"Por falsa modestia debo
decir que no soy merecedor. ¡De ninguna manera!", dijo
Armando Uribe.
Armando Uribe Arce se impuso unánimemente a Delia Domínguez,
Efraín Barquero y Óscar Hahn.
Su nombre era uno de los favoritos, pero también
jugaban muchos puntos en su contra, como su reconocido espíritu
crítico y contestatario, que le ha significado fuertes roces
con el sistema político y literario del país. En
ese sentido, para muchos, la noticia no dejó de ser sorpresiva
y una vuelta de tuerca a lo "políticamente correcto".
En una jornada bastante tranquila, lejos de la fuerte disputa que
se vivió en 2000 al ser elegido Raúl Zurita, Armando
Uribe Arce, destacado poeta, ensayista, abogado y diplomático,
fue designado como el nuevo Premio Nacional de Literatura 2004. El
jurado, presidido por Sergio Bitar, ministro de Educación;
Luis Riveros, rector de la Universidad de Chile; Volodia Teitelboim,
último Premio Nacional de Literatura 2002; Óscar Quiroz
Mejías, rector de la Universidad de Playa Ancha y Ernesto Livacic,
representante de la Academia Chilena de la Lengua, basó su
decisión en "el compromiso existencial del hombre frente
a la vida y la muerte, manifiesto en un estilo dramático y
singular desarrollado a través de una extensa producción".
Volodia Teitelboim, Premio Nacional de Literatura 2002, dijo: "Me
parece muy justo. Es el premio a una vida dedicada a la creación,
particularmente a la poesía. Uribe ha espigado en variados
géneros, con mucha autoridad y con un sentido dramático
de la existencia. Pese a la gran sombra paternal de Neruda, tiene
una particularidad propia muy fuerte, poco dada a la alegría.
Sus razones tendrá".
El galardonado (70), quien publicó recientemente los poemarios
"De muerte" (Universitaria) y "Las críticas
en crisis" (Lom), se impuso a otros nombres de primera línea,
entre los que se contaban Delia Domínguez, Efraín Barquero,
Óscar Hahn, Carmen Berenguer y José Ángel Cuevas.
Haciendo gala del espíritu necrológico que ha marcado
su elogiada obra, expresó que al momento de recibir la noticia
del Premio "estaba leyendo un libro que trata sobre el fin del
mundo, escrito por un científico inglés muy importante:
Sir Martin Ress. Es un pensador serio, no un divulgador cualquiera.
Su libro se titula 'El último siglo' y la tesis que sostiene
es que hay cincuenta por ciento de posibilidades, en el siglo XXI,
de que se acabe el planeta debido a muchas causas, entre ellas las
armas de destrucción masiva, pero también por los experimentos
científico-técnicos que se realizan en el mundo. En
eso estaba cuando recibí la noticia. Me tomó de forma
apocalíptica".
No soy merecedor
Sin medias tintas, también se refirió al espíritu
con que recibía el premio: "Por falsa modestia debo decir
que no soy merecedor. ¡De ninguna manera!".
Otro de los temas que abordó fue el estado de la poesía
chilena actual: "Hay una cosa muy notable que tiene que ver con
su continuidad desde Carlos Pezoa Véliz y Diego Dublé
Urrutia. La poesía se ha mantenido con calidades verdaderas
durante todo el siglo XX y los años que siguen al XXI. Y con
ello me refiero a las generaciones sucesivas. También destaco
la gran tradición oral y popular que existe en el país
y que ingresó en la primeras décadas del siglo XX gracias
a Gabriela Mistral, Vicente Huidobro y Pablo Neruda".
Armando Uribe Arce nació en Santiago, el 28 de octubre de
1933. Es abogado, diplomático, ensayista y poeta, perteneciente
a la generación del 50. Cursó estudios en el Saint George
donde hizo su primera aproximación al mundo de las letras a
través del taller literario de Roque Esteban Scarpa. "Él
publicó un artículo para el diario 'El Mercurio' sobre
mi poesía, en donde poco menos que me empujaba a que escribiera
versos para toda la vida. Al día siguiente, en clases, le dije:
'don Roque, no le perdono lo que hizo. ¡Ahora me va a obligar
a escribir'! Esa es la verdad de las verdades de por qué sigo
en esto", expresa.
Además de ser reconocido en su trabajo literario, es abogado
experto en minas y diplomático de carrera. En 1957 se casó
con Cecilia Echeverría con quien tuvo cinco hijos. El 11 de
septiembre de 1973 lo sorprendió lejos. París fue el
lugar escogido para exiliarse o desterrarse, como él prefiere
llamarlo.
Al volver a Chile combinó sus labores como profesor ad honorem
de la Facultad de Derecho de la U. de Chile y su trabajo de escritor.
En marzo de 2002 recibió dos premios Altazor, en poesía
y ensayo. Entre sus principales obras se destacan "Por ser vos
quien sois" (1989), "Odio como odio, rabio como rabio"
(1998) y "Memorias para Cecilia" (2002).
Cambios para
el Premio
Sergio Bitar, ministro de Educación, anunció algunas
modificaciones para el Premio Nacional de Literatura: "El jurado
ha considerado la conveniencia de poner término a la alternancia
de las categorías de literatura y poesía que no está
especificada en la ley, y que ha sido una práctica que se instaló
alrededor del año 1982. Corresponderá al próximo
jurado, en 2006, tomar decisiones sobre esta materia". También
adelantó que está abierto a las sugerencias sobre la
conformación del jurado, aunque se trata de un decisión
a largo plazo.
Reacciones del mundo literario
Jorge Edwards:
"Me parece muy bien que lo haya ganado. Es un notable poeta,
un hombre de cultura que sabe lo que es la literatura. Esas cualidades
no se ven con mucha frecuencia. El que lo haya ganado, le da calidad
al Premio."
Armando Roa Vial:
"Uribe, además de ser un poeta excepcional, es un humanista,
un hombre integral que ha incursionado en distintos géneros
literarios. Con esto se vuelve a dignificar el Premio Nacional y ojalá
que sirva para cambiar algunas de sus normativas".
Miguel Serrano:
"Deberían habérselo dado hace mucho tiempo. Su
poesía es profunda, atormentada. Es un poeta autónomo,
que ha escrito toda la vida con una total independencia. Si este premio
no se lo dan a él, hubiera sido una injusticia más".
Cristián Warnken:
"Se premió a un poeta lúcido y libre que ha explorado
en la rabia y muerte como ninguno. Es una muestra de independencia
del Premio, a pesar de que su figura moleste a algunos."
José Miguel Varas:
"Su poesía es angulosa, cortante, produce un efecto intenso
en el lector, transmite estados de ánimo críticos y
desesperados frente a estados o situaciones que le parecen inaceptables."
Cifras:
El galardonado recibirá un monto de 13 millones 186 mil 565
pesos por un sola vez, y una pensión vitalicia equivalente
a 20 UTM (unos 600 mil pesos mensuales).
* * * *** * * *
Ganó
el Premio Nacional de Literatura 2004
Armando Uribe:
“Por falsa modestia debo decir que no soy merecedor”
Las Ultimas Noticias
Martes 31 de agosto de 2004
Conocido tanto por su obra poética
como por sus iracundas intervenciones públicas, el septuagenario
y prestigioso escritor recibió el galardón a su manera:
sin el menor atisbo de una sonrisa.
"Prefiero ponerme contra la pared, para ser fusilado", dijo
ayer el poeta, abogado y ex diplomático Armando Uribe Arce
cuando se plantó frente a los numerosos periodistas que lo
abordaron inmediatamente después de ser anunciado como ganador
del Premio Nacional de Literatura 2004 por votación unánime
del jurado.
Sin evidenciar el menor atisbo de sonrisa, como es su costumbre,
el septuagenario autor -quien se ha hecho conocido tanto por su obra
poética como por sus iracundas intervenciones públicas-
ofreció a los presentes un nutrido muestrario del humor seco
que lo caracteriza. Cuando se le preguntó si creía ser
merecedor del galardón, al que también postulaban figuras
como Efraín Barquero y Óscar Hahn, respondió:
"No, pues, cómo se le ocurre. Mire, por falsa modestia
debo decir que no soy merecedor, de ninguna manera: falsa modestia."
Intelectual de nota y sumamente respetado entre sus pares, el escritor
también ha dado de qué hablar con sus fugaces apariciones
televisivas: sacando buen partido de su semblante cadavérico
y su voz sepulcral, ha impactado a los espectadores al analizar -sin
anestesia- los aspectos más espinudos de la política
nacional. En este mismo diario, además, ha entregado sus opiniones
acerca de los más peregrinos asuntos, sin que ello le haya
significado contradecir la aplaudida propuesta literaria que ha desarrollado
desde su primer libro, "Transeúnte pálido’’, hasta
sus numerosas últimas obras.
Lector incansable y erudito, el hombre es también un aficionado
al cine de autor -se confiesa seguidor de realizadores como Antonioni,
Visconti, Pasolini y Fellini- y un incondicional admirador de Charles
Chaplin, actor y director al que apreció desde niño
y de quien admite haber imitado el peinado con partidura al medio
que utiliza hasta el día de hoy.
Viudo de la artista visual Cecilia Echeverría, quien falleció
hace poco más de dos años, Uribe también es,
a pesar de la aparente dureza de su carácter, uno de los hombres
más románticos de Chile: así se constata en "Memorias
para Cecilia", conmovedor libro en el que narra la bella y perenne
historia de amor que protagonizó junto a su compañera
de toda la vida. El mismo poeta se ha encargado de dejar en claro
la trascendencia de ese vínculo: "La relación con
mi mujer es lo más importante que me ha pasado en la vida",
ha dicho.
El amor, sin embargo, no es el sentimiento predominante en las intervenciones
públicas del escritor, porque su motor básico es la
indignación: indignación por la pasividad del ciudadano
medio, por la mediocridad de algunas autoridades y por la vulgaridad
de ciertas costumbres. Esa rabia permanente concuerda con la actitud
que inunda sus versos, donde -sin perder la dignidad y recurriendo
a menudo a la ironía punzante y cínica- reclama contra
la progresiva decadencia física y mental que todo ser humano
debe tolerar en su paso por el mundo.
El autor, en todo caso, asume los efectos de la edad con una saludable
combinación de humor negro y desesperación ("¿Ven
que la vejez es ridícula?/ Me llevo rezando sin templo./ Sobreviviendo
como bestia", medita en uno de sus poemas), mientras aguarda
el día de su muerte apoyado en la fe -es católico practicante-
y en su capacidad para enfrentar los desastres que asoman inevitables
en el horizonte de la humanidad.
Como ensayista, Uribe también ha manifestado su descontento
en escritos donde analiza los grandes conflictos de la historia reciente
de Chile, centrando su furia en la represión ejercida por la
dictadura militar, y en su labor como abogado, rol que hace dos años
lo llevó a patrocinar una millonaria demanda contra las principales
compañías mineras del país, a las que acusó
de sobreexplotar los yacimientos de cobre.
La molestia inextinguible y el afán crítico del flamante
Premio Nacional de Literatura se extienden a todos los ámbitos
de la sociedad y a todos los niveles del poder: sus dardos han apuntado
contra funcionarios gubernamentales ("estamos llenos de ratones
y los que dirigen nos ratonean", dijo en 1999) y hacia los empresarios,
quienes, según ha denunciado, "se manejan entre conflictos
de intereses que los llevan a violar la moral más primaria
en forma constante".
En una entrevista concedida a este diario en octubre de 2002, el
poeta reunió sus motivos de furia en un solo y expresivo caldo
donde la religión se confunde con la moral y la economía:
"Creo en el demonio con cachos, cola, pezuñas y diente
de oro. Creo en ese demonio y también en sus otras formas.
Y hay becerros de oro que se llaman espíritu de lucro y hedonismo
de la carne, y varios más que son obras del príncipe
de este mundo, que es otro de los nombres del demonio
Autor de cabecera
Pese a su estatura intelectual, Armando Uribe
no ha temido adentrarse -a petición de este diario- en
asuntos que escapan de su habitual ámbito de acción.
Hace menos de una semana, y mientras se discutía el efecto
que el cántico “Chi-Chi-Chi-Le-Le-Le” había ejercido
en el juego del estadounidense Mardy Fish durante su épico
partido de tenis con Nicolás Massú, el autor explicó
-en su calidad de miembro de la Academia Chilena de la Lengua-
que “la letra ch pronunciada es dura para el oído”, por
lo que “el Viva Chile resulta entonces descoyuntado respecto
del Chi-Chi-Chi-Le-Le-Le, que es heptasílabo, porque
no concuerda ni en métrica ni en rima”.
En enero, el escritor se refirió a un spot televisivo,
filmado para promocionar una marca de cerveza, en el que Don
Quijote y Sancho Panza renuncian a sus ideales heroicos por
un trago de la espumosa bebida. Tras sentenciar que la publicidad
que se hace en Chile es “exageradamente vulgar”, el autor de
“Por ser vos quien sois’’ aseguró: “No me extrañaría
que usaran a Jesucristo en la cruz ofreciéndole cerveza
al buen ladrón”.
En julio, cuando el colectivo poético Casagrande amenazó
con realizar una sesión de espiritismo para hablar con
el mismísimo espectro de Pablo Neruda, Uribe se mostró
escéptico y, con un delirante sentido del humor, llegó
a sugerir que los médiums podrían terminar conversando
con un espíritu impostor: “La posibilidad de que lo imiten
está abierta. Hay mucha gente que en vida imitaba la
manera gangosa y lenta de Neruda al hablar. De modo que aparezcan
impostores no cuesta nada’’.
|
* * * *** * * *
ARMANDO URIBE,
NUEVO PREMIO NACIONAL DE LITERATURA
Sorprendido
por galardón
La
Nación. Martes 31 de agosto de 2004
El vate chileno, luego de saber
que obtuvo el premio, expresó que “no hice nada personal, pese
a que podría parecer lo contrario para llegar a esto de que
me den el premio, porque resulta que hasta estas mismas semanas han
salido ya dos libros míos”.
Por decisión unánime, el poeta Armando Uribe se hizo
acreedor del Premio Nacional de Literatura, galardón que entrega,
cada dos años, el Ministerio de Educación.
Uribe, que fue diplomático y se ha destacado en la defensa
de los derechos humanos, era uno de los favoritos en el mundo literario
e intelectual y su premiación no fue sorpresa, dejando atrás
a los otros postulantes como Delia Domínguez, Efraín
Barquero, Carmen Berenguer y Oscar Hahn.
A sus 70 años, el poeta, ensayista y abogado tiene a su haber
una extensa obra poética y recientemente publicó De
Muerte, Las Críticas en Crisis y su tercer libro de versos,
que lleva por nombre ¿Qué debo hacer?
Este premio, el principal entregado por el gobierno chileno a la
producción literaria nacional, se suma a otros galardones recibidos
por el poeta: el Premio Municipal (1990) por el libro Por ser Vos
quien Sois y el premio Altazor 2002 por su ensayo El fantasma de la
Sinrazón y El Secreto de la Poesía.
En su primera reacción, Uribe, que en varias ocasiones ha
manifestado no querer el premio, dijo, por “falta de modestia”, no
ser “merecedor” del mismo y confesó que temió que sus
críticas, que abarcan a los gobiernos que siguieron al régimen
militar, influyeran negativamente en el jurado.
“Diría entonces, que no toman en cuenta las opiniones políticas
de los premiados. Lo que me parece muy bien, porque este no es un
premio de ciencias políticas”, enfatizó el galardonado.
Asimismo, el autor de Odio lo que Odio, Rabio como Rabio, quien se
hizo acreedor de más de 13 millones de pesos por una sola vez,
además de una pensión vitalicia de 20 UTM (alrededor
de 600 mil pesos), dijo no ser partidario de que el Premio Nacional
de Literatura esté acompañado de un reconocimiento en
dinero, ya que cree que se debieran utilizar todos los recursos del
Estado para solucionar otros temas, como la pobreza y la indigencia.
“Tengo un escrúpulo porque es tanta la indigencia y la pobreza
en Chile, que encuentro terrible que se aplique dinero porque se han
escrito versos y no a satisfacer esas necesidades. Puedo parecer como
un hipócrita al decirlo, a pesar de que realmente es mi sentimiento”,
expresó el vate, agregando que “la verdad es que la poesía
es completamente gratuita y no corresponde que sea pagada”.
El poeta expresó que al momento de comunicarle su nuevo galardón
“me encontraba leyendo un libro sobre el fin del mundo (...) el libro
se llama El Último Siglo y la tesis que sostiene es (...) que
el 50 por ciento de las posibilidades en el siglo XXI en que se acabe
la humanidad y el planeta debido a muchas causas, de armas de destrucción
masiva y otras, pero también debido a los experimentos científico-técnicos
que se realizan y hacen correr riesgo de la desaparición de
la humanidad y el planeta, en eso estoy. Entonces me tomó en
forma apocalíptica”.
El jurado del premio estuvo integrado por el ministro de Educación,
Sergio Bitar; el último Premio Nacional de la categoría,
Volodia Teitelboim; el rector de la Universidad de Chile, Luis Riveros;
la máxima autoridad de la Universidad de Playa Ancha, Oscar
Quiroz, como representante del Consejo de Rectores; y Ernesto Livacic,
en nombre de la Academia Chilena de la Lengua.
*
* * *** * * *
Armando Uribe se adjudicó
Premio Nacional de Literatura
por El Mostrador.cl 30
de Agosto del 2004
El poeta -quien había
dicho que si de él dependiera otorgaría el galardón
a Miguel Serrano o David Rosenmann Taub- se impuso a Efraín
Barquero, Carmen Berenguer, Oscar Hahn y Delia Domínguez, la
otra postulante con mayores aspiraciones
El poeta y abogado Armando Uribe
Arce, 72 años, fue galardonado este lunes con el Premio Nacional
de Literatura 2004, pese a que había manifestado en reiteradas
oportunidades no querer recibirlo, porque desde la dictadura el reconocimiento
se volvió “indecente”.
Uribe aseguró que estaba leyendo un libro sobre el fin del
mundo cuando se le informó que había ganado el premio,
por lo que la noticia la tomó en forma apocalíptica.
“Por falsa modestia, debo decir que ¡no soy merecedor de este
premio! ¡De ninguna manera! Falsa modestia”, señaló.
El poeta -quien había dicho que si de él dependiera
otorgaría el galardón a Miguel Serrano o David Rosenmann
Tabú- se impuso a Efraín Barquero, Carmen Berenguer,
Oscar Hahn y Delia Domínguez, la otra postulante con mayores
aspiraciones.
Desde 1998, el escritor se encuentra enclaustrado en su casa del
Parque Forestal, tiempo que ha destinado a revisar y editar escritos
de 50 años, publicando en el último tiempo más
de diez libros de poesía.
De hecho, en agosto editó “Las críticas en crisis”,
“De muerte” y “¿Qué debo hacer?”, y se espera que en
el transcurso de este año publique una antología de
su poesía, además de un volumen con sus primeros cinco
libros.
Desde sus inicios, la obra de Armando Uribe ha estado cruzada por
el tema de la muerte, a la que, según ha declarado, no le tiene
miedo por su profundo catolicismo. Paralelamente, la niñez
y el amor han sido los otros dos grandes temas de su escritura.
Además de la poesía, ha tenido una vida dedicada a
la docencia y al ejercicio del derecho. De hecho, durante su exilio
en Francia se desempeñó en la Universidad de La Sorbona
como profesor titular de Derecho Público.
Tras su regreso a Chile, al inicio de la década del noventa,
entabló públicas polémicas con distintas personalidades
del mundo político, entre ellos, el ex Presidente Patricio
Aylwin, a quien le dedicó una carta abierta en la que lo culpaba
por no establecer bases constitucionales sólidas para la democracia.
De igual forma, ha criticado constantemente a los Gobiernos de la
Concertación, lo que eventualmente podría haber jugado
en su contra para hacerse acreedor del galardón. “Diría
entonces, que no toman en cuenta las opiniones políticas de
los premiados. Lo que me parece muy bien, porque este no es un premio
de ciencias políticas”, señaló.
Las razones del jurado
El jurado estuvo compuesto por el ministro de Educación, Sergio
Bitar, el rector de la Universidad de Chile, Luis Riveros, el Premio
Nacional de Literatura del año pasado, Volodia Teitelboim,
además de Oscar Quiroz Mejías, rector de la Universidad
de Playa Ancha, y Ernesto Libasic Gazzano, de la Academia de la Lengua.
Según explicó el ministro Bitar, la decisión
del jurado se basó en “la característica de su obra,
que es el compromiso existencial del hombre frente a la vida y la
muerte, manifiesto en un estilo dramático y singular, desarrollado
a través de una extensa producción”.
A juicio de Volodia Teitelboim, la obra de Uribe es “muy significativa”
para las letras chilenas. “Ha sido un premio muy bien dado, bien merecido.
Lleva toda una vida escribiendo poesía y preocupado también
de la sociedad chilena, de la justicia y de la belleza. Un poeta profundo”,
puntualizó.
Finalmente, el ministro Bitar planteó que en opinión
del jurado es necesario modificar el sistema de entrega del galardón.
Específicamente, terminar con el acuerdo tácito de que
año por medio se premia a un poeta y a un narrador.
Un vicio
vergonzante
Alejandro
Zambra
En Las Ultimas
Noticias
Martes 31 de agosto de 2004
"Éramos decentes en la vida y un poco más
indecentes en lo que escribíamos", dice en sus memorias
Armando Uribe Arce al recordar aquellos tiempos juveniles en
que la poesía era para él algo así como
un vicio vergonzante. Sus primeras publicaciones -libros como
"Transeúnte pálido", "El engañoso
laúd" y "Los obstáculos"- ya constituían
una apuesta por la extravagancia y perfilaban convincentemente
a un poeta asertivo, meticuloso e histérico: "Llego
a la mesa y cierro los ojos para no ver a mis hermanas/ y ellas
cierran los ojos para no verme a mí/ y comemos, hablando
a gritos, increpándonos mutuamente/ con los ojos cerrados
y marchitos".
De alguna manera, las misas en latín, los trabalenguas
infantiles, Quevedo, Pound, Catulo, el psicoanálisis,
los amores católicos, el odio, la piedad y el rotundo
fraseo de los antiguos profesores de derecho de la Universidad
de Chile confluyen en la poesía de Uribe, quien hasta
fines de los años noventa parecía más bien
reacio a publicar, pero que desde entonces -con una seguidilla
de libros notables, como "Odio lo que odio, rabio como
rabio", "A peor vida" y "Verso bruto",
entre muchos otros- ha consolidado una de las obras más
valiosas y personales de la poesía chilena. "El
tonto don de los poetas/ de ellos hará vetustas bestias/
brutas estólidas domésticas/ metidas en claustros
y piezas/ escribiendo cosas como éstas", apunta
en "Verso bruto", un libro fúnebre y terrible:
"Ese cuerpo que tú tuviste/ más bello que
el de las estatuas/ se disuelve como las baratas/ en soluciones
para insectos".
Casi todo lo relacionado con el Premio Nacional de Literatura
es discutible, pero la poesía de Armando Uribe no es
discutible. Dicen que actualmente el autor sólo sale
de su departamento del Parque Forestal (donde vive "con
pocos pero doctos libros juntos") para ir a misa. Tras
leer "De muerte", una de sus obras más recientes,
no es difícil imaginar al poeta entre cuatro paredes,
rumiando los "Pensamientos" de Pascal, reordenando
viejos papeles y, desde luego, escribiendo cosas como éstas:
"Yo soy un ácaro que quiere/ devorar, devorarme,
un ácaro/ pequeñísimo, un simulacro/ de
hombre o lombriz, erre sin ere,/ menos que letra o puntuación,/
mero paréntesis de la oración". O bien acumulando
rimas absurdas, automáticas, esenciales: "Me estoy
muriendo de a poquito./ Todos se mueren poco a poco./ El niño
que se saca un moco/ como la vieja que toma tecito/ pensando
‘está caliente’, y sopla./ Esto no es una copla".
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Un tesoro en
la cuneta
Leonardo Sanhueza
Las Ultimas Noticias
Martes 31 de agosto de 2004
Se puede retratar a Armando Uribe Arce como un amargo cascarrabias
que no permite el acceso a sus dominios, pero ese retrato sería
siempre superficial y equívoco. Menos divulgada, pero
quizás más auténtica, es la imagen de Uribe
abriendo las puertas de su conversación a cuanto universitario
o liceano desee pedirle favores, invitarlo a su facultad, mostrarle
primeros versos o, simplemente, conocerlo y cruzar con él
unas palabras. Es altamente improbable que trate a un joven
de otro modo que no sea en tercera persona, lo cual no sólo
es signo de una cortesía chapada en la mejor madera,
sino también del respeto y la solidaridad que Uribe ha
mostrado hacia los más jóvenes.
Su ensayo sobre Pound, a mi modo de ver, forma parte de ese
rasgo afable y pocas veces anotado de la personalidad de Uribe,
pues está construido de cabo a rabo como una carta que
se escribe a un hermano menor o a un amigo que no conoce a Pound,
pero que debería y agradecería mucho conocerlo.
Ese ensayo es una especie de bitácora de viaje, un diario
de adelantado en el que no hay lugar para la pedantería
ni para los fuegos de artificio, porque todo el espacio está
copado por la generosidad que implican las buenas conversaciones
sobre literatura. Para mi generación al menos, ese viejo
libro (publicado una década antes de que nosotros naciéramos)
apareció como un pequeño tesoro tirado en las
cunetas, donde se vendía a precio de huevo, y allí
desapareció instantáneamente como suelen desaparecer
los mejores libros: de boca en boca y, después, de mano
en mano.
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