Este es el cuarto libro de poemas de Víctor Hugo Cárdenas
(Castro, Chiloé, 25 de agosto de 1962). Uno de los jóvenes
poetas olvidados de Chile, ausente del marketing, de los premios gubernamentales
y la crítica, construye en este poemario un espacio enteramente
chilote, con todo el mestizaje y toda su cultura. En este libro están
los traucos inolvidables, los camahuetos, la Pincoya que muestra sus
piernas al mundo; el joven Jote, ese pájaro con el cual volaba
en su niñez de Nercón, donde su padre construía
utopías en el viento, los Veliches, Chonos, Españoles
de todas las partes de su ejercicio de dominio metafísico;
ahí están las dalcas, esos pequeños botes que
eran capaces de llevar a sus antepasados a Punta Arenas o la Ciudad
de los Césares. Es decir, pura fabulación, pura historia
construída en los márgenes de la inteligencia y el miedo.
Las Dalcas de este poeta son los helicópteros de Pedro Ñancupel,
los viejos aviones hechos de los cipreses de su estirpe. De repente,
aparece una Ñata, una abuela en Villa Francia, sin que él
lo sepa. Por todos sus ríos se respira libertad y ausencia.
Este poeta es amigo de los imbunches, donde hay huellas de pájaros
que se repiten, y donde queda el alma de Dios, nos dice en este libro
lleno de fantasmagorías de la patria chilota.
Víctor Hugo Cárdenas es un poeta de la lluvia; cuando
el lector ingresa a este libro ve caer granizos, la lluvia de Chiloé
en todo su apogeo. El poeta dice que los turistas que observan su
país ancestral miran las postales que ellos construyen en sus
cámaras fotográficas. El poeta vuela como un ave sobre
los atardeceres de su infancia. De repente hay llanto, el mismo sentimiento
que embargó a los extranjeros cuando llegaron a esa isla mágica.
Contemporáneo de Nelson Torres, Mario García, Héctor
Véliz, Rosabetty Muñoz perteneció al Grupo "Aumen"
(eco de la montaña, en el idioma Huilliche) que formaron Carlos
Alberto Trujillo y Renato Cárdenas en 1975 en la capital del
archipiélago.
La propuesta de Víctor Hugo Cárdenas es que hay un tiempo
mítico, un breve lugar donde los intelectuales sueñan,
los poetas inventan ríos, los profesores también sueñan
pero con un tiempo que fue; los pescadores recrean el pasado y dibujan
en el agua, los agricultores sueñan en los bosques y esperan
que pase La Voladora y La Fiura sobre los mañíos, mientras
escuchan a los zorzales y tordos.
Hoy es el vuelo de las hortalizas, de los duendes, de los repollos
y donde el surazo deja sus raíces y muere despresado por el
hambre. Otro mundo, la cultura chilota está arrinconada. Otros
líderes, los "viejos ya se fueron", los palafitos
son como una nube que está detenida en el tiempo.
Poesía del mestizaje la de este poeta. Por sus páginas
está la cosmovisión Veliche, Chona, Española.
Nunca Bernardo O"Higgins entró a estos territorios, tampoco
los chilenos. Sólo el viento, dicen sus poetas.
Víctor Hugo Cárdenas construye ángeles que cabalgan
en Ancud, Castro, Chonchi, junto a sus abuelos, amigos de infancia
que dan cuenta de una realidad literaria poco difundida en tiempos
actuales.
Autor de "El juego de la Oca" (1977); "Treca treca
peñi" (1986); "Entre la playa y el mar" (1988);
"Las dalcas sobre la arena" (2005). Actualmente es profesor
de literatura en la comuna de Maipú, en Santiago de Chile.
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Víctor
Hugo Cárdenas
Poesía
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DOMITILA
El río Gamboa se lleva todas las caricias de esas estaciones
Los palafitos se azotan en medio de la historia
como balsas ancladas a las anchuras del tiempo
pedazos de madera que transcurren en las lluvias a las generaciones
que se extienden hasta lo profundo del mar y de nuestras raíces
allí contemplé tu rostro que se alza en las costas
(mi estrella de Belén)
porque tú enloqueces los mares
y los cardúmenes llenan los botes de esos pescadores de esperanzas.
Porque tú revientas la noche cada tarde
deschampas y das vuelta la tierra
en ese largo sueño
que hace el arado dentro de tus ojos
por eso pienso
en esos almácigos llenos de yocos
como lunas guardadas para una minga en todo Chiloé.
Tú eres ese amor alrededor de un mate que da vueltas y vueltas
como una ronda en los chalupones del puerto.
Porque tú eres más bella que la estrella de Belén.
Escucho el invierno venir y bañarte en tu danza de viento y
lluvia
escucho venir a los chonos desde el mar
a regresar a sus tierras
sus presurosas dalcas navegando en los fuertes y largos años
para llegar al presente a regar y construir sus esperanzas
escucho tu canto mujer
en este archipiélago que bate sus alas mitológicas
y que despierta a las voladoras y a los traucos
escucho mujer
esa paz que siembra curantos y prepara el thropón
y en donde estamos todos
porque el amor es un reitimiento que sale de tus ojos.
En Antología Poética Aumen