b
la
primera vez que te vi vestías de rosa / abrochada por los lados, como un
pez en verano / nada de suelo tras tus ojos / los pétalos perfectos, /
heridos / asomaban tu boca / sonreías / nutriéndome tras el reflejo
/ millares de manos y terciopelo acogían el volumen del sacrificio, / el
lazo de tus pilares / mientras de lo oscuro emanan / dos portugueses y dulces
canarios / sosteniendo tu peso enamorado / luego, la calle y los nudos amarillos
de tu tarde / sombreados de azúcar /expectantes /sabiendo de los cantos
y las lluvias junto a los ojos perfumados /
d
tus
pasos los diste en volcanes de caucho, / en metros vítreos / y llenos de
blancas coronas / madre isabel preguntaba diluyendo el tiempo / y contaba los
pedestales para la tarde / reclutaba las espinas de los pescados y de las cenas,/
madre isabel resplandecía como diosa de la hija / y voz de terciopelo en
madre viva de mil años amoldados a un beso irrespirable / tu descansabas/
hundida entre sus plumas y velos / salvador nacía / unísono, tras
el sur de la veleta.
q
el
sol se levanta como una rosa / tras la espuma y en lo alto del silencio / la niña
se oscurece y el as se apaga / salvador se acerca y le da un beso frente al rayo
/ la escalera relumbrante se retuerce / las esferas los vigilan sigilosas. / la
quiere como a la perfección enemiga / mientras vuelve a morir sin fuerza
de planeta / como un deseo luminoso / como tropiezo de pájaro o pez. /
[eupatorio]
o
[hierba de ángel]
la luna caliente ad portas del amor.
seres
llenos de pensamiento se reúnen a tu lado,
y con ellos, los ritos de
sudor tras las esporas y los torbellinos de espinas.
playas de misterios, y
flautistas, poetas, caminantes, astrónomos y magos
un ramillete de
remedios para la pena y el sudor.
recuerdos despellejados por tu música
de huesos amarillos,
eliges a la idea que me encarna y le ofreces los papeles
de agua,
los mansos hígados que se dibujan cuando miras al cielo
cuando
confundes a las ovejas con sus sueños.
[el
gruit]
cuando todo confabula para recordarte,
tiempo y espacio se
embotan amarillos.
se crucifican en un desierto antiguo y se quedan enjaulados,
incapaces
de callar a la sardina, a la garúa o a las rosas.
dejan llamarse barranco
amancaes josé antonio y a lo largo del camino
se aferran a la minúscula
esperanza de ser parte de la pantalla que filma.
se derraman ahogados a la
colilla que acompaña las risas de las músicas
de las mujeres
de las radios de los boletos marchitos y del coche que te deja.
lo que falta
como a las latas vacías es la espuma en las bocas de los rostros. es la
receta de las estatuas con faldas de flor y la figura de egon shielle
rosada
y abierta