UN
HABITANTE DE DOS MUNDOS
Poesía
de Sergio Olave.
Por
Arturo Volantines
Norte. Norte cantan
las cactáceas en las laderas del Norte Florido. Allí canta un pájaro
singularísimo. Aquí canta un pájaro entre las quebradas andinas,
ondeando el aleteo en cumbres tan altas pero tan cerca del mar. Este pájaro
canta aunque vuele lejos; y, aunque ande lejos, anda adentro de sus zapatos con
su tierra, y pareciera que cuando se olvida: desde sus mismas arterias -que son
los ríos de la patria- la tierra amada lo llama.
Desde el norte,
del norte del Desierto Florido -Atacama- Sergio Olave viene cantando, cantando
como estos pájaros, siendo él tan definitivo poeta. Desde hace tiempo,
ya de vuelta en La Serena nos entregó una remesa de versos; y después
partió nuevamente a la bretaña francesa, pero nunca se olvidó
de su tierra y de sus hermanos. Y, ahora, desde Francia, sin olvido, con el corazón
y la memoria apegada a la madre tierra vuelve a poner y exponer un texto de poesía
denominado: "PARA NO SER RÍO SECO". Poemas mayoritariamente escritos
en Francia, con la sustancia de aquí; en su exilio, que siempre es malo
pero que algo hace: engrandece a los hombres.
Pero tal vez la tremendad
es su lejanía no voluntaria, la lejanía de seguir viviendo como
Ulises entre las sirenas; en el exilio, trabajando para reunirse algún
día con sus camaradas de generación en la taberna, con lo cuales
se ha participado en un naufragio mayor. Pero también está la persistencia
en reunirse con la familia, bajo la bandera azul ondeada de oro de Atacama. Ulises
-el que regresa- también es Sergio en el otro continente, quien indudablemente
se acerca al mar del regreso cuando en su poesía nombre los lugares amados.
La escritura de Sergio Olave está contextualizada por su exilio
-en la Francia de G. Apollinaire-, por los oficios de la vida y por el regreso
a la tierra amada. Esta poesía se ha construido no sólo para ser
leída sino para ser cantada. Asume la poética de Alfredo Zitarrosa,
al señalar éste que los versos son inolvidables cuando el pueblo
los vocea. No es lo rabioso lo que hace vigente esta labor, sino la integridad
del ser humano: capaz de traspasar la coraza moderna, que ya a la vista de Irak:
es la carroza de la humanidad. Y en esto trabaja la poesía. Y creo que
si la poesía sirve -si es que sirve para algo-: es ser agua cristalina
entre tanta contaminación.
Si se busca en la obra de Sergio Olave
-en la de antes y en ésta- la complacencia exotérica y el agrado
fácil no se encontrará, pero si quiere oler un ethós del
norte de Chile y un mover de remos en la inquietud del destino humano se encontrará
aquí una posibilidad profunda de abrazo humano.