EL CHISTE SE
HACE CON LA VIDA
Cuando a los trece años leí El auriga Tristán
Cardenilla, alguien -sospecho de mi ángel de la guarda- me avisó
que el autor de esos relatos se "fue cuando chico con el circo".
¿Hay algo de cierto en eso?
Esta historia del circo nació cuando
yo trabajaba en el puerto de San Vicente como ayudante de remitente.
Remitente es un oficio muy curioso, ellos compran pescado barato y
lo venden caro, un extraño oficio, una forma bastante dramática de
la explotación a los pescadores. Ahí, alguien que ya murió me contó
esta historia: Un circo en plena decadencia llega al puerto y
quiebra. No hay público, les toca una huelga muy larga de los
mineros y entonces se produce la fusión del circo con la caleta...
Venden la carpa para hacer velas, las graderías para hacer botes,
venden los leones -dos leones malacatosos- parece que la mujer de
goma se enredó con el alcalde del puerto, y los payasos se
incorporaron a las factorías conserveras.
Parte de mi trabajo es
sobre el circo, pero no ocurre dentro del circo. No están los
payasos haciendo su número, ni la mujer de goma el suyo, mi obra
empieza cuando el circo termina. Porque el circo entronca con una
simbología de la vida, no hay acrobacias ni chistes de payasos, el
chiste lo hacen con la vida.
Al regresar usted a Chile,
hace ocho meses, una periodista -Luisa Ulibarri- se aventuró a
describir su narrativa como "una suerte de picaresca del
subdesarrollo", ¿le calza, le resulta apropiada la
definición?
Correcto. Nosotros nos instalamos en un sector
popular como era el subproletariado: los marginados, los aurigas,
los cesantes, los payasos pobres y yo viví buena parte de mi vida
entre ellos.
¿Cuándo usted dice "nosotros", dónde se
incluye, en un grupo, en una generación?
Te digo
nosotros porque hay un grupo: José Miguel Varas (Porái,
Cahuín), Franklin Quevedo (Todos seremos rosados), cada
uno con características un poco distintas. No somos generación, yo
creo que nos unía un común denominador ideológico.
Luego en
Europa nos dimos cuenta que la nuestra era una literatura marginal
dentro de Chile. Más claro: éramos escritores regionales, medio
aldeanos, subdesarrollados, en un marco tan distinto al que se
mueven Jorge Edwards, José Donoso, porque ellos trabajan con
personajes de una gran certeza ubicados en una clase decadente, pero
que, en alguna medida, tienen universalidad. Nosotros empezamos a
trabajar con elementos muy precarios, muy desposeídos, casi sin
cabida dentro de un proceso cultural y nos inscribimos en la
marginalidad con nuestros propios personajes.
Eso es muy
claro en relación a su narrativa. De acuerdo a ello, en su poesía
cabría esperar un trabajo en alguna medida paralelo al de Parra. En
cambio, por temas y por forma, remite más bien a una poesía,
digamos..."clásica", ¿cómo es esa dicotomía?
No es tanto
así... Nosotros siempre pensamos que la prosa era una posibilidad
más concreta, por las características del precario desarrollo de la
cultura chilena. Ahora, por razones que -como diría Cortázar- el
tejo estaba muy pasado en la poesía chilena: hubo aquí un pequeño
Siglo de Oro , la poesía tenía otra normativa, presentaba
un desafío, un ámbito distinto, que motivaba a una posición más
seria. Pero nuestro planteamiento poético - cien mil versos en El
Panorama ante nosotros- cayó en el vacío. Entonces, más que esa
dicotomía, hay un desconocimiento de nuestra obra.
Usted
hizo y editó un periodismo bien peculiar, fundamentalmente en la
serie Nosotros los Chilenos, y luego en el trabajo con Crisis,
en Buenos Aires, ¿cómo lo definiría?
Nosotros postulábamos la
existencia de un Chile sumergido. Y de un periodismo cómodo, de
redacción. Había que salir entonces, usando el testimonio directo,
al encuentro de Chile. El proyecto quedó bastante
incompleto.
Y la veta del periodismo, ¿se quedó ahí
detenida?
No. Acabo de hacer un libro sobre el fútbol, se
llama El fútbol nuestro de cada día. Quiero hacer un libro
sobre Gildemaister. Estoy haciendo reportajes para La
Tercera.
NUESTRA DESESPERADA MANERA DE DECIR LAS
COSAS
Alcalde, usted viene llegando de un largo periódo por el
extranjero. La situación de nuestros escritores en el exilio, ¿cómo
es, cómo lo calificaría?
Muchos escritores han continuado
escribiendo. Parece una ironía, y sin embargo, cuesta decir esto.
Obviamente que aparecen de inmediato cantidad de problemas.
Imagínate a mis Salustios y mis Trúbicos en el
desierto de Sinaí, entrando a una sinagoga en la ciudad vieja de
Jerusalén, caminando por las calles de Suecia o hablando con los
obreros ingleses... nada que ver. Cierto que existen los
Trúbicos ingleses o rumanos, cierto que existe una gran
panorámica popular, pero la están haciendo quienes tienen que
hacerla.
Luego está el problema del lenguaje. No setrata sólo de
aprender un idioma, sino los idiomas que hay dentro del idioma, el
lenguaje literario. Cierto que puedes encontrar sinónimos, pero de
ahí a acertar en sus connotaciones, es decir, al lenguaje
incorporado a los usos y costumbres, al lenguaje como elemento
vivencial, la cosa no tiene solución.
Y el contraste de esas
culturas con nuestra marginalidad, con nuestra intuición, con
nuestra desesperada manera de decir las cosas, es tremendo. Toda la
densidad de una cultura en pleno desarrollo -o ya en decadencia-
frente a nuestra desnutrida posibilidad...
Parece no caber
otra alternativa para los Salustios y los Trúbicos que volver a
Chile...
Obviamente. Si nosotrso estábamos dando la batalla
por tener un hueco en la cultura nacional, cómo solucionas el
problema en términos más universales. El salto regional-universal es
imposible sin la etapa intermedia: ser un escritor
nacional.
Además, esta tontera de ir a ver los museos, o los
paisajes y los pájaros, o los idiomas y las guerras, puede resultar
abrumadora... porque ningún país comienza cuando tú llegas. Natural
que también te encuentras con sorpresas, cuando ves por ejemplo eas
gigantescas obras de teatro... dan ganas de ponerse a llorar frente
al candor que uno tenía en ciertos planteamientos de como la
condición humana puede desarrollarse... pero en realidad, no eres
alemán ni rumano.
Estos países produjeron -como se produce el
arte, que no es un hecho fortuito- toda una serie de elementos para
que surgiera un escritor de esa clase. Bien. Entonces, qué...
¿escribo como Günter Grass? No, pero es probable que los que aprendí
de él, las lecturas, los ensayos, los congresos, las peloteras que
tuvimos a grito pelado, obliguen a mejorar la perspectiva, te diría
eso humildemente.
Porque hay un acopio. Si estás con un campesino
andaluz analfabeto... te caga, nació ahí, las piedras tienen un
sentido, el arado, la forma como hizo su muro, como come, como azota
su caballo. La densidad que tiene la cultura, ya no como
información, sino por el hecho de nacer en un lugar.
LAS CONDICIONES DEL ESCRITOR
POPULAR
¿De qué
manera estos ocho meses en Chile han cambiado los proyectos con que
llegó?
Honestamente, he tenido que cambiar todo. La obra de
teatro que tenía craneada, la he rehecho por completo. Y he
utilizado una fórmula simple como el agua: con la grabadora he hecho
decenas de entrevistas. Te leo unos títulos:
-Los que se van de
la cas, una encuesta a los cabros chilenos.
Los últimos
pequeneros.
Peque ¿qué?
Pequeneros, el pequén es una
empanada que hay...
-Cómo hacen el amor los chilenos.
-La
virginidad al archivo.
-Comiendo mariscos nacen más hijos
varones. Es la tesis de un biologo inglés, hice 22
entrevistas.
-La pintoresca fauna chilensis: los picados de la
araña, los que cortan el queso, los cuenteros del tío.
-Picadas
con nombres y apellidos, al margen de los registros oficiales: el
guata amarilla, el poroto que regresó, el pocas pero buenas, el
pestaña de vitumen, el salame de gato, el lenguado Saavedra, donde
mueren los valientes, el hijo del pescado muerto, los puchos
lacios...
He salido otra vez a encontar al pueblo, sintiendo una
fuerza natural para incorporarme a él: es una de las condiciones
para un escritor popular.
Ese es el planteamiento nuestro,
pretendemos interpretar a ciertos sectores populares por estar
dentro, no como una curiosidad.
Alcalde, usted traía un
libro de poesía inédito. Desmentido recíproco...
Claro
también lo rehíce. Y le agregué otro libro que se llama Con el
agua al cuello.
¿Y quésentido tiene esa revisión de su
poesía al regresar?
Nosotros vivimos una gran desolación
insertos en la cultura europea. La soledad del hombre tocó nuestra
propia soledad. Ese debe ser el libro, más amargo que he escrito.
Creo que habíamos idealizado ciertas situaciones de orden teórico y
fue difícil aceptar la realidad. Ahí parece que tocamos fondo,
inevitablemente. Será otro libro, no más que los otros, pero es un
libro desolador. Y esto se vio agravado porque vivimos en la isla de
Ibiza, en las Baleares, que es el resumidero de la gran decadencia
de Occidente y ahí entre grupos de hippies, entre grandes buscadores
de la verdad, exorcistas, sacerdotes de las religiones más curiosas,
vivimos también nuestra pequeña desolación, vimos al hombre sin
destino.
Y volver a Chile, ¿en qué sentido cambia esa
óptica?
A la antítesis. Esa gente, cuatro millones de
turistas lanzados a la aventura más feroz, a la búsqueda del placer
y de la muerte. Imagínalos frente a cualquier pregunta... ¿qué
placer, qué muerte? Buscan la muerte como un deporte... Y aquí, ¿a
la muerte cómo se llega?. Esta es la antítesis.
¿Qué está
haciendo, Alcalde, ahora?
Estoy trabajando en el segundo tomo
de La consagración de la pobreza, -obra para teatro, de 12
horas-. En ella me pregunto quién es el culpable de tanta
degradación, de esa vejación cotidiana, infinita en posibilidades...
Desde llevar a un hijo a enterrar envuelto en papel de diario, a la
humillación constante... La frustración popular llega a límites
insospechados. Y esto vamos a tratar con un lenguaje
teatral.
Bueno, y aquí están terminados El árbol de la palabra
-antología de los treinta poemas que más me han impresionado-;
Cupido a mansalva, poemas; Ojo por ojo, epigramas; el
segundo tomo (serán 3) de la Historia de Salustio y el
Trúbico ; Poemas para recitar cuando llegan las visitas,
sonetos; El peregrino del golfo y Las aventuras de la
pulga Micaela, cuentos para niños. Y estoy preparando Con mis
propios ojos, novela autobiográfica que va a ser una gran
síntesis de lo que ha sido nuestra existencia, con testimonios,
hechos históricos...
¿Cómo trabaja para juntar todo este
material?
Con mucha alegría. Vivimos con mucha dificultad,
hemos tenido ocho hijos, ya están naciendo los nietos, y sigo
teniendo mucha dificultad para sobrevivir, pero trabajo con mucha
alegría. Y si hubiera tenido tiempo, habría escrito más. Y con esto
te estoy contando un chiste.
Y la cultura chilena, ¿qué
dice?
...
Pero...
Aún así vale la pena
estar de vuelta en Chile.
en LA BICICLETA, julio- agosto de 1980.