Anatomía de un vacío
de Paolo Astorga
Por
Augusto Rodríguez*
Siempre he creído que la poesía es un estado o una posición ante
la vida. Y que cada poeta con su propia mirada crea un mundo dentro
de este mundo. Los poetas tienen en la poesía un gran instrumento
para ser escuchados por la manada pero no desean ni les interesa ser
la manada. Eso y más es el poemario
Anatomía de un vacío del
joven poeta peruano Paolo Astorga que se lee con disfrute,
con furia, con una secreta perversidad.
Sus versos transcurren en el gran mapa-imaginario de la ciudad donde
el poeta sigilosamente viaja por sus calles, disfruta de sus inconsecuencias,
de sus banalidades, de su hipocresía, de sus falsedades, y con un
bisturí en mano se va adentrando en las heridas nocturnas más profundas
de nuestra urbe, nos enseña cuales son sus dilemas más absurdos, sus
mentiras piadosas, sus risas sin sentido y nos recalca:
Calles invisibles, ciudades fantasmas
clavando tus espaldas.
Sólo recuerdos que se erigen sobre la farsante alegría
que brota de las paredes, una bola de estambre que se mancha de
sangre
una historia frustrada que recorre tus manos frías,
tus pies disueltos en el alcohol de un tibio vaso de cerveza
mientras ya no es un trozo de carne lo que encuentras,
sino simples sombras,
simples sombras que se van con tu cuerpo
muriendo sobre la mano que se entrega
a una palabra mutilada por la nieve.
Astorga con este poemario va creando un gran inventario de sus visiones
personales y cuestiona el mundo que lo rodea. Que por supuesto son
las mismas preocupaciones de la generación de poetas latinoamericanos
que le precede y de todo ser humano que se ve encerrado en un tiempo
y espacio determinado (que muchas veces no desea ni quiere vivir)
y se asume como un crítico-observador de su realidad, y lo hace a
su corta edad, pero de una forma desenfadada, directa y con el arma
de la ironía como su bien más preciado:
En medio de la pista de baile
donde morimos lentamente,
el dolor es un espectáculo divertido,
una paloma blanca olvidada en la inmensa soledad
de una falda rasgada en medio de inútiles calles
mudas ante el eterno llanto de una niña
enterrada en el asfalto.
No hay que olvidar que Anatomía de un vacío es el primer libro
virtual de Astorga pero ya parece un poeta que ha vivido mil luchas
y mil vidas y ha sabido construir con sus palabras, un mundo muy propio
y ya eso es bastante para su edad y nos dice:
El hombre calla
y acaricia al buitre que lo espera
siempre entre la lluvia
con las alas rotas
moviendo sus ojos hacia el cielo.
El poeta como cualquier mortal disfruta de la ciudad, del baile,
de las discotecas, se enamora, se desamora, ríe y es pisoteado por
las horas del día, por el consumo, por lo superficial, pero esto no
quita que pierda la utopía de que todo cambie para mejor. Siempre
lo he dicho: el poeta no debe dar las respuestas pero sí generar las
preguntas, y Astorga se da tiempo para esto y más, y hasta no pierde
la ilusión y la esperanza ante la crueldad de la cotidianidad y así
escribe su poema Guerra en el espejo:
A veces cuando escribo entre luciérnagas
una canción me toca el cuello
y me desnudo ante una mosca,
le cuento mis lamentos
el porqué de mis lágrimas.
La mosca siempre vuela indiferente
se va por la ventana.
Duermo entonces
otra vez feliz
sobre un trozo de vidrio ensangrentado.
De esta forma quiero cerrar este breve viaje y mirada por la poesía
de un poeta peruano como lo es Paolo Astorga. Lo aliento para que
siga, pues el camino es largo y eterno en la poesía, pero desde ya
puedo decir que estamos ante uno de los jóvenes poetas más valiosos
y prometedores del Perú actual.
*Poeta ecuatoriano, integrante
del grupo guayaquileño Buseta de papel y editor de la revista El quirófano.