EDUARDO ANGUITA
EN LA POESIA CHILENA
por Pedro Lastra
........... Aunque ésta no es
la historia de mis emociones, como dice el narrador de Tlön, Uqbar,
Orbis Tertius, sino la de Eduardo Anguita como poeta chileno e
hispanoamericano, debo empezar recordando una experiencia de lector,
más entrañable que otras, pues tuvo lugar horas después de escuchar la
noticia de su muerte, ocurrida el 12 de agosto de 1992 en Santiago, y
enterarme de las causas que la precipitaron: las quemaduras que había
sufrido dos días antes al caer sobre una estufa encendida. Releí esa
noche su Poesía entera -que apareció en 1971 en la Colección "Letras
de América", en la Editorial Universitaria de Chile-, no sin detenerme
de manera distinta en la breve nota que agregamos a continuación del
Índice, resumiendo un apunte suyo:
La presente Anguitología (como la llama
su autor) comprende obras en su mayoría inéditas y sólo algunas
publicadas, aunque en escaso tiraje y ya agotadas. La Parte VII
[titulada "Liturgia"] no ha sido concluida, de modo que nos
limitamos a transcribir los fragmentos que Anguita nos proporcionó,
ya que el total comprende más de cien páginas a máquina y
manuscritas, que, con mucha probabilidad, no serán jamás
terminadas.
El autor ha querido agrupar sus poemas (que abarcan
más de 25 años de poesía viva) según su naturaleza intrínseca, o
formal a veces; y a fin que los que se interesen puedan pesquisar la
evolución en el tiempo, de una obra tan varia, hemos señalado en el
índice las fechas de cada composición.
.......... La edición resultó muy
desmedrada y sé que esto lo lastimó. Es posible que me haya atribuido
algún descuido en ese aspecto del trabajo editorial -yo era el
director de la colección mencionada-, porque su laconismo se acentúo
en casuales encuentros posteriores. Alguna vez traté de llevar el
diálogo a ese díficil terreno pero me liberó gentilmente del esfuerzo:
las erratas que había encontrado eran mínimas, y lo demás no tenía
remedio.
.......... Recordé esas
circunstancias al releer Poesía entera, con la sensación de que
ese lejano empeño había valido la pena. Reparé también en un detalle
de esa nota, la mención a "una obra tan varia", porque ahora
comenzaban a desplegarse en la lectura los múltiples poetas que
parecían circular por el libro, como rostros, o más bien figuraciones
y voces distintas del escritor que fue Eduardo Anguita. Al día
siguiente escribí una página, de la que tomo algunos fragmentos para
iniciar mi "situación" del personaje:
La muerte lo sorprendió en el
aislameinto en que había vivido -no acudo a la palabra soledad para
mencionar esa condición distanciada y hasta huraña de su existencia:
para un creyente como él esa palabra tal vez no tendría el mismo
sentido que para nosotros-, pero creo que no se sintió víctima de
los demás.Al parecer, sus amigos fueron muy pocos, y su poesía suele
registrar los nombres de esos pocos cuyo trato buscó: en primer
lugar, Vicente Huidobro.
No figura, que yo sepa, en ninguna
antología prestigiosa de poesía hispanoamericana del siglo XX, ni
aun en las que prodigan los nombres por las más diversas razones. Es
seguro que Anguita desdeñaba toda causa de marginación que no fuera,
para él, estrictamente literaria. Por eso, su ausencia de las listas
consagratorias no logró distraerlo de sus preocupaciones mayores:
La belleza de pensar, como tituló el libro en el que reunió
sus estimable ensayos y notas. (Editorial Universitaria, Santiago de
Chile, 1988)
Al releer la obra poética de Anguita -uno de cuyos
rasgos centrales es su dimensión metafísica- me ha impresionado
profundamente la atracción multiplicada, constante, de una imagen
que sólo ahora se me revela en su magnitud vaticinadora: la
presencia del fuego, de lo ígneo, que lo esperaba al final de su
vida (1).
.......... Durante muchos años,
Eduardo Anguita fue considerado principalmente como un poeta del
círculo de Vicente Huidobro, junto con otros contados escritores de su
tiempo, como los surrealistas del grupo Mandrágora, cuya figura
más notoria fue Braulio Arenas: una singular vinculación esta última,
porque el creacionismo huidobriano establecía una distancia muy
marcada con prácticas surrealistas como la escritura automática, punto
nada insignificante - aunque por cierto tampoco el más esencial -de la
propuesta bretoniana de 1924. Que alrededor de Vicente Huidobro se
desarrolló una gran actividad literaria, para los jóvenes una erdadera
puesta al día en los experimentos de la vanguardia, e un hecho
indiscutible. Eduardo Anguita lo señaló sin mezquindades en su prólogo
a la primera antología dedicada a difundir la obra en prosa y verso de
Huidobro, que él dispuso con apreciable rigor y buen sentido en 1943 y
que la influyente Editorial Zig-Zag de Santiago publicó en 1945. En un
pasaje testimonial de ese prólogo dice esto:
...nos dio a conocer lo que se
realizaba en Francia y Europa, y que era para nosotros casi
totalmente desconocido. Las tertulias y discusiones y lecturas de
poemas hasta las 5 de la madrugada en casa del poeta durante cerca
de seis años, quedarán en nuestra historia literaria como la última
muestra de efervecencia y sensibilidad de este estremecido país (pág
19).
En un
párrafo anterior de la misma página había puntualizado:
...si en lago se probó la potencia de
mi generación, fue que (cosa no fácil) pudo aprovechar todas las
enseñánzas e influencias del maestro sin viciar en lo más mínimo sus
sagradas individualidades y el tono personal de su obra: pues si hay
una generación con más diversas personalidades, es la nuestra,
siendo totalmente injusta la calificación de "huidrobistas" con que
se quiso adjetivar por igual a todas nuestras realizaciones
estéticas. Pero lo que nosotros le debemos a Huidobro no se podrá
negar de ninguna manera. Él despertó una sensibilidad joven, que iba
a responderle admirablemente, e instauró, por otra parte, una
dignidad de "oficio" que, antes de él, no existía para los trabajos
poéticos. A la indisciplina -desgraciadamente muy nuestra- opuso el
rigor y la inteligencia, a que son tan afectos los artistas e
intelectuales europeos.
Hasta
aquí las tempranas observaciones de Anguita (a mi modo de ver muy
certeras) con respecto a esas relaciones que iban a resultar
enriquecedoras y productivas, sobre todo en su caso.
.......... Porque reducirlo a él a una condición
de epígono no sólo era injusto, como dice en ese prólogo, sino falso.
Ahora, a tantos años del nacimiento y desarrollo de la aventura
creacionista, podemos ver que la poderosa y original personalidad de
Anguita empezó a diferenciarse de Huidobro desde el primer momento,
tanto en su práctica poética como en la reflexión sobre la teoría o
doctrina que la sustentaba. Aunque simpatizara con la idea del
"pequeño dios" o del "poeta mago" (y a menudo probó que sabía y podía
jugar ese juego), su meta declarada fue llegar a "constituir la vida
individual en una especie de liturgia, emanada directamente de
la videncia (poesía escrita). El poeta no sólo vería de
otro modo; sería de otro modo. De poeta habría pasado a
sacerdote", según sus palabras (2).
.......... Al leer sus textos
en 1986 con Enrique Lihn (3) advertimos que el sistema
de preferencias elaborado por Anguita se contraponía al mismo tiempo
al de Huidobro y al del surrealismo, pero con esta singularidad: que
tal contraposición no lo llevó nunca a desatender las formas de
producción verbal de esas instancias que lo prohijaron. Nuestra
observación pudo resumirse así: "Ha creado la encrucijada en que se ha
puesto, poniendo a prueba en ella su indudable capacidad de
imitación diferencial. Donde las vanguardias, y en particular
Huidobro, postulan una competividad con la máquina como ícono de lo
moderno en la perspectiva de un materialismo dialéctico que se
compadece con la imagen romántica del suplantador de Dios -capaz de
crar en la poesía un mundo nuevo-, Anguita se inclina desde una suerte
de religión del arte a un arte religioso más y más ortodoxo"
(4) . Crear un mundo
significaba entonces derivar de él una conducta, responder a la
necesidad de una poesía práctica, abrir esa puerta "donde la poesía es
capaz de dar un sentido al mundo y, con ello, un sentido a la
existencia. Allí, Poesía y Religión se darán la mano", escribió en
1948 (5).
.......... Voluntad diferenciadora: en años poco
propicios a tales rigores no desdeñó la escritura de sonetos
vanguardistas, por oposición al exclusivismo (y agreguemos, a los
descuidos culpables) del verso libre. El rasgo vanguardista era tenue,
y tanto, que se manifestaba como acotación parentética situada al
margen, como subtítulo lateral: los que integran la serie "Sonata
marina", por ejemplo, traían estas anotaciones: "(Posición de combate
del viajero)", "(Litoral de la sirena)", "(Labrador de mar)", etc. No
todos son memorables, desde luego, pero siempre revelan una artesanía
exigente, como los titulados "Soneto 1942" y "Pintura de Luis Herrera
Guevara".
.......... Otra resistencia
significativa pudo verse en 1948, cuando escribió su poema elegíaco
como "Mester de Clerecía en memoria de Vicente Huidobro".
.......... La situación que originaba ese poema y
su fe religiosa explican la opción por la rigurosa forma del "mester
de clerecía" en este homenaje, pero acaso inconscientemente Anguita
tenía en cuenta que el maestro se había inclinado por la actitud del
juglar en su novela Mío Cid Campeador (Hazaña), publicada en
1929. La nota que sigue al título de la elegía -"(Por encargo de
Gonzalo de Berceo)"- atrae algún eco de la alacridad huidobriana, pero
luego contrasta con ella la gravedad intensa y desolada del texto,
desde la primera cuaderna vía:
A muerto de los aires un fino
emperador.
Escuridad est tanta que non a alrededor.
Los sones
han callado ca murió el roseñor
Que era entre todas aves el
pájaro meior.
Y
esto, sin necesidad de insistir en que el final del "Mester..." dice
algo más a sus lectores de hoy: no sólo el lamento sino también el
presagio:
Mi Señor Jesuchisto, mi Padre e
Redemptor,
lo ruego que me invites al concierto maior,
Fagas
en la mi carne plagas de grant dolor
Ca non est instrument sin
roturas de amor.
Las
muestras de la dialéctica de cercana y resistencia a la poética
creacionista pueden multiplicarse, rastreando unaactitud u otra
incluso en manifestaciones aisladas de destrezas ejercitadas, sin
duda, en el contacto cotidiano con Huidobro. En el fragmento terminal
de "Naturaleza del amor", por ejemplo, se dibuja la imagen de un
hablante que no sólo observa su proceso de escribir y reflexiona al
pasar sobre una determinada palabra, sino que levanta de pronto la
vista de la página, por así decirlo, para enfrentar y contradecir al
lector convertido súbitamente en un interlocutor directo:
.....
lo invisible es lo mejor a
pesar que no aparentas
creerlo
en el amor hay una vena
que
juega un papel extraño
un papel extraño como un
ángel
aportando sacos de invisibilidad
qué palabra tan
difícil
a las manos que buscan lo duro
lo suceptible de llegar
hasta la evidencia
hasta el cuerpo propio hasta la corteza
interna
hasta la consumación de uno en uno hasta la
confusión
de los dos lados en un solo lado
ese no es amor
señor usted está confundiendo
eso no es amor es hueso
obstinado.
Este
es un poema de 1935, la misma fecha del relato Un año de Juan
Emar, donde el personaje narrador del episodio correspondiente al mes
de enero decide subir a una torre para contemplar la ciudad desde lo
alto, y describe el comienzo de su empresa de esta manera: "Empecé a
trepar. Pero a la altura del vigésimonono peldaño di un trastabillón
(¡qué linda palabra!) y La Divina Comedia se me soltó de bajo
el brazo y rodó" (6).
.......... "...qué
palabra tan difícil"; "(¡qué linda palabra!)": el gesto de quien habla
en los textos es el mismo, pero más allá de la comprobación de una
semejanza expresiva lo que interesa es indagar qué sentido, o
sentidos, tiene ese gesto. Uno de ellos podría ser éste: Conciencia
del artificio literario y, parejamente, conciencia de la suprema
libertad de ese artificio. También, rupturas del sistema, de
tempranero carácter antipoético.
.......... Otra verdad a medias en la escasa
crítica sobre Anguita ha sido su adscripción al surrealismo. También
en este caso hay buenas razones para hablar de cercanías y
resistencias. Ya se sabe que el surrealismo dejó una huella
significativa en Chile, y hasta cierto Huidobro -el de Temblor de
cielo- podría ser releído desde ese mirador (aunque sin olvidar
los versos famosos: "el vigor verdadero/ reside en la cabeza");
conviene sin embargo señalar los límites de tales relaciones.
.......... Anguita fue parco para referirse a
ellas. En sus diálogos con Juan Andrés Piña, al hablar de os
surrealistas de Mandrágora apunta con brevedad: "...yo pensaba
distinto que los surrealistas e incluso era contrario a varios de sus
postulados" (7). Más reveladora es su respuesta a
Piña sobre el papel que juega el inconsciente en el proceso creativo:
"Tiene una función primordial -dice Anguita-, sobre todo en los poetas
de vanguardia, sean o no surrealistas. En mi caso particular, he
sostenido que mi Imconsciente es muy rico y mi Conciencia es muy
hábil, porque exige explicaciones" (8).
.......... Como expresión de autoconocimiento
estas líneas son, más que suficientes, muy notables, y creo que su
escritura poética lo corrobora casi siempre. No así sus cuentos de
Inseguridad del hombre (1949), relatos oníricos en los cuales
prescindió del papel ordenador de la conciencia y se negó a darle
explicaciones, con resultados que a mi me parecen muy precarios
(9). Pero en
sus poemas no ocurre lo mismo, porque en ellos la conciencia cumple,
como se espera, el rol constructivo que le asigna Anguita y que con
otras palabras definió -también memorablemente- Dylan Thomas al
razonar su "profundo desacuerdo" con las pretensiones
surrealistas:
A mí no me importa de dónde salen las
imágenes de mis poemas; que salgan, si usted quiere, del mar más
hondo del escondido yo; pero antes de que lleguen al papel deberán
atravesar todos los procesos racionales del intelecto. Los
surrealistas, por otra parte, acomodan sus palabras sobre el papel,
exactamente como emergen del caos; no trabajan esas palabras ni las
ordenan; para ellos el caos "es" la forma y el orden. A mí, esto me
parece excesivamente presuntuoso; los surrealistas imaginan que
cualquier cosa que draguen de sus yo subconscientes y la plasmen en
pintura o en palabras debe esencialemnte ser de algún interés o
valor. Yo niego eso. Una de las artes del poeta es hacer
comprensible y articular lo que pueda emerger de las fuentes
subconscientes; uno de los usos más importantes del intelecto es
"seleccionar", de la masa amorfa de las imágenes subconscientes,
aquellas que mejor logren su propósito imaginativo, que es escribir
el mejor poema que se pueda (10).
Es
posible, igualmente, estar en desacuerdo total o parcial con tales
afirmaciones, pero a condición de reconocerles la oportunidad de un
llamado al orden contra los absolutismos de escuelas o tendencias; un
mérito que debe concederse desde luego a la conducta poética de
Eduardo Anguita.
.......... Uno de sus
poemas mayores, titulado "Definición y pérdida de la persona" (escrito
en 1940 y publicado en 1948 en la antología de Hugo Zambelli) ilustra
muy bien esa conducta.
..........
Precedido por un sugestivo epígrafe de Hölderlin, el extenso
poema despliega la vivencia de un éxtasis, descrito por el poeta en el
Prefacio como "el gozo [que experimenta el ser] al vivir por fin la
realidad, después de haber morado en el vacío. Al final -agrega
Anguita- el poema se plantea como pérdida". Y la reflexión conclusiva
del prefacio es ésta: "Eternidad, tiempo, eternidad, tiempo. Rayado
por estos dos túneles alternos, una hermosa zebra es el
hombre".
........... La última imagen es
una ocurrenia feliz, que funde con eficacia consumada el humor y la
gravedad, y cuya génesis e muy clara en el orden de las asociaciones.
Pero a mí me parece también una lección de rigor y del control verbal
de la conciencia hábil y exigente de Anguita, porque allí donde un
poeta menos cuidadosos hubiera prodigado literalmente una selva a
partir de un hallazgo tan provocativo, el texto se detiene en esa
formulación lapidaria.
..........
"Definición y pérdida de la persona" es uno de los textos más
complejos de Anguita, pues intentó en el un "dificil trabajo" -así lo
califica él mismo-, como fue el tender poéticamente un puente entre lo
que podía intuirse como "el reconocimiento que un Dios hace del mundo
que ha creado o que podría haber creado hace mucho tiempo" y las
formas que se manifiestan, por lo menos en el plano de la
temporalidad, como lo real, y entre esas formas, el hombre
mismo en primer lugar. Tan ambicioso e intenso proyecto poético no es
fácil de analizar, y es probable que los juicios que suscite surjen
siempre de valoraciones parciales. Las mías atienden a momentos de
lata tensión expresiva, que llegan al lector como ondas fluctuantes
entre la liturgia y el vaticinio. Citaré como ejemplo sólo el final
del largo poema, cuya acotación lateral (¿un eco de las prácticas
escriturales de algunos poetas metafísicos ingleses?)
dice:
El poeta se pone de pie y
reza:
Y
luego estos versos, que residen ya en la memoria de varios de sus
lectores:
Dios mío, ¿dónde es el dónde? ¿Qué
pregunta soy?
Con tranquilidad, con tranquilidad; con furia y
tranquilidad.
Habíamos permanecido demasiado tiempo
en la vida y
creímos que eso era natural.
Ahora va a ser
tarde: es tarde, brumas mías.
Con
la palabra "Liturgia", Anguita tituló la sección que contenía sus
últimos textos. Los diversos caminos que recorrió como si él fera al
mismo tiempo diversos poetas, confluyeron allí en un tipo de poemas
que él definió como católicos en su sentimiento primordial:
Será necesario retener esta idea para enender cabalmente su
empeño.
.......... En efecto, la
direeción final de su escritura, así enunciada, parecería invocar la
mayor gravedad, distanciada de las audacias e irreverencias que
caracterizaron a la vanguardia literaria, de la cual se sintió siempre
parte. Pero hay que agregar que en Anguita esas actitudes no fueron un
gesto, sino una manera realmente asumida de vivir y de escribir. Por
eso es que algunos poemas de "Liturgia" plaman contenidos religiosos
muy trascendentes acudiendo a una alianza entre la ortodoxia católica
y la heterodoxia vanguardista. El resultado fue, una vez más,
poéticamnete feliz en la producción de un escritor que nos e dejó
tentar por la pura exterioridad de lo que Borges llamaba "novedades
ruidosas"; en otras palabras: allí donde el vanguardismo exigía un
vino nuevo en odres nuevos, Anguita reclamó para su uso el vino viejo
en odres nuevos.
.......... El poema
dramático "Única razón de la pasión de N.S.J.C." ilustra esta alianza
con brillantez, ingenio e intensidad infrecuentes en nuestra
poesía.
.......... La voz central en
esta pieza es la de Arlequín, figura transhistórica de la Comedia del
Arte, como se sabe, pero que le procuró a Anguita el margen de
libertad heterodoxa que podía permitirse en su poemas litúrgicos. El
discurso dislocado de esa figura empieza por diferenciar caóticamente
a los beneficiarios del sacrificio divino, distribuyéndolos entre
nombres propios de personas reales de la vida chilena (algunos, amigos
cercanos de Anguita como Jenaro Medina, el Chico Molina, etc.), y
otros en cuya enumeración se confunden los gentilicios con la mención
de grupos heterogéneos (ciegos, gordos, sabios, egipcios, atletas,
liberales, utopistas, explotados...). En el diálogo con el
coro, que repite la enumeración totalizadora de Arlequín, éste
centraliza la razón disputada entre lo colectivo y lo personal,
zanjándola en beneficio del yo, con lo que en otra publicación que
Anguita aprobó (11) llamamos "un gesto de
rapacidad anticristiana". El coro de hombres primero y luego el coro
de mujeres abren el pronombre a la propiedad común, colectivizando y
restableciendo paradójicamente la comunidad de ese misterio.
.......... Con este poema Anguita demostró que
podía ser también un humorista consumado si se lo proponía; pero sin
duda contaba con que se entendería la seriedad profunda que subyacía a
ese humor.
.......... Hay otro registro
en los poemas de "Liturgia", que se lee ahora en la dimensión del
vaticinio o de las anticipaciones: es el que atrae las imágenes del
fuego, de la llama, del incendio y la ceniza. Parecía natural que en
estos poemas finales, y aun en los anteriores, esas imágenes propias
del campo semántico de lo ígneo -y cuya vieja simbología religiosa es
múltiple y rica- recurrieran hasta el punto de sobresalir en la
escritura de Anguita con el carácter de signo valorizado, en el
sentido que Pierre Guiraud le da a esa noción en su análisis de textos
poéticos de Baudelaire. En Poesía entera se pueden señalar más
de cincuenta menciones de tales imágenes, y a menudo en lugares muy
centrales, estrátegicos, del poema. Por su situación y su frecuencia
resultan inquietantes para el relector de Anguita; pero tal vez
ninguna o sea más que éstas, en la cual otro y el mismo Arlequín de
"Única razón de la pasión..." teje sus obsesiones al comienzo de "Misa
breve":
Doce palomas entran en Ti, seis de cada
lado:
Seis de noche, seis de día. Palomas visuales,
Convergentes chispas de aire a perforar tu nido solar.
No
temen:
Si algún rostro tiene el agua, aunque cambiante y
lejos,
¿Qué rostro tiene el fuego?
El fuego tiene rostro sólo
para el que arde.
De San Juan a Navidad, de Navidad a San Juan se
suceden las aves.
Seis llamas escurren a reposar en el centro
radiante de agua
y seis ascuas de agua acuden al beso
ígneo.
Medianoche arde en el canto de un solo
gallo de oro
Llameando como un loco en el fulgor de la
Venida.
El gallo se quema al instante, yace relámpago
marchito
De donde brota un nuevo gallo como corona de agua
viva.
Después de un recorrido -aun fragmentario y parcial- por la
poesía de Anguita, sorprende que una personalidad literaria tan rica,
variada y compleja haya sido casi ignorada en el espacio crítico de su
país, y del todo fuera de él: es cierto que los artículos apreciativos
de José Miguel Ibañez (12) y el diálogo con Juan
Andrés Piña son excepciones valiosas que ponen a prueba una regla
sombría del ocultamiento y la pereza; pero es muy poco lo que puede
agregarse a ellas, a pesar del Premio Nacional de Literatura que le
fue concedido en 1988.
.......... Con
los escritores no le ocurrió lo mismo. Anguita fue leído y respetado
por ellos, y yo creo que eso le bastaba; como buen lector de Conrad
recordaría más de una vez este párrafo sobre la disciplina del
escritor, y se reconocería en él: "Debe hacer su trabajo lo mejor
posible, ser exacto y cuidar sus frases como una tripulación lava su
puente; no debe aguardar otra recompensa que el silencioso respeto de
sus iguales; tal es su honra".
..........
De mi generación, sé decir que fue parte de su pequeño público.
Su ahora buscada Antología de poesía chilena nueva, publicada
en 1935 en coautoría con Volodia Teitelboim, fue un brevario de
sugestivas novedades, y no sólo en esos años. Yo, que leí en provincia
en una época de lentas comunicaciones, puedo testimoniarlo
(13).
......... Algunos de nosotros hemos tenido
también una especie de Anguitología para uso personal,
constituida por versos o fragmentos felices e incisivos, con
frecuencia de estirpe creacionista pero nunca sin un fulgor de
intensidad metafísica, como el que cité al referirme a "Definición y
pérdida de la persona". Muchos de ellos proceden de sus poemas
tempranos, como "Animales e inscripciones", que dedicó a Rosamel del
Valle (Vienes y ves a los amigos del tiempo / A los que hacen del
tiempo su muerto preferido) o de "Mi muchacha se va a casar",
donde el carácter inesperado y oblicuo de las alianzas genera la
vacilación de las certidumbres del lector (Deseo estar contigo para
dudar de mí / Porque el amor es una irrealidad /Apta para
comprobarnos); o de un notable poema posterior -"El verdadero
momento"-, que yo leo como una puesta en escena de las trampas de la
memoria, esa arena movediza que el diccionario define como "la
facultad de conservar las ideas y las imágenes" y que el hablante de
Anguita vuelve a contradecir, dibujándola como lo que es para el
sujeto que recuerda: un puro espacio ilusorio, donde nunca hay
coincidencia con "el verdadero momento"; el lugar, dice, en el cual
estamos condenados a fantasear / como los concéntricos círculos de
un estanque en que un torpe / arroja piedras
interminablemente.
.......... Estas
breves muestras de una escritura al mismo tiempo apasionada y lúcida
permiten aludir a la obra de Anguita con palabras de Fernando Pessoa
-un autor tan desplegado, que el poeta debió haberlo tenido como una
figura ejemplar- y que se encuentran en una carta dirigida en enero de
1915 a uno de sus compañeros de la revista Orpheu:
Llamo insinceras a las cosas hechas
para asombrar,
y a las cosas, también -fíjese en esto, que
es
importante-, que no contienen una fundamental
idea
metafísica; esto es, por donde no pasa, aunque
sea como un
viento, una noción de la gravedad y del
misterio de la
vida.
Las
mejores páginas poéticas de Eduardo Anguita siguen siendo agitadas por
ese aire de gravedad y misterio.
Pedro Lastra.................
Stony Brook, N. Y., febrero
de 1994
NOTAS
(1). Inti. Providence,
Rhode Island, Nº 36, otoño de 1992, pág. 129. Entre las pags. 130-138
se incluyen nueve poemas de Anguita.
(2). E. ANGUITA, "El
movimiento de David", en La belleza de pensar. 125 crónicas.
Santiago de Chile. Editorial universitaria, 1988.pág.
131.
(3). Cf. el dossier "Lectura de ciertos poemas
chilenos: Eduardo Anguita, Alberto Rubio, Oscar Hahn, Manuel Silva
Acevedo, Diego Maquieira. Selección y notas de Enrique Lihn y Pedro
Lastra. Hora de Poesía. Barcelona, Lentini Editor Nº 51-52,
mayo- agosto 1987. Sobre Anguita págs. 8-11. Estas páginas fueron
reproducidas en el suplemento "Literatura y Libros" del diario La
ëpoca, de Santiago (año I, Nº18, 14 de agosto de 1988, págs. 4-5), con
motivo del Premio Nacional de Literatura que le había sido otorgado
recientemente.
(4) Dossier cit., pág. 9.
(5). "La
poesía", en Hugo Zambelli, ed. 13 poetas chilenos (1938-1948).
Valparaíso, Imprenta Roma, 1948, págs. 11-12.
(6). Juan
Emar, Un año, Santiago de Chile, Editorial Zig-Zag, 1935, pág.
7.
(7) "Eduardo Anguita, poesía y hechicería", en Juan
Andrés Piña. Conversaciones con la poesía chilena. Nicanor
Parra, Eduardo Anguita, Gonzalo Rojas, Enrique Lihn, Oscar Hahn, Raúl
Zurita. Santiago, Pehuén, 1990, pág. 67.
(8). J. A. Piña,
Conversaciones..., pág. 78
(9) Lo que puede
rescatarse de esos textos son notas flotantes, aquí y allá, válidas
como imágenes o fugaces lugares poéticos: ... la vida es la vida y
el viento la gasta, o Era un día con todos los carácteres de la
noche, se lee en el desmadejado relato "Animal en angustia". Y en
"La muerte nocturna": La cortina se mueve, sin aire que la impulse.
Es una mano de aire; detrás viene el cuerpo del desconocido que
trajina los sueños.
(10). De las respuestas de
Dylan Thomas a un cuestionario que le fue presentado por un estudiante
en 1951, y publicado posteriormente en Texas Quarterly, Winter
1961, con el título "Dylan Thomas' s Poetic Manifiesto". Veáse
Constantine Fitzgibbon, The Life of Dylan Thomas.Boston,
Little, Brown and Company, 1965, págs. 327-328. Cito la traducción de
Gabriel Rodríguez, en revista Oráculo. Lima, Nº 2 [1979], pág.
71.
(11). Me refiero a la lectura mencionada en la nota 3,
que aquí sigo, y que Anguita consideró justa y justiciera, según me
dijo en nuestro último encuentro en Santiago, el 10 de julio de 1988
(Algo, que ciertamente no se nombra / con la palabra "azar ", rige
estas cosas).
(12). "Poesía entera de Eduardo
Anguita" y "Anguita: Venus en el pudridero" en su Poesía
chilena e hispanoamericana actual. Santiago de Chile, Editorial
Nascimento, 1975, págs. 234-238 y 239-244. Su último artículo "La
poesía de Anguita: unaperspectiva", en "Revista de Libros" de El
Mercurio, santiago, Nº 172, 16 de agosto de 1992, pág. 5.
(13). Comentamos brevemente ese libro al iniciar nuestra
lectura de 1986 (véase nota 3). La agiatada polémica que generó la
publicación de la antología está muy bien documentada en el libro de
Faride Zerán, La guerrilla literaria. Huidobro, de Rokha,
Neruda. Santiago de Chile, Ediciones BAT, 1992.
Habrá que volver
más de una vez a la propuesta que E. Anguita y V. Teitelboim se
atrevieron a hacer en 1935, reduciendo la "selva lírica" -este fue el
título de un libro singular, pubicado en 1917 por Julio Molina Núñez y
Juan Agustín Araya- a los nombres de Vicente Huidobro, Ángel Cruchaga
Santa María, Pablo de Rokha, Rosamel del Valle, Pablo Neruda, Juvencio
Valle, Humberto Díaz Casanueva, Omar Cáceres, Eduardo Anguita y
Volodia Teitelboim. El tiempo, como Huidobro en su momento, le ha dado
su aprobación relativa. De los diez poetas antologados puede
decirse que están, salvo error u omisión, en la historia de la poesía
chilena. (Dossier cit., pág. 8).
en Poesía
Entera
Eduardo Anguita
Editorial Universitaria, Colección El Poliedro
y el Mar
1994