“Invernadero” de
Líber Tamayo
UN LIBRO DEL EXILIO
Por Aristóteles España
Líber Tamayo (San Bernardo, 1951) acaba de publicar
su libro de poemas “Invernadero” (Ediciones Documentas, Santiago,
2005), donde se reencuentra con las imágenes de su exilio en
Roma, el paso del tiempo, los atardeceres europeos llenos de nostalgia
por la patria. Despedidas en los
andenes, suicidios; interminables reuniones con fotos y afiches pegados
en los muros, mientras los vidrios de las ventanas italianas se cubren
de rocío, angustia, recuerdos de un tiempo que fue.
Este texto lleno de melancolía nos invita a reflexionar sobre
los años de la dictadura y los seres humanos que fueron obligados
a marcharse de su patria simplemente porque no compartían las
ideas del gobierno de facto. Hay heridas en las palabras, sustantivos
que caminan colgados por los aeropuertos, en casas de amigos por las
noches, “donde nostálgicos artistas y poetas caminan escondidos
entre líneas en la noche” de un país que los acoge pero
que no es el suyo.
“Invernadero” nos propone una mirada poética hacia los túneles
del tiempo. Pedazos de ternuras, de amores, vacíos que fueron
quedando en el camino, reconstrucciones de espacios donde vivir dignamente
y buscar salidas a las situaciones personales y colectivas de un país
–el nuestro- cuyos gobernantes estaban empecinados en borrar la memoria
histórica, haciendo desaparecer instituciones, cientos de dirigentes
y militantes de bases sociales que fueron declarados enemigos por
tener una visión distinta del mundo. La poesía, funciona
en este caso, como un corpus desacralizador y al mismo tiempo como
un sitio donde se instala la esperanza a defender a brazo partido
su derecho a existir en este mundo.
Jorge Montealegre señala: “Los poemas de este Invernadero –en
su mayoría breves- semejan cuartos cargados de ausencia, en
un exilio sin territorio. Cuartos vacíos de ninguna parte.
Los versos caen en cámara lenta para habitarlos. Perdidos en
la soledad, vacilantes en su tensión”.
El poeta camina por las calles de Roma pensando en un futuro que no
existe, cuenta las estrellas, se enamora de muchachas con las cuales
comparte derroteros y vasos de vino en las noches heladas, se interroga
sobre el por qué de la poesía con versos de René
Char. Ernesto Cardenal, Vladimir Holan, acude a metáforas sobre
el silencio o los números que le recuerdan su paso por la vida.
Hay referencias a la Fontana de Trevi, al parque de Luxemburgo, al
Trastevere, casi siempre con un profundo halo metafísico, donde
la soledad logra arrinconarlo mientras la ciudad duerme y en Chile
se vive una vida distinta llena de soldados en las calles y el Toque
de Queda cambia la vida de los habitantes.
Líber Tamayo logra de esta manera uno de los más importantes
libros del exilio. Al igual que la novela “Morir en Berlín”
de Carlos Cerda se respira en estas páginas un aire de tristeza
por las vidas truncadas que fueron quedando solas en países
lejanos y cómo lograron armar redes para sobrevivir en idiomas,
cielos, canales distintos. Sus poemas son conmovedores, sobre todo
cuando logra desdoblarse como un pájaro sin alas y caminar
por calles llenas de piedra y olvido.
Líber Tamayo estudió Cine en Roma y Televisión
en la RAI de Florencia. Su poesía ha sido publicada en Europa,
América Latina. Actualmente pertenece a la Sociedad de Escritores
de Chile. Reside en Santiago.