Así se titula este libro de poemas de Paz Molina (Santiago,
1945) editado en 1982, es decir, hace 22 años y siempre vigente.
Autora también de "Noche Valleja" (1990) y
"Cantos de Ciega" (1994), es una de las principales
voces femeninas de Chile y una de las primeras en identificarse y
cultivar la imagen del poeta como personaje, como ser que mira al
vacío pero con la mente puesta en la historia
y en el devenir del tiempo. "El poeta es un espécimen
-dice Molina- que vive una dualidad o duplicidad, de tener que estar
siempre dispuesto a vivir de cualquier cosa menos de la poesía.
Esa forma de vida, siempre me interesó, aunque reconozco que
puede ser desgarradora en algunos momentos de la vida"
"Memorias de un Pájaro Asustado" es un libro
revelador, lleno de instantes de plenitud donde el hablante usa máscaras
para descifrar la angustia del hombre del siglo XX. No de otro tiempo.
Sus textos son fieles a su pensamiento poético: la voz lírica
no es la de "los escritores"; "los poetas están
al otro lado de la escritura", dice.
Interesante propuesta porque esta forma de abordar el lenguaje conlleva
riesgos, saltos mortales, intentos de suicidio, caídas al vacío
desde un despeñadero. Sobre todo cuando no hay talento, lo
cual no es su caso. Paz Molina construye lugares míticos a
partir de conversaciones con esos fantasmas de las duplicidades; transforma
a esas máscaras de las que hablábamos en referentes
de la nostalgia. La angustia de vivir una hora al cual no se pertenece.
En sus poemas se advierten los humus vallejeanos, las desolaciones
mistralianas, pero no como influencias definitorias, sino como escenarios
donde la escritora dibuja poéticamente, paso a paso, esos fantasmas
aún vivos, de un corpus literario que alcanza toda la fuerza
y el desgarro que la transformaron en la década del 80 en un
ícono de la poesía escrita por mujeres en Chile. En
su escritura hay olas de magia, la emoción no es un dogma como
en otras escritoras de su generación, sino es sangre compartida,
frenesí erótico, las palabras cobran significado a medida
que enumera los rituales de la cultura en la que está inserta
y a la cual rinde homenaje por la variedad de significados de las
obras que contribuyeron a su formación y que le permiten seguir
escribiendo, ya sea en Isla Negra o Santiago.
El año 1983 Paz Molina fue editora de poesía de la Revista
"Huelén" que dirigió Hernán Ortega.
Contribuyó desde sus páginas a dar a conocer a una pléyade
de jóvenes poetas de norte a sur del país y rescató
a Miguel Arteche como una voz ineludible para esos días complejos
en que todo el sistema literario, o mejor dicho, el escenario poético
chileno estaba dominado por la presencia de Nicanor Parra, Jorge Teillier,
Enrique Lihn. Paz Molina nos habló de la religiosidad, de las
vanguardias, del rescate de los vates que en las provincias daban
a conocer su canto llenos de fuerza, en la adversidad total. Viajó,
editó, difundió, sobre todo a las artistas mujeres que
aún no tenían la presencia vigorosa que hoy poseen en
la narrativa y la lírica nacional.
"Memorias de un Pájaro Asustado", un libro que debe
ser reeditado, nos trae a la memoria el furor del lenguaje de Alfonsina
Storni, Alejandra Pizarnik, Olga Acevedo, Stella Díaz Varín,
las mejores de este tiempo y del otro.
* * *
Paz Molina
Poesía
La rosa
( del libro Cantos de ciega)
Considera el perfume de la rosa
-me dijo un sabio- por su terciopelo.
No es cosa de ponerse tremebundo
y desterrar al sol de los jardines.
Yo quise hablarle de la rosa negra
de la rosa fundada en la sospecha
de la rosa revuelta en la ráfaga
de la rosa podrida en la conciencia.
Yo quise hablarle de la rosa ciega
de la rosa muñeca de madera
de la rosa ritual del calendario
de la rosa crema chantilly.
De la rosa. Yo quise hablarle de la rosa.
Pero estaba amortajado el caballero
en el perfume ambiguo de la rosa.
Vespertino
(poema inédito)
Qué pálido el reflejo de la
conciencia
en el comedor de los otros
cuando anochece y no hay lumbre
cuando anochece y no hay madre.
Así apenas la canción
apenas el polvoriento afán
del verbo en su escondrijo múltiple
A qué controvertir ya tantos soles
A qué tanto amanecer y de rodillas
Sólo que me contuviese la alegría
Sólo que la alegría me fecundase.
Te arrepientes
( del libro Neruda, aparta de mi esta sombra)
No te bastó con verme agonizante.
Quisiste abrir aún más la honda llaga.
Tu espada insolente dividió mi sueño
en dos mitades imposibles.
Ahora busco la forma de reparar lo irreparable.
Un riesgo se define plácido en mi frente.
Acudo nuevamente a ti. Te nombro y huyes.
Acobardado por mi terrible afán.
Ahito de sorpresas.
Absoluto de arrepentimiento.
Historias de ángeles II
(del libro Memorias de un pájaro asustado)
Yo quiero una mujer para apagar mis ansias,
dijo el Ángel, y un gesto obsceno le oscureció
el semblante.
Estoy harto de alas y miriñaques,
ahora quiero deshonrar mi estirpe entumecida.
Quiero unos pechos vastos, formidables,
en extensión incierta como pensamientos humanos;
que se hundan en ellos mis torpes manos pudibundas.
Mis antiguas plegarias han de ser besos y saliva.
Quiero una inconfesable lujuria.
Se subleva mi espíritu macilento,
mi espalda sudorosa se inclina sobre un cuerpo
que parece ardorosa convulsión del Infierno.
Quiero un goce satánico,
dos piernas que agonicen de estertor,
y dos manos que perturben mi agónico sentido.
No recuerden mis cánticos.
Mis alas están yertas.
tan sólo quiero una mujer
y su nefasta dulcedumbre.