EPIMENIDES,
UN PAISAJE ESCRITURAL
Aristóteles
España
Octubre de 2006
"Epiménides",
era un poeta filósofo del siglo VI AC, a quien se le atribuye estar dormido
durante 57 años, aunque Plutarco afirmaba que habían sido sólo
50. "Todos los cretenses son unos mentirosos" afirmó, provocando
un cúmulo de contradicciones entre los actores protagónicos de la
política de aquella sociedad.
Los cuentos o relatos que llevan
por nombre "Epiménides" pertenecen a Roberto Araya
Gallegos (Santiago, 1940) y dan cuenta de un paisaje mental donde el autor
viaja por una ciudad llena de paradigmas, sueños, dibujos de ríos
metafísicos e historias de sueños donde la realidad es una pesadilla,
o el cactus del desierto puede ser perfectamente un automóvil.
Nada
en este libro es lineal, todo es una sorpresa y el caos que se advierte para contarnos
relatos inverosímiles son justamente el mejor escenario para que uno de
los personajes nos cuente que una noche soñaba que había muerto
y que al despertar, pudo comprobar que el sueño era realidad. No tiene
objeto que continúe despierto, dijo, y volvió a dormirse. Desde
ese instante sueña que está vivo.
Roberto Araya juega con el
tiempo como los niños que juegan con volantines un día de lluvia.
Todo puede ser peligroso si viene un lobo y el animal recuerda que alguna vez
andaban en cuatro patas. La manada iba congregándose en torno al más
anciano quien comenzaba a contarles una vieja historia. Aquel era el tiempo cuando
los hombres andaban en dos pies. No hay conclusiones ni se repite el método
de contar cuentos. Los distintos personajes de este libro deambulan por lugares
sin territorio donde las cosas más pequeñas se transforman en ejercicios
de lo inverosímil.
Hay un humor absurdo, bien articulado, donde
las palabras cumplen un extraño ritual: caminan por un césped donde
el verde no es la historia sino que las raíces nos intentan explicar el
amor, las familias de los coleópteros son aves de paso, la sociedad se
derrumba en un espacio vacío donde el más triste de los hombres
conoció al más feliz de sus contemporáneos. Conversaron.
Soy ciego. Yo también, respondió.
El autor se compromete
con la realidad para desfigurarla y crea trenes imaginarios arriba de un circo
para que el lector desordene esos rituales de la memoria e indague en el infinito
que puede ser su carne o un pedazo de tiempo.
Literatura dentro de la literatura
a ratos. El escritor camina por la página en blanco, se rodea de sujetos
en pleno éxtasis orgásmico y vuela de un país a otro sin
salir de Chile, sin salir de la comuna de Providencia, donde reside.
Sus
relatos exasperan a quienes desean un producto mecánico. Es decir, un comienzo,
desarrollo y final como en los talleres para aprender a escribir cuentos. Toda
la propuesta aristotélica aquí adquiere validez para desmembrarla
y darle otra ritualidad y sentido.
Libro valioso y lleno de formas geométricas,
como en las partituras de un artista que reescribe a Mozart sin darse cuenta que
al intentar apropiarse de esos sonidos para hacerlos volar más alto, está
jugando ajedrez con el infinito, como decía Vicente Huidobro.
Roberto
Araya Gallegos, publicó "El sarolímido" (Cuentos, 1974).
Pertenece a la Sociedad de Escritores de Chile y ha publicado en revistas nacionales
y extranjeras.