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LA PICARESCA ANTI UTÓPICA DEL CHILE POLÍTICO Y RELIGIOSO DE LOS
ÚLTIMOS CINCUENTA AÑOS
Comentario a El Tarambana de Yosa Vidal. Tajamar Editores. 2013
Por Claudio Maldonado
Publicado en la Revista Intemperie de 2014
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Con la estructura y lenguaje de la novela picaresca, Yosa Vidal se presenta como una autora de actitud feroz ante la realidad, hiperbolizando las peores tendencias de una época a través de un personaje marginal, cuyos elementos esenciales para accionar sus aventuras de sobrevivencia son: la caricatura, el juego malicioso de las palabras y la visión anti heroica que termina por dejar una lección des - moralizante. Basta escarbar un poco en las significaciones de esta historia para darnos cuenta que El Tarambana es una muestra de lo mejor de la tradición de la picaresca hispanoamericana, que al decir de Alejo Carpentier, no continuó al llegar a América, sino más bien se transformó, llegando incluso, debido a su dispersión, a plantearse su desaparición como tal.
Dispersiones y transformaciones sostienen la historia, un relato que nos habla de la vida de Concha Baeza, al principio una joven de extracción humilde, que a partir de una violación promovida por el párroco de la iglesia de la comuna de La Florida, en los años 60 de Chile, decide huir de su realidad e iniciar un viaje adoptando la identidad de un hombre como protección contra otros posibles abusos de ese macho dominante y cerril que tiene por creencia su superioridad ante la mujer.
A partir de este escape, el personaje comienza a relatar su sobrevivencia bajo el alero de un país que poco a poco comienza a moverse por los terrenos de una revolución política y social. La circunstancialidad, la desvalorización y la revelación son los elementos bases, que, según mi criterio, sostienen la trama de esta obra y que, como dije anteriormente, refleja la picaresca hispanoamericana, con seres en perpetua desorientación, desde los orígenes, seres nacidos en el infortunio de una conquista despiadada, de un desengaño que fue cultivando el mito del fracaso predestinado, la base de nuestra conciencia histórica.
El primer patrón de Concha Baeza es un tendero mañoso, tacaño y explotador, que la sorprende en actos amatorios con su hija, dándole una paliza que lo lleva a emigrar a San Fernando y a ser cobijado por un viejo jardinero que hace las veces del padre bueno que nunca tuvo y que le da un hogar. A pesar de esto, Concha Baeza defrauda al viejo, pues conoce la parranda de la noche y el vértigo de las apuestas. La culpa del Lazarillo no entra en este personaje, no existe una carencia de manejo social, a pesar de estar muchas veces a punto de desfallecer de hambre o de frío. Las circunstancias lo condicionan a la miseria, pero no lo determinan a esconderse bajo las faldas de un nuevo patrón que lo lastime o que le tome demasiado cariño. Al llegar a Valparaíso se une a una compañía de teatro itinerante que monta pequeñas comedias y entre títeres de paño y muñecos de papel con engrudo. Concha Baeza logra con el tiempo empaparse con el nuevo realismo socialista de los 70 y escribe, monta y actúa en una obrilla que trata sobre un maestro que fabrica piezas ortopédicas y que para acrecentar su negocio manda a fracturar a las gentes del pueblo. Concha Baeza hace el papel del aprendiz del maestro y cree firmemente en el valor y la dignidad del trabajo y de los obreros. Es así como trata por todos los medios de darle una lección al maestro. Esto lo logra construyendo un gran robot androide con las piezas ortopédicas, que es el símbolo, el bastión del pueblo unido que jamás será vencido por la inmoralidad de un artesano corrupto que al final logra recapacitar y entender el momento histórico y revolucionario que se vive.
Estas acciones artísticas, ejecutadas en el esplendoroso Valparaíso de los 70, tienen su clímax cuando conoce a Lúbrica, su amor, su goce y su pena final. Pero el sueño acaba pronto, el jefe de la compañía descubre que las partes pudendas del chico son de mujer e intenta una violación que no resulta, pues esta vez Concha Baeza lo castra con los dientes. Se salva, pero no su amor, que es asesinada por los militares a través de un soplonaje falso del eunuco.
Llega la dictadura y el Tarambana parte de nuevo hacia un exilio, lo político y lo cultural se desvaloriza, no existe el sueño utópico, más bien se manifiesta la anti utopía de las naciones latinoamericanas, la revelación del estado y de la verdad de las cosas ya no se muestra en forma de una doctrina religiosa, al contrario, se desnudan las paradojas de la fe, contradicciones que se hacen palpables cuando en su llegada a Santiago le sirve de mocito puertas adentro a un abogado Opus Dei de alta influencia en el gobierno del dictador. Este abogado, que se azota con fuerza para sacar y contener sus pecados, que mantiene al mocito Concha Baeza con una dieta en base a sopa de cáscaras de papa, le da la posibilidad de acceder a su enorme biblioteca y conocer la salvación a través de sus métodos de automutilación. El pícaro tradicional no se mete con las instituciones ni con las autoridades, ya que como señalé, carece de una severa incapacidad social, en cambio el pícaro de El Tarambana logra en cierto modo utilizar el poder opresor de la dictadura para vengar una afrenta.
Luego sigue su viaje y en nuevas aventuras va conociendo la verdad de la dictadura de una manera brutal. Esto marca un giro, la realidad, la desorientación, las marcas en el cuerpo que han dejado los vagabundeos en este pícaro (que ya no tiene la vitalidad veinteañera) hacen que en la obra se aprecie el elemento más característico de la transformación moderna del género picaresco: la búsqueda del amor y la compasión. Al llegar a Casablanca, convertido en un guiñapo humano, conoce al Niño Ángel que según todos ve y conversa con la Virgen. Al poco tiempo Concha Baeza se transforma en un feroz creyente de este invento de la dictadura para generar distracción mediática. Concha Baeza lo sabe, pero se aprovecha de esto para ganarse nuevamente el favor de la institución religiosa: el padre de la parroquia lo acoge y lo toma de empleado.
Finalmente, el Tarambana logra lo que quiere: sabe que no hay moralejas ni lecciones que sacar de su vida, sabe que no fue el héroe al que Gracián dedicara bellas líneas, ni el gestor de grandes proezas, pues sólo cree que sus aventuras son una muestra de un ser humano que sobrevivió a los embates de su tiempo. Así se cierra una novela alucinante, arriesgada, de múltiples lecturas. Los invito entonces a leerla y descubrir por ustedes mismos nuevas perspectivas.
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Aquí, adelanto de "El tarambana", de Yosa Vidal (pdf)