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ACERCA DE DOS TEXTOS
OLVIDADOS
DE HARTZENBUSCH LEE
por Ricardo Puente Rey
Hartzenbusch Lee
(izq.) y el autor, 1991
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... La escasa obra publicada de
Hartzenbusch Lee incluye su libro de texto en dos tomos sobre
pedagogía (Didáctica, 1951), dos colecciones de poemas
(Doria, 1973, y Brindis por un sevillano, 1975) y el
erudito Estudio sobre la poesía argentina del siglo XIX (1976).
... Sus
dos últimos trabajos, sin embargo, son raramente citados o estudiados
en la actualidad. ... Su única novela y un
sorprendente texto que conjuga los conocimientos actuales sobre deriva
continental y un profundo análisis psicosociológico, los dos trabajos
olvidados del educador español, son el objeto del presente
estudio. ... Trazas de la
centella fue escrita en Buenos Aires entre mediados de 1986 y
principios de 1987, y publicada en la misma ciudad en febrero de
1988. ... El autor, de 68 años,
residía en esta ciudad luego de un largo periplo por el interior de la
Argentina, especialmente el Litoral, la Patagonia y el interior de la
Provincia de Buenos Aires. ...
Es, según
algunos, el único texto fantástico de Hartzenbusch Lee, y una novela
que, si bien claramente emparentada con el realismo mágico
latinoamericano, contiene elementos, en ciertos aspectos, muy
adentrados en el campo de la ciencia ficción. ... La acción de
Trazas... se desarrolla en un pueblo ficticio del norte
argentino, Urpillay, apenas una aldea de 400 habitantes. Hartzenbusch
delinea cuidadosamente las personalidades y las características de
cada uno de los personajes, para terminar centrándose en una familia
de ricos terratenientes, los Varela. ...
Albino Varela,
el abuelo, había fundado, muchos años atrás, un ingenio azucarero que
le había reportado su fortuna y, al tiempo en que transcurre la
historia, una especie de benévolo control semifeudal sobre la zona y
sus habitantes. Casi todos los hombres y mujeres hábiles de Urpillay
trabajan en la cosecha de la caña de azúcar o en la planta elaboradora
propiedad de Albino, y éste se comporta como una especie de patriarca,
celebrado por todos y consultado acerca de los mínimos problemas y las
más pequeñas disputas que en el pueblo se sucitan:
"Su
larga barba le otorgaba aspecto de Noé: los breeches, las
botas lustrosas, relumbrantes y el apero con guardamontes hacían, en
la mente de los paisanos, renacer la imagen de don Martín Güemes y
sus montoneros. Hablaba con voz pausada pero teñida de
autoridad: sus frases eran breves y concisas. Nadie recordaba nunca
haberle oído alzar la voz, pero tampoco guardaba nadie el recuerdo
de que don Albino hubiese dejado un entredicho sin resolver ni de
que hubiese delegado su autoridad en otro. Jamás hubo "el patrón"
mandado llamar al comisario para resolver un problema de abigeato,
ni pedido por el veterinario ante el parto complicado de una yegua.
Allí estaba él, y con eso bastaba y siempre había bastado".
(Trazas de la centella, capítulo
3
... Don Albino Varela y su
hija, María Luisa, ocupan una casa en el centro del pueblo de
Urpillay. El esposo de María Luisa, Juan Manuel, es uno de los jefes
de la fábrica de azúcar. Paloma, niña de siete años, es la hija del
joven matrimonio. ... Hay un juego de palabras
entre el nombre de la pequeña y el del pueblo: "urpillay" es un
vocablo quichua que significa "palomar", de origen obviamente
onomatopéyico, y la niña es el ave que habita el palomar que sus
mayores han construido para ella. Hay aún un segundo nivel de lectura
entre la comunidad de nombres entre protagonista y localización: en
sentido figurado, los incas denominaban "urpillay" al "nido de amor"
de dos amantes, el sitio oculto y refrescante, aislado del ruido del
mundo, donde solazarse en la mutua compañía. Paloma ama a su pueblo y
a la gente que lo habita, adorando en particular al abuelo Albino.
Vive su romance con el paisaje, el húmedo aire, el cielo azul y el
verdor esmeraldino de los cañaverales como en una habitación cerrada,
y su conocimiento de las personas, los lugares y las costumbres son
superiores a los de cualquiera, excepto los de su abuelo. Paloma
expresa con frecuencia esta devoción:
"—Vas a estudiar en Buenos Aires, m’hijta. Vas a ser maestra, y
luego volverás aquí para atender a tus changuitos.
—No
necesito irme, papito —respondió Paloma—. ¿Qué pueden enseñarme en ese
sitio? Conozco a todos los niños de Urpillay, sé dónde les aprietan
los zapatos, quiénes son sus padres, lo que les falta y lo que ellos
desean. Esos niños tendrán hijos, y esos hijos serán mis alumnos.
Puedo estudiar en Tucumán o en Córdoba, donde las gentes son como
aquí. ¿Por qué he de irme tan, tan lejos...?"
Capítulo 2
... Se desatan dos conflictos
en forma simultánea: unos forasteros aparecen en Urpillay y la niña se
enferma. ... Los hombres que buscan y
encuentran a don Albino Varela son unos contadores y abogados,
empleados de una gran firma jurídica porteña. Ofrecen una gran
cantidad de dinero a Varela por su emprendimiento rural, por su
ingenio, sus cañas y sus campos. Ante la negativa de vender, comienzan
a presionar con ofertas cada vez más altas. No se explica hasta el
final el desmedido interés de ellos por los campos del abuelo —que
incluyen el propio éjido del pueblo—, pero sus deseos de comprar y
conseguir que los Varela abandonen el establecimiento que los ha
albergado durante décadas desata la tristeza y la desesperación en la
niña y, acaso, la enfermedad "psiquiátrica" que comienza a devorarla.
Lee utiliza la presencia de los abogados como una aparición ominosa,
una intrusión oscura que amenaza, por primera vez, el mundo ordenado y
equilibrado en que la niña ha vivido toda su vida. ... Al mismo tiempo, Paloma
comienza a soñar: sueña que una centella, un meteorito o acaso un gran
asteroide está a punto de borrar a Urpillay de la faz de la
tierra.
"Cruzó el arroyo por su puente de piedras sumergidas y salió al
claro que daba al camino. Debía llegar al pueblo y a la casa antes que
Pirovano. Sus piernas quisieron echar a correr, pero algo la detuvo.
Paloma se quedó quieta, detenida a pocos pasos de la margen izquierda
del arroyo, y su respiración se volvió débil y entrecortada,
superficial. Las manitas cayeron a los lados, sin retorcer los bordes
del vestido como cuando tenía miedo o estaba preocupada. Los dedos se
abrieron y relajaron, y los ojos de la niña se dilataron como platos,
clavados en el vacío. Todo movimiento cesó.
Entonces vio. Paloma vio.
La
curva de la huella era la misma; el saliente del cañaveral al norte,
vigoroso y exhuberante, era el mismo. Era Urpillay, y era su pueblo, y
era su huella y era su arroyo. El sol relucía, violento y feroz, en un
mediodía radiante de verano. El agua reflejaba el brillo, y el
silencio sólo era roto por el canto de los insectos.
Y el
silbido.
Una
especie de sonido átono, un grito hueco, un aullido creciente que
partía la tarde como un martillo golpeando el cristal.
Paloma miró hacia arriba, y la centella colgaba sobre el mundo,
una estrella arrojada sobre la tierra, un ángel caído, flamígero,
llameante, espantoso.
Y la
centella era tan brillante que oscurecía al propio sol del mediodía,
y, aunque estaba tan lejos que parecía inmóvil, de algún modo Paloma
sabía que se movía, que corría desbocada, que se estaba abalanzando
sobre el mundo, y que su blanco era ella, que el blanco eran el
cañaveral y el camino y el arroyo y el abuelo y Urpillay, que el
destino de la estrella era caer sobre ellos, imperturbable, en un
trayecto inmutable que borraría la aldea del mundo y a ellos con
ella.
La
centella venía, y nadie podía detenerla. Ni siquiera Dios. Ni siquiera
Paloma".
Capítulo 11
... Las visiones de la próxima
caída del meteorito comienzan a repetirse, y los trances fríos se
llevan a la niña cada vez con más frecuencia. La desesperación de sus
padres, que ven en estos alejamientos una grave enfermedad los empuja
a consultar médicos, psicólogos y psiquiatras infantiles que no
encuentran en Paloma signos clínicos de patologías físicas ni
mentales. ... Pero ella sigue alejándose,
en estos accesos de visiones cuasimísticas que la ponen en otro plano
lejano, más allá del alcance de sus padres, sus abuelos y el resto de
Urpillay. ... Ella ve el momento del
impacto, presencia una y otra vez, de noche y de día, dormida y
despierta, el impacto de la centella contra su pueblo, contra ese
mundo que representa todo lo que ella es y ama. ... Ve el choque, el
cataclismo, el monstruoso cráter ya las colinas arrugadas,
concéntricas, formadas por la energía del impacto, ve a su pueblo
desintegrado, volatilizado, y los pavorosos incendios subsiguientes
que convierten la caña, savia, vida y motor de los habitantes de
Urpillay, en cenizas, carbón y poco más. ...
Los
forasteros, entretanto, luchan con Albino por la propiedad de sus
fincas, y, hacia el final de la novela, consiguen convencerlo mediante
una oferta de dinero que él no será capaz de rechazar. ... Es que en cierta zona de
Urpillay, la aerofotografía ha detectado ingentes depósitos minerales
no descubiertos hasta entonces, y una gran compañía minera ha decidido
adueñarse de ellos a cualquier costo. ...
Los
Varela venden, por fin, su propiedad, y deciden emigrar a
Tucumán. ... Mientras abandonan el
pueblo, la centella cae y sólo Paloma sobrevive a este nuevo
Armageddon. ... A caballo entre la novela
rural de costumbres, el realismo mágico, la fantasía y la ciencia
ficción, Trazas de la centella posee el doble atractivo de su
fascinante protagonista infantil y de la desesperada lucha que en
Paloma produce la certeza de que va a perder su lugar en el mundo. Si
no quitan a su abuelo su Urpillay, Dios lo hará. ... Sabe que la permanencia es
imposible, y este conocimiento definitivo opera en la pequeña el
tránsito hacia la madurez. Va a perder su pueblo, de un modo u otro, y
ello la hará adulta sin discusiones ni contradicciones. ... Esta asociación "pueblo
natal-infancia" es un reflejo de la mentalidad inmigrante del autor
que, si bien perfectamente adaptado a la vida, la geografía y las
costumbres argentinas desde 1941, nunca dejó de añorar a su aldea
española y a su gente, asfixiadas por la gran Guerra Civil que Lee
había presenciado. ... Trazas de la
centella fue publicada casi sin promoción, en una tirada de un
escaso millar de ejemplares, tardó cinco años en agotarse y nunca fue
reeditada. ... Weggener, America and
the introspective sight, el más extenso de todos los trabajos
publicados por Lee excepto su Didáctica, presenta,
curiosamente, un error ortográfico en el nombre de Alfred Wegener, el
geólogo y meteorólogo alemán considerado padre de las teorías de la
deriva continental y de la tectónica de placas. ... El ensayo de Lee fue
publicado en Canadá en dos versiones: en forma condensada en el diario
"The Globe" y, más tarde, en forma de libro en 1990, convirtiéndose de
este modo en la última obra del autor, cuatro años escasos antes de su
muerte. Al tiempo de publicar la versión más breve, Hartzenbusch hizo
de la misma una versión castellana, que es la que se cita. ... Wegener (1880-1930),
desarrolló el concepto de que los continentes son islas a la deriva,
flotando sobre un amplio océano de magma, y de que se están separando
lentamente unos de otros, condensando su teoría en el libro "El origen
de los continentes y los océanos" (1915). El geólogo austríaco Eduard
Suess (1831-1914) había predicho ya que todas las masas terrestres
habían estado unidas en un pasado remoto, formando un continente
continuo. El trabajo de Suess ("La faz de la Tierra", 1909) sentó las
bases del trabajo de Wegener y de toda la geología estructural
posterior. ... Hartzenbusch Lee llama la
atención, en Weggener, America... acerca del increíble
hecho de que las teorías de Suess y Wegener, correctas en todos sus
puntos como se demostraría más adelante, fueron elaboradas en una
época en que la ciencia no disponía de medios tecnológicos para
comprobarlas experimentalmente. Postula entonces que el acto de
imaginar una teoría correcta pero indemostrable en ese momento en
particular depende de un acto creativo, totalmente intrínseco al
científico, que Lee bautiza como "visión introspectiva" (la
introspective sight del título). ... Lo interesante aquí es la
afirmación de Hartzenbusch de que el paradigma actual de la geología
moderna, la tectónica de placas, derivó de un acto íntimo de los
autores de la teoría, una especulación o análisis interno, de una
mirada hacia sí mismos más que hacia la realidad del mundo
físico:
"Al
descubrir la teoría de geosinclinales, Hall no estaba observando al
externum; no importaba en verdad el ancho de los sedimentos
depositados en las montañas de la Tierra en comparación al escaso
espesor sedimentario de las zonas continentales interiores. El geólogo
neoyorquino, en realidad, estaba recordando sus viajes de infancia por
las Catskills y el interior del Estado de Nueva York. No miró a los
Himalayas para compararlos con la llanura aluvial del Ganges: su
visión introspectiva, como él mismo ha reconocido, lo llevó al campo
de sus padres, a visualizar la diferencia de profundidad en los pozos
del llano y la ímproba dificultad de obtener agua de un pozo de los
terrenos más elevados. Todo esto estaba guardado en el interior de sus
recuerdos antiguos, y sólo podía salir a la luz mirando hacia sí
mismo, no hacia los mapas y los libros".
(Weggener, America and the introspective
sight)
... De acuerdo con la teoría
de Hartzenbusch Lee, todos los conocimientos desarrollados
antes de que la tecnología científica pueda comprobarlos
dependen de esta misma "mirada interna". Muchas consecuencias de la
mismísima Teoría de la Relatividad einsteniana fueron predichas
mediante ella, como la curvatura del espacio en las cercanías de
grandes masas gravitacionales, que fue demostrada experimentalmente
muchos años después, en las recordadas expediciones astronómicas al
hemisferio austral de 1919 y 1922. Sin embargo, la mirada interna de
Einstein no se había equivocado en absoluto al explicar en 1905 lo que
los astrónomos descubrirían más tarde. ...
Lee
afirma que si Einstein hubiese intentado medir experimentalmente los
efectos y consecuencia de la Relatividad Especial en 1902 hubiese
fracasado porque los medios técnicos necesarios no existían aún. Sin
embargo, el físico cambió intuitivamente a la "mirada introspectiva" y
alcanzó el éxito. El propio Einstein explicó que sus especulaciones
teóricas acerca de la relatividad habían comenzado con la búsqueda de
una respuesta personal a la pregunta: "¿Cómo vería yo el
Universo si yo viajase sentado en un rayo de luz?". ... De la teoría de la visión
interna, Hartzenbusch Lee deriva otras interesantes conclusiones y
genera un modelo sociológico que afirma que los pueblos dotados de una
mayor capacidad autovisual disfrutan de ventajas comparativas en
relación a aquellos que no la poseen o la ejercitan en menor grado.
Explica de esta forma la supervivencia de las tradiciones y culturas
de pueblos antiguos como los hebreos bíblicos frente a la extinción y
desaparición de medos, asirios y caldeos. Expresa en su ensayo que los
pueblos semíticos no hebreos no eran dados a la mirada interna —lo que
se demuestra por ausencia de documentos sobre su propia historia, sus
sociedades y su misma vida cotidiana—, mientras que el judío siempre
prefirió estudiarse a sí mismo, a su tierra y a su Dios antes que
invertir sus energías en la conquista y la rapiña, la guerra y la
construcción de imperios. ...
Dos textos muy
dispares en forma y contenido pero sumamente interesantes en orden a
reconstruir el pensamiento, la personalidad y las creencias de un
autor que sólo es recordado por sus poesías y su contribución a la
pedagogía. ... Hartzenbusch Lee asoma, en
nuestra opinión, como mucho más que un poeta y un pedagogo: es una
figura compleja y multidimensional, un pensador de intención
filosófica y un agudo observador de la realidad del tiempo que le tocó
habitar. ... Hartzenbusch Lee nació en
Berceo, La Rioja en 1919 y murió en la ciudad de Buenos Aires el 7 de
abril de 1994.
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25 mayo 2003
Ricardo Puente Rey es escritor y
periodista.
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BIBLIOGRAFÍA:
- Funes,
Claudio C.: "Hartzenbusch Lee: una bibliografía", 2003, en
"Riojanos ilustres", http://www.valvanera.com/riojanos/arturo1.htm.
- Kerr, Mónica
H. de: "Compromiso y voz: los poetas argentinos en la lista
negra", Ediciones Liberación, Mar del Plata, 1973.
- Lee y
Arriazu, Hartzenbusch: "La mirada interna" (versión condensada
de 5), traducida al castellano por el autor), inédita.
- Lee y
Arriazu, Hartzenbusch: "Trazas de la centella" (novela),
Ediciones Petrel, Buenos Aires, 1988.
- Lee y
Arriazu, Hartzenbusch: "Weggener, America and the
introspective sight" (ensayo), The Globe Publications, Ontario,
1990.
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