Andrea
Cabel. Las falsas actitudes del agua. Lima, 2006
Carlos
Villacorta Gonzáles
Ganadora
del concurso de poesía Esquina de Papel organizado por la Municipalidad
en Febrero del 2006, Andrea Cabel presenta su novel poemario Las falsas
actitudes del agua, sin duda uno de los libros de poesías más
importantes publicados en este año que ya acaba. En la poesía de
Cabel, la escritura
cuestiona sus propias herramientas, es decir el lenguaje pero también la
misma contemplación por parte de la poeta. Al cuestionarlas, se indaga
en otro universo, el otro lado del espejo como dice Lewis Carrol, donde el universo
está en constante fluir, en expansión, en equilibrio pero también
en caos, en unicidad pero también en pluralismo. Las falsas actitudes
del agua es un poemario que abre una caja de Pandora y que arroja sobre sus
lectores la melancolía de un universo perdido.
Las
falsas actitudes del agua
Los tres primeros poemas que abren el libro
discuten la poética sobre la que se funda todo el resto. [mímesis]
establece su primera ecuación "mi máscara, / se asemeja al
andrajo que te viste". Cabel entiende que tanto el rostro que se oculta bajo
la máscara y el cuerpo vestido en los pedazos de la ropa son dos caras
de la misma moneda: fragmentación y representación. Ambos son reflejos
de una realidad que no es trasgredida sin dejar a quien contempla atrapado entre
ambas: "como algún último favor enclaustrado entre el cielo
y el infierno." Al ser consciente de esta igualdad, aparece la escritura
no como posibilidad de escape sino como un nuevo encierro que se repite incansablemente
sin esperanza: "como aquella última promesa escrita a cada instante".
Fragmentación, representación y repetición son los ejes en
los que se mueve el poemario de Cabel y es a partir de ellos tres que viene el
cuestionamiento del lenguaje (como posibilidad de fijar un significado), de la
realidad (como única e inequívoca) y del escritor (como sujeto que
contempla con / sin participar del mundo). Este cuestionamiento no camina solo,
sino que es guiado por la pluma de otros escritores: Lezama Lima, Julián
del Casal, y como veremos más adelante Jorge Eduardo Eielson y Carlos Germán
Belli. El diálogo con la tradición implica un diálogo con
la escritura poética pero también en asumir un rol muy específico
como poeta. [san antonio I] el último poema de esta parte llama a esa reflexión:
"y la estrella fija en el cielo, / la misma que acompaña ardiendo,
contemplando / sin respuesta,/ sin pedazo de polvo / sin desnudez que agobie."
En plena conciencia de la contemplación del universo, se hace hincapié
en la unidad con lo que es fragmento, desnudez, y silencio poético. Tal
vez el poeta sea un privilegiado, pero no por las respuestas que busca y que no
encuentra, sino por el anhelo de cierta paz que tal vez sea silencio.
El
edén partido
Cabel no termina ahí su búsqueda
sino que ésta continua en la segunda parte de su poemario Fruta partida.
El primer poema de esta parte, al igual que los tres primeros ya mencionados,
es el preámbulo para los siguiente poemas. [Fruta partida], no sólo
es un homenaje al poeta Carlos Germán Belli y a su poética, que
Cabel abiertamente admira, sino que es una muestra de la escisión que los
aparta y que al mismo tiempo los junta como creadores. La disposición del
poema en tres partes pone frente a frente a los dos poetas: "criatura como
yo", "criatura como tú" validando así las preocupaciones
tanto de Belli como las de la Cabel. Al mismo tiempo, en la tercera estrofa resume
y entrelaza los alcances del lenguaje de ambos con un tercer poeta: "(de
nudos pródigos)" con tez verde y vestido de cuna / sublunar. La referencia
clara al poeta Jorge Eduardo Eielson, fallecido recientemente, pareciera proponer
que es él que más puede resolver las preocupaciones estéticas
de la poeta. Es decir equilibrar el universo partido y fragmentado del lenguaje
a través del mismo lenguaje.
Los siguientes poemas, de la "a"
a la "z", juegan con tres personajes Salvador, Micaela, Susana, a veces
llamados él, ella y el yo que nace del momento en que "el mundo se
partió en dos". El infinito juego que se entabla entre ellos permite
la multiplicación de voces que se descubren una y otra vez en todas sus
posibilidades: "nos gustaba anularnos,/ porque no hacía daño,/
nunca sobrepasaban los diez minutos y éramos caras nuevas / sonrisa huecas,
rarísimo / carnavalesco. / todo era invertido." Y que ese mismo descubrimiento
y juego infinito, como el agua que fluye interminable, termina en el desgaste
cuando no en la muerte: "junto a mi sueño más profundo, junto
al río de dos / de tres/ ahogados."
Todas
las mujeres han sido tú
Lo que descubre Cabel en las dos primeras
partes de su poemario aspira a un equilibrio en la tercera parte. La palabra que
se representa, el universo fragmentado, la escritura que agobiante contempla su
propia dispersión remite a un regreso sobre sus propios pasos en la búsqueda
de la comunión en lo partido: "cosmos infinito, descifrado engranaje
solar, / música que no rota / que no se enamora nunca" ([mayana]).
Otro poema "[lejanas]" propone esa unión de lo partido no desde
su unidad sino justamente desde el reconocimiento de sus fragmentos y de sus dobles
o semejantes. Aquí el indicado no será ni Belli ni Lezama, sino
el portugués Fernando Pessoa en cuanto al reconocimiento del yo fragmentado:
"dos mujeres caminan por la calle / sugiriendo efecto mariposa, terremoto
y oleaje inmenso". Esta pareja que deambula es el equilibrio que provoca
el caos. Sin duda, Cabel recupera no sólo la identidad-lenguaje divididos
desde los primeros poemas a través de la figura de dos mujeres enlazadas
como estrellas dobles que al mismo tiempo están inmersas en el mismo proceso
de caos y de cuestionamiento que propone todo el poemario: "mientras ellas,
cobijadas pronto, en su cielo nuevo de alas convexas, / se cuenta, a escondidas
del padre, los cabellos / y se destruyen las llagas lamidas, / se destruyen cada
trozo que vivo late y ascienden al cuarto piso". Todas las mujeres han
sido tú finaliza la búsqueda de Cabel sin encontrar una respuesta
clara a una contemplación que no sólo es el devenir del agua que
es fragmento y dispersión. Las falsas actitudes del agua avanza
en y contra la corriente del universo buscando escribir justamente el equilibrio
de quein contempla y participa del universo con la escritura. Vale recordar entonces
el verso ya citado del primer poema: "como aquella última promesa
escrita a cada instante". La poesía es una promesa no cumplida de
reconciliación no sólo con el mundo abierto sino con la identidad
fragmentada. El universo que fluye infinito en el poemario de Cabel empieza a
reducirse a ese tú del último poema, ese tú que es
"una explosión de gritos" y que se derrumba como se derrumba
la poesía ante el silencio. Impecable final a un poemario y el amanecer
de una poeta que dará mucho que hablar en los años venideros.
Carlos
Villacorta Gonzáles (Lima, 1976). Estudió Literatura en la Pontificia
Universidad Católica del Perú. En 1998, formó parte del grupo
de poesía Inmanencia con el que publicó Inmanencia (1998)
e Inmanencia: Regreso a Ourobórea (1999). Fue invitado al Primer
Junio de Poesía (Mexico D.F., 2000) así como al Encuentro de Jóvenes
Escritores (Cuzco, 2004). Sus libros incluyen el grito (2001) y Triptico
(2003). Fue editor del periódico peruano Odumodneurtse!, publicación
dedicada a la poesía actual. Ha hecho la selección y antología
de Los relojes se han roto: Antología peruana de los noventa (Guadalajara,
2005). Una breve selección de sus poemas ha aparecido en la antología
de Hostos Review / Revista hostosiana - Destellos Digitales: Escritores Peruanos
en los Estados Unidos 1970-2005. Artículos y poemas suyos han aparecido
en distintas revistas literarias. Desde el 2004, radica en Boston donde sigue
un doctorado en Literatura Hispánica.
Boston,
12 de Diciembre de 2006 .. .. .. .. ..