..... Como muestra, un
cactus. ..... Esto no sólo es preciso
leerlo, copiarlo y comentarlo, además, porque no se comprende sino
lo que se ama, hay que experimentar por él, amor, sentir con su
lectura un deleite. ..... ¿Con estos
quiscos, con estas espinas? Con estas espinas y estos
quiscos. ..... Lo admirable es que se
le consigue. ..... Parece que cambiar
de gustos fuera más arduo que cambiar de ideas: porque una idea
extermina a otra; pero ¿qué hacer con los placeres? Pues,
habituarse. Poco a poco se pierden de tanto mecerse en brazos de la
divina Eulalia, el mecido vagamente suspira por nuevos
estremecimientos, sueña otra cosa. ..... Y es así como las escuelas literarias
evolucionan y se dice que la literatura progresa. Cada cual trae
algo nuevo, un detalle, un matiz, una expresión de fisonomía
distinta, contribuye al reflorecimiento. ..... En La Greda Vasija de Alberto
Rubio encontramos, junto a la inhabilidad natural, no exenta de
gracia, propia de la extrema juventud, una especie de curioso aplomo
y certidumbre, el paso bien apoyado, la mirada directa. Pasa,
naturalmente, por donde otros pasaron, y trae ecos de éste y aquél;
pero su cactus no se confunde fácilmente en el cerro ni en la
ventana, que son los sitios naturales del cactus. Acercándosele sin
temor, se le siente una musiquita agria, ingenua, fresca, con
audacias que ella misma ignora, provista de seducciones
rústicas. ..... Al primer impulso de
rechazo causado por la extrañeza, por ese ostensible propósito de
llamar la atención de La Greda Vasija puesta en vez de
"Vasija de Greda", suceden la curiosidad, luego el interés, por
último, arma de doble filo, interviene la maravillosa costumbre que,
así como nos priva de nuestros placeres, nos priva también de
nuestros dolores y acaba devolviéndonos, cambiado el
disfrutar. ..... Dejan de sorprender
las asperezas, no chocan tanto los desentonos y se concluye
saboreando el desabrimiento. ..... El
cactus, sea dicho en descargo del autor, lo contiene en mayor que
sus demás poesías. En otras hay, incluso, ingenio, casi greguería,
como aquel trolo que viene "con las nalgas sentadas" en una página
típica de mal humor. O juegos de palabras barajadas, como en
"Sandial": "Por un hondo camino me aproximo a la historia -que en la
honda sandía me sangra frescamente". Alberto Rubio tiende con
facilidad a convertirse en el paisaje, en su circunstancia,
panteísticamente: "Después de beber vino, durmiendo junto al río -me
quedé; y el sueño me corría vena a vena- y el vino, vena a vena me
soñaba". ..... Así, dejémosle, un
tanto ebrio de juventud y novedad, rememorando, creciendo
confusamente hacia el misterio.
El Mercurio 28 de diciembre de
1952. |