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Yanko González, poeta y antropólogo:
"Guzmán tiene un profundo conocimiento histórico de la juventud en el siglo XX"
En su más reciente publicación, el autor revisita sistemáticamente el rol fundamental de los jóvenes
durante el régimen de Augusto Pinochet.


Por Mauricio Gallardo

Publicado en La Segunda, jueves 25 febrero 2021



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EI antropólogo Yanko González se ha propuesto una empresa tan amplia como fascinante: revisar el rol de la juventud en los primeros años de la dictadura de Pinochet.

Comenzó por entrevistar a militantes de organismos políticos y juveniles clave en los primeros años del régimen militar, como el Frente Juvenil de Unidad Nacional (FJUN), que surgió bajo el alero del gremialismo y la Secretaría Nacional de la Juventud (SNJ), dependiente directamente del gobierno. También de movimientos juveniles de la era de Franco en España, como el Frente de Juventudes y la Organización Juvenil Española (OLE). Luego, investigó en archivos de Chile, España y Alemania, y publicó el año pasado "Los más ordenaditos: juventud y fascismo en la dictadura de Pinochet".

Asombroso, con precisas distinciones conceptuales, su texto es una sistemática revisión a una de las empresas más originales y exitosas del régimen de Augusto Pinochet: glorificar y utilizar a los jóvenes como soportes del régimen y su prolongación.

Lejos de los estereotipos del debate político, los relatos orales y las conexiones simbólicas y culturales permiten ver las desmesuras políticas de aquel tiempo. E, independientemente de si se está de acuerdo con las conclusiones, permite también asombrarse de la cantera de posibilidades interpretativas que sigue ofreciendo el régimen de Pinochet. Aquí, por email, desde sus vacaciones, Yanko González aceptó compartir unas cuantas ideas sobre esa época, algunos de sus protagonistas y la obra política que produjeron.


Tu libro incorpora 25 testimonios (Relatos de Vida) de quienes participaron en la creación del FJUN y SNJ. ¿Fue difícil que colaboraran?
—Por supuesto. Debido a la desconfianza política y las tensiones propias de quienes divergen sobre el pasado y sobre el mundo. Pocos recordaban que habían participado en estas orgánicas (obviamente por el juicio histórico sobre la dictadura). Aun resguardando su anonimato, varios se negaron a participar. Pero logramos Relatos de Vida, en gran medida gracias al apoyo de colegas y amigos. Y aunque en España el trabajo de campo fue en solitario y tuvo mayores dificultades, los participantes entendieron la investigación como una oportunidad de compartir lo singular de sus experiencias.

¿En qué consiste el Relato de Vida, una metodología propiamente antropológica?
—El Relato de Vida, como la Historia de Vida —un testimonio triangulado con otras fuentes— es una metodología de investigación inscrita en el llamado "enfoque biográfico" en las ciencias sociales. Aunque está ligado a los albores de la antropología (a partir de las biografías de "rescate" de sobrevivientes de culturas diezmadas y extintas), su uso se extiende a la sociología y a la historia social rápidamente. Tiene distintos énfasis, según en qué tradición teórica te sitúes, pero en el libro es utilizada porque permite "leer" la sociedad desde el sujeto a las estructuras y capturar las subjetividades que, desde sí mismas, interpretan sus prácticas sociales pasadas. Por cierto, este enfoque tiene algunos escollos, no sólo situados en la confianza, simetría o asimetría social y cultural entre antropólogo e "informante", sino epistemológicos: toda memoria es una política del presente, lo recordado y dicho siempre está modulado por los intereses de un hoy.

No veo a políticos actuales (Chadwick, Longueira, Coloma, etc.). ¿Pediste sus testimonios? ¿Por qué no están?
—Básicamente me interesaban los militantes de base, dirigentes intermedios o altos dirigentes cuya memoria no estuviera tensionada por su presente político. Aunque dos de las personas que me nombras, Chadwick y Coloma, llegaron a ser los máximos dirigentes del FJUN, ellos forman parte de una generación de relevo a la de Javier Leturia e Ignacio Astete, que fueron los líderes fundacionales y que terminaron difuminándose política y mediáticamente. Quizás por eso, sus memorias reflejan estratos más profundos de la sociedad chilena de los 70 y representan a los artífices que participaron de manera "natural" de los credos acuñados por Guzmán y profesados por la dictadura. En términos generales, creo que parte de la primera generación de gremialistas, la fundacional, con Guzmán a la cabeza, es muy distinta a la segunda.

¿Diferentes en qué?
—No veo ni la habilidad, ni la inteligencia, ni el espesor ideológico de la primera generación.

¿Entre los participantes no hay una relectura o una crítica a su participación en este proyecto de "juventudes de Estado", como tú las llamas?
—Yo diría que están orgullosos. Piensan —correctamente, creo— que su proyecto, diseñado entre la SNJ y el FJUN, y consolidado con el protagonismo de la UDI en la transición, logró imponerse. Y la verdad es que las únicas señales contundentes de su derrota fueron en 2011 y, finalmente, en el 18/O.


"Un proceso de fascitización"

¿Por qué se destruyen los archivos FJUN o de la SNJ? ¿Quién los destruye?
—En general y como pasó también en España, estas juventudes de Estado albergaban a los sectores sociales más comprometidos y defensivos de los regímenes que formaban parte. Eran un reservorio generacional que, como en la Italia de Mussolini, insuflaba la mística, la mitología y la adhesión total de la sociedad civil a sus líderes, por tanto, al caer estas dictaduras, sus partícipes se protegieron destruyendo —o escondiendo— los registros de sus orgánicas que, en todos los casos, tenían una prolífica y profunda presencia territorial. Debido a ello, la investigación se dificultó pues lo que había eran registros fragmentarios, sumergidos en archivos que no alcanzaron a ser purgados.

¿Hay alguna dictadura latinoamericana dónde se intente algo parecido?
—La SNJ y el FJUN son las primeras juventudes de Estado en Chile y son también, hasta donde sabemos, las únicas en América Latina. Debemos entender que la incardinación estatal es lo que distingue a estas organizaciones de otros grupos o movimientos juveniles de raíz ultranacionalista o nazi-fascista que existieron en Latinoamérica, como el movimiento Acción Integralista Brasilera fundado por Plinio Salgado y sus "Plinianos", o el Movimiento Nacional-Socialista de Chile, de la mano de González Von Marées. Cuando hablamos de "juventudes de Estado" estamos hablando de colectivos juveniles socializados, adoctrinados y controlados por el Estado y creados para ser los reservorios generacionales de los regímenes que forman parte y —algo fundamental— para ser movilizados y servir de defensa ante los "enemigos" internos y externos de dichos regímenes. Evidentemente y en esto hay que ser serio y claro, pues el contexto histórico no es el mismo que entreguerras, la SNJ y el FJUN no eran organizaciones paramilitarizadas, no usaban uniforme y su encuadramiento era voluntario, no obligatorio.

Tú haces un distingo conceptual: el régimen de Pinochet no fue fascista, sino que de "fascistización". ¿Podrías explicar la diferencia en pocas palabras?
—Difícil en pocas palabras. Lo que planteo es que hasta fines de los 70 la dictadura cívico-militar se inscribe en un proceso real de "fascitización": no solo se apropia de las claves represivas del fascismo, "salva" al capitalismo y le imprime un cariz terrorista a la dominación de clase, sino que implementa, de manera deliberada, instrumentos simbólicos, retóricos, comunicativos e institucionales de raíz fascista para fortalecerse y reproducirse generacional e ideológicamente. Soy algo majadero en ello por el volumen de evidencia inédita y disponible que recabo: en sus primeros años la chilena no fue una dictadura de corte tradicional, cesarista, que prefiere dejar a la población inmovilizada y despolitizada. No. A través de la SNJ y especialmente el FJUN, que opera en la práctica como Partido único, el régimen promueve la participación, movilización y adhesión popular. A través de múltiples procedimientos (narrativa palingenésica, culto y dramatización de una fe cívico-militar, sacralización de la patria, adoctrinamiento nacionalista y fidelización a Pinochet) "fascistiza" expresivamente a las juventudes y, colateralmente, a todo al régimen. Es una "situación fascista" en la medida que se adoptó un repertorio de elementos funcionales y putativos del fascismo, incluido un corporativismo aggiornado.


"La hegemonía de Guzmán"

No se puede negar el talento de Guzmán para reclutar jóvenes. ¿Hay una cierta caracterización que se repite en quienes son reclutados al inicio?
—Jaime Guzmán tiene un profundo conocimiento histórico y sociológico de la juventud en el siglo XX (ello queda probado en el memorándum que desclasifico en el anexo del libro). En principio se propone aunar a toda la derecha joven golpista tras la Junta de Gobierno, de ahí la puesta en marcha de la ritualidad política de los Chacarillas de Santiago y regiones. Pero sabe que eso no es suficiente para sostener el nuevo orden: se necesita atraer y fidelizar a una base amplia de apoyo civil y juvenil. Por ello a través de dos tipos de entidades —la SNJ y el FJUN— intenta sumar a todas las sensibilidades y e identidades juveniles posibles, desde las articuladas por la política, el deporte, el arte, hasta por los colegios o territorios. Piensa que la SNJ estaba en todo Chile y tenía una gran musculatura institucional para encausar todos los intereses posibles, incluyendo los vacacionales. Se trataba de saturar los tiempos libres y disponibles de todos los actores juveniles para conseguir adhesión o evitar que se conviertan en potenciales opositores.

¿Quiénes, entre los jóvenes de derecha, potencialmente seguidores, se le oponen o lo rechazan?
—Mira, en términos amplios, hay una vertiente juvenil en la derecha que en los primeros años disputará la hegemonía de Guzmán y las orgánicas "espejo" del gremialismo (SNJ y FJUN). Pero quedaron "atrapados", pues la habilidad de Guzmán es tal, que enrola a parte de sus bases en estas orgánicas juveniles y se apropia de contenidos rituales e ideológicos a través de sus relaciones con el franquismo y, en Chile, con sectores de la Juventud Nacional o el ex balilla italiano Vittorio Di Girolamo. Hablo de los herederos de Patria y Libertad y las juventudes en contra de la U. P. El punto es que, si tu reparas en los contenidos ideológicos, te das cuenta que las posturas corporativistas de directa ascendencia fascista —liderada por Pablo Rodríguez Grez, los exmilitantes de Patria y libertad o los llamados "duros" de la dictadura pinochetista—, ocuparon un lugar muy marginal dentro de las familias ideológicas que vertebraron al régimen.

Sorprende la colaboración e independencia de Guzmán y Pinochet. Se usan, se distancian, se acercan. Pero ni Pinochet, ni los militares, logran interrumpir al abogado.
—Ello tiene relación con su cariz esencialmente político-pragmático. Sus ideas las adecuaba ágilmente a las circunstancias históricas y a la coyuntura política. De lo contrario es difícil comprender la apropiación de la retórica fascista para desplazar a los aliados de Pablo Rodríguez, después abandonar estos predicados hacia 1977 —cuando el franquismo cae—, pero a la vez, organizando uno de los actos filofascistas más emblemáticos del régimen, como fue el Chacarillas de 1977. Es decir, transita, como un acróbata, de los predicados corporativistas católicos y nacionalistas, hasta el apoyo tenaz de la doctrina neoliberal.

¿Por qué será que gustaban tanto las ceremonias con antorchas? En los campamentos de verano, en las marchas, siempre aparecen.
—Es complejo de sintetizar. Pero básicamente a nivel simbólico el fuego, como la juventud, es renovación y purificación, el que consume lo pasado —el mal y las tinieblas— y refunda con la vitalidad y la luz, el bien y lo nuevo. Portado en antorchas por manos juveniles, el fuego enfatiza uno de los propósitos políticos de los rituales acaecidos en campamentos, cerros o sitios históricos de distintas ciudades, que es instituir la "sacralidad" juvenil. Los jóvenes son "antorchas resplandecientes" que iluminan "con abnegación y perseverancia a nuestros gobernantes", dice el sacerdote Orlando Córdoba en su homilía de Chacarillas en 1975.


"Un nuevo credo"

Por la envergadura del proyecto ¿Se puede estimar que Guzmán fue un político muy exitoso?
—Así lo creo, pues logró cristalizar su proyecto de una "nueva mentalidad". Ese es uno de los imperativos fundamentales que Jaime Guzmán le plantea a la Junta en 1973 en uno de sus primeros memorándums y donde fundamenta la creación de "juventudes de Estado" que le permita a las Fuerzas Armadas y de Orden inspirar una nueva generación de chilenos, dotados de una "nueva mentalidad". Antes que los contenidos de esa "nueva mentalidad", importa el propio concepto, pues allí está el germen de la tentativa de la dictadura, distinta al del terror y la violencia, para asegurar su sobrevivencia y reproducción a partir de la instalación de un nuevo credo, una convicción sin necesidad de un poder externo que la sostenga.

Guzmán logra incluso vertebrar y organizar lo que llamas una "religión política".
—Y es eso lo que comienza a urdirse a los pocos meses del golpe, una verdadera religión política, ultranacionalista, catolicista, antimarxista, militarista —expresada en los rituales de Chacarillas y diversos campamentos de adoctrinamiento— y, a poco andar, privatizadora e individualista, pero, sobre todo, refundacional y regeneradora. Como en los fascismos de entreguerras, gran parte de dicha religión política era conducida y se encarnaba en la juventud, epítome de este proyecto palingenésico. Parte sustantiva de esta "nueva mentalidad" quedó expresada en la Declaración de Principios de la Junta en 1974, redactada, como se sabe, por el propio Guzmán bajo la influencia de corporativistas y ex ministros de Franco, como González Fernández de la Mora y, posteriormente, quedará asegurada en la Constitución de 1980. Claro, ahí se logra entrever el proyecto gremialista derivado de esta nueva mentalidad, ya institucionalizada, que daría paso a la formación de una futura colectividad política que dominara cuando los militares regresaran a los cuarteles, como lo será la UDI.

Pero entonces mientras más se investiga ¿más notable es su capacidad de articulación?
—Pero, atención, con cierto sesgo retrospectivo se tiende a creer que Guzmán era un vidente y un digitador monopólico del devenir del régimen y del éxito de su propio proyecto político. Creo que en la primera fase del régimen —la que estudio— eso no es tan claro y tengo dudas sobre la inteligencia política superior y visionaria del gremialismo. Más bien creo que hay una relación instrumental simétrica, de provecho mutuo, donde las fuerzas armadas y otras familias políticas cercanas a Pinochet capitalizaron esta "nueva mentalidad" alimentada por la religión política creada por Jaime Guzmán, Vittorio Di Girolamo y todo el aparataje del FJUN y la SNJ, una religión, hay que subrayar, profundamente imbricada con el mundo militar, pues recordemos que estas entidades dependían, en última instancia, de la Secretaria General de Gobierno, que estaba en manos de uniformados. Todo ello explica, en parte, la prolongación de la dictadura más allá del ciclo agudo de movilizaciones de 1983 y 1984 y, no obstante, su derrota, la alta adhesión que tiene Pinochet al enfrentarse al plebiscito de 1988. La "nueva mentalidad" había colonizado muchas subjetividades...



 

 

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Yanko González, poeta y antropólogo:
"Guzmán tiene un profundo conocimiento histórico de la juventud en el siglo XX"
En su más reciente publicación, el autor revisita sistemáticamente el rol fundamental de los jóvenes durante el régimen de Augusto Pinochet.
Por Mauricio Gallardo
Publicado en La Segunda, jueves 25 febrero 2021