El poeta
habla desde su reclusión
Armando Uribe:
.......... "Si me muriera hoy en
la noche, estaría muy contento"
Por Jazmín
Lolas
Las Ultimas Noticias, Domingo 14 de agosto
de 2005
Instalado en su departamento
del Parque Forestal, en el cual se enclaustró hace siete años
con el objetivo de revisar su vida, el escritor confiesa que se mata
de la risa leyendo los diarios chilenos.
"Yo soy bien posero", admite Armando Uribe,
al mismo tiempo que arquea las cejas y mira de reojo a la cámara.
La sesión fotográfica se ha iniciado en el escritorio
que el poeta y abogado ocupa en su departamento del Parque Forestal
y continúa en el living-comedor, luego
en un pasillo que da al segundo piso y finalmente en una cómoda
y algo oculta salita.
En todas partes hay libros, escritos en diferentes idiomas.
"Arriba tengo muchos más", comenta Uribe, como si
quisiera aumentar la curiosidad que uno siente al observar los numerosos
volúmenes que se encuentran a la vista.
Mientras sigue ofreciéndole al lente diferentes
ángulos de su rostro flaco y severo, el Premio Nacional de
Literatura, recientemente distinguido con la Orden de las Artes y
las Letras de Francia, cuenta la historia de un crucifijo que cuelga
de una de las paredes de su escritorio y al que le faltan las piernas
y los brazos.
-Lo rompió un primo mío que estaba de
visita -explica-. Yo le dije "no importa, todo se quiebra",
y decidí mantenerlo tal como quedó. Le puse Cristo de
Auschwitz, porque parece torturado. Coincidentemente, después
apareció en el mausoleo de mi familia otro crucifijo, al que
también le faltan las piernas. Es el que está allá
-indica hacia un mueble de arrimo ubicado cerca de la puerta.
Uribe toma un cigarrillo y lo inserta dentro de una
boquilla, porque, así como detesta las colillas en los ceniceros
("son muy feas como objetos", opina), le molesta el humo
cerca de "las narices", según afirma.
El ex diplomático y académico, que en el curso de la
conversación alterna los cigarrillos con su aromática
pipa, fuma en todo momento desde hace casi cuarenta
años (ver recuadro), aunque numerosas veces le han aconsejado
que renuncie al vicio.
"Mire, el cigarrillo llena el tiempo del que fuma, aunque el
que fuma esté perdiendo el tiempo. Yo soy una persona con tendencia
al aburrimiento, por lo que los paréntesis que hago para fumar
ayudan a que me aburra menos", sostiene.
-¿Se permite usted perder el tiempo alguna vez?
-Bueno, muchas veces estoy leyendo o escuchando música mientras
fumo. Trato de no perder el tiempo, aunque soy partidario del ocio,
porque creo que es más importante en la vida humana, para que
ésta sea verdaderamente humana, que el trabajo. Soy contrario
a lo que domina en Occidente, y en el resto del mundo, que es, cómo
decirlo, la ética del trabajo. Hay que trabajar para cumplir
con la ética. El trabajo, siguiendo el primer libro de la Biblia,
es un castigo impuesto a los seres humanos como consecuencia del pecado
original. Privilegiar el ocio, que puede manifestarse de muchas maneras,
algunas de ellas criticadas, como juntarse con amigos después
del trabajo y emborracharse, es una manera de vivir muy humana.
-¿Usted se juntaba con amigos después de trabajar?
-Cuando trabajaba yo cotidianamente, antes de jubilar, claro que eso
ocurría.
-¿Y se emborrachaba?
-No digo que me emborrachara, pero podía suceder también
que tomara
alcohol. Las formas de solidaridad naturales entre parientes y amigos
son las verdaderamente humanas, y no el trabajo arduo y largo. El
contacto humano es una riqueza y se ha ido perdiendo. Es una penuria
lo que ocurre con el trabajo.
-Pero usted, que se recluyó en su casa hace siete años,
no mantiene muchos contactos.
-Pero viene gente a verme. Yo salgo una vez por semana, los domingos
entre las once y el mediodía, para oír misa en la Iglesia
de la Veracruz, que queda a 150 metros de aquí. Ésa
es la única salida regular que hago, aunque también
salgo por cosas muy obligatorias, incluyendo exámenes médicos.
Pero lo evito porque me cansa mucho físicamente, a veces hasta
el día siguiente o el subsiguiente. Hay razones médicas
para que me quede en este departamento.
-Pero entiendo que no fue por razones médicas que inició
su enclaustramiento.
-No, ésas vinieron después. Mi reclusión empezó
porque yo quería, por varias razones personales que no viene
al caso explicar, pero también por el hecho de que había
terminado mi vida pública. Se había cerrado una etapa,
tenía ya 65 años y correspondía que lo hiciera.
En el pasado, era común entre las personas que llegaban a ser
mayores de edad quedarse tranquilas en la casa y hacer una especie
de examen de conciencia de lo que habían hecho y dejado de
hacer en su vida. Yo lo he hecho revisando muchos de los papeles escritos
que tenía, leyendo y releyendo una gran cantidad de libros
y también escribiendo. Antes se decía que las personas
de edad se preparaban para morir al recluirse. La frase era: "Prepararse
para bien morir". Yo me he preparado para bien morir o para mal
morir, pero me he preparado.
-¿Está listo para morirse, entonces?
-Completamente, y si eso ocurriera hoy en la noche, estaría
muy contento. Ya está bueno.
-Mientras sigue vivo, ¿de qué manera se mantiene
al tanto de lo que ocurre en el país y el mundo?
-Televisión chilena yo no veo. Leo muchos diarios y revistas,
y me llegan cada diez días, por correo aéreo, ochenta
o cien recortes que me manda un hijo mío que trabaja en
París. Vienen recortes franceses, ingleses, italianos, estadounidenses
y españoles. Ésas son mis fuentes de información.
En seguida veo los noticiarios de la BBC, de la televisión
francesa, española e italiana. Es televisión por cable,
a todo esto.
-No usa internet, supongo.
-No. Yo sólo estoy al tanto de lo que puede entrar en mi cerebro,
porque eso es lo que importa. Le confieso que no podría informarme
más de lo que estoy, no podría caberme más en
la cabeza. Hay gente que cree que porque las noticias salen en internet
están informadas de todo lo que ocurre en el mundo. Falso.
-Se informó a través de los diarios, entonces, del
procesamiento a Lucía Hiriart y a su hijo Marco Antonio Pinochet.
-Naturalmente.
-¿Y cuál fue su reacción al enterarse?
-Mire, me pareció que era inevitable que los miembros de
la familia del señor Pinochet, que habían intervenido
directamente en cuentas corrientes por grandes cantidades, como el
propio Pinochet, fueran procesados. A juicio mío, como jurista
que soy, considero que debieron haber sido procesados como autores
de los delitos tributarios, porque obviamente lo son.
-¿Qué representa ese acontecimiento para nuestra
historia?
-Una vergüenza que, desgraciadamente, recae sobre todos los
chilenos. Esto no va a desaparecer de la historia y es una vergüenza
para un país en que, según los valores tradicionales,
los jefes de estado no se enriquecían durante sus años
en el poder. A juicio mío, es un hecho que pesa negativamente
sobre la conciencia de todos los chilenos, no teniendo responsabilidad
ninguna y habiendo sido perseguidos muchos de ellos por la dictadura.
-¿Pero qué importancia tiene que una ex primera
dama esté rindiendo cuentas ante la justicia?
-Bueno, lo importante es que no ha rendido cuentas el señor
Pinochet mismo (que es el principal de los responsables), debido a
las excusas relativas a su salud mental, que son excusas, tal como
lo fueron cuando estuvo detenido en Londres. Ahora ha tenido la cabeza
buena para hacerse responsable de todo lo que les cargan a su mujer
y a su hijo. Esta gente se puso fuera de la ley desde el comienzo
y ha seguido fuera de la ley hasta el día de hoy y, por cierto,
más afuera todavía de la moral y de las costumbres históricas
chilenas.
-¿Ponerse fuera de la moral es peor que ponerse fuera de
la ley?
-Sí, es peor.
-Ya que no teme morirse, deduzco que no le importa el deterioro
físico o mental.
-No, por cierto que no, aunque sea mental, que es un temor entre
la gente de edad. Si perdiera la cabeza, no me importaría nada,
no me importaría.
-¿A qué le teme entonces, a estas alturas?
-Si le dijera que no le temo a nada ni a nadie, parecería
una arrogancia, pero en realidad no veo cosas o personas alrededor
mío, lejanas o cercanas, a las cuales les tema. Mucho menos
a la muerte, que es completamente natural.
-Volviendo al tema de su encierro, ¿recibe en este departamento
a quien quiera venir a verlo?
-Si me llaman por teléfono, claro. En general, los recibo.
-¿Es cierto que la mayoría son jóvenes, porque
a usted le gusta relacionarse con ellos?
-No, oiga, no siento ninguna idolatría por la juventud.
No la sentía cuando yo era joven tampoco. En cambio, había
algo que existía en Chile antes del golpe de estado: una comunicación
natural entre distintas generaciones de personas. Es decir, uno se
hacía amigo de gente de la edad de los padres y aun mayores,
y así se transmitían las experiencias entre generaciones
distintas. El golpe de estado, que no se realizó para tomarse
el gobierno, sino para destruir el estado histórico que existía
en el país desde 1833, produjo una disgregación de la
sociedad civil. Por lo tanto, no hay comunicación entre distintas
generaciones. Por eso considero prácticamente un deber reanudar
los contactos con gente más joven. No se trata de que los viejos
tengan sabiduría. Lo que se tiene son más experiencias
porque se ha vivido más años.
-Una vez usted dijo que no necesitaba dientes por qué no
tenía de qué reírse.
-Bueno, ésa fue una respuesta simplemente.
-¿Pero se ríe alguna vez a carcajadas, aunque sea
para callado?
-Yo me río para mis adentros mucho más que para
mis afueras.
-¿De qué, si puede saberse?
-Uuuh, de toda clase de cosas. Leyendo los periódicos chilenos
me río muchísimo, todo el tiempo, con las estupideces,
las mentiras, las omisiones, las mañas y las malicias. Yo lo
que tengo, entiendo, porque me lo han dicho, es ironía. Eso
sí, eso sí que sí.
-¿Cuándo siente tristeza y por qué?
-Mire, yo no soy llorón, nada de llorón, pero desde
adolescente tengo mucha melancolía y también mucho espíritu
de humor, ironía y aun sátira. Quienes son más
cercanos se dan cuenta, no tengo por qué estar exhibiendo esos
rasgos.
-¿Y qué cosas son las que le provocan ternura?
-Mire, de esa palabra con razón se apoderó la Gabriela
Mistral, que publicó un libro con ese título. No creo
que la palabra ternura sea muy apta para los hombres, porque yo creo
que hay diferencias entre hombres y mujeres. No me refiero a superioridades,
sino a diferencias.
-¿Y una de ellas es la ternura?
-Claro. Las mujeres son mucho más aptas para la ternura que
los seres humanos masculinos. En fin, es una manera de mirarlo. Pero
debo decir que todo lo que se refiere a los niños pequeños
indefensos, a lo que les ocurre y cómo ellos lo sienten, y
todo lo que circunda la vida de los pordioseros me produce mucha pena
y un sentimiento de culpabilidad. Uno come lo que por carencia produce
hambre en los desvalidos, de modo que tengo una relación de
pecado social respecto de los pobres.
"La
poesía no tiene utilidad"
Desde que inició su enclaustramiento, Armando
Uribe ha tenido más tiempo que nunca antes en su vida
para escribir nuevos textos y revisar los que creó hace
años para darlos a conocer. Ésa es la razón
de que el poeta publique libros con tanta frecuencia.
De hecho, el autor acaba de estrenar su más reciente
obra -"Desdijo", que reúne poemas y grabados
suyos- y ya ha anunciado para los próximos meses el lanzamiento
de un volumen de ensayos y de una antología de poesía
erótica, entre otros.
-Al margen del placer estético, ¿tiene la
literatura, en especial la poesía, alguna utilidad?
-No tiene ninguna. Es un lujo y la verdad es que es inútil,
salvo en el mundo espiritual de quienes la escriben o la leen.
La poesía no es cosa que se compre ni se venda. El primer
poeta griego que hizo poesía por encargo se llamaba Simónides
y fue objeto de escarnio en Grecia por vender su poesía
y ganar dinero. La poesía es gratuita.
-¿Se contradice con su utilidad espiritual que un
poeta gane plata?
-Los que escriben poesía en verso no ganan para vivir.
Hay excepciones, como la de Pablo Neruda, aunque no en toda
su vida: a los 50 y tantos años empezó a recibir
una cantidad mensual de su editor con la condición de
que entregara todo lo que iba escribiendo. Me acuerdo de que
el año 69, en la revista "Fortune" o "Forbes",
apareció un artículo sobre los escritores que
llaman latinoamericanos y el único que vivía de
lo que escribía en verso era Neruda.
-¿Le ha bastado a usted con la satisfacción
espiritual?
-Mire, lo que se escribe sin placer, sin algún goce,
por mínimo que éste sea, mucho menos va a producir
un goce en el lector. De modo que el placer es casi una condición
de la poesía.
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Hasta quemarse
los dedos
Armando Uribe recuerda que fue en 1968, pasados sus 30 años
de edad, cuando adquirió el "vicio y defecto",
como lo define él, de fumar cigarrillos.
"Yo era jefe de la delegación chilena que tenía
que aprobar en Naciones Unidas un tratado de no proliferación
de armas nucleares y, una vez que éste se aprobó,
se me encargó, como experto en la materia, que elaborara
un informe para una nueva reunión. Tuve que trabajar
día y noche durante tres días con el objetivo
de dejarlo listo antes de volver a Chile y, para no quedarme
dormido, decidí que lo mejor era fumar cigarrillos, porque
cuando empezara a cabecear se me iban a quemar los dedos",
cuenta.
-Aunque lo considera un defecto, sigue fumando.
-Claro, fumar es un defecto y una obsesión que no
sólo satisface materialmente, sino que además
simboliza otras cosas en el inconsciente. Para mí, fumar
consiste en fumar cenizas, que están relacionadas con
la muerte. Y la brasa que está encendida todo el tiempo
corresponde a la perduración del fuego.
-¿Qué le parecen las restricciones al tabaco
que se avecinan?
-No conozco la ley todavía, pero me parece perfecto.
Yo, por lo demás, no me muevo de mi departamento, por
lo que no voy a tener esos problemas.
-¿Recibe con gusto a los fumadores en su casa?
-Ni con gusto ni con disgusto. Siempre pregunto si a las otras
personas les molesta el humo, sobre todo a las personas que
han desarrollado un rechazo que ha tomado formas de fobia que,
sicológicamente, pueden ser incluso más graves
que la obsesión. Bueno, si la otra persona fuma está
bien. El único problema es que a veces tengo un solo
cenicero y tengo que ponerlo al medio.
-¿Nunca ha temido que el cigarrillo lo mate?
-Me da lo mismo, oiga, porque no soy partidario de que los
seres humanos, en promedio, vivamos tantos años. Es una
injusticia para los jóvenes que están activos,
que cada vez más tienen que mantener a las personas de
edad.
-¿Cuántos cigarrillos fuma al día?
-No los cuento, nunca los he contado.
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Fotos:
Dig. sobre fotografías de Richard Salgado