Encontrarse con uno de los libros, entre comillas, claves de la poesía
chilena que se está escribiendo hoy, es placer para un lector
que trabaja en la contemporaneidad con el autor de este título
altamente sugerente y decidor. Armando Roa (Santiago 1966)
es de esos poetas que trabaja en las palabras al igual que un buscador
en un microscopio. Pareciera buscar en ellas el significado mismo
de la creación o la conformación del lenguaje primigenio.
Descarta toda ruta temática externa al texto en sí,
y basa su trabajo en dilucidar los escondrijos de la palabras hasta
hacerla desaparecer, he ahí la dicha de la mudez, la no acción
oral frente a la frustración según el autor, de que
en la mudez se puede encontrar la poesía y dejar ser a las
palabras . Según las palabras mismas del autor en su nota preliminar
"La reivindicación del silencio como símbolo de
la esencial precariedad de la palabra poética en una suerte
de lógica suicida del verbo"
Relaciones mismas con la otra cara del título, el Apocalipsis
de la palabras , es decir el fin, pero un fin escritural que por
merecimiento es necesario usar en la misma escritura para retratarlo,
desmenuzarlo y continuar su viaje al despeñadero de las palabras.
Se ha dicho de Roa que es un poeta técnico hasta la saciedad,
yo creo que es un poeta buscador incansable de los diamantes finos
de la comunicación en el género poético, como
un relojero extinto que se busca, para reparar los engranajes más
ocultos de un texto, en este caso, y debe rescatarlo de su mal funcionamiento,
eso en si , es una virtud y no un defecto.
Asociado en su trabajo literario a grandes de la poesia chilena ,
como a Teillier, Uribe, Armando Roa, es además traductor de
la poesía anglosajona, madre en cierta medida de la poesía
en sus lenguas más primitivas y un propulsor de la poesía
en habla inglesa.
El Apocalipsis de las palabras es un libro anteriormente editado
en tiraje más reducido, por lo cual el autor se decide a reeditarlo
en un tiraje de mayor número afinando las asperezas de la primera
edición.
Surgen en este libro el juego de heterónimos y el detalle de
surcar en las hojas desdibujando o dibujando la geografía de
ciertas palabras para pavimentar su camino definitivo al silencio
o su repronunciación extensiva en el tiempo . Roa trabaja para
si, pero en el sentido de replantear el núcleo mismo de la
palabra para silenciarla en el universo , dando la última oportunidad
en este libro donde según el autor; " es ver cómo
el mundo calla en el alma del poeta".
Como, los antiguos sistemas de comunicación oral donde el texto
callaba para no existir, si no que solamente en el sonido, Roa ejecuta
en la hoja el génesis de ese comienzo a la mudez, al silencio,
con una suerte de acción definitiva.
El Apocalipsis no es el final, jamás será el final,
es la ruta encaminada, el sendero inexplorado del silencio frente
al paisaje enmarañado de las palabras.