EL
HUMUS
DEL VALLE DE ELQUI
EN LA OBRA DE CAUPOLICÁN PEÑA
Por
Arturo Volantines
El valle de Elqui ilumina
a sus quebradas, a sus frutos, a sus altas montañas y baja a través
de su río y sus afluentes creando una sinfonía única en el
mundo. Pero, fundamentalmente, causa un magnetismo al visitante y fortalece con
la mejor greda a sus hijos. Basta citar a Gabriela Mistral, Pedro
Pablo Muñoz y Manuel Concha. La historia literaria de este valle es de
la mejor: aquí nace la generación literaria más importante
del país. Algunos nombres son trascendentes: Manuel Magallanes Moure, Carlos
Mondaca, Víctor Domingo Silva, etc. No sólo es una cuestión
de atmósfera, porque la vida social y sus luchas han formado un carácter:
Los hombres que dieron sus vidas en las revoluciones del '51 y del '59; y, además,
del Batallón Civil de Coquimbo: glorioso en las luchas de la Independencia
y del '79, especialmente, en Maipú y en los "Campos de la Alianza".
En mi opinión esta tradición ha durado, y hoy su literatura pasa
por un "momento" importante: el arqueo nos indica que se va macerando
un nuevo Canon, no sólo en el valle sino en toda la Región de Coquimbo.
Caupolicán Peña es un artista multifacético: músico,
compositor, director de agrupaciones folclóricas, cronista, recopilador
de la memoria colectiva y activo animador del quehacer cultural de la Región
de Coquimbo. Conocí y fue conocido Caupolicán en las jornadas de
la recuperación democrática, especialmente en el sector emblemático
de Las Compañías, donde viven 70.000 personas: Lugar histórico
de la gran batalla de Los Loros(1859), donde las tropas revolucionarias del Norte
derrotaran al ejercito centralista y donde una muchacha escribiera sus primeras
notas llamada Lucila Godoy. Otra referencia: Me tocó ser jurado en un concurso
regional donde resultó -con otros- ganador y pudo ver a luz un libro vital
sobre el valle y especialmente de su pueblo amado: Rivadavia. Siempre he creído
que Caupolicán tiene un proyecto y una proyección acentuada. Y por
eso fue invitado a una gira por el Noroeste argentino, donde recorrimos varios
pueblos y ciudades, respondiendo con recitales de música y poesía,
y estuvimos en la cumbre de la "Cuesta del Portezuela", en Catamarca,
donde le rendimos un homenaje al "borrachito" -árbol emblemático-
y a los ancestros andinos, cantando: "Desde la cuesta del Portezuelo,/
mirando abajo, parece un sueño;/ un pueblito aquí, otro más
allá/ y un camino largo que baja y se pierde".
Ahora usted
podrá encontrarse con las páginas de ELQUI AL UNIVERSO DEL VALLE,
texto de poesía profunda, donde los elementos fundantes del ethós
cordillerano de su pueblo aparecen nítidos: el niño -el poeta- que
va haciendo aparecer un mundo singular, el veterano que vuelve a su pueblo amado
y se re-encuentra con los lugares donde creció a la vida y el artista que
va refrescando y reconstruyendo una forma propia de hacer literatura. Hay puntos
de referencias importantes y reiterativos en su obra: el tren que sigue pasando,
los cerros tutelares con los cuales conversa, los puentes y caminos y los árboles
que se mecen y verdean a las orillas del río, la música que está
presente en este éxtasis relacional del poeta con el rencuentro con ese
medio mágico y cargado de efectos y afectos de su vida.
Esta obra
propone a lo menos tres actitudes estilísticas, que devienen de muchos
años del poeta trabajando con los arreos de los sentimientos. La actitud
lárica -que el poeta reconoce en Teillier- está ayudada por un paisaje
tan benigno y espectacular: "respiro hondo/ y me inspiro en Rivadavia/
puntilla de vientos salvajes,/ cuna del río/ útero geográfico
del valle/ donde caen todas las quebradas/ y se juntan los ríos Claro y
Turbio/ y nace el Rio Elquí". Una segunda referencia está
en su fina ironía relacionada su inconformidad y la paradoja de la vida.
Y la tercera propuesta de este texto se relaciona con lo más permanente
y sustancial de la obra de Caupolicán Peña que es su vínculo
con la música, especialmente con los rockeros clásicos aquí
en el texto nombrados por él expresamente, y entre ellos: Pink Floyd, Yanis
Joplin, Led Zepellin, Jaivas, etc. Este texto dividido en varios capítulos
también es un racconto del ensamble de sus matices y variaciones en la
búsqueda del arte como expresión en sí, y demarcada al autor
validándose la obra por si misma.
El texto poético se completa
o se hace verdadero en el corazón del lector y se hace memorable cuando
el pueblo lo hace suyo. El canto que sale del interior de un poema suele, cuando
es verdadero, expresar su propio canto. Tal -como dice, Paul Klee- que lo visible
es sólo un ejemplo de lo real, la obra de Caupolicán Peña
se suma a la obra colectiva del valle de Elqui, pero fundamentalmente le agrega
una nueva palada de luz al constructo común. Indudablemente la poesía
no es un comentario, sino el "humus"; y, en eso, esta obra lo llevará
en tren por un territorio elevadísimo. También es cierto: lo que
digo y se diga es una pálida explicación de esta obra, ya que la
creación sólo se puede explicar con creación; sin embargo,
queda abierta la invitación a una lectura fecunda. Sí, tengo la
certeza que hoy la poesía es el punto más alto para otear la lejanía
más allá de las miserias y buscarle sentido a una nueva vida. Entonces
esta poesía de Caupolicán Peña también es de la mirada
para re-encontrar la libertad y la plenitud más arriba de los "malles"
y las otras cloacas del presente indefinido.