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Habla en exclusiva sobre "Apuntes Autistas", su nuevo libro

Fuguet sin alarmas

Por Patricio Jara
Revista de Libros de El Mercurio, Domingo 21 de Enero de 2007.

No es una novela ni un conjunto de relatos; tampoco son ensayos. O quizás todo lo anterior, pero remezclado con la lucidez de la pausa y el sosiego luego de una fuerte exposición pública. Alberto Fuguet prefiere definirlo como libro a secas, con todo lo que el papel aguanta, incluyendo la historia de Carlos, su tío perdido.

Fuguet lo sabe. Ya no quedan estacionamientos gratis. Ni en las calles ni dentro de la fotografía que ilustra la portada de Apuntes autistas, su nuevo libro. Una imagen tomada por él mismo y que funciona como obertura de ésta, tal vez su obra más personal, escrita en un periodo de mucho movimiento, de mucho viaje y exposición por sus proyectos cinematográficos. Es una foto de vehículos cerrados, quietos. La tomó en el aeropuerto LAX de Los Ángeles, California. Autos estacionados en el sitio donde los aviones levantan el vuelo y se pierden. Fuguet advirtió el detalle tal como ha advertido otros; por ejemplo, decidir que algunas cosas en su carrera como escritor estaban de más. Por eso los estacionamientos no son gratis. Aunque él ya encontró el suyo.

- En vez de andar rajado por la Kennedy - dice; luego se queda un momento en silencio, probablemente recordando- . Me gustó la idea de ese auto solo, arriba, en penumbra. Lo personalicé. Porque también lo veía libre, respirando. Los otros estaban guardados.

Apuntes autistas (Epicentro), será presentado el próximo sábado 27 en la feria del libro de Viña del Mar y, aunque para muchos el contexto lo amerite, no habrá show. Ya no más. Simplemente sabe que puede no hacerlo y pasar, que no es tan necesario. Razones tiene. Aquí van dos:

La primera fue en 1996, para la presentación de Tinta roja, aquella novela que, pensaba, lo llevaría a sacudirse de motes y etiquetas tan incómodas como injustas por sus libros anteriores. Pero bastó una frase de cuatro palabras aparecida en el diario La Época para que todo patinara. "Mala onda con pebre", decía.

- Pensaba que iban a decir "ahora Fuguet es de los nuestros", porque era un libro distinto, pero no resultó. Entonces me liberé y dije: "escriba lo que escriba, ya estoy frito; mejor hago lo que quiero".

La segunda es de mayo de 2002; la portada de la revista Newsweek y él en el centro, solo, anunciado como Latin literature's new look. Esperaba un artículo mediano, en el que apareciera más gente, pero fue al revés. Lo apuntaban como el líder de la pandilla. Alberto recuerda que salió de su oficina y bajó al último nivel del estacionamiento subterráneo a buscar su auto.

- Quería salir, arrancar. Empecé a subir rápido y en una curva giré mucho. Hice tira el espejo y rayé entero todo un lado.

AL COSTADO DEL MUNDO

Hoy es su primera entrevista a propósito de éste, su noveno libro. Y lo aclara de entrada: es un libro; no son cuentos ni crónicas. O tal vez sí, pero revueltos. Apuntes autistas está dividido en cuatro segmentos que reflejan su vocación: viajar, mirar, leer y narrar. Es todo lo que soporta un libro, todo lo que aguanta el papel. Cerca de 50 textos y casi 400 páginas.

- Cada vez me interesa más hacer libros en los que no tengo tan claro de qué se tratan. Ya sé dónde llegué; conozco las aguas en que me muevo. En muchas cosas ya perdí. Nunca voy a tener la plata de Isabel Allende, la fama de García Márquez ni el respeto de no sé quién. Me di cuenta de que no necesito cuatro casas ni tres autos. Puedo ganarme la vida en otras cosas. Tengo cierta cantidad de lectores, hay países donde mis libros han funcionado; así puedo llegar a acuerdos de mutuo respeto y publicar cosas que no son comerciales y tomar riesgos.

Apuntes autistas es ese riesgo. Uno más. Pero Fuguet juega hacia delante y recuerda una frase de su amigo Rodrigo Fresán: "los ricos lloran pero no leen y eso nunca lo vamos a lograr. Los lanzamientos están creados para seducirlos, y el objetivo final es aparecer en la vida social".

Ya le pasó con Cortos, su libro de relatos de portada blanca.

- Debutó en el ranking en el puesto nueve y eso fue todo. Pero es un libro que quiero harto, tuvo buena crítica.

Y le pasó antes con Dos hermanos, la bitácora de la cinta del mismo nombre que escribió y produjo.

- ¡Tuvo más público que la película!

- Muchos han pedido que te definas entre escritor o cineasta. En este libro das varias luces.
- Sí, y quizás la explicación está en la globalidad de estos apuntes. Y no fue premeditado. Surgió como un hallazgo; me di cuenta de que soy un narrador, por eso me encantaría que todos mis libros fueran libros a secas. Éste lo siento muy cercano a Primera parte, el compilado periodístico, pero fue un acto de memoria, como recordando esos raros peinados nuevos. Era salvar los textos de la hoguera. Ahora escribí sin saber qué saldría. No hubo selección, hubo una opción.

- Ya pasaron los diez años de "Mala onda", también de "Tinta roja".
- Y Sobredosis tiene 16.

- La edad de varios personajes que hay dentro.
- Es bonito eso. Aunque ellos van creciendo y apareciendo en otros libros.

- "McOndo" también ya cumplió una década. Muchos piensan que harto de ese prólogo terminó dándoles la razón.
- No quiero entrar en ese tema. Te respondo "puede ser".

- ¿No se va a reeditar? Te lo han pedido.
- Jamás... sobre mi cadáver. No voy a pisar el palito. Y ahora Ignacio Echevarría saca un libro en que aparece una crítica dura. Me da lata. Yo no puedo hacer nada, salvo no meterme de nuevo en eso ni menos dar mi versión de las cosas. Se han quedado pegados en una polémica que no viene al caso. Aunque en algún grado sí tienes razón... ganamos, pero es de muy mal gusto andar demostrando la victoria. Y si perdimos, no nos vamos a automutilar en público. No somos huevones.

Dentro de Apuntes autistas hay un Fuguet más reposado, pero no menos vehemente. Las terminales nerviosas del libro las agrupa un breve texto titulado "Más". En éste echa fuera sus impresiones sobre el rol de escritor, sobre su rol de escritor: "Y una vez que se tradujo tu librito, ¿cómo analizas el triunfo? ¿Contabilizando las ventas o las críticas? Qué sucede si un autor sale en alemán pero es destrozado en Der Spiegel. ¿Importa?".

Y luego complementa en directo:

- Los libros no son sushi, no duran cuatro días. Cada vez que nace alguien, cada vez que alguien aprende a leer, los libros tienen una nueva oportunidad. En una época acepté que los míos llevaran franjas rojas tipo séptima edición, ¿pero qué significa séptima edición? Se confunde harto entre compradores y lectores. Es posible conquistar compradores. Pero sólo una vez.

- Has sido uno de los pocos que ha hablado frontalmente de la mafia amarilla de Anagrama, esa suerte de club de autores exclusivos y libros caros.
- Porque es un escándalo y refleja lo aspiracionales que somos. Si los libros nuestros costaran 24 lucas te apuesto que seríamos más respetados. La otra vez alguien me preguntó si con todo lo que he hueveado a Jorge Herralde, yo publicaría en Anagrama. Para qué. Antes tal vez habría cambiado mi pelo y estaría arrasando en las librerías cool. ¿Y qué pasa si te lee alguien que trabaja en un supermercado o en una farmacia? ¿Eso está mal? Además, digamos la verdad: la diferencia de calidad entre los libros grises y amarillos es abismal.

PERDIDO

Hace años que Fuguet tiene una tarjeta pegada en su tablero. Dice "El libro de Carlos". Carlos es Carlos Fuguet, su tío desaparecido en 1984. Vivía en Baltimore, Maryland y, de pronto, nada. No más. Ni en su trabajo ni en su casa. La historia, o al menos su inicio, está concentrada en "Perdido (Missing)", el último texto del volumen. Comienza así: "Esto es un caso real y los nombres no han sido modificados para proteger a los inocentes porque no hay inocentes. Supongo que todos somos culpables, de una u otra manera".

- ¿No sentiste pudor al contar esta historia familiar?
- El pudor no es escribir sobre cosas personales, sino que otros las lean. Siempre hay gente perdida en mis libros, personajes que vuelven y crecen.

- Pero aquí hay nombres y apellidos.
- Para mí esto no es nuevo; para mi familia, tampoco. Pero debes optar; no puedes andar pidiendo permiso. Además, hace tiempo saben que entre ellos hay un escritor. Y si una familia produce un escritor, algo malo hay ahí.

- Caramba.
- Es verdad, me da risa cuando veo a mamás de escritores jóvenes orgullosas y yo, de puro pesado, me acerco y les digo: "felicitaciones, pero algo hicieron ustedes, algo ocurrió para que les saliera un escritor".

- En "Perdido" dices cosas fuertes sobre tu familia.
- Chuta, vas a hacer que me arrepienta... es muy importante no darse mucha cuenta de lo que uno está escribiendo, si no, no puedes hacerlo. Yo nunca voy a poder dañar más a mi familia de lo que ya la dañé. Pero ahora todo es más positivo, es más sumar que restar. Es mucho peor que tu gente trate de leer entre líneas e intente ver quiénes son. Así funciona, incluso con un libro de cavernícolas. ¿Por qué la mamá cavernícola hace eso? ¿Por qué el hermano cavernícola hace lo otro? La memoria trabaja con puntos de vista más que con mentiras. Es como yo veo las cosas y es mucho más limpio.

- La historia de tu tío se ha extendido a otras historias.
- Y a otros temas, también. Me atrae mucho cómo Estados Unidos se ha construido con la idea de que la inmigración es buena. Eso que si uno emigra va a mejorar y el mundo también, no es tan así. Es probable que termines peor que cuando partiste. Tal vez no económicamente... pero mi tío es víctima de gente que quiso tener un mundo mejor. ¡Y cuántos han muerto porque alguien quiso cambiar el mundo o querer una vida mejor! Hay que tener cuidado con eso.

- "Perdido" es un concepto más allá de este relato.
- Creo que la mayoría de la gente que se pierde, en realidad, huye. En Chile, la palabra perdido lleva una carga negativa. No sólo es desaparecer, sino ser un perdedor. Y ser una perdida es aún más bajo.

Bajo. Como los estacionamientos subterráneos de los que a veces cuesta salir. Fuguet bien lo sabe.

 

Dibujo: Jimmy Scott

 

 

 

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