PINOCHET,
EPITAFIO PARA UN TIRANO
Pablo Azócar. Ediciones Cuarto Propio, Santiago, 2005
Por Aristóteles España
12 de Diciembre de 2005
"Los militares afirman que en 1973, en Chile, lo que hubo fue
una guerra; si fuese cierto, Pinochet sería un criminal de
guerra. Pero hasta un niño sabe que aquello no es verdad, y
Pinochet, por lo tanto,
es lo que es: un criminal a secas".
Así comienza este libro del escritor Pablo Azócar
(San Fernando, Chile, 1959). El autor apela a la crónica para
registrar la vida, pasión y declive del personaje que gobernó
Chile con mano de hierro durante 17 años y que fue creando
a partir de sus inicios en el gobierno, una suerte de cofradía
con lo cual compartió el poder y la gloria durante todos los
años de su "reinado".
"Tito" como le decían sus familiares y amigos de
infancia, era el retoño predilecto de su madre, doña
Avelina, quien lo moldeó para la vida militar que inició
a temprana edad. Según el testimonio de su ex Ministra, Mónica
Madariaga, "fue educado por su apoderado en la milicia, el general
Alfredo Portales Mourgues, quien siempre le dijo: nunca seas el primero
ni el último, sé siempre hombre del medio; el que pasa
inadvertido es el único que llega a término en la empresa
que acomete".
El escritor Germán Marín, ex alumno suyo en la Escuela
Militar lo describe "como un capitán que tenía
dominio sobre sus subordinados, con su bigotillo de galán mexicano,
cultivaba una relación distante, provocada, creo, por una suerte
de sospecha raigal hacia todo bicho viviente".
Este libro narra la influencia de su esposa en el momento en que
debió decidir su apoyo al golpe de estado, y en la estructuración
de su gabinete en varias ocasiones, siendo la más conocida
el despido del Canciller Hernán Cubillos después de
su frustrado viaje a Filipinas. Como en los grandes libros sobre dictadores,
"El señor Presidente", del guatemalteco Miguel Angel
Asturias; "Yo, El Supremo", del paraguayo Augusto Roa Bastos,
este texto contiene materiales sobre los cambios de ánimo u
opinión sobre los sucesos políticos de su tiempo, los
vaivenes ocurridos en su entorno con relación a formas de gobernar,
la cocinería política detrás del trono, en este
caso, el
Palacio de la Moneda. Con relación a su postura en el orden
mundial siempre sostuvo que "mi gobierno fue el mayor obstáculo
existente en la tierra para la acción imperialista de la Unión
Soviética".
Acusado por oficiales de plagiar textos de otros autores, entre ellos,
al Coronel Gregorio Rodríguez en 1950, incluyó en sus
libros párrafos completos de historiadores y militares, sin
citarlos.
"Epitafio para un Tirano" debe leerse, además,
como el agudo retrato de un tiempo que fue, para extraer las mayores
experiencias de vida en torno al poder y sirva a quienes son o serán
protagonistas de su época en las más diversas áreas
del conocimiento. El retrato de un gobernante no elegido por su pueblo
y que hoy está en el ocaso de su vida, debe ser apreciado,
además, por la valentía y lucidez de este escritor chileno
que logra indagar en los laberintos de la mentalidad de una de las
personalidades más complejas del siglo XX.
Pablo Azócar, es periodista titulado en la Universidad
de Chile. Vivió en Europa, fue corresponsal y luego editor
de la agencia italiana Interpress Service (IPS), trabajó para
la revista "Hoy" y, más tarde, en APSI. Ha publicado
las novelas "Natalia" (1990), con la que obtuvo el Premio
Municipal de Literatura de Santiago; "El señor que aparece
de espaldas" (1997); "Vivir no es nada nuevo" (1998),
Premio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura de ese mismo año.