LA
NEGRA LAZO
MEMORIAS DE UNA PASIÓN POLITICA
(Editorial Planeta, Chile, 2005. Colaboración de Eliana Cea)
Por Aristóteles España
Domingo 19 de Noviembre de 2005
La histórica dirigente y ex parlamentaria del Partido Socialista
de Chile publicó tal vez el libro más agudo e interesante
de este género tan en boga en estos tiempos, en que destacadas
figuras de la vida pública en distintas facetas escriben sus
memorias con o sin ayuda de escritores o periodistas para dar a conocer
sus experiencias de vida en cuyos relatos o recuerdos compiten con
la ficción.
“La Negra Lazo” ingresó a la Juventud Socialista a los 13 años
en el mineral de
hierro El Tofo, cerca de La Serena, al poco tiempo de la fundación
de su Partido. Conoció a Marmaduque Grove, Salvador Allende,
Oscar Schnake, Raúl Ampuero, Aniceto Rodríguez. Fue
elegida regidora y diputada por Santiado durante tres períodos
destacándose como una mujer luchadora, siempre atenta al devenir
de los más desposeídos y su oratoria aún es recordada
por los antiguos dirigentes y militantes de los partidos de izquierda
en Chile. Fueron célebres sus enfrentamientos verbales y físicos
con líderes de la derecha y la democracia cristiana, especialmente
con Jorge Lavandero, a quien golpeó duramente en el hemiciclo.
“Sin embargo, dice, es un hombre al que respeto profundamente y lo
he ido a ver a la cárcel varias veces. Se la jugó en
contra de la dictadura exponiendo su vida en varias ocasiones y ocupa
un lugar destacado en nuestra historia”. Así de simple y honesta
esta ex parlamentaria que cuenta que en un programa televisivo donde
ella participaba en un canal público de nuestro país
el locutor y hombre de los medios de comunicación, de este
país, Javier Miranda “manoseaba” a una joven Pilar Cox, ante
la vista y paciencia de todos abusando de una impunidad típica
de esos tiempos.
El libro se lee con avidez y el lector vive junto a ella los momentos
más hermosos y álgidos del siglo XX, con una democracia
abierta, sin exclusiones. Fue la primera mujer que formó parte
del Comité Central del PS en 1952, y su elección a pesar
de ganarla limpiamente no estuvo exenta de complicaciones por el machismo
imperante entonces en los partidos de izquierda, del cual su mundo
no era la excepción. Molesta estuvo Carmen Lazo con los escándalos
que protagonizaron algunos representantes de su partido en el gobierno,
pero lo importante, dice, es que se compruebe su inocencia. No se
imagina a un socialista robando. “A los socialistas antiguos se nos
parte el alma pues fuimos educados en la honestidad, en la solidaridad,
valores que se han ido perdiendo”.
Para la dirigente socialista ha sido duro el cambio de estilo de hacer
política. Cuenta como, antes, los candidatos, con sus adherentes,
recorrían las calles, todos juntos, pegando propaganda, realizando
mitines,
pero ahora dice que la mística se ha perdido y se necesitan
millones para contratar personas, agencias, para que hagan el trabajo
mientras los postulantes al Congreso sólo se preocupan de salir
en televisión.
Contraria a la forma de actuar de las cúpulas actuales , dice
que hoy los militantes de Arica a Magallanes se enteran de las resoluciones
que son tomadas por pequeños grupos, a puertas cerradas y más
encima tienen que acatarlas, dice.
Carmen Lazo es aplaudida en todas sus intervenciones al interior del
Partido Socialista de Chile, a rabiar, por las bases humildes que
ven en ella un símbolo, tal como se trasluce en la lectura
de su libro. Escribe como habla, sin tapujos, tirando las orejas a
quienes corresponde. Permaneció exiliada en México durante
14 años y aún recuerda con afecto su vida en ese generoso
país como ella lo llama. En la reseña de la co-autora
Eliana Cea, publicada por Editorial Planeta destacamos” “ El discurso
amapolado irradiosamente popular de Carmen Lazo emerge en el estallido
confesional de estas páginas que se abren como si fuera el
oleaje mujer y nos permite compartir su vida con la generosidad desatada
de un revolucionario corazón socialista y marxista.
Me llega su voz de metal grave y conversamos como viejas comadres
y la veo radiante parlamentaria y briosa en el moreno arrebato, porque
ella no reniega de nada, escupe al fascismo. Ni el viento fúnebre
de la dictadura ni el exilio logró acallarla”.