Arnaldo
Donoso
Por
Ernesto González Barnert
Arnaldo
Donoso (San Fernando, 1980) Ha publicado Aproximación a la situación
anómala y oblicua del lenguaje (Contrabando del bando en Contra, 2004),
y Del estado del arte (Contrabando del bando en Contra, 2004), además
de ensayos en variadas revistas y páginas web, extranjeras como nacionales.
Cómo se ve, Arnaldo fue un poeta que rápidamente se acomodó
en la incipiente movida poética que Héctor Hernández tituló
novísima. Confluyendo en una serie de aspectos comunes a muchos
de los que ahí estaban signados. Por supuesto, no sin reparos, distinciones,
crítica, pero reconociendo un lugar ahí, con todo lo precario y
callampero del constructo, pero también con todo el desamparo, necesidad,
urgencia y rabia que hay detrás de un hito así, de hablar de más
de una treintena de poetas interesantes menores de 30 años. Poetas jóvenes
que a pesar de múltiples distinciones, publicaciones, encuentros, les estaban
haciendo china en el pantano. Con esto, favor, no quiero decir que es uno más,
sino uno entre ellos. Y que aunque comparte cierta cosmética común
y un fuerte sentido reflexivo sobre la poesía, el lenguaje, la escritura,
el cuerpo y el arte. Todo esto mezclado en la juguera académica de lecturas
filosófica literarias. Y con las aristas de la marginalidad provinciana.
Etc. Siempre hay algo más. Bueno, todo esto ha resultado un raro zumo y
con el cual Donoso ha ido dando forma a un verdadero milkshake delirante, a contra
pelo, suyo. Y se agradece.
- ¿Cómo
llegaste a la poesía?
- Mira, no sé bien. Pero, parte
esto a los trece años, parece, con ciertas lecturas: Poe, Conan Doyle,
Mallarmè, la antología de Anguita (la de la lengua castellana),
la poesía de los textos de estudio, el conocimiento del genio de ciertos
escritores en enciclopedias. Por ahí. Pero decisivo fue leer a algunos
poetas jóvenes en los 90' en la Zona de Contacto. Yo había escrito
algunos textos ya, de corte irregular. Al leer fragmentos de Yo Cactus de
Alejandra del Río, me impregné demasiado de esa estética.
En enseñanza media tenía a un profesor muy extraño; nunca
hizo clases y conversaba solamente. Pero allí estaba, Ferrada, presentándonos
a Parra, al Neruda de las Residencias, a Pezoa Véliz, a Becket, a Huidobro,
un montón de tipos que nos importaban una hueva. Nos hizo escribir una
creación estilo libre sobre cualquier cosa, así era el tipo; compuse
un poema acerca de cómo veía el liceo y te aseguro que aunque decía
cosas terribles de éste, Ferrada quedó feliz, le encantó.
Ya trabajando (pues estudié administración), en una oficina maldita,
seguía escribiendo, subversivo, pero dejando que me explotaran. Decidí
seguir estudiando. Quería estudiar antropología, cosa que no resultó.
Ingresé a Pedagogía en Castellano. Allí me llegó la
teoría. Escribí mucho, mucho, entre el 2000 y el 2002. Circunstancias
aparte, perdí ese material. Empecé de nuevo. A principios del 2004
conocí a Héctor Hernández Montecinos, quien leyó mis
textos. Hicimos lo imposible para que fueran publicados. En octubre del mismo
año apareció Aproximación a la situación anómala
y oblicua del lenguaje, y al año siguiente Del estado del arte.
Recién allí podría decirte que llegué. Es linda la
metáfora, la poesía como un lugar, como un paradero, de veras, pero
la poesía no es un destino, es un proceso, es el camino mismo, no el fin.
Eso en términos de la historia, ahora creo que no todo es parte de las
circunstancias, sino de quizá otra cosa. No sé. Además, nada
de poesía, así con destacado, uno escribe no más.
-
¿Qué ha significado para ti la Poesía?
- Salvar
mi cabeza de la extinción. No te podría decir la gueá posera
que si no escribo me muero, esto no es un película gringa, pero el ejercicio
de escribir lo que uno le da la regalada gana, putas, le inyecta fuerza para patear
el esqueleto, como decía De Rokha. La contemplación, ha significado
también, creo que en alguna medida. Intensidades, logros, fiestas, conocer
a gente maravillosa, y a sacos de huea también, pero aprendizaje.
-
¿Para quién escribes?
- La verdad para los amigos,
básicamente. Es innegable que las relaciones fraternales me llevaron a
escribir. Pero también para los enemigos, para cambiar de a poquito esta
patada en el hocico que nos venden. Para mi hijo Camilo. Escribo también
para los nuevos y futuros amigos. No expondré las teorías acerca
del destinatario de un texto poético. Te digo la firme. Creo que para los
conocidos no más. Para aquellas complicidades políticas, económicas,
amicales, delictuales, amatorias, etcétera.
-
¿Cuándo escribes necesitas algo a tu alrededor, alguna cosa, haces
algo en particular, etc?
- No mucho, en verdad nada. Asumo que el
computador, ahora último. Diccionarios, otros libros con los cuales confrontar
ideas. Ojala amigos que deambulen pero que no entorpezcan la escritura. Cigarrillos,
como una constante, y lugar común, cliché. Cerveza ojala, o café,
en la medida de lo posible. Putas, bueno es un teléfono para llamar en
caso de dudas. Música, siempre que sugiera sensaciones que me ayuden a
escribir. Azúcar, para la sinapsis. Ganja. No sé; se puede usar
de todo. Nada, de repente vas caminando, clinck! un verso, simple, lo memorizas,
va el otro, lo memorizas, el otro. Yo cacho que puedo recordar hasta unos 15 versos,
más no. Después lo escribes, lo armas, desarmas.
-
¿Cómo es tu proceso escritural? ¿Cómo trabajas hasta
concretar un poema?
- La verdad no escribo poemas. Un crítico
argentino, del Clarín, en el 1987, por ahí, hacía hincapié
en que los poetas chilenos escribían libros, no poemas -y dice esto a raíz
de su lectura del libro De la Tierra sin Fuegos, de Juan Pablo Riveros
(trataré de buscarte la ficha, entre el súper orden en que tengo
mis cosas, pero recuerdo que aparece en Ostria 1992, en Acta Literaria)-.
Cosa que comparto en absoluto. Es decir, lo veo por ejemplo en lo que hago y hacemos
varios. Es extraño. Zurita también tiene un idea interesante en
su ensayo "Chile: Literatura, Lenguaje y Sociedad (1973-1983)": postula
que en algunas obras, como la de Maquieira, de Jolly, Gonzalo Muñoz, hay
una fragmentación para llegar a la totalidad. Veo eso. Es decir la articulación
de fragmentos para realizar obras de complejas interrelaciones; parece que eso.
Ahora también no todo es como taaaaan científico así como
la composición que postulaba Poe o Baudelaire, siempre obediente a un plan,
a un circuito referencial que progrese y al que se recurra, progresión
y recurrencia, mundos ficcionales (no los posibles, no los de Eco, sino los de
Pozuelos Yvancos), campos internos y externos de referencia, bla, bla, bla, sino
que de repente sueltas intensidades, flujos de energía emocional, psíquica,
esquizofrenia, paranoia, y puede que el coeficiente sea un texto bello, intenso,
que conmueva, intensión e intención, fricción. Luego de eso
revisar, confrontar con (insisto) diccionarios, con música, con amigos;
intentar ver qué suena mejor, cómo dices mejor lo que quieres decir,
ajustes de tuercas a la diagramación, los espacios blancos.
-
¿Qué poetas, escritores, artistas o experiencias han marcado tu
cocina literaria y también la propia vida?
- Hugo Chávez,
Antonio Cornejo Polar, De Rokha, Rosamel del Valle, Díaz Casanueva, Carmen
Aldunate, Tzara, Dvorák, The Smiths, Roots Manuva, Jean Franco, Fidel Castro,
Jameson, Eagleton, Juan Liscano, Raúl Zurita, Dj Vadim, el Neruda de las
Residencias y del Canto General, Sarduy, hasta Spielberg y Bush
(hijo, de puta), putas, mi padre, mi hijo… No sé. Te quiero decir con esa
lista descabellada que todo marca al hombre. No creo que haya circunstancias inocentes,
para nada. Me gusta pensar que todo es un gran, gran, juego; ojo que ese es un
topos barroco, de la representación, cierto… Que justo cuando uno
está leyendo un texto aparece alguien que realiza una relación de
ese texto con otra cosa, o escuchas una canción que tiene que ver con eso.
Llegas a un lugar y las coincidencias abundan, la fortuna te sonríe. O
te topas medio a medio con un graffiti en la calle y te da la idea precisa para
acabar un texto. Huidobro. O el amor hace que todo concuerde. O tienes problemas,
muuuchos problemas, y alguien te salva o te hunde… cacho que todo. Sería
fome darte una lista y los porqués. Se me olvidó, hablando de personas,
al Héctor Hernández, a Juan Gabriel Araya, el amigo Ricardo Espinaza,
Jorge Luis Muñoz, Santiago Bonhomme, Jorge Sánchez, a Patricio Espinoza
Henríquez, Federico Pastene, Fidel Torres (aún cuando se haya tornado
uno de los tipos que no quiero ver nunca, nunca más)… un largo etcétera.
Mauricio Ostria a quien he visto una vez pero súper. Mis alumnos, he tenido
unos geniales. El poeta Gonzalo David, también. Etcétera… se me
quedan hartos en el teclado, no uso tintero, como dijo Lira en carta al Mercurio
fechada 9 a 11 de julio de 1981. John Ashbery, Robert Duncan.
-
¿Cómo ves la poesía actual chilena? ¿Y en ella a tu
generación con respecto a las anteriores y la nueva?
- Bien,
o sea mal. Ojala se agudicen ciertos problemas sociales para que esto reviente
y allí se vea la poesía que viene como micropolítica y violencia
anti-servidumbre tecnocrática. Allí el poema de Hernández
en su súper Coma, "A ustedes les hablo", dirigido a los
pokemones. Veo un show extraño, una farandulilla triste. La pregunta clásica,
¿cuántos aguantarán, putas, 15 años más de
circo? (me excluyo de inmediato). La poesía actual chilena es la
que se lee, escucha, declama y escribe. Mal hecha la pregunta creo. Creo que Temblor
de Cielo de Huidobro es más actual, más nuevo, más vivo
y más vanguardia que cualquiera. Más vanguardia que hablar de las
últimas tendencias y hacer reescrituras. El problema al que se refiera
tu pregunta, según interpreto (según quiero interpretar, intencionalmente,
claro), es esa tensión entre tendencias y vanguardias y nuestra relación
con lo "chileno (léase shileno) en poesía", ese
ombiliguismo. Generación: drama absoluto. Esquemas generacionales, Goiç,
Shaw, y todo el Instituto Caro y Cuervo en Bogotá. A ver: Se ha discutido
caleta, caleta, si es plausible el hablar de generaciones en este momento para
realizar crítica histórica de la literatura. Morales, Espinoza Guerra,
Carrasco (Iván), tienen estudios interesantes sobre eso. Hoy, se ha privilegiado
el corte sincrónico antes que el diacrónico, superación de
tipos de estudios empíricos y ligados a posiciones revisionistas. Cosa
que está muy bien… pero, qué haríamos sin los libros de referencia
como los de Promis o Goiç, Yurkievich, Rodríguez Monegal, putas,
Fernández Retamar. Ahora bien, la idea es que son necesarios, pero nosotros,
las últimas promociones (prefiero hablar de promociones, da más
libertad) hemos privilegiado un estudio, un aprendizaje de la literatura que parte
desde lo sincrónico, lo hipertextual, la búsqueda, el link, no lo
arbóreo, el rizoma. La poesía es un proceso constante, no un fin.
Los poetas del futuro, así como todos los anteriores a ellos, tienen la
misión de incendiar Babilonia, su propia Babilonia. Así de simple.
-
¿Cómo ves el panorama actual poético desde la provincia,
Chillán, específicamente?
- Ese sí que está
mal, pues. Dale con lo actual. Mira, en verdad he cortado muchos puentes
y mantengo muy pocos amigos. Lo haré extensivo, para que veas. Es un lote
de cómo 11 o 13, no sé, la cosa es que ni siquiera nos vemos seguido.
Pero cuando nos vemos siempre se plantean visiones interesantes. Somos tan distintos
todos. Me gustan esos amigos: te los nombro viejo: Eduardo Lund, Santiago Bonhomme,
Milton Leiva, Araya, Ricardo Espinaza, Gonzalo David, Hlousek, Gerardo Quezada,
tú mismo, el Hernández, Patricio Morales, otros más. No sé.
-
¿De tu obra si tuvieses que elegir un poema o fragmento...cuál?
-
Mi obra… suena súper pretencioso. Qué obra. Un fragmento: "se
terminó de imprimir en diciembre de 2005". En ese caso te ofrezco
un texto inédito:
I
Esperaré
la llamada de la entraña cuando
El ojo postrero se me llene de visiones.
Cuando
Se me llene el aliento de arena. Cuando
La boca se me hiele de tan
cerca
Cuando la cera mental de lo olvidado se cierre
Y exploten las escamas
que me devoran tanta sangre
La muerte es un
sonido de pies azules
Una furia invisible de leyes horizontales
Una mordaza
total atardeciendo el infortunio
Una estrella filosa que acaricia y degüella
vástagos
II
Niego
el viaje como una lejanía que fosforece en el centro de una lumbre
Aquí
van unas manos aullando
El bosque es un vórtice que atesora fetiches:
Aguarda
el óxido y una campana que sangra hambre por la boca
Aguarda piedras
de carne, niños de papel, sentencias circulares
Aguarda huesos que rascan
otros huesos
Aguarda antiguas monedas
Aguarda un estanque minúsculo
que pierde su quietud con un soplo.
-
¿Cuál es de tus libros, hasta el momento, el favorito? ¿Y
por qué?
- He publicado dos, o sea, qué favorito.
Sería ridículo decirte algo más.
-
¿Qué libros nunca has podido terminar de leer?
- Muchos,
te lo aseguro. Lata en todo caso. Ulyses, La Vida Nueva, La Biblia,
El tambor de hojalata, La montaña mágica, El ingenioso Hidalgo
Don Quijote de la Mancha, El poema de Mío Cid, , y un largo etc.
-
¿Si no fueras poeta...qué serías?
- Profesor,
obvio. No pagué 7 años de U para tirarlos al desagüe. Además
me gusta el magisterio.
- ¿Qué poeta
chileno no volverás a leer jamás?
- A Claudio Bertoni…
nunca más. Pero dijiste poeta, así que no vale. No puede jugar con
todo, viejo (verde); Stella Díaz Varín nos dijo una vez (a Quezada,
Hlousek, Hernández, otros más) que uno entregaba un pedazo de corazón
(un pedazo de corazón, o sea) al declamar un poema o al escribirlo, al
publicar un libro. Me quedé con eso. Así que a los payasitos, no
los leo mucho, a menos que sean negros. Muy, muy oscuros.
-
¿Cuál es para ti el gran libro olvidado de la poesía chilena?
-
Mira, no sé si olvidado, pero creo que debiese dársele más
pelota: De la Tierra sin fuegos de Juan Pablo Riveros (1986, reedición
en el 2001). Trata de la homologación del la catástrofe, la matanza,
el exterminio de los selknam, yámanas y qawashqar, y la represión
en tiempos de dictadura. Es un buen libro de la neovanguardia aunque se ha privilegiado
el estudio de sus adjuntos culturales, sociohistóricos, suprahistóricos,
paratácticos, de discurso étnico, incluso desde la ecocrítica,
y no su categorización como texto inscrito en una modalidad escritural
desarrollada en Chile desde 1970. Lo celebro por su excentricidad; y es excéntrico
porque fue escrito desde fuera de la órbita literaria metropolitana… Pero,
sabes, no hay libros olvidados. Pienso que decir que un libro está olvidado
es hablar en términos institucionales, de la institucionalidad literaria
chilena ¡y esa es una güeá muy rancia! Todo poeta y libro tiene
sus lectores. Hay ciertas posiciones curiosas, como la que se da con la poesía
de Pablo de Rokha: se dice, dicen, que no ha sido valorado íntegramente,
bla, bla, bla; homenajes, ya casi… soviéticos. Mucha onda. Es patético.
De Rokha fue un genio en la escritura, incluso con sus altos y bajos, humano como
todos, y no se merece esas expresiones de lástima. Hasta murió a
lo hombre, nada de mariconadas. En la medida que leemos y comunicamos lecturas
como micropolítica, ya sea en la crítica, en la casa, en la micro,
en el parque fumándote uno, en un bar, en clases, con tu pareja, con tus
amigos, en discusiones, con tus hijos, cacho que ese poeta y/o libro ya no está
olvidado.
- ¿Cuál fue el último
libro de poesía chilena que leíste?
- Morales Lizana,
Patricio. 2007. Hojas caídas de otoño. Buenos Aires: Patagonia.
Poeta chileno, amigo, compañero.
- ¿Qué
libro estás leyendo ahora?
- Ahora estoy en Coma,
en El baile de lo niños, en Obra poética de Huidobro
(la de Goiç, justamente). Los ríos profundos de Arguedas…
ufff. Y otros creo. Siempre revisando cosas. La cabeza no sólo es para
echarse gel, tinturas de color raro, o crema de peinar. Es para ocuparla.
-
¿Qué piensas de los Premios literarios?
- Nunca he
recibido uno. Así que ni pienso. Ni he participado en concurso alguno.
Poesía de premios: poco brillo. Ahora que otro tipo se los gane, dentro
del círculo de amigos, conocidos, súper bien, genial, cuando es
por reconocimiento de méritos y no por movidas de coca. Y ojala inviten
una cerveza con el monto, un chacarero y un schop por último, mínimo,
no como Lund. Ahora, nada, absolutamente nada, constituye mérito, así
que filo.
- ¿Quién te gustaría
que recibiera el Premio Nacional de Literatura?
- Mi hijo, Camilo
Donoso Höfflinger. Y todos los que se lo merecen y no se lo dieron cuando
vivían.
- ¿Qué te parece este
Chile ad portas del Bicentenario? ¿Su política cultural para con
la Poesía?
- Es un circo. "Jesús frito"…
cambian los payasos pero el circo sigue. Las personas con buenas intenciones son
siempre eliminadas, en el discurso, en la historia, en todo. O los mataron o los
dejaron de lado por lúcidos. No me he metido mucho, pero creo que no falta
el vivo que intenta sacar una tajadita de la torta. Me da pena el Estado, no por
la gente que trabaja en él, sino como constructo simbólico. Hemos
perdido tanto en tan poco tiempo. Cuánto debió pasar para llegar
a constituir formas de agenciamiento que intentaran homogeneizar espacios de igualdad
social, cultural, educacional: millones de años, millones. Para qué,
para que el CMI se lo coma con zapatos. Qué pena. Si me llegara a ganar
la beca del Fondo del Libro, obvio que la ocupo. Pero me da más pena el
Estado.
- ¿Qué palabras le dirías
a alguien que está comenzando en esto de la poesía, alguien que
ha decidido ser poeta?
- Que se cuide la espalda. Y el corazón.
Siempre.
- ¿Cuáles son los 10 libros
que recomiendas leer?
- No hay que recomendar nunca nada. Esto no
es una vitrina, además mi horizonte es súper reducido. Pero, digamos
que he disfrutado hartos libros: Autorretrato en un espejo convexo, de
John Ashbery; La miseria del hombre, de Gonzalo Rojas; El cantar de
los cantares, adjudicado al Rey Salomón; Temblor de cielo, de
Huidobro; Purgatorio, de Zurita; Cantares, de Pound sí pues;
eso por ahora y recomiendo que los vejestorios lean a toda la supuesta "novísima",
pero con altura de miras, para que vean la evolución. Pero que los lean
a todos sí, así como nosotros tratamos de leer todo para atrás,
toda "la tradición" (putas que les gusta esa palabra). Me pareció
bien tu parada de carros a Campos, Ernesto, fue atropellada, media delirante,
pero muy seca.
- ¿Qué te escandaliza?
-
El CMI, el capitalismo mundial integrado, obvio, y sus artistas (y sus aristas).
-
Y por último ¿A qué le tienes miedo?
- Al futuro
de mi descendencia. Los malditos, la mafia neoliberal, tienen el planeta muy mal.
No quiero que mis parientes del futuro se mueran por lo que han hecho los grandes
intelectuales post Milton Friedman… ese es un problema que los poetas debemos
atacar. No queremos seguir viviendo con miedo. Menos a nuestro 'oikos', a nuestro
lugar.