“Lota sobre la tierra” se titula el último libro del
poeta Reinaldo Lacámara, (Santiago, 1956) publicado
por Ediciones Del Gallo. Se trata de un poema homenaje a los mineros
de Lota, que fueron capaces de crear una cultura propia en medio de
condiciones de trabajo deplorables e indignas.
Este pueblo que hoy se recuerda como un espacio de esperanza y de
luchas por la dignificación del trabajo, cuna de grandes movimientos
sociales, permanece olvidado por cronistas y escritores chilenos.
Sin embargo, es posible, verlo en páginas y revistas europeas
como símbolo de la cultura del esfuerzo tan propia de los país
subdesarrollados.
Reinaldo Lacámara, investiga en terreno, sueña en medio
de las calles de ese campamento, comparte con los viejos mineros,
trazando rutas invisibles a las cuales sólo llegan los verdaderos
poetas.
José Santos González Vera, Nicomedes Guzmán,
el mismo Pablo de Rocka, Francisco Coloane, y otros escritores trabajaron
con la realidad, en el barro que emana de sus fauces, aunque ésta
les escamoteara la vida y salieran sangrando de narices de los grandes
episodios de la vida nacional. Las aventuras secretas de los conventillos,
de las plazas de provincia, de pueblos olvidados, cobran vida cuando
un autor se compromete con su historia y con sus sueños, ya
sean éstos de futuro, o de hecatombes.
Dice el poeta: “El carbón vino del fondo de la tierra / fue
una corriente insostenible / más tarde, quedó hecha
estría geológica / se hizo vena del planeta”.
En este libro, en el fondo húmedo de sus versos, repletos
de sal y sonidos de locomotoras, de paredes de agua, de sudor, de
olvido, el escritor logra atrapar el tiempo, como en “Sewell” de Baltazar
Castro; “Subterra”, de Baldomero Lillo; “Chuquicamata, imágenes
en proesía”, de Héctor Lagos. Detener para la eternidad
los instantes de esplendor de los mundos olvidados, ajenos al progreso
y al conocimiento, donde sólo importó la explotación
del hombre por el hombre para enriquecer a compañías
extranjeras que finalmente terminaron por alejarse para siempre de
estos lugares inhóspitos para su sed de riqueza. Personajes
como Luis Cunahuel, Pedro Ñeuquil, Juan Lámpara, cobran
vida en medio de los rieles, de los piques, del cielo de Lota, de
las noches llenas gases tóxicos, de las manos llenas de fuego
y sangre.
El poeta se compromete con los mineros olvidados, con sus recuerdos,
con un mundo que ya no existe pero que fue parte de los mejor de nuestras
tradiciones culturales e históricas. Este largo poema épico
quedará en la historia de nuestra poesía como un aporte
al rescate de las luchas del mundo de los oprimidos en un tiempo como
el actual donde los vates están ensimismados con la palabra
pero no con la emoción.
Reinaldo Lacámara fue parte del grupo fundador del Colectivo
de Escritores Jóvenes de Chile en 1982. . Autor de “Huellas
urbanas” (1989); “Pasajes de otro año” (1997); Su poesía
está editada en cassette y discos compactos bajo de el título
de “Un giro, todo un mundo” (1992). En la actualidad integra el directorio
y el comité ejecutivo de la Fundación Delia Del Carril,
y es director de Arte de la Casa Michoacán de Los Guindos,en
Santiago.
En la década del 70 estudió Ingeniería Electrónica
en la Universidad Católica de Valparaíso.