"La
bestia que me habita" de Augusto Rodríguez
Por
Paolo Astorga
Reseña publicada en la Revista
Remolinos de Lima, Perú
La poesía es fuego y también redención, pero sobre todo una voz inconforme
y tomada por una bestia. Una bestia que nos impulsa a la soledad y
el placer de sabernos escombros de un vacío, de una inconsecuente
existencia donde las sombras escupen fríos trozos de humanidad. Humanidad
torcida, humanidad que depreda su propia silueta al caminar por las
calles a punto de estallar en un
llanto infinitamente silencioso.
La bestia que me habita escrita por el poeta Augusto Rodríguez
(Guayaquil, 1979), nos presenta una obra cargada de violencia y erotismo,
donde lo visceral e irónico cobran una expresividad que trasciende
su propio malditismo.
Estos poemas parten siempre de un deseo para luego chocar brutalmente
con la realidad más devoradora: "Aquí sólo quedan las huellas /
de vivos y muertos / que partieron sin rumbo / para encontrar algo
a que aferrarse / por desgracia yo no tengo nada / y estoy solo".
Y a veces Augusto Rodríguez, nos revela la ironía del amor, partiendo
de un deseo por querer alcanzar la plenitud, el sentir, pero que al
final: "Mis huesos están carcomidos y tengo úlceras hasta en la
mirada, pero para ser felices nos sombra tiempo."
A través de esta álgida lectura, el poeta desnuda muchos de sus traumas,
mostrándonos cada una de sus propias heridas y aquella sangre derramada
por aquella bestia que nos habita inevitablemente. Nos presenta además,
la imagen de seres enigmáticos de la noche como Bukowski o Drácula
donde es comparado con un artista desahuciado: "Ahora nadie le
pide ni siquiera un autógrafo, simplemente es un artista sin trabajo
que pasó de moda".
En síntesis este libro, nos refleja desde su portada (de más impactante),
la gran expresividad de este joven poeta que desmembra la realidad
hasta darse cuenta que nosotros mismos somos sus principales personajes,
nuestros deseos, nuestras llaves muchas veces inútiles, para abrir
la puerta hacia la esencia de aquella bestia que nos habita sin cesar.
Dramaturgo de
comedias rosas
Dios se ha sentado a contemplarnos, para ver como nos destruimos
frente a su mirada. Es un dramaturgo de comedias rosas, por eso los
críticos serios de otros planetas nunca le prestan mayor atención.
Soy una cabeza
lista para cortar
Que vaga sin rumbo por las calles, por las plazas o los bares. Que
está a la venta a la vuelta de la esquina en busca de su patrón, jefe
o machuchín. Soy una cabeza lista para cortar.
La fiesta
Cuando llegué a esta fiesta ya estaban todos los invitados: los paracaidistas,
los camaradas, los brujos, los arribistas, los negociantes, los curas,
los masoquistas y los politiqueros. Desde sus respectivas cavernas
analizaban los fragmentos de sus vidas. De a poco se iban sacando
sus ropas íntimas al ritmo de la música, la cocaína y el alcohol y
así siguió la película que se repitió una y otra vez. Parece que a
mí me tocará apagar la luna del mundo.
A punto de parir
Eres un animal a punto de parir, un ser alocado y sin rumbo como
será nuestro hijo. Salvémonos de esta locura de tener a ese energúmeno
en nuestras vidas y de una vez mujer: córtate los ovarios y deja que
esa bestia se pudra en tu carne.
Teillier
Se afeita mirándose al espejo y observa: el campo, el buen vino tinto
en la mesa, la mujer amada dormida y desnuda, los fantasmas de su
infancia. Sigue afeitándose frente al espejo, lentamente se corta
el rostro, la sangre cubre poco a poco su barbilla. Teillier sonríe.
Hay que matar
a la bestia
Báñame con tus sobacos, ládrame con tu sexo, mata a la bestia que
me habita y sepúltame junto al sol de cabeza tres metros bajo tierra.