Proyecto Patrimonio - 2004 | index | Alejandro Zambra | Autores |
Alejandro Zambra presenta su libro
“Mudanza”
La
infernal aventura de sacar telarañas del techo
Por Jazmín Lolas
Las Ultimas Noticias, domingo 18 de enero de 2004
Considerado una de las voces más interesantes
de la nueva hornada de poetas chilenos, el autor -que también
ejerce
la crítica literaria- aborda, en un largo poema narrativo,
el enfermizo proceso de cambiar de domicilio.
“En los últimos años me he cambiado de casa unas quince
veces, así que tengo derecho a considerarme un experto en el
tema”, dice el poeta y crítico literario Alejandro Zambra
sobre su libro “Mudanza”, recién lanzado por Quid Ediciones.
La
obra -de escasas pero contundentes 45 páginas- contiene un
único poema, conformado por seis fragmentos y escrito a modo
de narración, donde el protagonista evoca imágenes y
datos que no sólo hablan de traslados de domicilio, sino también
de varios viajes y múltiples desencuentros: llamadas telefónicas
inconclusas, mensajes no enviados y muchos vasos de cerveza a medio
terminar.
Autor de comentarios literarios que se publican cada miércoles
en este diario, Zambra, de 28 años, es una de las voces más
interesantes de la nueva hornada de poetas chilenos, aunque también
escribe narrativa: de hecho, por estos días trabaja en un volumen
de relatos, uno de los cuales -titulado “Macedonio”- resultó
finalista en el último Concurso de Cuentos de la revista “Paula”.
“Mudanza” es su segundo libro de poesía, después de
“Bahía inútil” (1998).
-“Me dijeron que avisara treinta días antes”, dice el primer
verso de “Mudanza”, y en cierto modo todo el poema gira en
torno a ese verso.
-Claro, ése es el plazo que suelen poner los arrendatarios
para que te vayas de su casa, aunque en el poema no queda muy claro
si es bueno o malo que ese plazo se cumpla. Hay que irse, pero no
hay un motivo concreto: puede ser un desalojo, un allanamiento, una
fuga, una encerrona o una pura disposición paranoica. El personaje
del poema no lo sabe, no puede saberlo. Sólo toma prestado
un lenguaje, una retórica de la burocracia, un estribillo que
se le queda pegado.
-El ritmo de “Mudanza” llama la atención: es como un galope
sin pausas.
-Es que en una mudanza no hay tiempo para pensar o para dejarse llevar
por algún sentimiento definido. Tienes que hacer muchas cosas:
embalar, embalarte, deshacer las telarañas que caen del techo,
tratar de que el casero no tenga motivos para validar el mes de garantía,
conseguir un camión y pagar las cuentas. Traté de capturar
ese ritmo enfermizo y prolongarlo, llevarlo a sus últimas consecuencias,
y, en ese sentido, éste es un poema imperfecto, que podría
continuar, o que comienza y termina varias veces.
-¿Por qué decidiste escribir un poema narrativo?
-Yo no diría que lo decidí. Escribo poesía
y prosa indistintamente, y entonces es natural que se me confundan
los cables, aunque me siento más cercano a la poesía,
por una cuestión de intensidad y porque me parece más
exacta. Mi primer libro es quizás demasiado ordenadito, porque
en ese tiempo yo estaba seguro de que escribía poemas. En relación
a “Mudanza” apenas estoy seguro de que es un monólogo,
el monólogo de alguien que no sabe si quedarse o salir, y entonces
habla o tartamudea, erráticamente. Tengo la impresión,
en todo caso, de que este poema también podría ser leído
como una novela, una novela medio rara, eso sí.
-Parece que no confías mucho en los géneros
literarios.
-Creo que es sumamente saludable que la poesía y la prosa se
contaminen, porque un escritor debe atender a todos los estímulos.
Los novelistas que sólo leen novelas y los poetas que sólo
leen poesía están igualmente fritos, porque buscan protegerse
de la dispersión, y la literatura es la dispersión misma,
no está en los libros sino más bien en las inflexiones
de la voz, en los folletos de los evangélicos, en los catálogos
de los refrigeradores, en los avisos clasificados.
Mala leche
-¿Te pesa tu condición de crítico literario
al momento de escribir?
-No sé. Seguramente me pesará cuando algún damnificado
por mis críticas quiera -con toda justicia- cobrarse venganza.
Pero en realidad me da lo mismo: no creo que sea muy saludable estar
pendiente de lo que opinen los críticos.
-El lugar común dice que los críticos son escritores
frustrados.
-Los que dicen eso tienen mala memoria además de mala leche,
porque todo escritor ha hecho alguna vez, de una u otra manera, crítica
literaria. Frustraciones tengo varias, eso sí, porque cuando
chico quería ser políglota y más tarde -como
todos los de mi generación- quise ser rockero. Pero con la
lectura y la escritura siempre he sido bastante constante y porfiado.