Nuevas
versiones del poeta-"grafitero"
Cántico del sol. Antología
y estudios acerca de la obra
de Ezra Pound
Armando Roa Vial
Beuvedráis Editores, Santiago, 2005, 275 páginas.
Por Piero Montebruno
Revista Universitaria N°88, septiembre-noviembre
2005
Este libro –porque es un libro aparte, nunca una traducción–
es la tercera versión de las «obras escogidas de Pound»
que ha entregado Armando Roa. Las otras dos anteriores son Antología
de Pound. Homenaje desde Chile (Universitaria, 1995, con Armando
Uribe) y Ezra Pound: Poesía temprana (Las dos fridas,
1999). Y yo apuesto a que habrá todavía más.
Armando Roa no es un tipo que traduzca un poemita por acá
y otro por allá. Él funciona lejos de las economías
de escala. Sabe lo que es la batalla por la producción en poesía.
Y no está para usuras. Cántico del sol se abre
con una imagen que bien podría ser el reflejo del miglior
fabbro en ese ataúd para los vivos que son las góndolas.
Son 280 páginas y viene bilingüe; en rigor, pentalingüe,
al menos. Roa escribe un texto nuevo sobre un texto viejo de Pound.
No escribe en castellano lo que estaba en inglés, francés,
griego, latín, provenzal o chino, algo tan común en
los mamotretos de las ediciones globalizadas, versiones que parecen
la traducción simultánea de un CEO Summit. A
Pound, Roa lo conoce, lo reconoce. Y no es que sea el presidente del
capítulo chileno del fans-club del viejo Ezra. Simplemente
lo toma en serio. Muy en serio. Así, cualquiera de sus «obras
escogidas de Pound» vale la pena. Y las escribe como si fueran
un cover de los Cantares. Éste sería,
entonces, algo así como el «Cantar III» de Roa
sobre la obra de Pound.
No voy a decir que tal o cual palabra fue un acierto o un menoscabo.
No voy a dar la lata con eso. Aquí hay harto Pound temprano:
A Lume Spento (1908), A Quinzaine for this yule (1908),
Personae (1909), Exultations (1909), Canzoni
(1911), Ripostes (1912), Cathay (1915), Lustra
(1916-1917) y Hugh Selwyn Mauberley (1920), un poco menos de
los Cantares y nada, o casi nada, del Pound en prosa.
Roa es un neurótico maravilloso. No hay nada que haga al lote.
Parte con el prefacio «Las razones de Pound», una especie
de guía práctica para su lectura, que incluye un mapa
mínimo con las coordenadas biosicosociales del viejo Ezra.
Sigue con anotaciones propias al texto original. Y cierra con el ensayo
«La poesía de Ezra Pound», de John Berryman (cuya
traducción deja a Rafael Vargas, en un gesto solidario al que
ya nos tiene acostumbrados).
Roa sigue a Pound y sostiene que «traducir es construir una
máscara, una personae ». Pound fue un publicista:
traducirlo es como editar esas imágenes. Cántico
del sol es el viejo Ezra en formato DVD. Y con esto no pretendo
invitar a nadie a que lea el libro ni menos a que pague por él.
Cada uno sabe lo que hace y lo que no hace. Pound hizo del poema algo
más entretenido y dinámico que los noticiarios. Supo
hacer corrosiva la ortografía. Yuxtapuso garabatos y oraciones.
Casi diría que fue un grafitero iluminado de la página
en blanco. Pound no escribió para el arte ni para la literatura:
escribió para la geopolítica. Pound fue el estadista
americano más impresionante del siglo XX. A mí entender,
debió haber sido Presidente de los EE.UU. Los gringos se lo
farrearon…