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ALBERTO
RUBIO
por Enrique Lihn y
Pedro Lastra
..... En 1952 Alberto Rubio (1928) publicó lo que sería hasta hoy su
único al mismo tiempo que un libro único: La greda vasija. Por esa
época, la estampa del poeta Rubio y el poeta mismo condensaban rasgos
que lo filiaban con esa imagen que aportó la fotografía, desde el
siglo XIX, a la iconografía literaria. Como en las fotos de los
jovenes César Vallejo y Franz Kafka, donde una cierta identidad del
poeta se plasma como una especie de oxímoron gráfico (presencia
corporal desublimizada, lejanía que acerca al fantasma) la presencia
de Rubio con sus intermitencias del ánimo -de la extroversión y la
euforia a la contención y al mutismo- suscitaba el recuerdo de esas
imágenes y de otras que los escritores jóvenes recortan de los libros
y revistas y clavan en las paredes para formar su propio álbum mural
de familia. Es curioso que la gente de su misma edad lo asociara
tempranamente con ese panteón. ..... Otro rasgo de
su peronalidad que hace juego con esas impresiones parece ser
confianza o seguridad en las virtualidades de un trabajo cuya prueba
final ha diferido, sin embargo, como libro desde 1952 hasta ahora,
como si su poesía, que se ha desarrollado en el espacio de las
correcciones que es la escritura privada, pudiera, pudiera ser
afectada por la letra impresa. Aunque infrecuente, esta característica
existe: recuérdese el caso de Juan Rulfo. Este contaba La cordillera,
quizá no la escribía; Rubio escribe poemas que sólo son conocidos por
sus amigos cercanos. ..... De esas aprensiones de la
madurez lo liberó la juventud: La greda vasija fue la selección
rigurosa del abundante material poético que Rubio manipulaba por esos
años, y aparece como un primer libro sin las vacilaciones y torpezas
que suelen obligar a otros poetas a sepultar los suyos bajo unas obras
completas. Si al escritor joven lo incentivaran sus primeros fracasos,
podríamos decir que Rubio no habría tenido incentivos para seguir
publicando, porque Greda vasija ocupó inmediatamente el lugar que le
siguen reconociendo las antologías y las historias literarias
chilenas. Los poemas que hemos tenido la ocasión de escuchar no
corrigen el libro anterior; quizá sea la misma modalidad de su
escritura ajustándose al paso del tiempo. .....
Empezaremos la lectura de Rubio por la Greda vasija, desde el
microtexto que es su título. No se trata de la sustitución de un
referente por una construcción insólita, del tipo "la parracial rosa
devora y sube a la cima del santo" (Neruda, Residencias); se trata de
un trastrueque de las categorías gramaticales, que teniendo en cuenta
el denotatum (la vasija de greda) lo solivianta al nivel del
significante, trasladándolo a otro nivel del significación: la greda
vasija no es la vasija de greda. Movimientos o agitaciones en la
superficie del lenguaje que cambian la visión de su fondo o
sustancia. ..... El efecto de
espontaneidad, "naturalidad", frescura que produce esta poesía y que
tantas veces se consideran nociones no analizables, se deben
relativamente en este caso a procedimientos que podríamos describir
bajo la especie de las "impertinencias sintácticas", ya latentes en el
citado título, y a otras desviaciones. "Llantea" resaca en el poema
"La abuela", por ejemplo -construcción derivativa de reminiscencia
vallejana, como "Enreida"- es un caso de adjetivación que proviene de
un sustantivo al que le añade una desinencia por analogía con voces
como láctea: por su parte, la microsecuencia "margaritas novias"
repite el procedimiento empleado en el título dejando para otra
oportunidad el registro de sus procedimientos, nos detendremos en un
par de poemas de La greda vasija. ..... "Señoriales
señoras" es un cuadro, no sólo porque describe una situación de manera
más o menos estática, sino porque su limitado repertorio de elementos
se reitera en distintos lugares de un mismo tapiz, a la manera de las
llamadas "rimas plásticas": sobre diversos objetos en un mismo cuadro
se extiende la red de correspondencias formales. Cualquiera puede
observar en un cuadro cómo se cumple en él lo que Jacobson definió
para la poesía como "función poética": la detención del lenguaje sobre
sí mismo, sobre su propia forma, lo que se percibe por cierto en las
relaciones. En el poema de Rubio, a propiedad de "altura" se aplica al
departamento, a las señoras, a los respaldos, al crecimiento de las
murallas (a través de un neologismo adverbial), a las felpas, además
de otras menciones colindantes con ese campo semántico: el
departamento brilla "allá en los cielos"; el atributo de delgadez se
duplica también en el poema espejeando a la altura en las
combinaciones "señoras [...] delgadas y peinadas", sillas delgadas y
de altos respaldos. Todas estas notaciones de altura están
subentendidas por la noción de altura en un sentido social: high life,
lo que produce el efecto caricaturesco de este cuadro
socarrón. ..... Otros elementos que
intensifican ese efecto: la indistinción de silencio y palabra a
partir de una oposición que en seguida se volatiliza: la palabra es
igual a nada, parloteo y gestualidad. ..... El tema
literario "menosprecio de corte y alabanza de aldea", que atraviesa la
poesía desde la antigüedad, siempre ha aparecido en contextos
culturales donde existe una gravitación real hacia el campo, y
asociado frecuentemente con un temple de ánimo antiintelectualista (es
memorable el caso de Francis Jammes en la poesía francesa, en su
contraposición al simbolismo tardío). En la poesía chilena, el
ruralismo ha sido una constante, y una de sus variaciones es la poesía
popular o bien la adscripción -a veces fallida- de los emigrantes a
esas preferencias. ..... La preferencia por el
campo -que el criollismo en prosa retorizó- fue uno de los componentes
del modernismo que persiste en una parte apreciable de la poesía de
Carlos Pezoa Véliz y de Gabriela Mistral, de Neruda en su juventud y
en De Rokha (quien le agregó de inmediato ingredientes de la
vanguardia). Menos frecuentes son los casos de identificación con el
campo en el lenguaje de la poesía popular, que desde luego es ajena a
la ideología del menosprecio y la alabanza citados, y que aparece al
margen de las tendencias literarias codificadas. En este "campo" has
descollado sólo Pezoa Véliz y Nicanor Parra. El último regreso en
grupo al tópico que citamos en la formulación de fray Antonio Guevara
es la poesía lárica; pero esta poesía ya no es preferencia por el
campo ni identificación con el lenguaje popular: se refiere a los
pueblos impregnados de campo y que van a dejar de nostalgia de un
hablante que mira hacia la infancia y articula esa mirada en el
lenguaje de un ruralismo de todas partes (cf. Francis Jammes, Esenin,
René-Guy Cadou, ciertos momentos de G.Trakl). .....
La greda vasija se inserta de manera particular en este contexto. A
primera vista se la ubicaría en alguno de esos comportamientos, o en
más de uno, acercamiento inducido por su frontal adhesión al tópico
del que hablamos, pero que A. Rubio procesa según un sistema de
preferencias textuales en cuyo centro está la lección bien asumida del
modo cómo Vallejo trascendió al modernismo desde temprano. Lo
falsificaríamos si dijéramos que es un poeta vallejiano: pensamos que
ante todo la peculiaridad de esa relación tiene que ver con las
circunstancias de esa lectura que le permitieron verlo en perspectiva,
desde España, como una figura entre otras que reanimaron la lengua
poética española. El menosprecio de corte estaría graciosamente
plasmado en el poema "Señorial Señoras". Veamos ahora algunas figuras
de aldea que se le oponen, y dentro de ellas las que remiten a la
ecuación mítica Madre-Tierra o Tierra-Madre (dejando pendiente por
ahora la consideración de los poemas eróticos). .....
Según la misma forma de componer deslizando las reiteraciones que ya
vimos en el poema anterior -pero que aquí cala más hondo movido por
los orígenes como tema furtivo o de placer-, "Sandial" es un canto de
alabanza de la vida rural al que se yuxtapone naturalmente el tema
mitológico de la Tierra-Madre. De esa yuxtaposición parece provenir el
tono desdramatizado del poema: el hablante actualiza su viaje a los
orígenes a la manera de un Edipo feliz, viaje que se cumple en la
memoria metaforizada a su vez como la sandía memorable. El texto forma
un sistema en el cual los términos historia-sandía-memoria-madre son
metáforas unos de otros, y las acciones denotadas por los verbos se
desplazan por esa red de elementos. Así, calar la sandía es hacer
sangrar la memoria y restituirse al origen. En virtud de tales
desplazamientos el sangrar de la memoria, que es una imagen del
reencuentro con la madre en la historia, se espejea como un ademán
transgresor: edípicamente. Pero el texto trabaja invirtiendo la
notación agresiva de calar, transformándola en repliegue hacia una
fuente de plenitud y agrado, eludiendo toda disgresión
edificante. ..... Releemos ahora "La abuela", el más difundido de
los poemas de La greda vasija, ligado al texto anterior en el campo
común que podríamos llamar "el reino de las madres". Siguiendo el hilo
de una metáfora transparente -la muerte como viaje marítimo, que
condensa un sinnúmero de tradiciones míticas, legendarias y
literarias-, Rubio hace de la muerte esa labor doméstica que cierra y
esencializa la figura y el gesto de una mater familias. El paso de la
vida a la muerte, en lugar de ser visto como una solución de
continuidad, es observado como la acentuación de una conducta que casi
se censura: es una maña. Así el temor a lo ineluctable (el destino, lo
desconocido, el más allá, lo numinoso) es desplazado por ese reproche
que parece mantener la continuidad de la vida después de la muerte, a
la manera de la creencia popular en los muertos vivos. El poema mismo
resulta ser una especie de "animita", palabra que en el lenguaje
popular chileno designa una pequeña capilla que se instala en el lugar
en que alguien ha muerto y que se constituye en su nueva residencia
viviente. Ese tipo de capilla, pero como barco inmóvil, está muy bien
plasmado en la tercera estrofa: Y la nave, de mástiles de espermas y
de velas / de coronas moradas de flores, era el barco / que lleva a
extraños puertos a las hondas abuelas".
SANDIAL
Por un hondo camino me aproximo a la
historia que en la honda sandía me sangra frescamente. Es
como hacer alegre calado en la memoria recordar a mi madre
sandía hundidamente.
Y me hundo profuso en la roja
sandía, y a mi madre me encuentro, filial en el
regazo, sentada en el profundo y maduro mediodía: ¡todos
en senos sandiales el verano le abrazo!
Bajo el cielo de paja que eleva el
rancho de ella, en aquella sandía la humedad se
madura: ahora siento la tierra húmedamente bella, ese
calor que ha abierto la sandía en frescura
Allá donde camino la memoria me
cala, le pregunto a mi madre cómo se llama ahora, y
entonces desconozco toda la fresca sala, y escucho que el
ramaje rumorea a deshora.
Yo le hago un calado a mi entero
verano, y es caminar por él, y húmedamente
tierra encontrarme a mi madre en el rancho lejano madurada
en frescura que, sandía, ¡se
cierra!
en
Ocio, Diario de Poesía Santiago de Chile. julio de
1994.Año1 Nº1
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