Cómo
no responder
Progreso,
regreso - e a outro óso
Andrés
Ajens
a unas memorias sin
reminiscencia alguna
Un vecino - ¿me pilla volando bajo? -
me invita a improvisar unas líneas sobre nuestra responsabilidad con África,
y en especial con África Meridional, así, de one; tú
tienes buena pluma, me dice antes que alcance a poner cara de pájaro,
choroy o aguilar. Y aún así: ¿cómo no responder -
lo que se llama responder? ¿Ante el vecino como ante África, ante
el vecino para con África, y, antes, en nombre de qué o de quién?
¿Por simple responsabilidad humana en general (el vecino acaba de volver
de Sudáfrica, donde participara en un encuentro de la Carta de Responsabilidades
Humanas, una iniciativa altermundista y/o alternativa al desate imperial)?
Reitero:
¿me pilla volando bajo este zoon politikon vecino, alias político
animal? (Tanto más cuanto que: con Chus Pato, poeta morando en Lalín,
Galicia, me encuentro precisamente por estos días intentando co-responder
a una invitación del poeta australiano Kit Kelen, afincado en Macao, China,
para intervenir en una iniciativa denominada Poetry of Response, a ser
publicada en Australia, donde el enigma de la respuesta en traducción,
del response inglés como del respondere latino, consonancia
y a la vez responsabilidad, no me acaba de inquietar). Y si desde ya esto se da
en primera persona singular, y/o plural, ¿no fuera porque si algo así
como respuesta/s a África hay, hoy, y/o al vecino, es porque eso no se
liberaría sin más de una cierta memoria de autoidentificación
y de subjetividad? ¿Qué sería una respuesta sin "sujeto"
identificable?, ¿sin sujeto responsable, sería de veras una respuesta,
una que merezca de veras ese nombre? Pero a la vez: ¿qué fuera una
cultura, una lengua o conjunto de lenguas e inscripciones por caso, si no viniera
de entrada desprendida de tal y cual apropiación particular, personal o
grupal, y que a la vez no fuera ella misma de algún modo una respuesta,
un conjunto de respuestas en constante acuñación para hacer frente
a los avatares bien prácticos de la vida - incluyendo, de cierto, las demandas
de justicia, libertad y solidaridad? Dejo por ahora estas inquietudes sin respuesta,
en suspenso, y exploro, intento explorar, África, ¡faltaba más!
No África en persona, no a África misma, se entendiera, simplemente
lo que algunos, sólo algunos africanos (pues será una correspondencia
entre hombres, sólo entre varones humanos, casi) nos habrán
dicho - ¿a qué nos hacen señas, a qué indicaciones
estamos siendo llamados hoy a responder desde África, desde las memorias
de África vecina, con África?
*
¿Es
paz la paz de la paloma? ... ... ... .. ... .. ... ... ..
... .... .. .. ... ... ... ... ... ... Tenir le pas gagné.
¿El
leopardo hace la guerra? ... ... ... .. ... .. <Mantener
el no ganado - Sostener el paso dado.
El libro de las preguntas,
P. Neruda ... .. . ... .. . ..Una temporada en
el infierno, A. Rimbaud
Ha poco, el año pasado, en su intervención
ante el Congreso Nacional chileno, el presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki,
comenzó llamando la atención sobre la distancia, la enorme distancia
- más de nueve mil kilómetros - que separan a Chile de Sudáfrica;
luego recordó que esa cifra, aunque un poco mayor, no es muy distinta de
la que hay entre algunas ciudades europeas y Pretoria, y que ello no habrá
impedido una relación muy activa; todo eso sin mencionar las tecnologías
que, según oímos, abreviarán aún más tales
distancias. Pero al fin el líder sudafricano subrayó su punto: en
el corazón humano aun las más grandes distancias pueden volverse
insignificantes. Más preciso: que las distancias geográficas entre
Sudamérica y África no habrán logrado impedir que, por diversas
circunstancias históricas, el latido del corazón [heartbeat,
el ritmo o batir del corazón] de sudamericanos y de sudafricanos deba o
esté llamado a consonar, a avanzar al mismo ritmo o al mismo paso
[the South African heartbeat must keep pace with the beat of the hearts
of the people of Chile; subrayo]. ¿Cómo no decirle ya,
cómo no responderle que sí desde ya a este llamado del África,
a este llamado desde el sur de África que el presidente de África
del Sur y líder del Congreso Nacional Africano dice que no es tanto un
llamamiento suyo o meramente africano, sino de la circunstancia histórica
común y a la cual, por así decirlo, él sólo responde
o se hace eco por anticipado?
La circunstancia (historical circumstance
al decir del presidente Mbeki en la, hoy por hoy, lengua imperiosa sino imperial
- aunque, ya se se deja ver, la apelación desde ya sea un poco más
entreverada): en cuanto al pasado, tanto Sudamérica como Sudáfrica
compartirían una historia de colonización (europea) y a la vez,
en un pasado más reciente, una experiencia de tiranías nefastas
y sangrientas (el régimen del Apartheid en Sudáfrica, las dictaduras
militares en América del Sur); en cuanto al futuro, compartimos desafíos
prioritarios tanto a escala mundial, regional y nacional: básicamente la
lucha contra la pobreza, el subdesarrollo y la exclusión [marginalisation],
orientada por la solidaridad humana y el desarrollo sustentable - ello fuera la
base de una común agenda sur-sur, el meollo del llamado que viene de África
viniendo de Sudáfrica como de Sudamérica, pues África en
el presidente de Sudáfrica lee el ritmo de su corazón en el nuestro.
¿Cómo no darle razón? (Esto recuérdame
una conversación con Juan Angola Maconde, escritor afroaymara de Sudyungas,
al norte de La Paz, Bolivia, esto vuélveme al corazón: nosotros
lo perdimos todo, díceme, todo lo nuestro; lengua, religión, costumbres,
relatos; sólo nos quedó el ritmo - en saya(1)
).
No preguntaremos ahora qué fuera una "circunstancia
histórica"; la cosa y sus ejemplos parecen estar claros por demás.
Lo que está menos claro es la analogía, co-razón o identificación,
que establece Mbeki entre colonización sudafricana y colonización
sudamericana en referencia a lo que ocurre hoy en Chile y en la mayor parte -
no toda - de Sudamérica: tal como en Sudáfrica, donde los descendientes
de indígenas (negros), tras siglos de colonización y represión,
habrán recuperado su autodeterminación (política), en Sudamérica,
hoy, y en Chile en particular, compartiríamos la misma circunstancia. ¿Es
que acaso estaba pensando en Bolivia - ¿bolivianos todos? - ayer como hoy?
Mbeki llega a apresurarse en identificar a dos connotados líderes del progresismo
chileno, Allende y Neruda, como portavoces recientes del ritmo del corazón
mapuche en Chile e indígena latinoamericano en general, e, implícitamente,
a homologar el lugar del ex presidente Lagos con el suyo en tanto voz de sus coterráneos
hasta ayer colonizados (todo lo cual, cómo no decirlo, fuera desde ya tan
cierto como incierto - en cualquier caso: no traducible sin más, si no
olvidamos por de pronto que Neruda fuera hijo de la colonización chilena
en zona mapuche y que la izquierda chilena jamás consideró la autodeterminación
mapuche como posibilidad). Como si el ritmo del corazón africano súbitamente
se hubiera acelerado en extremo, anticipándose en demasía o acaso
desbocándose, autoproyectándose en otro corazón, y abriendo
con ello no tanto un momentáneo impasse entre corazones sino antes
bien un inesperado doble ritmo en juego y/o más de un golpe a acompasar
(de paso, Mbeki habrá aprovechado su visita para invitar a su colega chileno
a la cumbre progresista, el Progressive Governance Summit, a realizarse
en Sudáfrica aquel año).
Más que Allende, y sin jamás
mencionar a Mandela (ni a mujer alguna, salvo protocolares referencias a la esposa
y a la madre recién muerta de Ricardo Lagos, a no ser por una incidental
remisión a Anna Ajmatova), Neruda habrá sido el nombre de
humano más recurrente en los tres discursos que el ilustre zoon politikon
africano habrá pronunciado en Chile (aparte de aquel del Congreso, uno
en respuesta a la bienvenida oficial de Ricardo Lagos en la Moneda y otro en la
ceremonia de recepción del Doctorado Honoris Causa que le brindara la Universidad
de Chile)(2). Lo cita en las
tres ocasiones, como si Neruda, su poesía y aun su prosa, fuera la llave
de Chile (Mbike, a más abundamiento, citara pasajes del poema La llave
de Neruda y a la vez confidenciara que en su momento versos de Explico algunas
cosas - Venid a ver la sangre por las calles... - fueron coreados en más
de una ocasión por sus compañeros para explicar en el extranjero
los incontables horrores del Apartheid). Como si de África desde
Sudáfrica, antes que Mandela e incluso que Mbike, nos hablara Neruda, como
si con África volviera Neruda, su poema, ya no tanto en progreso,
más bien de regreso - como si nuestra responsabilidad con África
pasara antes que nada por nuestra responsabilidad con Neruda. Pas si
vite; no tan rápido - paso demasiado rápido. Pues hablando de
Neruda, o dejando hablar a Neruda en él, el líder de Sudáfrica
le da la palabra en suma a Rimbaud, deja hablar a Rimbaud en Neruda, como Neruda
por demás. Neruda se inspira en Rimbaud, afirma Mbike; he draws
[saca, extrae, traza y/o retraza] inspiration from the French poet, Rimbaud,
y aun, citando el pasaje del Discurso de Estocolmo en que Neruda cita a
Rimbaud, en que Neruda se remite y hace profesión de fe en la promesa o
profecía de Rimbaud (Et à l'aurore, armés d'une ardente
patience, nous entrerons aux splendides villes, que nos darán luz,
justicia y dignidad añade Mbike, y nos, casi, con Neruda, Yo
creo en esa profecía de Rimbaud, el vidente), concluye: Pablo
Neruda implores us, in the memory of Rimbaud, the Visionary.
En suma:
si África (nos) habla de algún modo en las palabras del presidente
de Sudáfrica, en ellas nos habla antes Neruda [nuestro pueblo... called
upon a great son of the Chilean people, Pablo Neruda, to give us the words we
sought among ourselves and could not find] y, en Neruda, el poeta francés
de la promesa de la absoluta modernidad, Rimbaud. Paradoja de paradojas,
la vuelta con y desde África de Rimbaud es también la vuelta del
hijo de colono francés en Argelia y él mismo traficante de armas
y, según algunos malhablados, negrero en Abisinia. Otra vez, ¿como
no responder - al llamado de África desde Sudáfrica desde Neruda
- de y a Rimbaud? Tiempo ha, de vuelta de una no tan breve temporada en Francia,
di a la imprenta un breve textil, a la vez en palabras y en "imágenes",
que no sólo diera cuenta de la correspondencia con y de Rimbaud; más
de alguien lo habrá acogido también como respuesta en diferido
a Rimbaud, La última carta de Rimbaud (Intemperie, Santiago,
1996), al punto que poco tiempo después una conspicua universidad inglesa
me invitara a leer a un encuentro de contemporánea poesía (Cambridge's
Conference of Contemporary Poetry) en mi calidad de French poet(3).
Pero hoy no voy a hablar de mí, de cierto, no es el punto, por más
que si de responsabilidades se trata no pueda ni quiera escabullir del todo el
bulto; muy menos intentaré resumir mi supuesta respuesta a Rimbaud, si
la hay. Me limito a suscribir aquí uno de los epígrafes o llaves
de entrada al mentado aguayo, o libro; corresponde a un pasaje de Autobiografía
en verso, de Violeta Parra, que doblemente subrayo:
Así
fue creciendo el trigo,
que me detuvo en la Francia;
hoy día dejo
constancia;
no puede ser de otra laya,
que no es jugar a la chaya
rodar
por esas distancias.
*
*
Hubiera querido, cómo no, multiplicar las voces y las huellas
de África a escuchar, leer y a responsablemente hasta cierto punto
responder, esto es, desde ya, a L'étranger del argelino Albert Camus,
o a su compatriota Derrida, lo que dice especialmente sobre lo imperdonable
en un texto en parte dedicado a Sudáfrica (en vista que Mbeki agradeciera
a la Comisión de Verdad y Reconciliación chilena su "enseñanza"
para la transición pos-Apartheid en Sudáfrica), o acerca de la tan
necesaria como imposible traducción en su "diario de viaje" por
Sudamérica (Voiles, 1998), rés(is)tance datada en
Santiago a fines de 1995, donde y cuando, azar de azares, deslizárale inquietud
en su lengua, traduzco, la otra, la extranjera sino ajena, tal plus
d'une fois hier en plus d'un foyer, hoy por hoy, la que viene por demás
respondida hasta cierto punto en Todnauberg de Paul Celan (que es
ya desemplazamiento, en la punta del cerro, de Toute Neuve) como en Un
vers à soi (in Voiles), no a mí de cierto, cómo
no, sino a l'autre (como voiles, 'velos', 'velas', l'autre
franco puede ser también franca), me hubiera gustado corresponderle de
algún modo también a Cesaria Évora y a algún escritor
o escritora sudafricana "viviente", tal Sipho Sepamla, Emma Huismans,
Zakes Mda y/o Antjie Krog, y ya en la diáspora afroamericana, entre tantos,
Toussaint Louverture (cuya vida segó Napoléon, tras haber reimplantado
la esclavitud abolida por la Convención en 1794), Aimé Césaire,
Derek Walcott o al mismo finteo de Garrincha o de Pelé, e incluso, why
not, al "africano" (en) Pessoa, quien viviera una decena de sus decisivos
años de adolescencia en Durban, Sudáfrica, y aun al Niño
de Robben Island (nombre de la isla-prisión, a pocos kilómetros
de Ciudad del Cabo, donde demoraran por fuerza a Mandela por 27 años) y
al Pájaro Dunga (con tres fraseos en swahili, lengua, como el aymara,
aglutinante, donde leo fuera 'hoy', makao, 'casa', y simo
tanto 'nueva' como 'extraordinaria' y 'extraña') poemarios ambos de Humberto
Díaz Casanueva, viejo y querido amigo, vecino por años, sin saberlo,
por Providencia, en Santiago, embajador de Allende en las Naciones Unidas y, tras
el Golpe del 73, miembro del Grupo de Seis Expertos de las ONU dedicados a indagar
los efectos del Apartheid en África Meridional, y así, interminablemente.
Pero. Se hace tarde. Tarde para esta correspondencia sin fin, sin plena, absoluta
responsabilidad como respuesta.
Así que acoto por ahora la cosa
a un par de señas que nos hiciera y sigue haciendo otro africano,
en casa casi: el pardo libre (según consta en su partida de nacimiento,
circa 1785) Josef Gil Carvajal Castro Morales, alias el Mulato Gil. Lo hago doblemente
motivado, doblemente interpelado. Por una parte, siendo él mismo descendiente
de esclavos africanos transplantados por fuerza a Sudamérica, en su propio
derrotero es bien difícil domiciliarlo: tras nacer en Lima, vive un tiempo
en Trujillo, donde al parecer se adiestra en las artes visuales, vuelve a Lima,
luego viaja a Chile y se enrrola poco después, ya en Argentina, en el Ejército
Libertador, de ahí ingresa al Ejército chileno en formación
en calidad de cosmógrafo y capitán del Cuerpo de Ingenieros (en
1816 es honrado como Maestro Mayor del Gremio de Pintores y "Proto-Autografista"
del del presidente alias Director Supremo), para retornar a Perú en 1822,
convirtiéndose en el Primer Pintor de Cámara del gobierno peruano,
y ahí fallece, según se cree, en incierta data. Si el pardo libre
marca un hito en la pintura sudamericana fuera acaso porque su obra opera el paso
entre la pintura colonial y la republicana; como dice el Diccionario de Artistas
Plásticos en el Perú, 1535 ~ 2005 (Gabriela Lavarello, Lima,
2005): "fue el último representante destacado de la llamada Escuela
Quiteña y uno de los primeros en romper la práctica del anonimato,
firmando su producción artística".
Por otra parte, con
todo, ubicarlo en Chile habrá sido bien fácil: en Santiago residiera
en su taller situado en la ladera oriente del Cerro Santa Lucía, hoy calle
Victoria Subercaseaux casi esquina con la calle Rosal (cf. Boletín Municipal
Nº 1118, Santiago, 1929), a un paso, cómo no decirlo, en otro plazo,
de esta plaza en que escribo, de esta casa. Con lo cual, de dos cosas una: o habrá
sido desde ya un vecino muy próximo o, locura aun no saberlo, fantasma,
más de uno, su taller, en diferido, en casa (que de cierto no es mía
sino arrendada). Así las cosas, a estas señas del pardo libre, más
de una otra vez, cómo no responder:
(Cuando
leo pardo libre, cuando libremente leo pardo libre, ¿cómo
no - cómo co-responder también a esos rugidos que nos llegan de
la vecina sabana africana? ¿Y qué decir de esa con-sonante africativa
que abre paso a un yo en lengua, ésta, yo incluso? ¿Y
si todo hombre, todo homínido viene de África, si nuestro origen
de entrada repartido es inmemorialmente africano, esto es, de una África
anterior a toda memoria de África, cómo no responder a la vez a
sus balbuceos y trazados, huellas tan humanas como no humanas?).
*
* *
P. D.
Nuestra Correspondencia
con Chus Pato, en respuesta, en comienzo de respuesta al llamado de Poetry
of Response, habrá entrado por estos días en suspenso en una
sección que llamamos Post Data;
en el penúltimo tramo, tras citar un pasaje en aymara del escritor paceño
Zacarías Alavi, pasaje que a su vez fuera traducción de una traducción
de Chus de un pasaje suyo, de ella y por ella, en ella acaso, intraducción,
de gallego a castellano, seguido de otro paso, fiel desvío mío de
aymara al romance, migrante, castellano, Chus, digo, no habrá dejado de
mencionar entre paso y paso plumíferos de diversa ralea; meridiano choroy,
jóven águila y, para no insistir ahora en tal galaico pato asubión,
aun un negrísimo corvo (el cuervo, tal laya de femineidad acordada a Morgana,
con Morgana, pues cada vez que viene Morgana en la céltica saga lo hace
hablando con uno, figura la mujer con poder, más de una lo subraya; al
cuervo, al cuervo en Morgana y a Morgana en el cuervo, abierto, ganado
y/o dado, y no sin más no, vero prieto zoon politikon
aquí tal vez: paso) -, tal vez:
Janiwa. Janiw awitul
quqanakäkiti, janiw janq'u pilpintunakäkisa, janirakiw ch'akhäkisa.
¡Janiw ukamäkiti! (Uñjasaw uñjtw sañaxa, jan
uñjasax janiw uñjtw sañäkiti). Ukaw thakhixa, juyphins
qaqawarans wara waranakan thakhipax uksar aksar pallq pallqawa, ¡ukhamaw
thakhixa!
¡Sí que no! Ni abedules ni blancas mariposas ni
huesos (viendo podemos decir que hemos visto, no viendo, no) - son caminos, son
encrucijadas de estrellas en la escarcha.
corresponder é
establecer un refuxio, se un niño, seriamos aves
non sei que
paxaro da grande cordilleira ou do Pacífico quererías ser, un choroy,
unha aguia noviña?
eu pediría ser Morgana
un corvo.
[Y
aqueste plumífero al paso, al hueso, cómo no responder:]
En
vuelo, 8 - 11 - 2006
Jikisinkamaya!
(ata
atoparnos)
* * *
NOTAS
(1) Saya, del kikongo nsaya, labor
en común en correspondencia coral; viene del duga, o dunga, inmemorial
danza pajarácea que inaguraba, y aún lo hace hoy en Angola, fiestas
del África occidental; en los Andes afroaymaras viene marcada por la consonancia
entre tambor mayor, menor, gongingo, guacha y cascabeles (en No insista, carajo
- tra(u)ma a(u)tral, Santiago - La Paz, 2003, tal gaya saya, comarco
de punta a cabo tan insólita correspondencia).
(2)
Incidental remisión, mención de su nombre al fin de una extensa
lista de escritores rusos: Alexander Pushkin, Leo Tolstoy, Fyodor Dostoevsky,
Maxim Gorky, Vladimir Mayakovsky, y Anna Ajmatova. Dado que más de
alguien habrá acogido la poesía de Ajmatova como respuesta a los
horrores del estalinismo, tal guiño al paso, poco antes de convocar a Neruda,
no fuera sin más nonada. Un proverbio ruso: Byla ne byla ,
o sea: fuera como fuera. Agradezco a Kent Johnson, editor de Third Wave: The
New Russian Poetry y autor de Lyric Poetry after Auschwitz habérmelo
recordado una noche de lecturas algo crudas en la punta del cerro Kollawara, junto
a las estrellas del caserío de Andacollo.
(3)
Pese a que en el programa de la dicha Conference la expresión French
poet acompañara mi nombre gracias a la graciosa indicación de
Philippe Beck, viejo amigo y por entonces director de la revista de poesía
Quaderno (Nantes), nadie se llamaría a entuerto. Erin Mouré
alias Erín Moure, singularísima poeta de más al norte, con
quien cruzara en la ocasión incidentales gestos, da cuenta por ahí
en tercera persona de tal marcante encuentro: Andrés Ajens [...] and
Erín Moure first met in Cambridge UK at the CCCP in 1999. They waved their
arms at each other briefly beside a table of cheese, as EM didn't know AA spoke
French, and he didn't know she did. She didn't speak Spanish then (and doesn't
now, really) but liked his book Más Intimas Mistura (1999) when
she saw it afterward in the hands of Lisa Robertson.