FERNANDO
GONZÁLEZ URÍZAR: POESÍA Y TRASCENDENCIA
Fidel Sepúlveda
Ll.
Instituto de Estética
Pontificia
Universidad Católica de Chile
Este ensayo aborda la poesía de Fernando González Urizar
rastreando las marcas de la trascendencia en el ámbito de lo humano
(el amor) y en el ámbito de lo divino (la relación de la precariedad
con el Ser Pleno). En el trabajo se enfatiza la presencia de la
naturaleza originaria,
los cuatro elementos, como fuente de una
creación poética de alto y hondo sentido.
... La
poesía de Fernando González Urizar está tocada por la gracia, por la
trascendencia. Como tal, va en camino en multiples direcciones. Una de
las más relevantes es el amor en una doble orientación: hacia Dios en
sus diversas manifestaciones y hacia el mundo y sus creaturas,
especialmente la mujer.
... La
trascendencia, en su dimensión religiosa, está presente a lo largo de
su rica creación poetica y en parte ha sido recogida en Anima viva.
Poemas teologales. La trascendencia, en su dimension humana, ha
sido antologada en Del amor sin fin. De ambas trataremos en
este trabajo.
... En Anima viva
la trascendencia está presente como revelación continua del misterio
de la encarnación por el cual la fuerza creadora y salvadora de Dios
se hace patente en todas las cosas y seres del mundo, todas las cuales
orientan su acontecer a quien es su origen y destino. Asi, en
"Sinfonia Caddish", largo poema que se abre con una primera parte de
"Ofrenda y alabanza". Aquí se patentiza la vision de largo y amplio
espectro del poeta, cuando canta:
Alabado
sea tu nombre
y el nombre de 1os seres y las
cosas.
...
Esta alabanza se instaura en el marco del Evangelio de San Juan, donde
se dice: "En el principio era el verbo ... y por él fueron hechas
todas las cosas". El nombre no es una etiqueta sobre las cosas que se
pone y saca y cambia a voluntad y capricho. Entre nombre y realidad
nombrada hay un vinculo profundo que dice relación con su origen,
existencia y destino.
... Junto a la
alabanza de la palabra está la alabanza del silencio, evidenciando la
relación de respectividad que liga a ambos:
Alabado
sea el silencio
en cuyas plumas arde la
palabra.
... La
realidad alabada es una, constituida por infinitas partes unidas de
modo profundo por una solidaridad radical. Palabra y silencio son
indisociables.
... Palabra, silencio,
seres nombrados y silenciados, nada queda obviado. Hay aqui un sistema
de universal presencialización. La parte está realmente en el todo, el
todo está plenamente en la parte. ...
También el espíritu está animando toda materia y toda materia está
sustentando todo espíritu. Así, la lógica del poema sigue su curso y
"toca" con su gracia y alabanza a los cuatro elementos:
Alabada
sea el agua matriz, el fuego oscuro,
el aire volador y la
tierra secreta.
...
Cada elemento está tocado por una "virtud" que desencadena la
revelación de un atributo, en un porcentaje significativo,
sorprendente, desconcertante.
... La
alabanza, en este texto, cubre a los frutos, al amor, al trabajo, a la
paz que sorprende por su imponderable proyección:
Alabada
sea mil veces la paz,
que une tierra, destino y alto
cielo.
... La
segunda estancia de este poema se denomina "Danza y arrebato". Es
notable la amplitud del escenario donde se realiza la
acción.
Danzo
ahora en tus lindes, bajo los
astros.
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Esta es
la danza
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del
agua que descifra la
materia
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del
viento que apacienta villanos y
campanas
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de
las grandes
extensiones
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de
las nubes que vagan por mi
infancia
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la de
Jericó/antes que las trompetas la volvieran
ceniza.
...
Poesía arrebatada por la fuerza que trastorna los ejes de ocurrencia
de la "normalidad"; de las cosas y las personas llevadas más allá en
un fuera de si que es un más en si; un salirse de un ser apariencial
para entrar en el verdadero, real ser y su circunstancia.
... La danza es eso. Es salirse afuera de la
rutina del tránsito en la linea recta de la economía del menor
esfuerzo y el mayor efecto, para entrar en el movimiento grácil y
aventurado de la curva y del salto, todo exceso, despilfarro para la
lógica pragmática, pero puro goce y acierto para la ciencia del
encontrarse en el circuito del más, de la expresión en las lindes de
la plenitud.
... La cuarta estancia es
especialmente interesante. Grafica la relación de creatura y Creador.
Es una itinerancia a los entresijos de la identidad. Ahi la poesía
revela la armadura contradictoria de lo humano como precariedad
necesitada de vinculación con el ser y, por otra parte, como ansiedad
de autonomia de raigambres y proyecciones demoniacas. "Soliloquio
teologal" es la palabra balbuciente, sobre todo de frente y de costado
a la vejez.
... Así, en la relación de
vínculos y filiación, esta poesía encuentra imágenes genuinas que
dicen de la vocación humana por ser, ocurriendo de la mano del
Creador:
Soy un
árbol: Crezco hacia ti.
Soy rama que atraviesa los
tiempos,
copa que se embriaga de azul,
fronda llena de
nubes y de
pájaros.
...
Pero al lado de la vitalidad y entusiasmo, emerge la vertiente de la
precariedad, en una itinerancia afectada raigalmente por la
caducidad:
Soy
flecha desprendida del arco, errante ya
y sin vuelo, justo
antes de empezar a caer,
a doblar la cerviz y
regresar.
... La
experiencia auroral del ser está evocada con imágenes magnificas,
alumbradas por un destello de reproche y rebeldia:
Qué has
hecho de mis sueños:
la eternidad, la pefección, el
gozo,
la pura soledad y la
belleza?
... Con
la estrofa que sigue se genera un fuerte contraste de tiempos y
acontecimientos, del pasado y del presente. Aquél glorioso, éste
menoscabado:
Me has
vuelto torpe, denso, terrestre, sedentario.
Justo, ecuánime,
débil, sensato, responsable.
¡Pero no es esto lo que yo te
pedía, sino un mundo
en el que cada cosa nombrada fuera
mía
con el destello original en la primera rebelión
y la
luz del paraiso, breve y
oscura!
...
Esta experiencia de finitud se sintetiza en una imagen
admirable:
Soy un
pan teologal ensimismado.
... El
tiempo pasa y lo que fue ya no es:
¡Ya no
tengo mis niños poderes!
Brillo, vigor, tersura ya
decaen.
¡Me hago viejo, mi
Dios!
...
Edgar Morín
señala en El hombre y la muerte que el hombre es el único ser
que tiene conciencia de la muerte y que busca trascenderla. Esta
poesía presiente la cercanía de la muerte y marca su amenaza con
acento patético.
... Esta experiencia
contrae la reflexión a una lectura hacia adentro de un
espacio-tiempo-acontecer que no se consume ni consuma en el individuo
y su trayectoria de algo mas que "pobredumbre feliz, belleza
desdichada". El poema titulado "¿Qué somos, Dios, qué somos?" responde
esta interrogante sobre la identidad profunda, con esta
estrofa:
Qué
somos, Dios, qué somos sino formas de un sueño,
nostalgia de
unas horas, soledad angustiada,
pasión de ser eternos como en
el paraiso
y cenizas y duelos y sombras y
palabras.
... Sin
embargo, frente a la certidumbre de la finitud y sus relictos, más
allá de ellos, hay un horizonte donde espera la esperanza de un
destino otro, cierto. En virtud de esto:
Ya nada
importará sino tu cercanía
que derrite los hielos y hace
cantar el bosque
... La
poesia de Gonzalez Urizar, la de lo divino y la de lo humano, esta
signada por un carpe diem no reductivo a1 presente circunscrito
al instante, sinó abierto a un presente de horizonte hondo, alto,
redondo que limita en el infinito y en la eternidad.
... Del amor sin fin es
un libro que nos ofrece un universo asombroso que nos invita a pensar
el sentido de nuestro ser en el mundo. En é1 se nos revela que este
sentido pasa por el amor encarnado en una persona que para el amante
es "la rueda inmóvil y el eterno retorno". Para esta poesía la amada
es el ser que concentra, condensa y transfigura los cuatro elementos
con los que se configura la realidad.
... La amada reivindica para si lo mas vital y
fino de la tierra. Asi, esta aparición limpida en un universo de
despejados horizontes:
La veta
temblorosa
de los álamos
que raya de nostalgia
los
caminos.
En este espacio:
Te acurrucas tan lumbre
entre
mi pecho
como si fueras trigo
o fruta.
Eres . . .
la
paz de un blanco
corredor dormido.
Seres y
cosas crecen
en ti como
raices.
... La
amada aparece en este texto como lo más representativo de la virtud
creadora de vida de la tierra, pero, a la vez, como la tierra que
desde su entraña da vida al universo de ”seres y cosas”.
... La estampa tiene el pulso estremecido y
ascencional de lo terrestre y la permanencia precaria de lo salido de
su época y expuesto en su vulnerabilidad a las dentelladas de otro
tiempo.
... En relación con el amador,
imágenes del árbol y la semilla testimonian la relación amorosa de
amada y amante:
El árbol
se repite copioso mientras vive,
en la semilla cantan las
flores y los frutos,
asi te broto ahora, ebrio de cielo y
pájaros.
Imposible dar
cuenta del entramado de vida cruzada por multiplicidad de sincronias
que encarna este texto. El don creador se manifiesta magnifico, sin
alarde, en aquel verso ”En la semilla cantan las flores y los
frutos”.
... El discurso linguistico
hace sucesivo lo que es simultáneo. Este discurso poetico hace
simultáneo lo que es sucesivo. A partir de este giro de ciento ochenta
grados, no sorprende la condensación de realidad del verso que dice
“Asi te broto ahora, ebrio de cielo y pajaros”.
... Lo separado y disperso se enlaza, se conforma
en unidad que acoge las multiples direcciones de la vida.
... La amada emerge desde el centro de la
realidad. Este centro, en esta poesia, tiene la raiz acerada de un
pellin que no sucumbe: la patria chica. Asi, aun en la figura más
lejana y ex6tica aparecen las lineas, las fuerzas de lo telurico
local:
Yemenita
menuda y tan tostada
como el trigo en las callanas de mi
Ñuble.
... En
la poesia de Gonzalez-Urizar una de las constantes es este sistema
capilar entre lo universal y lo particular, entre lo cosmopolita y la
autoctonia. Desde ésta salen las vertientes que irrigan de vida, en
versión irrepetible, los grandes temas del hombre a lo largo de los
tiempos.
... En esta linea hallamos un
texto preciso en su diseño y precioso en su proyeccion:
el envión
del ciprés
cuando le brotan
ruiseñores.
... Es
admirable este gesto ritmico del árbol que revela el dinamismo del
pajaro y el de éste, que irradia paradigmáticas armonias. Aqui el
envión, código agrario, local, esta conectado y sustentando la imagen
emblemática del ruiseñor.
... Los
materiales de la tierra proveerán a esta poesía de imagenes con que
ponderar las cualidades y atributos de la amada. Asi dirá:
No
conozco tu nombre ni tu edad
y tus dedos de trébol me
desnudan.
...
En otro texto,
la amada sera evocada en relación a “higos de piel crepusculo” y en
otra metáfora, luciendo su dominio del adjetivo, se le dirá a la
amada: ”Delgada y rumorosa miel, te bebo”.
... En ese universo de la gracia, la mujer amada
se asocia con la flor en multiples relaciones. Hay una que ostenta un
singular poder evocador:
Ay, flor menuda,
gracil, invisible,
en el hojal del tiempo vas y vienes,
amor
mio, conmigo, siempre, siempre.
... Hay
un movimiento de un tiempo de todos los tiempos prendido en la imagen
de un pasado que se niega a pasar y no volver. Todo tan hondo, tan
verdadero y dicho de modo tan limpio y desenvuelto.
... Lo vegetal brinda, además, imágenes para
incorporar el plano reflexivo y doloroso de la existencia:
el olivar
te enciende rescoldos apagados
y los tiernos cerezos en flor
te hacen llorar.
...
La intuición
poetica de Gonzalez-Urizar halla en estos arboles la irradiación
simbólica que le da hondor y perdurabilidad.. La figura de la amada
emerge en esta poesia desde el fondo del tiempo, desde las aguas
primordiales:
Que
hermosa vienes recién salida del sueño,
estilando de
tiempo.
Este gerundio,
destilado de la larga experiencia campesina de ir a la intemperie al
poeta le sirve para esta bella imagen del origen. En otro lugar
dirá:
Amor,
ésta es la rama
llovida en primavera
y
aún estila.
...
Como en toda
su poesia, en esta González-Urizar se revela un maestro en dar cortes
y trazos precisos para que la imagen surja con su perfil más
sugestivo.La vinculación del amante con la amada se dice con el agua,
ambientada en tiempo y espacio campesinos:
Amor,
como los cántaros te llenas
del agua de la lluvia y de mis
sueños.
La dimensión
polisemica del agua, su simbolismo complejo, entra de lleno en esta
poesía para dar cuenta, hasta donde es viable, de la realidad
inescrutable del amor:
Y el agua
y el agua y el agua y el agua
qué mansa, qué cuna,
qué
terco su asedio.
Poesía audaz ésta
en el uso de los recursos, en la generación de contrastes, en los
desplazamientos significativos. En esa linea está este texto armado,
en parte significativa, sobre la base de antitesis:
Ahora
llueve, amiga, llueve, llora y se abisma
mi silencio en tu
busca, mi palabra en tu orilla
y no vienes y me arde la pena
en el costado
y me azotan tus aguas feroces,
enemiga.
...
Lluvia y llanto, vida y muerte, afición y desafecto, amor y odio
circulan y se entrechocan a través de la imagen del agua: de las aguas
cordiales y de las aguas feroces ...
...
Las aguas todas "van a dar a la mar que es el morir", pero,
primordialmente, éstas son el origen y la fuente infinita de la vida.
Por esto la amada de esta poesía se vincula umbilicalmente a las aguas
del mar:
... El amante le pide a la
amada:
Dame el
mar que te habita costa a costa
y la niña fragancia de tus
islas.
... La
dimensión del amor se dice con la voz del infinito, redonda como el
horizonte y radial como la vocación de itinerancia abierta, llevada en
vilo por el aroma, la esencia del ser.
... La amada en su plenitud tiene una imagen: el
mar, que revela su ser en el canto: Ahora eres el mar y estás
cantando.
... La amada entraña lo
inconmesurable y lo intimo: ser y estar, espacio, tiempo y acontecer
esenciales.
... El aire llega, en este
poemario, de la mano de una imagen de ancestro campestre. La poetica
tradicional ha puesto en órbita esta joya del cantar
encuartetado:
Voy a
hacer una bebida
a ver si acaso me aliento
de los cogollos
del viento,
ganchos de agua
florida.
... La
conciencia de que la salud del cuerpo y del alma ocurre por la
vinculación con los cuatro elementos está presente en esta cuarteta.
Ella habla de la dimensión antropológica y cosmológica en que situa su
vida el hombre de nuestra tierra.
...
Esta relación la lleva Fernando González-Urizar a su poesia. Una
muestra la dan estos versos:
Manojos
de aire en ruinas, ramos de sol perdidos,
cenizas de domingos
felices.
... Lo
que en la cuarteta tradicional es canto de esperanza de vida, eso sí,
acá es expresión de dejación y desespero.
... Pero sobrenada en esta atmósfera la
perspectiva de lo vital. Asi, surge este concierto de paralelismos,
antitesis, registros variopintos, que pueblan la atmósfera de una
desbordada vitalidad:
burbuja,
cachivache de gracia en mis arcones,
botón, zalagarda de
flautas en mis
sienes.
...
Esta poesía va a su aire, con su aire, armada de heterogeneidad, donde
avanza a decir su experiencia, en gozosa tensión, lo fuerte y lo fino,
lo popular y lo docto.
... En busca de
revelar la vertiente de libertad y movimiento, de fluidez y
desenvoltura que caracteriza a la amada, el poeta dice:
Qué
hermoso pájaro vuela de tus manos
cuando
sonries.
...
Por otra
parte, brío hecho gracia canta en las imágenes que dicen de la
embriaguez del amador frente a la amada. Un grado superior de acierto
expresivo revelan estos versos:
y los
pájaros
hallan alegres migas que los hacen
estrellarse
aturdidos contra el
cielo.
... He
aqui la imagen redonda de una plenitud ensimismada, operando con
bizarria la creación de un mundo nuevo con un cielo nuevo, todo
poseído por un frenesí irrestañable.
...
Finalmente, en este recuento de materiales rescatados del cosmos para
levantar la imágen de la amada, corresponde rastrear la presencia del
fuego.
... La amada se identifica con el
sol, con la luz, con el dia, con la vida:
Con
anillo de sol tú me desposas,
con un ramo de llamas tú me
azotas,
con un mazo de lágrimas me
asperjas.
...
Notable la amplitud de registro, el avance ritmico respaldado por las
anáforas, la desmesura y variedad de las metáforas.
... En la misma línea ponderará las dimensiones
transrreales de la presencia amada, diciendo: "lumbre infinita y larga
en tu saliva".
... Contrapesando esa
situación de infinitud, no ostenta menos presencia irradiadora de ser
y de sentido esta imagen de lo recóndito:
No eres
sino esto:
lámpara guardada
en la hora más sola
que
enciendo o se ilumina de
repente.
... La
amada es fuente de luz que marca y penetra,
incontrarrestable:
Su mirada
de pronto refulge como aguja
y hay un rasguño ardiente y un
sordo
resplandor.
...
Esta es luz, de la familia del rayo y de la espada, que corta, abre,
separa carne o tinieblas. La amada es fuente y administradora de la
luz amable y temible. Esto proviene de que ella es hija creada y
criada, tallada y tatuada por la luz.
... La admiración del amante queda fijada en esta
sinécdoque:
tus
hombros
redondeados a
luz.
... En
la linea expresiva de lo descomunal, el poeta nos entrega esta
confesión:
Eres tú
todo el peso celeste que
soporto.
...
Presencia insóita, única en un universo adverso, la presencia amada
avanza, solitaria, en el ritmo solemne de estos
alejandrinos:
Aquí vas,
con mi gota de sangre, centelleando
mientras se hace la noche
de Dios sobre la
mar.
...
Flor que no se marchita, herida que no cicatriza, signo de
contradicción, esta luz acompaña y no abandona:
La
morriña de luz que me dejaste
¡Cómo duele y que gozo de
tenerla!
...
Cuando ocurre el olvido, todo bien desaparece:
Sol que
mucho madruga poco dura.
Y el olvido creció su flor
celeste
y la sombra parió sus
alacranes.
...
Poesia esta de Fernando González-Urizar de poderosas imágenes de
reminiscencias míticas, de venerable arqueologia. El amador está
encadenado a la existencia de la amada. Su existencia es su
sentido
y su destino:
Especie o
cuerpo cierto, cuando mueras
la luz acabará: como los
ciegos
vagaré por un mundo de
tinieblas.
... En
una perspectiva positiva, la presencia amada es luz solar, que hace
justicia a todo lo existente y luz hogar que enciende y sitúa,
ampara:
A un
madrigal de chispas te comparo
Gozne, gonce, bisagra de mis
huesos.
... La
alta poesía es palabra de alto voltaje signífero. La poesia de
González-Urizar es de este rango. El valor-luz de la amada se
sintetiza en este verso:
Sonríes y
se esparce la luz sobre la
tierra.
... En
este rico poemario hay dos figuras femeninas que revelan dimensiones
complementarias
del sentimiento amoroso.
... Una está perfilada en el poema que el vate
dedica a su esposa. Es un poema entrañable, delicadisirno y profundo.
En él la esposa aparece como "fuente desgarradora de gracia".
... El lenguaje de los enamorados, como el de los
místicos, está ordenado por la razón de la sinrazón amorosa. Como tal
se halla cuajado de antitesis, paradojas.
... Este poema está cruzado por esta vertiente en
la que el amor aparece como "quemadura celeste". El vate se dirige a
la amada en terminos que delatan el "otro modo" de la realidad:
llama
viva
¡aqui te estoy ardiendo!
¡Por ti mis ojos huyen hacia
adentro!
Contigo
aré en la nube.
... El
mundo y la vida se dividen en contigo y sin ti. Sin ti
"me crece soledad entre las uñas", confiesa el poeta. Contigo "entre
tus ojos aun viven mis ojos/ preservados y limpios", de una parte, y,
de otra "tiemblo en tu pecho / como un venado ante el
relampago".
... La amada-esposa revela
ser parte de un universo sagrado, lugar e instancia de purificación y
del temor que inspira la majestad de Lo Otro.
... La amada está henchida por la gracia como
realidad ontológica superior, como puente que comunica con la
totalidad, y se la participa al amador:
y es tu
gracia
la sola unión que tengo
con el
mundo.
... Si
la separación es una herida por la que se desangra el ser, la amada es
su antítesis: restablece la unión y con ella la experiencia de
plenitud.
... El poema "Teresa Eva
María Rafinska", a mi juicio, representa la experiencia del
sentimiento como irrupción de lo imprevisible e
irresistible:
tu rubia
cabellera es hoy la miel,
la sombra y el aroma de este
canto
sin objeto, del todo
innecesario.
...
Es poema del
encantamiento provocado por diversas revelaciones de una presencia
numinosa:
tu
juventud solar apenas calla
y menos tu sonrisa
cegadora.
Que
hermosa ibas descalza por la tierra
remeciendo el aromo y el
rocío
a tu sombra ceñida,
transparente.
...
Este poema encarna el deslumbramiento ante la belleza y su
fugacidad:
Tu
belleza duele
Teresa Eva
Maria
Rafinska
...
El entrevero
entre deseo y realidad (deseo de eternidad, realidad de interferidos
momentos), se objetiva en el poema por la ruptura de los significantes
que nombran a la amada:
y tú te
vas,
Teresa Eva Maria
como se va la luz, Rafinska,
como
se van los sueños,
como un agua fatal
que escurre, estila,
escapa
rumorosa
y se
pierde.
... El
amador ante el deslumbramiento de la aparición, recompone sus huesos y
procura asumir, acotar su oficio:
Soy
alfarero
del silencio y de la voz.
De lo que
calla,
de lo que resonando va a morir,
de lo que vive, en
fin,
sin otro afán
que trascender olvidos y
memorias.
...
Nada más y nada menos. Este es el oficio del poeta: rescatar del
olvido lo memorable lo digno de memoria. Entre esto, en primer lugar,
el amor.
... El amor eterno y el fugaz,
en el perpetuo sobresalto de una aventura de frontera, siempre es
experiencia de extranjeria, como en este fragmento:
Un
círculo de llamas que cautiva
en el centro del lejos y del
cerca,
un fluir hacia adentro y un arder
confuso y
segurísimo del
todo.
...
Este "fluir hacia adentro" tiene expresiones magníficas en este libro,
que llevan a pensar que se trata de una categoria profunda de indole
metafísica del sentimiento impregnando la sustantividad del
ser:
Que hoy
dia te amo tanto
y tanto y tanto te amaré por siempre,
que
por ti sola voy gritando adentro,
adentro de mi adentro más
adentro
¡amiga, te amo, te amo, te amo, te
amo!
...
Fernando González-Urizar orquesta gran variedad de recursos para su
crear poético. Uno de los más frecuentes es la repetición que nunca
repite. Asi, en este texto donde avanzan y se imponen los
esdrújulos:
apágame
este viento que me azota,
enjúgame esta herida que me
sangra,
escóndeme este rostro que me
alumbra.
... El
amor apasionado como gloriosa heteronomía desemboca en relaciones de
un contrastado "otro modo" rítmico y semiótico:
Ahora que
me tienes y te tengo,
el miedo de perdernos
aroma con el
olor del júbilo.
... En
estas situaciones, que erradican la rutina, emerge la encarnación del
amor como epifanía de la plenitud original:
Hecha de
gotas diáfanas pareces
una luz de limón recién
creada.
...
Estos poemarios del gran poeta Fernando González-Urizar encarnan los
lugares esenciales donde se crea y cria la humanidad. Octavio Paz
habla del Amor, de la Aparición y de la Poesía. Estos son lugares
antropológicos por excelencia. En este universo alienta la creación de
nuestro poeta. Con los materiales de este universo hace su mundo. Lo
que anima esta realidad es el amor. Este anima a la amada, al amante,
a su "otro modo" de ocurrencia de este otro mundo:
La danza,
la alegría, las uvas, las campanas,
lo que el amor entero
reparte a manos llenas,
tú me lo das y es ese tu encanto y
maravilla.
El polen,
la abundancia, la voz, el sortilegio
porque son míos, míos, a
ti te pertenecen
como la ardiente copa que el ébano me
trae.
Eres tú
todo el peso celeste que soporto,
toda la primavera del año
que me pasa,
toda la luz que cae temblando del
rocío.
... En
este poema de sincronías de los números cuatro y tres (enumeraciones,
versos, estrofas) se sintetiza la experiencia matriz de la gratuidad
con que el amor colma a los amantes. En el primero se revela la dación
de la amada al amante. En el segundo está precisada la entrega del
amante a la amada. En la tercera hay la convergencia, en la
experiencia amorosa, de lo espacial y temporal en clave de lógica "de
mundo al revés".
... La poesía de
nuestro poeta es presencia que da sentido al mundo que vivimos.
Alumbra la finitud de la infinitud pero, sobre todo, la infinitud de
la finitud revelada, liberada por el amor. El amor es la más constante
y poderosa prueba de la vocación de trascendencia de la especie
humana.
BIBLIOGRAFIA
Gonzalez Urizar,
Fernando. Isrrael, Isrrael. Santiago: Babel, 1970.
Los
signos del cielo. Madrid: Instituto de Cultura Hispimica,
1970.
Nudo ciego. Santiago: Pineda, 1975.
Sabiduría
de la luz. Santiago: Nascimento, 1981.
Tientos del
Ser. Santiago: Pehugn, 1994.
Anima Viva. Santiago:
Patris, 1998.
Del Amor sin fin. Santiago: Ediciones de la
Academia Chilena de la Lengua, 2000.