción poética nacional, los libros sólo ayudarían hasta muy cerca de la partida. No sé si me entiendes, pero esto es acá vox populi. Todo el mundo lo sabe, todos lo comentan, pero nadie hace nada.
Imagínate. Un libro de poemas de 50 páginas, de tamaño regular y de regular presentación: 4.000 escudos. Es decir, aproximadamente lo que un empleado de oficina (el 60% de la población trabajadora del país) gana en UN AÑO DE TRABAJO. Y piensa que la mayoría de los poetas chilenos, la inmensa mayoría, son justamente empleados de oficina, con más o menos años de servicio, con más o menos sueldo, pero dentro de un nivel semejante.
Conversaba cierto día en Buenos Aires con un poeta argentino y me decía él, quejándose, de “lo flojos que son los poetas chilenos para viajar al extranjero” (sic). No hay tal, le decía yo, ojalá fuera molicie. Lo que sucede es que ningún poeta chileno, salvo las excepciones —gloriosas como tales—, pueden hacerlo. De los 25 poetas de esta antología, 20 son casados, con hijos y con extraordinarias y duras responsabilidades de trabajo. Lo demás se adivina. Las becas llegan tarde. cuando ya se ha doblado la treintena, si no la cuarentena. y lo que debiera ser oportunidad para “poner al día” la producción personal, sólo sirve de merecido premio para descansar, turistear, beber y farrear.
En Chile el poeta es un paria o muy poco menos. Ningún editor se arriesgaría a hacerse cargo de un libro de poemas, por excepcional que éste sea. Nadie se atrevería jamás por ningún motivo a dar empleo a un poeta: el pretexto? bueno, una supuesta “tradición romántica de vida” inaceptable; lo cual si bien en una época fue efectivo, ahora es una falacia.
No quiero convertir esta carta en un tango, el “tango de los poetas chilenos”, o bien un “corrido” mexicano, para entendernos mejor. Pero la cosa es grave. Melodramáticolagrimosa. Lo juro.
Pero la sangre no llega al río. Ahí está una tradición que bien o mal, juega de nuestro lado. Vicente Huidobro, Gabriela Mistral y Neruda, son buenos avales para nuestra poesía. Y funcionan. Claro que más afuera que aquí adentro.
Todo lo que sea estudios sobre la poesía chilena actual, lo encontrarás en cualquier buen libro ad hoc, mucho mejor de lo que yo pudiera exponértelo. Pero la verdad vital de nuestra poesía no aparece en ninguna parte.
Se hace poesía, cierto, pero se la hace en medio de las horas de oficina, en casa rodeado de hijos llorosos y majaderos, en las bibliotecas demasiado frías en invierno y sofocantes en verano, en las casas de los “amigos bien”, etc., “E pur se muove”. Un abrazo cordial.
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Carta al editor: "En Chile el poeta es un paria o muy poco menos"
Por Waldo Rojas
Publicado en "El Corno Emplumado", N°21. Enero de 1967