Autor: Arturo Volantines.
Ediciones: Universidad Católica del Norte.
Diagramación arte y visual: Graciela Ramos Ramírez.
Segunda edición, 2004.
Pienso que todo libro verdadero se interpreta a la luz de sí
mismo: Es una evidencia cerrada. Lícito me parece también
que el Nuevo Mundo Norte de Chile funde su propia y nueva literatura.
El combate cuerpo a cuerpo de Arturo Volantines con su propia
obra, resulta en este libro una magistral lección de la dificultad
y el goce de escribir -del drama y el dolor de la creación-
y del predominio siempre vivificante de la pasión sobre la
técnica.
La amplitud de su aliento como escritura, es cosa tal vez única
en la actual poesía del Norte de Chile. Me alegra que un poeta
como Arturo Volantines se haya atrevido a una empresa como esta: abrir
nuevos rumbos al lenguaje poético del porvenir, haciendo para
ello el gesto de convertirse en un médium de la palabra Atacama,
cuyo espesor semántico viene a la página con una voz
que sólo se parece a sí misma:
“¿Y si tú, Ayar Cachi,
con la única piedra/
convertías a las montañas en valles fértiles/
por qué no vienes a perpetuar con un soplo/
“la abolición de nuestra siniestra realidad?"
Imagen sosegada esta, para dar cuenta de la inserción del
suceso actual imbricado a la lejana aspiración de un imaginario
ancestral. No se puede decir mejor la desolada impresión de
la existencia humana que se disipa en lo abierto del devenir. Yo no
digo que sea la única lectura posible de un poema-libro, tan
vasto y plural.
En el texto, a la continua intersección “experiencia–lenguaje”
se suma la pulcra expresión visual que viene de la mano dialogal
y certera de la pintora Graciela Ramos, quien con óleos
y arpilleras corrobora plásticamente el sentido del discurso
verbalizado, en donde la crónica histórica y el lenguaje
poético han hecho un solo idioma –un solo tiempo limpio y original–
y que a despecho de cualquier nostalgia arcaizante nos trasmite un
sentimiento rigurosamente contemporáneo.
Ahora bien, ¿Qué lleva a un autor –un poeta indudablemente
– a consagrarse a un trabajo tan exhaustivo? ¿Cómo hace
para que su vida y sus intenciones artísticas no naufraguen
en el océano de las palabras de la tribu, donde naturalmente
desemboca el torrencial fluir de su escritura? ¿Qué
le ocurre a un poeta cuando se “alquimisa” y se convierte en su obra?
Responder a estas preguntas consiste la lucha por la que deberá
apostar su vida este poeta en lo sucesivo.
Qué duda cabe: el tiempo inmutable del ethós “Norte
de Chile” es el tiempo de los ríos -de las montañas-
y de los hombres unidos a la luminosa sustancia de esta tierra, y
de cuyos depósitos de radiación se seguirá extrayendo
el aliento de nuestras propias vidas -el sentido de nuestra lengua-
en donde la poesía tiene una superioridad enorme con respecto
a la literatura de nuestros improvisados profetas urbanos. Superioridad
que ni siquiera necesita imponerse: se imponen por sí misma
y es lo que constituye el intransferible espíritu de nuestro
arte.