Waldo
Rojas:
"Mis más poderosas
imágenes poéticas se remontan a la infancia"
Una de las figuras más
importantes de la "promoción emergente", grupo surgido en los años '60
y que ya ocupa un sitio junto a nuestros grandes nombres -Neruda,
Huidobro, la Mistral, Pablo de Rokha-, en una línea que no se
interrumpe, recuerda por eso su niñez en Concepción, donde la
presencia del agua marcaría su obra futura. Radicado en Francia, desde
1974, regresó a su país y a su ciudad para comprobar que pese a las
ventajas que ofrece un mundo cultural más rico y viejo, no pueden
ignorarse las raíces...
Por
Pacián Martínez Elissetche
Aunque nació en
esta ciudad, en 1943, de la que guarda la memoria perpetua del agua
que caía lenta, inexorablemente, durante los largos inviernos, se
formó en Santiago, escapando a los tres grandes vértices de los años
' 60: Arica, Concepción y Valdivia, cunas respectivas de "Tebaida",
"Arúspice" y "trilce", los grupos literarios de mayor repercusión
en aquella época. Todas sus raíces, sin embargo, son penquistas. Uno
de sus abuelos, Belarmino Serrano, trabajó en EL SUR a comienzos de
este siglo y el otro, Armando Rojas, fue dueño de la imprenta Chile,
en calle Colo Colo, frente a lo que es hoy el Centrobanco. Es por
eso que Waldo Rojas Serrano conserva imágenes primigenias que, de
algún modo, aparecen una y otra vez en su obra, coincidiendo con Baudelaire
en que la patria es la infancia. Exalumno del Instituto Nacional y
de la Universidad de Chile, donde estudió Arquitectura, Historia y,
después, "en un plan personal de trabajo, Castellano", fue redactor
de la revista "Anales", colaborando también en "Orfeo", en el tiempo
que la dirigían Jorge Teillier y Joge Vélez, donde leímos alla por
1964, en un número especial dedicado a Vicente Huidobro, un poema
que nos sigue pareciendo maestro: "Moscas".
Acababa de publicar,
para entonces, "Agua removida", libro al que siguieron "Pájaro en
Tierra" (1966), "Príncipe de naipes" (1966), "Cielorraso" (1971),
"El puente oculto y otros poemas" (1976, en México, y 1981, en Madrid),
"Chiffré a la Villa d' Hadrien" (1984) y "Almenara, (1985), aparte
de ediciones francesas de "El puente oculto" (1985), traducido por
él mismo y Robert Guyon, y de "Príncipe de naipes" (también
en 1985). En París, donde reside desde 1974, se desempeña como docente
en la cátedra de Historia Contemporánea en la Universidad de la Sorbonne,
habiéndose especializado en Metodología de la investigación, "que
es una de las disciplinas que más me interesan". En su reciente viaje
a su país ofreció charlas en diversos centros, refiriéndose en Concepción
a la "promoción emergente", término que le pertenece. Durante nuestra
entrevista le acompañó su esposa, una mujer suave y discreta, hija
del escritor Juan Godoy, profesora de Arte en la capital francesa.
"Quisimos reivindicar nuestra tradición
poética"
-Eres,
Waldo, una de las figuras más representativas de la generación de los
' 60...
-Aguarda,
más bien del conjunto de poetas llamados jóvenes en aquella época,
aunque ya andamos todos en los cuarenta y tantos. Porque yo he insistido
en que esa palabra "generación" debe llevar muchas comillas, puesto
que ya se hablaba de la "generación del "50", autodesignada en una
especie de apelación voluntarista. Y antes aún, existía la "generación
del "38", construida a propósito de una coyuntura histórica.
En el caso nuestro, el término se gestó a raíz
de una conferencia que me solicitó Juan Uribe Echavarría, que era
director de Extensión de la Universidad de Chile, donde hice algunos
alcances esenciales. Primero, que se constataba, antes que se postulaba,
lo que había venido pasando desde 1964 a 1967, fecha en que comienza
a prepararse el Segundo Encuentro de "Trilce", en Valdivia. Esa constatación
envolvía una actitud más que nada intelectual hacia la tradición poética
chilena, hacia su amplitud, diversidad y potencia creadora, desde
los balbuceos iniciales del modernismo en este país hasta la "generación
del "20", donde ya se proyecta nuestro movimiento lírico. Se trataba,
entonces, de reivindicar las sucesivas promociones posteriores, lo
que era fácil porque su valor no precisaba de abogacías, planteándose
frente a ellas como una prolongación, conociéndolas, difundiéndolas
o poniendo fin a unos olvidos involuntarios, como es el caso de Rosamel
del Valle, de cuya obra nadie sabía en Chile. Junto con ese nombre
simbólico, emblemático, pensábamos que se debía producir un estudio,
una penetración en lo que había sido ese pasado.
-Y que
giraba sólo en torno a ciertas personas...
-Efectivamente. Suerte parecida a la de Rosamel
del Valle corrieron Humberto Díaz Casanueva, Alberto Rubio o Armando
Uribe, opacados por la súbita nombradía de Nicanor Parra, lo que tiene
que ver con un fenómeno de civilización de aquellos años, que es el
protagonismo juvenil que se inicia en las universidades y que
encuentra en la antipoesía mucho de ese espíritu nuevo: la
insurgencia, la desmitificación, el iconoclastismo...
-¿Postergando a otros poetas tanto o más valiosos que
Parra?
-Sí, porque la tentación
era muy grande. Ahora, nosotros sin negar a Parra, sostuvimos que él
no vino solo, que no surgió del aire, sino de un movimiento coherente,
continuo, de una tradición vigorosisima. Por otro lado, había una
tendencia a inhibir los impetus vanguardistas, atrincherándose en
cuatro o cinco puntos del programa estético y borrando del mapa al
resto...
-¿De quién provenía
esa actitud, de los académicos, de los poetas llamados mayores...?
-De casi todos los lectores, pero nosotros pensábamos que la poesía
tenía un espacio que conquistar, más allá de lo que podríamos llamar
"primera plana oficial". No ignorábamos las dificultades, éramos bastante
escépticos al respecto y es la razón por la que quizás muy pocos publicamos
libros, con gran modestia y en pequeños tirajes. Esta "promoción emergente",
como yo la llamé, porque el término "generación" me parecía teñido
de una cierta manera ya previa de observar el mundo, poseía otra particularidad:
evitaba caer en la tribu, en la endogamia...
"Se
ha producido una recuperación memoriosa"
-Dieron
vida ustedes, en cambio, a una vasta hermandad poética en
Chile...
-Sí, de norte
a sur, bajo el amparo de las universidades, que nos acogen generosamente
y gracias, también, al apoyo de muchos profesores que en esos años
llegan a innovar la literatura, abandonando criterios impresionistas
en beneficio de un análisis más científico. Esto explica que la poesía
se desmitifique como lenguaje superior, como forma hiperpotenciada
de un decir profético o sobrenatural, transformándose en un instrumento
de reflexión. La última característica de los poetas "emergentes"
es el pluralismo, para emplear una palabra de moda, lo que tiene que
ver con una confraternidad muy grande, ya que nuestras reuniones eran
muy poco atildadas. En nuestras reuniones había gozo, vino, euforia,
risas...
-Lo que
dices me recuerda las películas de Scola, pero después vino la
dispersión...
-Se ha producido,
a pesar de la diáspora, una especie de recuperación memoriosa de lo
ya hecho, que se documenta por la aparición de libros que reúnen toda
la obra anterior, lo que es nuevo en Chile. Ha habido entonces, una
relectura, una reconsideración, lo que implica cerrar una etapa, evitando
fijarse en un solo momento y proyectándose hacia el futuro. Es el
caso de Oscar Hahn, que publica una antología llamada "Arte de morir"
y, en seguida, libre ya de aquello, un volumen totalmente distinto
del anterior, que es "Mal de amor". Por eso no es posible referirse
a la "promoción emergente" como algo que se congela en ciertas coordenadas
espacio-temporales, sobre todo porque no considera la vitalidad de
poetas como Gonzalo Millán u Omar Lara, que están trabajando con renovados
impulsos y después de los 40 años, lo que no es fácil. No olvides
que la poesía se hace llevadera a los 20 años por la simpatía que
despiertan los jóvenes, pero luego el camino se vuelve más pedregoso.
Un casi cincuentón que escribe es para muchos un majadero o un loco...
-Resultó
largo tu regreso al país. No estaba, parece, entre tus planes
inmediatos venir aquí...
-No, por las dificultades que implica el desplazamiento. Luego,
está mi trabajo, que sin yo quererlo me ata y obliga a permanecer en
París...
-Además,
alguien me decía que estabas instalado en Francia como en tu propia
casa...
-Es cierto, he
tenido algunas facilidades y mucha suerte. Por otra parte, es un mundo
donde se puede encontrar todo aquello que se quiere si se sabe buscar.
París me parece una ciudad múltiple, llena de incitaciones, que me
hizo desplegar con gusto el esfuerzo del aclimatamiento...
"Todo
se remonta a la infancia"
-¿Ha
recibido tu poesía aportes de la cultura
francesa?
-Antes
que nada, soy un poeta en lengua española o, mejor dicho, chilena,
apuntando a la tradición a que hice referencia. Escribo desde allí
y para ella. Pero, sin duda, he recibido "fluencias" -la palabra influencias
no me gusta- de Francia, que vienen de antiguo. En los años ' 60 nos
abrimos hacia las culturas extranjeras: de Latinoamérica, de los poetas
"beatniks", de las tradiciones alemanas, inglesas... Yo me incliné
más a Francia, lo que me fue muy útil. Eso es cierto, pero también
lo es que al escribir de nuevo, lo hice a partir de mis primeras imágenes
chilenas...
-¿Cuáles
por ejemplo?
-Creo que es
muy difícil escapar, por un problema ontológico, epistemológico, a
la infancia. Neruda lo explica muy bien en sus "Memorias", a propósito
de sus vivencias en Temuco. Para mí el mar es un permanente objeto
de fecundación imaginaria. No hablo del mar como paisaje pictórico,
sino que me refiero a su fuerza, a su ruido, a su olor... Ese mar
es el nuestro, no el de Bretaña. Aparecen como constantes, asimismo,
la humedad, los objetos "revenidos", la lluvia de Concepción, el percán,
las pinturas descascaradas, los umbrales de las puertas que se inflaban,
el musgo, los helechos... Evoco, como si fuera hoy, cuando en el patio
de mi casa, en calle Janequeo, con una palita de niño hacia un hoyito
de unos 20 centímetros y salía agua... Fueron revelaciones mágicas
que indican que pertenezco a esta realidad...
-¿Y qué
imágenes te saltan al encuentro en Francia?
-Se han acentuado algunas tendencias culteranistas
o culteranas. Mi poesía se ha cargado un poco de esos recursos, pero
también se ha vuelto más subjetiva. A pesar de que mis amigos me
acusan, bromeando, de ser el chileno más francés de París, estoy
inserto en un mundo que no es el mío y eso se traduce en una
conciencia retráctil.
-Bienvenidos sean, no obstante, los aportes de otras
culturas...
-Por supuesto y
eso es muy propio de la tradición chilena. No olvidemos a Parra, que
se hace anti-poeta en Inglaterra...
-Claro,
recibe toda la herencia de "the non-sense
poetry".
-Sí, del mismo
modo que Neruda va al Pedagógico a estudiar Francés y lee con devoción
a los poetas simbolistas...
-Y que
finaliza su discurso en Suecia, al recibir el Nóbel, citando a
Rimbaud...
-Eso ya es más
elocuente. Nada se resuelve en la "mismidad", sino en el trasvasije de
culturas...
En EL
SUR, Concepción
domingo 14 de septiembre de
1986