Proyecto Patrimonio - 2013 | index | Armando Rubio | Rafael Rubio | Autores |




 

 


CARTA EN FORMA DE PRÓLOGO
"Los cuadernos de Armando", Prosa y Poesía de Armando Rubio.
Camino del ciego ediciones, 2013

Por Rafael Rubio

 

.. .. .. .. ..  

I

Cuando tu profesora de primaria pidió a sus estudiantes  que redactaran una “composición” en homenaje al día de la maestra, un niño de nueve años –parecido a ti- trasgredió, alegremente, la norma: en lugar de la acostumbrada  prosa de rigor, escribió un poema en verso titulado “La maestra”, el cual fue, posteriormente, leído en voz alta ante el asombro del curso:

 

[1]LA MAESTRA

Del verano regresa la maestra
con sus hijos de folio junto al pecho
y tan solar se vuelve su mirada
-pan del mediodía-
que dan ganas de besarle las sonrisas.

De las gradas emerge la maestra:
tutelar, ceremoniosa,
y a su paso se inclinan las cabezas
bajo la solemnidad
del pedagógico peinado.

Miradla cómo aspira
fragancia de tiza blanca,
cómo avanza
delgada hacia las aulas.
Oíd sobre el asfalto
el pausado taconeo
de sus pasos alegremente negros.

El verano se desprende a lo lejos
como cuesco de fruta madurada
y la maestra entra
categóricamente bajo el pórtico
-¡saludo grave de los maceteros!-
Y hay en su mirada
cordialidad de sol y mantequilla,
que dan deseos puros
de rebanarle la sonrisa
y repartirla a cada compañero
en la inauguración del mediodía.

Ese niño eras tú y el texto que acababas de leer ante tus compañeros, fue, en rigor, tu primer poema, celebrado posteriormente por tus padres, quienes te animaron a seguir escribiendo. Desde entonces, la escritura fue para ti una actividad persistente y vital; persistencia cotidiana que quedó registrada en los numerosos cuadernos manuscritos que me dejaste como legado filial.

Dilucidado, pues, el momento en que comenzaste a escribir poemas, surgen dos preguntas importantes: ¿Cuándo comenzaste a escribir prosa sistemáticamente? ¿Qué lugar ocupó la prosa en tu trabajo literario?

En una breve entrevista publicada en la revista Andrés Bello, afirmas que tus primeros cuentos datan de cuando tenías 15 años y leíste, por primera vez, a algunos maestros del género. Entre ellos: Pío Baroja, Anton Chejov, William Saroyan, Máximo Gorki, Joseph Conrad, KnutHamsun, Edgar Allan Poe, Jorge Luis Borges y Kafka.  “La motivación que me llevó al cuento –afirmas en esa entrevista- fue, principalmente, literaria. Quizás si yo no hubiese leído devotamente desde muy niño a diversos autores, no lo habría abordado con prontitud. Me interesaba, en todo caso, plasmar mis pensamientos en alguien: el personaje, aunque todo esto yo lo intuía de un modo muy confuso. Así llegué al cuento, haciéndome cuento yo mismo”. Ese hacerse cuento a si mismo, es un gesto que, sin duda, se concreta en la mayor parte de tus relatos, escritos principalmente en primera persona, casi siempre sobre un sustento autobiográfico de base; sobre todo, en los textos referidos a tu infancia.

Destinabas cuadernos exclusivamente para la escritura de prosas, aunque a veces no respetabas esa convención y dejabas deslizar prosas en tus cuadernos de versos y viceversa.  Un buen número de esas prosas obedecen a la estructura del cuento breve, aunque también asoma, de tanto en tanto, la prosa documental, autobiográfica, además de abundantes anotaciones situadas, es decir, reflexiones suscitadas por algún estímulo exterior.

Enfrentado a la necesidad de organizar el material narrativo que produjiste durante un lapso de tiempo cercano a los diez años, aventuraremos una posible clasificación:

1.-Textos autobiográficos: Son textos que no están concebidos como cuentos, sino como semblanzas en prosa, y cuya temática es, principalmente, tu infancia.
2.-Cuentos: Textos que cumplen los requerimientos genéricos del relato breve.
3.-Anotaciones, dispersas principalmente en tus apuntes de notas: reflexiones, aforismos y croquis para posibles narraciones posteriores.

Los textos autobiográficos están dispersos en cuadernos de apuntes. El más antiguo parece ser el Cuaderno I, fechado en 1972-1973 y titulado como “Memorias de infancia”. En estos textos de factura autobiográfica –o testimonial- aparecen descritos espacios donde -por razones familiares- transitaste: Osorno, Río Negro, Isla de Maipo. Entre los personajes más recurrentes figuran tus hermanos: Raimundo, Alberto, Raquel y Valentina, y, en un lugar protagónico, tus padres: mis abuelos Raquel y Alberto.

Los textos que obedecen a la estructura del relato breve o cuento, en la dirección del Decálogo del perfecto cuentista de Horacio Quiroga y las lecciones de cuentistas consumados como Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, están mecanografiados y reunidos en un cuadernillo, tal vez destinado a la imprenta, bajo el título de “Matías y otros cuentos”, el cual que incorpora los siguientes relatos: “Matías”, “El Pequén”, “El gran faquir” y “La cabellera”, a los que debiste  agregar, por su calidad indesmentible,  “La cabeza”, “El partido de Basquetball” y “La visita”.

Las anotaciones, aforismos y reflexiones se hallan dispersas dentro de los cuadernos destinados a las prosas autobiográficas y los relatos con estructura de cuento,  algunas de las cuales decidí incorporar, por su frescura y su lucidez desenvuelta  -a ratos, irónica- en esta selección.

Me he permitido incluir, además, algunos de tus poemas inéditos que dialoguen explícita o implícitamente con los relatos de este volumen. El objetivo de su inclusión es el de mostrar los lazos, los puentes que se tienden entre tu producción narrativa y la poética, como si ambas fueran dos afluentes de un mismo generoso río.

II

Mi abuelo, tu padre Alberto Rubio, autor de la recordada y recia Greda Vasija,  escribió prosa con sistematicidad, paralelamente a su trabajo específicamente poético. Uno de sus  presuntos primeros cuentos –“Los compadritos”- fue antologado por Enrique Lafourcade en su Antología del nuevo cuento chileno, en 1954. Si no me equivoco, es el único cuento publicado por mi abuelo en toda su vida.

Recuerdo haberlo visto escribir relatos con la misma concentración ritual con que urdía sus poemas. Una tarde asistí, sin proponérmelo, al proceso de creación y corrección de un cuento suyo. No recuerdo el título, pero sí los personajes: dos niños, una higuera, un cuidador de predios con su sombrío sombrero alón. Mientras mi abuelo traspasaba los manuscritos a su máquina de escribir -señal de que el cuento ya estaba, en lo fundamental,  escrito- iba leyendo en voz alta algunos párrafos. Yo escuchaba atentamente, aunque me hacía el que estaba en otra cosa, para no intervenir torpemente en su proceso creativo.  Al percatarse de mi presencia, me dijo “¿Ves? La prosa ayuda a soltar la mano. Deberías escribir prosa tú también”, consejo que seguí durante un tiempo en que me dediqué a escribir, con poca fortuna, relatos y cuentos.  Mi abuelo escribía diariamente en pequeños cuadernos de croquis –de tapas verdes- diversos tipos de textos: deberes del día, reflexiones cotidianas, ficciones. Varias veces me recomendó, vanamente, el uso de ese tipo de cuadernos y el hábito cotidiano de la escritura, como seguramente también lo hizo contigo, con mayor fortuna.

En sus últimos años, poco tiempo antes de que cayera irremediablemente enfermo, me visitó al sur, en Los Ángeles, mi ciudad adoptiva. Después de caminar bajo la lluvia, buenamente, en silencio, una tarde, me propuso que ambos testimoniáramos ese encuentro, en la forma de un relato,  para, posteriormente, mostrarnos los mutuos resultados.  Ese encuentro no pudo concretarse. El pasado es más seguro.

III

A juzgar por la cantidad –y enorme calidad- del material narrativo que dejaste inédito, en copias mecanografiadas y manuscritos, la narración tenía una relevancia nítida en tu labor de trabajador de la palabra.  Preparabas un volumen de cuentos, de los que publicaste un adelanto –una muestra- en  la revista Andrés Bello. Se trata de dos de tus mejores relatos: “El partido de Basketball” y “La cabeza”. Ambos textos, técnicamente impecables, merecerían, sin duda, ser incluidos en cualquiera de las más exigentes antologías del género. En “El partido de Basketball”, sobresalen los hallazgos verbales; cercano a la prosa poética en su lenguaje elástico, robusto, rítmico y vigoroso. “La cabeza”, por su parte, es un relato kafkiano, particularmente perturbador, si se lo lee considerando las condiciones sociales del Chile dictatorial, a cuya luz el texto adquiere una oscura dimensión alegórica. La ciudad –escenario de la mayor parte de tus relatos- es una urbe sitiada por la represión, enferma de desconfianza y miedo. Uno de los relatos más perturbadores, en esta dirección, es “La visita”, el cual se ajusta a los requerimientos del cuento fantástico, manteniendo una tensión angustiante a lo largo de todo el relato, hasta llegar a un remate rotundo, a la manera de los cuentos de Julio Cortázar. Dos monólogos –“El presidente”, “El gran faquir”- pueden ser leídos también tomando como referente esa situación contextual.  El presidente exhibe una fina ironía, un refinado sentido del humor, cercano a la sátira, que halla expresión también en otros relatos del conjunto.  Como contrapartida, la apaciguadora evocación de una infancia remota y hogareña, asoma en tus textos más autobiográficos. En ellos, la mirada niña está finamente lograda, en su prístina inocencia, su pureza nítida, su sentido del humor que, a trechos, recuerda la voz infantil del Papelucho de Marcela Paz, o del protagonista del Retratodel artista adolescente de James Joyce y el Retrato del artista cachorro de Dylan Thomas. Lo hermoso de esa pureza es que, a juzgar por tus cartas que conservo, -una de ellas escrita para mi abuela Raquel, tu madre, cuando tenias veinte años, no era parte de una impostura literaria,  sino –por sobre todo- tu propia forma de mirar la vida y testimoniarla.

Espero que tu prosa sea valorada en su real dimensión, pues, sin duda alguna, está al nivel de tu mejor poesía. Creo, además, que puede enriquecer la lectura de tus poemas, sobre todo de aquellos insertos en el ámbito ciudadano. Alguien podrá decir que se tratan de narraciones de un poeta. Es cierto. Son narraciones de un poeta. Habría que agregar una afirmación simétrica: sus poemas son también los poemas de un narrador que aquí, en esta selección hecha por tu hijo que te admira y te ama, demuestra categóricamente su talento y su vigor.

[1] Versión reestructurada por el autor.

 

 

* * *

 

 

Los cuadernos de Armando, prosa y poesía de Armando Rubio es el primer título que da inicio a una colección impulsada por Camino del Ciego Ediciones, denominada Vidas de Diamantes. Por medio de estos libros el lector podrá aproximarse no sólo al contenido, sino que además a los elementos interrelacionados a la obra, es decir, identificar un tiempo y un discurso que permitan descubrir detalles de la vida de los autores. Esta información es revelada mediante escritos biográficos o lo que se desprende de un poema o cuento de forma inmanente, ya que, enunciémoslo, la mayoría de quienes crean lo hacen desde una dimensión propia y singular, mezclando la realidad con invenciones de todo origen, pero ante todo será la experiencia, tanto personal como social, la fuente de relatos, visiones y sonidos, los que mediante un filtro técnico o una estructuración estética se adhieren y retroalimentan hacia la sensibilidad de otros.

En el caso de Armando Rubio, sus prosas devienen de recuerdos de infancia y juveniles; hechos cotidianos y de experimentación ficticia, lúdica y surrealista; historias repletas de imágenes fantásticas, escabrosas e intrigantes que estimulan nuestra percepción; y urbanas, en donde se percibe la vivencia, el entorno, una época. Sus cuentos son el resultado de un ejercicio contemplativo de alguien que deambula entre la ciudad y sus gentes con una profunda agudeza interpretativa y emocional, por sobre todo existencialmente reflexivos, en resumen, lo que toda obra de arte debiera aportarnos en algún momento.

Estas narraciones, la mayor parte de ellas inéditas, fueron encontradas en viejos cuadernos y hojas de máquinas de escribir, una especie de tesoro a compartir, los cuales aspiramos sean un aporte generacional a la narrativa chilena, ya que develan no sólo la faceta prosística de Armando, sino que además deja una pregunta abierta y arrojada intempestivamente sobre la mesa del género (o mantel de cuadritos rojos), en el presente, ¿Armando sería un poeta o un reconocido escritor de prosa? considerando que lo recopilado en este libro fue desarrollado antes de los veinticinco años.

Colección Vidas de Diamantes sumará a más autores chilenos: escritores, músicos o artistas plásticos, cuya contribución nos devele su huella brillante para poder conocerlos mejor mediante los senderos de su trabajo.

Cristian Fuica (editor)



 

 

 

Proyecto Patrimonio— Año 2013
A Página Principal
| A Archivo Armando Rubio | A Archivo Rafael Rubio | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
CARTA EN FORMA DE PRÓLOGO
"Los cuadernos de Armando", Prosa y Poesía de Armando Rubio.
Camino del ciego ediciones, 2013
Por Rafael Rubio