Cuando leo o escucho a Raúl Zurita siempre tengo la impresión
de estar asistiendo a un nacimiento, de ser testigo de la emergencia
de imaginarias edades de oro en el tiempo o en el espacio. Sobre el
amor, el sufrimiento y el nuevo milenio, colección de veintiún
ensayos, que van desde dos páginas los más breves a dieciseís el más
extenso -creo-, confirma esta impresión.
Desde su primer ensayo, "Dos anotaciones sobre el
amor...", Zurita nos convoca a despertarnos del olvido mayor en
que hemos echado la trascendencia de nuestra existencia por la
vacuidad del consumismo. "Todas las cosas se aman"; "Cada uno de
nosotros es más que un yo, es un torrente de difuntos que termina en
nuestra ida tal como nosotros terminaremos en los que nos descienden".
Esta continuidad del amor a través de la correspondencia del yo con
las cosas -explica Zurita- es otro nombre de lo que llamamos
tradición. Y la tradición se hace historia abrazando en sus
correspondencias a todos los seres, vivos e idos, pero no por eso
menos activos y presentes.Desde los desiertos, la cordillera y el Pacífico hasta el
evento más trivial y olvidado de nuestra vida personal se entrelazan
formando el inmenso amasijo, hecho de humanidad y naturaleza, que
llamamos sociedad: conversación heteróclita de todas las cosas entre
sí. La sociedad no sólo es naturaleza domesticada por la humanidad
sino que la naturaleza es, a su vez, humanidad encarnada, presencia
viva de los ojos y pasiones humanas que una vez la rozaron. La
naturaleza puede decirnos mucho del hombre, de sus sufrimentos y de
sus vicisitudes culturales, a condición de que sea interpretada en sus
volúmenes geográficos por la palabra prendida de los grandes poemas,
pinturas, esculturas o hasta graffitis de trascendencia
mayor.Estas obras de arte son de ayer y de siempre porque "miran,
sienten y oyen por los ojos de los que han estado"; porque "corrigen
la historia entregándole a un sinnúmero de hombres la posibilidad de
un relato redimido". Hoy día, serían nuetros puentes con los sentidos
trascendentes que una vez animaron el diálogo de los hombres con su
medio y con ellos mismos. Revisemos uno de estos sentidos (americanos)
que Zurita vislumbra para nosotros en concepciones deslumbrantes y, a
la vez, sobrecogedoras.En
su ensayo más extenso, "Poesía y Nuevo Mundo", Zurita se pregunta por
el sentido americanista de las visiones poéticas de Trilce
(Vallejo), de Altazor (Huidobro) y de Canto general
(Neruda). La hipótesis de Zurita no es menos visionaria que los mismos
poemas. Estos tres grandes poemas alegorizarían los desencuentros de
una lengua (el español, arrancado de su suelo natal y trasplantado a
América para nombrar realidades que no crecieron con él) con el trauma
de una fractura étnica y cultural (el parcial exterminio de una raza,
su subyugación, violencia real y figurada, y su desamparo espiritual
subsiguientes a la supresión de sus ideas y creencias) involucrada por
la Conquista y la Colonización. Trilce seria el testimonio
máximo de "una devastación vuelta a exponer". El cuerpo descoyuntado
de su sintaxis, la furia de sus mayúsculas y signos de exclamativos
alegorizarían la devastación hecha carne en los cuerpos torturados de
los nativos. Frente a esta destrucción del mundo autóctono poetizada
por Valejo, poeta mestizo, Altazor construye la natividad de
una nueva lengua desintegrando en el español imperial los vicios
mentales heredados de España. Huidobro cumpliría así una segunda
independencia (esta vez espiritual -la independencia nostalgiada por
Andrés Bello), a través de la forja poética, "creacionista", de los
patrones mentales de un nuevo castellano, remodelado para el uso
futuro de los americanos.
El
Canto general, finalmente, en especial "Alturas de Macchu
Picchu", apelaría a "un futuro liberado a partir de la
reconciliación con el idioma que nos fue impuesto".
"Alturas..." construye un cenotafio a la raza y cultura nativa
exterminadas. Este homenaje reconcilia "al idioma con las huellas
plurales de la tragedia", así como Altazor lo hacía con
respecto a la génesis del idioma trasplantado. Esta intervención
global tiene la evidencia del huevo de Colón. ¡Cómo no la vimos antes!
Así ocurre con todas las visiones mayores; las sentimos inmediatamente
nuestras y, en consecuencia, nos las apropiamos ya desde
siempre.
Sobre el
amor, el sufrimiento y el nuevo milenio.
Raúl Zurita
Editorial Andrés Bello,
Santiago, 2000
192 págs.
En
Revista de Libros de El Mercurio. 14 de octubre de
2000.