Por eso, cuando el vientre sinuoso del alcohol te
rodea;
cuando las luces de las calles resbalan por tus
ojos
como extrañas bocas planetarias;
cuando -con los puños
ardientes- preguntas por el pasado que escupe tus entrañas,
tú
escuchas, bajo el eterno
y solitario corazón de la noche,
el
respirar, la angustia, las historias anónimas
de millares de
cuerpos ya desvanecidos
bajo embelesos negros, y el
incansable
sueño del tiempo que hunde sus cinturas
heladas.
¡Si pudieramos volver, si en los amargos grumos de la
noche
oyéramos el incesante rumor distanciado
del tren que
avanza al sur! ¡Si fueses tú el que vuelve,
en la inminencia fría
de nieve melancólica,
sin nada más! Pero ¿por qué el
regreso,
para qué ese silencio de otras caras marchitas
que
han de mirar sin conocerte? Preguntarás en vano,
porque eres un
extranjero en el hogar de arena
que elegiste. Dirán con gestos de
cansancio:
"¿Quién es éste que vuelve encanecido?"
Y ahora recuerdas el regreso de la vieja tormenta que sacude
la casa.
Sientes la jubilosa garganta de la tierra
en octubre
encantado, cerca de los volcanes.
Oyes la voz helada, las
funerales sílabas
del padre tenebroso que nunca
conociste.
Recuerdas unos inmensos ojos de ternura
inclinados
al borde de tu noche. Y la tormenta oscura
-que
muerde, temblorosa, la casa desierta-
vuelve a inundar las piezas
solitarias.
Aparece en el cielo el incendio de los
bosques;
las cenizas cubren la provincia. En la mañana
te
despiertas y escuchas las campanadas
de la lluvia y el
violento
golpe de las ciruelas al caer en el suelo.
Oyes que
los vecinos comentan, sigilosos,
los recientes temblores, y un
hálito de brujos
corrobora sus voces. De improviso, y
gloriosa,
ves surgir la mañana -rápida, limpia, fría-
sobre el
azul secreto del lago, y en sensuales
sábanas desperezas tus
miembros recordando
la herida del amor y de la amante.
..............................................¡Oh vuelve,
vuelve, mágica noche, si abrazados
rodamos
por un espacio tibio! ¡Mágica noche tuya
y del amor,
ya nunca ha de caer tu tierra
rota con hachas asesinas! ¡Ya
nunca, oscura boca,
has de volver a destrozar
olvidos,
mientras el tiempo oscuro te trae, silencioso,
-en
esta habitación que el Guadarrama mira-
reunidos recuerdos! ¿No
escuchaste en la noche
la voz del pájaro maligno entre los
bosques,
no sentiste el brutal desgarrón de la sangre
en
cierta primavera, cuando te despertabas solo
y un tibio resonar
de inmortales promesas
y deseos te mordía en el lecho?
......................................... Y
ahora sólo el sueño
y la ausencia del tiempo tiemblan en tu
garganta.
La prodigiosa, insondable, luz de Castilla
surge,
brota desde la tarde y sin embargo vuelves
tu memoria a
inmensas cordilleras de nieve.
¡Oh días de promesas solitarias
sin nombre
junto a lasciva nieve, mientras la rata muerta
del
silencio se alzaba desde la cordillera!
¡Oh retorno imposible de
la amante escondida
que sepultada yace buscando unas
raíces!
Oyes las voces de muchachos que vuelven
de un verano
marino y un letargo de arenas.
Escuchas las palabras y promesas
carnales
de herederas ociosas y el río que desborda
su vida
hacia la tierra. Recuerdas el girar
de frágiles y estúpidas
muchachitas ardientes
-sosteniendo deseos bajo las
humedades-
en brazos de peinados jóvenes bujarrones,
en el
ansiado día de sus presentaciones
en sociedad, la sociedad
podrida
que conoce a las tiernas desde sus nacimientos.
Tocas,
en el recuerdo, el vaho triste y fétido
de perfumes añejos en
ancianas de ruines
rosicleres corridos. ¡Oh gira, gira,
noche!
¿no estás tranquila, no esperas nada
de todo lo que
duerme detrás de aquello pasos
sembrados en tu pecho? Y algo se
mueve ahora
en la noche y recorre los corazones yertos
y algo
grita en salvaje, desconocida sangre,
el lenguaje de oscuras
profecías. ¡Y sientes la madrugada,
la inevitable y gloriosa y
desierta madrugada!
¡Oh tierra, tierra ausente, no has de volver
jamás!
en ATENEA, Nº 324 junio de
1952