La Imagen
Categórica
por Alfonso
Alcalde |
UNO
-¡El candidato que te fuiste a buscar!
-¿Por qué Cristo dice
que no se daba pisto?
-No sé yo, pero por culpa de El estamos
aquí.
-Yo por mi parte, incómodo, incómodo no estoy compadre. Pa qué
le voy a mentir.
-Se le da bien la vida, compadre: el rotito clavado
en la cruz.
-Pior es mascar lauchas.
-También es cierto, pero se
aburre uno ¿no? teniendo las manos amarradas.
-Yo le voy a hablar
frágil, compadre. A mí, fíjese, me gusta estar clavado en la cruz
mirando el mar; otros han ido pal otro lado sin conocer al viejo
siquiera.
-Pero, ¿sabe qué ma? el carpintero la anduvo
embarrando.
-Porque ni siquiera usó cincel con nosotros?
-Así fue
nomás. ¿Y qué me dice del gallo del medio?
-Se jué por ojo diciendo
la pura y santa verdad. Por eso también salió coliado.
-A toda costa
quiso ser candidato cuando con la facilidad que tiene pa el multiplico
lo más bien que se podía haber ido de aliviol.
-Me lo anduvieron
felpeando tampoco y El muy lirondo oiga, como si le gusta, ¿se da
cuenta?
-¿Y se fijó compadre que no dijo ni pío cuando lo empezaron a
tachuelear? Ni que hubiera tenido carne 3x4.
-Es que conoce su oficio
de crucifisto. Si se lo han pasado en eso pues compadre, de mortifico en
mortifico.
-Pero murió enredado en el equívoco. ¡Y tanto que le
hablamos nosotros! No hubo caso.
-¿El equívoco dice usted? ¿Porque
tenía del año que le pidan?
-No compadre, porque era como tonto pa
darle cuerda a los muertos. Esa era su gracia.
-Y también le gustaba
poner el otro cachete.
-Y eso que era Eufemio, no le gustaba echarse
pa atrás. Por eso creo yo que también lo tachueliaron.
-¡Ah! ¡Escuché
cómo ruge la gallá! Está celebrando el triunfo de Bernales.
-Chist,
ése que ni se sacó los calcetines pa los funerales.
-¡Y pensar que
con ese eslogan sacó la primera mayoría!
-Y nosotros haciendo agua y
con la sed viva tampoco.
-Eh, Cristo. (pausa) ¡Cristito!...
-Nada.
Debe estar esperando a los periodistas p' hablar.
-La está durmiendo,
tranquilo el perro.
-Oiga compadre, ¿sabe una cosa? La victoria, el
triunfo que le dicen es puro artificio.
-¿Artificio? y justimancia
p´decir las cosas por su nombri.
-Sí "aquí" se jué de piquero. No
tenía ni pa pagar la propaganda.
-Y pa más recacha, anda a pata
pelada.
-¡Y pensar que por usted compadri se entregó a las
fieras!
-¿Por mí? Si yo no tengo nada que ver con los
cruzados.
-Usted también entró en la colada a lo mejor sin pararlas,
siquiera.
-N´pues. Ya ledije, a mí que me registren.
-A güena
hora; oiga compadre, no grite tanto. Parece que don Jecho está con la
paila parada.
-Chist, si el vecino no es nada crucifijado de lujo.
Estamos en las mismas condiciones. U sea, cúbito
dorsal.
-Pascual.
-Mal que mal, todavía estamos
risollando.
-Por eso, porque todavía nos late la cuchara. Eso es lo
principal. Cuando el cucharón se para. ¿Qué sacamos con irnos de
balance?
-La embarramos, compadre. La embarramos.
-No crea. Si
robarle a los ricos no es venial según mi poca comprensión.
-Por algo
los tiras nos amayaron.
-Está hablando chueco, compadre. Hay que
reconocerle que caímos en la canasta por olorcistos que somos.
-Usted
lo dice por el perfume propio de cada uno.
-Eso mismo. ¿Se acuerda
que le dije: empelótese compadre?
-¿Y qué no me fue viendo cuando
quedé con las compañolas al aire?
-Listo, pero se le olvido
enjabonarse antes.
-Usted dice porque los perros se pusieron a ladrar
como malos de la cabeza cuando entramos al gallinero.
-A ladrar no, a
toser.
-Por el olor a masaje atrasado que llevábamos, dice
usted.
-Sí, ¿No ve que con el olor natural los perros mueren ahí no
más, pues compadre?
-¿Por eso sería entonces que despertó todo el
vecindario?
-¿Sabe qué más compadre? Se plantió el dilema. Dije: si
me enjabono como Dios manda, a lo mejor hasta pulmonía me toca y
reculé.
-Y aquí estamos ahora sin gallinas, sin plata, sin
pega...
-Y más encima nos arrendamos pa hacerle la propaganda a este
despelucado. El ojito...
-Lo que pasa es que Don Jecho (lo tengo
rochado) no le pega nada a la juarifaifa de la demagogia.
-Todo
porque contó la firme, u sea le faltó mandibuleo. Escuche. Parece que
está calentando los motores para irse como cohete a la gloria.
-¿Y
nosotros, y nosotros?
-Tranquilo no le van a venir a cobrarle. La luz
ni el agua tampoco. ¿No ve, no ve?
¿Usted me dice que me quejo de
puro lleno?
-Eso mismo, pues compadre.
DOS
El oído quedó mucho más cerca del parlante, escuchando el
borboteo del locutor anunciando que la policía atrapó al vagabundo
dormido bajo el puente.
-Entonces Don Jecho usted nos hace la señal y
listo.
-Listo Calixto, pues compadre.
Y empezamos a tirar desde el
segundo piso los baldes con pescado.
-¿Pescado frito?
-No pues,
aturdido, pescado fresquecito, recién salido de los mares. Vivito y
coleando.
-Je, Don Jecho. El que sabe sabe. Y entonces la gallada
queda con la...
-Y vamos votando...
-No se le vaya a olvidar
compadre. Cuando él haga la señal, empieza ni que media lluvia de
pescados. ¿Cómo estamos?
Policía examina ropero del vagabundo. Barba
en desbandada, el pelo como si hubiera visto un fantasma cuando
cuidadores del orden bajaron hasta su choza papel cartón.
-Es el
candidato de los canutos, dijo el verde.
-El que se va de multiplico,
dijo el ayudante que venía llegando.
-¿De qué cosa?, interrogó el
inspector.
-De cualquier cosa. Ahhh, se burló el guardián, abriendo
la boca en forma incrédula.
-Vos que tenís un poco de todo, ¿por qué
no le pedís el favor?
El candidato avanzó entre la fila de curiosos.
Dijo a los reporteros que en un tiempo, para ganarse la vida, había
trabajado de hombre-sandwich pero otro más hambriento le pegó el
tarascón a la tabla y lo dejaron cesante, porque no pudo reponer el
daño.
Se había reunido un número grande de electores. El compadre
hizo la señal y pegó el grito: ¡los peces, los peces!, dijo. El ayudante
apareció por la ventana -¿Qué te pasa con los pieces. oh?
-¿Que no
tenís lista la lluvia artificial de los congrios?, lo interrogó el socio
con disimulo y haciendo bocina con voz baja.
-Chís, si está regüena
la fritanga aquí arriba, dijo el irresponsable. Y estamos ladrando de la
pura sed.
-Pero acuérdate del compromiso, tarado, gritó el
ayudante.
-¿De qué compromiso?, preguntó el compadre con toda
inocencia.
-¿Que no te pagan, mata de alcachofa, pa que hagai
lloverle pescado encima de la cabeza de la muchedumbre?
-Juaaaa. Se
me había olvidado, dijo. Entonces desapareció un momento y luego tiró
los congrios que le quedaban, por la ventana. El candidato saludó para
todos lados con las manos en alto como si estuviera en el centro del
ring. Los curiosos silbaron. ¡Tongo, tongo! gritaron a coro, negándose a
recoger los congrios cubiertos de polvo.
-Torpe, le gritó el compadre
desde abajo. Faltó la gracia. Si no es lo mismo que tirar manteca al
techo. ¿No ve que era un milagro, aturdido?
-Milagro, contestó el
compadre, que dejamos algunas presas. Con el hambre que
teníamos...
Después no te quejís, no te quejís, repitió el compadre
ordenando que recogieran los pescados para repetir la gracia unas
cuadras más adelante.
-Lo que es yo, nunca le seré artista, se
reprochó el encargado del milagro. Usted quiere que tire los pescados
como si jueran mariposas pa que la gallada quede con la boca abierta,
¿no es eso?
-¡Eso mismo!
-Ah, no; búsquese a otro empresario más
fino, entonces, -le dijo el compadre, mientras continuaba cargando el
canasto con los pescados hechos puré con los golpes.
En ese mismo
instante invadían la caleta los encuestadores desmontándose de sus
paracaídas de colores, lápiz en mano. ¿Cómo me la ponen a usted, señora?
Ah, dos puntos. Coloque esos dos y otros dos, dijo la afectada, dando
detalles cuando fue a dejar a su marido al cementerio y el nuevo galán
la montó encima de las cruces entre los pinos y las coronas de los
deudos que decían: "Después de ésta, no hay otra", "una no es ninguna",
hasta que empezó el desparramo de las rosas y con decirle que hasta el
finado parecía dominó, y yo acomodaba donde decía RIP, te recordaremos
una eternidad, m'hijito, le confesó al encuestador cuando era casta, si
no menos casta, sumamente puta, menos puta, nunca por plata eso sí, ¿ah?
hay que dejarlo en claro y el difunto, oiga, que había sido el rajado de
grande se le ocurrió buscar una virgen para casarse, entonces me eligió
a mí, lo que son las cosas de la vida, dijo la encuestada, yo que pasaba
muerta de la risa en la fila, nunca le dejé eso sí que me tocaran ni con
la punta de la uña, sólo insinuaciones, cuando me recomendaron que fuera
a donde el zurcidor japonés. ¿japonés auténtico?, ¿japonés falsificado?
consultó el curiosos empezando a sacar las cuentas, imagínese las
toneladas de hilo que tuve que comprar, se burló el grosero cuando llegó
el cargamento de nylon, después, agregó, el hilo se puede aprovechar de
nuevo poniendo una tienda, una paquetería,eso da bastante, cuando sacó
la aguja de esas mismas que sirven para cocer sacos y yo haciendo
memoria, la noche de la boda cuando el marido se bajó los pantalones,
ese juego de la vida, señor encuestador, y los niños del barrio,
felices, jugando con los cientos de carretes vacíos. Hicieron sus
cochecitos para tirarse cerro abajo y el pobre sastre mío, buscando con
tanta desesperación, oiga la punta del hilo. Pongamos la carta ¿no?
sobre la mesa, ¿qué es lo que ofrece el candidato, ah?, el osobuco de la
vaquilla, algo es algo, los otros se lo llevan ofreciendo la teta de la
monja, la cacha de la espada y la pata de la mosca, sópleme este ojito y
su pescado caído, dijo, recordando la hazaña del vagabundo de la barba
postiza, y saque la mano de ahí el cochino, la iracunda, la Patria,
Manuel Rodriguez choriflaite, ponga otros cinco metros de chunchules,
gritó el chofer del camión tratando de superar la oferta del contrario.
¿Aquí viene el rico pescado, el rico pescado! El compadre parado en una
escalera de bombero, esperando la señal oportuna para que Don Jecho
abriera las manos dando la bendición y cayera ni que medio aguacero de
congrio, corvinilla, pejerrey de río incluso, el comando de campaña,
(yo) había pensado regalar algunos paraguas pero no alcanzaron las
fuerzas.
-Tírese más largo con el chunchul, dijo Varela (ese que toma
el desayuno con canela) al ver que la competencia se empleaba a fondo.
Ponga cinco metros y cinco más, ordenó mientras los parroquianos se
envolvían con la tripa como si fuera abrigo para ir al polo, comentó una
vieja dejando sólo un hueco para mirar: el resto puro chunchul, uno más
pedigüeño parece que se le pasó la mano porque tiraba y tiraba la soga,
como si los interiores de la vaca no tuvieran fin hasta que le tocó el
turno al compadre y dijo: Ahora sí que van a ver lo que es prueba, y dio
la señal de atención. Empezó a tirar pescado hecho un poco oiga. Se
notaba que no los había comprado con el gusto que los dejaba caer en la
cabeza de los curiosos que se habían arrodillado para agradecer el
milagro, claro que más de una gorda ávida de ternura pidió de paso que
también le cayera del cielo algún marido, pero me parece que al compadre
se le pasó la mano, con decirle que hasta un tiburón como quien no
quiere la cosa apareció en medio de la multitud y Varela, oiga, muerto
de la envidia recogiendo los chunchules, después de haber fracasado en
la maniobra y el compadre decía: Ahora viene el plato de fondo, y ante
la sorpresa de todos los presentes que se habían puesto en fila india
para recibir el próximo regalo, ¿qué no va apareciendo un cachalote de
regular tamaño, para cada uno de los votantes?, feliz el animal echando
su chorrito de agua de colores que decía clarito: "La ballena estaba en
conflicto pero ahora vota por Cristo", y las viejas recogiendo ni qué
manso cardumen muertas de la risa asegurando que con el cargamento
tenían para parar la olla por lo menos todo el invierno.
-Menos mal
que esta vez te resultó aguardientoso, le dije al ayudante, mientras
Varela entraba en el WC de la Eunuta, mujer de Trúbico, el carpintero.
Ni golpeó siquiera el confiancisto y se colocó a mi lado, comentó la
favorecida, puja que te puja, los dos, fíjese, íntimos oiga, se le
notaba que había nacido pa' prócer por el lado que usted lo mirara, un
poco cachetón eso sí, él me hablaba de sus ideales, tomaditos de la mano
¿se da cuenta? menos mal que el pailón de mi marido andaba tomando las
medidas para hacerle la cruz a los ladrones, y ahí no más se me declaró
Varela, me dijo que era aficionado al asado de cabeza de chancho con
pebre cuchareado, se le notaba, y que no era orgulloso para sus cosas y
se ponía colorado con lo que decía tan bueno y visionario, porque una
dice: es en el hospital y la cárcel donde se ven los amigos, vote, vote
entonces, como Don Jecho era delicado para sus cosas inventamos la
historia del cadáver muerto, porque el Varela se metió a todos los WC y
ahí en la cámara oscura se iba de mandibuleo con las viejas y todas
chocheando con él, diciendo que era tan original para sus cosas y como
siempre manejaba papel de seda en el bolsillo, él mismo en persona con
sus propias manos les hacía el servicio, fíjese, sin cobrar un peso
extra ¿se da cuenta? hasta qué extremo puede llegar la bondad humana. Al
Trúbico jamás se le ha ocurrido una delicadeza igual, fíjese entonces
para levantarle la clientela a Varela inventamos la historia ésa en que
mi compadre se iba a hacer el cucho, pálido, y entonces el candidato
antes de empezar la función tenía que darle la cuerda, el ánimo. ¿De
acuerdo? ¿Dónde íbamos a encontar una pega más fácil? Total era cuestión
de sacrificarse un poco. Don Jecho se detenía un poco en las esquinas
repitiendo esa parte de la película del desierto, cuando entró en el
templo y se fue de chicoteo con los pudientes que escondían el oro y
después les daba el golpe de gracia preguntando: ¿Saben qué más? Y él
mismo se contestaba:
-Yo le sé hacer caminar a los
muertos.
-Córrete, le gritó un incrédulo de la galería.
¿Ah, sí?
tenía que contestarle yo que trabajaba de palo blanco, pa´achacar a los
incrédulos. Prepárate pa´ver el primer milagro de tu vida, cara de
albóndiga con fleco, le dije. Entonces el compadre se tiró al suelo y
dijo: ¡Estoy muerto! Sólo que de vez en cuando se le venía el hipo, pero
no importa por ser la primera vez que se presentaba como actor frente al
público. Pero como el compadre siempre andaba con la sopaipa pasada y
con el calorcito del sol, y la chárara de Don Jecho, se fue quedando
dormido y cuando el jefato repitió las palabras claves: "Levántate y
camina", nunca pues. El compadre roncaba que era un gusto y los curiosos
muertos de la risa. Le pegué una patada por lo bajo y el bruto que no se
levanta medio desconcertado, oiga y pregunta:
-¿Dónde estoy, quién
soy, ah?
-¿Que no te acordái que soi el muerto?, le digo bajito. Y
él, ¿que no se vuelve a costar? poruqe tenía sueño atrasado, según dijo
para que todo el mundo lo escuchara y cuando se dió cuenta de la maldad
que había hecho, ya era tarde y por eso nos clavaron en equipo, con
candidato y todo, y también por el robo de las gallinas que se nos
chingó.
-Huachi parece que está despertando.
-Claro y pide
agüita.
-Agua, agua no. ¿No ve que le puede dar el
cordero?
-Fijándose bien, está bien aportillado el pobre.
-Y
pensar que por nosotros hizo el manso sacrificio.
-Mejor sería que
nos bajáramos de la cruz. Pa´qué le seguimos haciendo el quite a la
jeringa?
-Ya pues, Don Jecho. Anímese. ¿O piensa sacar la semana
corrida ahí arriba, el perla?