EL PEZ
INQUIETO
Mosquito Editores,
Santiago De Chile,
1997.
EL PEZ INQUIETO
Me han
llamado
el mal nacido de todas las madres,
el ateo que
corre por fuera de las iglesias,
uno de los más canallas en
el corazón
limpio y claro de mis damas,
el estiércol vivo
que danza por las calles,
la melodía salvaje de las
flores,
el patrón de la soledad y la amargura,
el patán
perezoso de nuestra querida sociedad,
aquél que ni siquiera
un capital puede producir.
De tantas formas me han
llamado
que casi termina en mi olvido.
Yo sólo reconozco
mi irreverencia
ante el ruido feroz de la modernidad,
mi
aliento de huracán enfurecido,
la capa fresca de mi
corazón,
mis ojos como dos fogatas ardiendo,
mi cuerpo que
no tiene dueña.
Soy un irrespetuoso de las campanas del
Domingo,
indiferente a las reuniones de los
señores,
militante del viento y la marea,
soñador de la
mesa para todos.
Qué nuevo puedo anunciarles!
ustedes me
llaman de tantas formas,
el mal nacido de todas las
madres!
Yo sólo digo que soy Santiago Azar,
el pez
inquieto que está haciendo temblar
la inmensidad del
océano
con todos sus marineros y
habitantes.
PROMESAS DE UN DESORIENTADO POETA
Prometo
ir a misa todos los Domingos,
no lanzar eructos cuando
almorcemos,
no reírme de mamá ni de papá,
usar la corbata
hasta el tope,
peinarme cada diez minutos buscando el
orden.
Prometo ser un abogado, honesto y eficaz,
no orinar
en la calle, pues es bestial.
Ahora creeré en todos los
santos de mi patria!
Educaré a mis hijos en las monjas,
me
acostaré a medianoche, ya que es buena hora,
le haré
reverencias a los policías,
me encantará hacer las filas de
los bancos,
hablar de moda en las reuniones,
no diré
garabatos a los mayores,
tomaré a la poesía como
pasatiempo,
no como digno oficio;
leeré menos pues
enturbia la mente.
Seré sincero en mis confesiones con el
cura,
usaré los zapatos lustrados y brillosos.
Adiós a
escupir en la calle! ( es ordinario ).
Tampoco me dejaré
barba, dijeron que parecía torpe.
Dejaré la bebida como un
vicio terminal.
No miraré las puestas de sol, ya que es
sentimental.
Iré a las fiestas de campo,
casamientos,
bautizos, velorios.
Desde ahora y hasta siempre mis
promesas:
Seré un chico bueno si es que me lo piden.
El
santo poeta ahora aparece.
SOY POETA
Soy
poeta, ave de rapiña de todos los sentimientos,
fruta fresca
de los árboles nuevos
corazón enterrado en la tierra,
el
escolar preferido de la vida,
el golpe a la puerta
cerrada
con el pan y cena de todos los años.
Soy una noche
tan larga como la muerte,
una guitarra sonora y
sencilla,
la herradura y el rastro de toda una
historia.
Soy parte hombre, parte universo;
ojos con fuego
de estrella
y boca viajera como perfecto cometa.
Desde
aquí me presentaré a ustedes;
soy poeta, discípulo de cada
mano abierta,
sueño despertando con el bostezo de la
madrugada
y un alimento recién cocido que
destapa la mesa
pobre de los hambrientos.
HE AQUÍ TODO LO QUE SOY Y SERÉ POR
SIEMPRE
He aquí
todo lo que soy y seré por siempre:
No me creerás si te digo
que soy un ladrón;
amigo, tengo tanto regalos como una ronda
de niños,
un trozo de levadura para envolver el
alimento.
Sucede que mi nombre ha sido escrito para
tomar
por asalto todos los lugares donde crece la flor.
En mi mano
están las líneas de la suerte de
los otoños y las primaveras
de cada continente.
Mi boca es la verdadera llama furiosa
que
termina con las ropas sucias de la hipocresía.
El
cielo tiene en mí la cura para sus tormentas;
la tierra ha
encontrado a su hijo y lo levanta
como a una preciosa
bandera.
Si te digo que el amor está en la gota de un
río,
tendrás que creerme, pues es allí donde las
arenas
terminarán besándose como dos jóvenes amantes.
En
estas palabras, señores, que hoy les digo,
deposito las
monedas de la riqueza del alma,
rosas finas y descanso para
cada madre; señores,
pido dignidad y decencia para la
prostituta,
oído y paciencia para los borrachos de los bares
nocturnos;
porque si te digo que desde ahora cruje la
ceniza
y vuelve a calentar la brasa del amor,
tendrás que
creerme y estirar tus manos
para tocar el sueño del que te he
hablado.
CON CIEN PESOS EN LAS MANOS
Otra vez
la lágrima,
de pie a cabeza me recorre la nostalgia,
de
las rosas doradas de nuestros ojos.
Mis queridos
compañeros,
les pido que junten cien pesos
en cada mano y
levantemos dos cervezas,
así un brindis de espuma y
calor,
desfilará como primavera entre los sueños.
Volverán
nuestras risas de tarde en tarde,
los juegos y el caballo de
bronce en el polvo;
las historias jamás terminadas.
Yo me
traje de todos un poco,
el tren desde Santiago venía
despacio
y no alcanzó a devorarse los recuerdos.
Me traje
tus camisas, Edgardo,
tus botas que gritaban, Diego,
tus
páginas y revistas, Oscar;
me traje toda una vida
revuelta,
porque éramos tantos y sólo uno.
Fueron muchas
las noches de sueños con versos perfectos,
muertos que
volvían de sus tumbas a saludarnos,
porque la poesía nos
conocía y nos besaba.
Nosotros éramos un poema que quedó
inconcluso.
Volverán las cosas, las risas, los
llantos,
tras los años en una lejana puerta,
ese dichoso
abrazo de fuego;
un amigo en la distancia: un lucero.
Tras
los años, en alguna puerta lejana,
la propia juventud tras
nuestras canas;
tras los años en alguna casa lejana,
con
cien pesos en la mano y
el eterno brindis de seis
muchachos
entre espuma, calor y sueños.
OTRO
Otro,
otro cigarrillo
para esta cruda noche de tumbas;
otro
cigarrillo, para subir por el humo tembloroso.
La vida no
tiene vuelta,
entre estas paredes que dijeron,
entre estos
muebles que hablaron,
como tantos platos y su silencio.
La
guitarra se me cae y cae,
y el mundial infierno reside en mi
oscuridad.
El reloj me dice que no va el invierno y
que el
olor a lágrima seca está conmigo.
Venga otro cigarrillo, otra
copa,
pues quiero ir al río del olvido,
al caballo
sudoroso de la derrota:
Ya me canso, ya me voy, ya me
muero.
DE ROKHA AL ABORDAJE
Desde la
mutilada memoria del verso,
desde un mal gesto o un
alarido,
la ira canta, canta y canta.
Sabes, Pablo, yo
milito en ti,
por que desde tanta tumba
donde no tienes
flores,
desde tanta ceniza de la propia vida,
desde esa
celda que te dio el aplauso
te haces grande, gigante,
monumento:
El Pablo, terremoto de las luces,
el Pablo,
incendio de los cuerpos,
el poeta, asesino de las
comidas,
el hombre, hombre de las mujeres,
el amigo,
primero de botella y abrazo.
Aquí en el Maule, aquí en el
Sur
entre el caldo espeso de las longanizas,
en la
disparada subida caliente de las cazuelas,
puerta por puerta,
libro por libro,
puerta por puerta, vacaciones en el
pueblo
en el pueblo! tu nombre ;
aquí De Rokha, aquí en la
víspera de la muerte.
Me llamas noche a noche,
disparo a
disparo, Ay! la bala,
Ay ! el gatillo sonó como campana
y
partió un poeta a discutir con Dios
si el cielo es cielo o si
el demonio
tiene por apellido De Rokha.
Ay! la bala, la
pólvora;
no se muere sólo de intentos,
la muerte abraza
sólo al imbécil,
la muerte sólo anima a los tontos,
quien
vive, vive en el ladrido de los perros,
vive en las alas de
los murciélagos,
en los senos de las prostitutas.
Vives
entero en la memoria.
Yo no olvido, yo no sepulto.
A
bailar otra vez, Pablito !
La mesa está servida y sólo falta
la boca hambrienta del padre,
del poeta y del hombre de
Chile.
LOS CINCO NIÑOS DEL MAR
Las
encías de cinco niños están sonando en el mar,
los castillos
de arena en la orilla y
las camisitas blancas que flamean
cantando.
Pequeños dientes sonríen con la espuma y la
gaviota,
corren sobre las olas como un barquito de
papel
que navega en el viento y en la boca del pan.
Cinco
niños tomados de la mano me hacen girar,
cabellos rubios,
morenos y corazones de manjar
rodean a la vida con un canto
de infancia azul.
Allá viene la marea y su orquesta
fatal,
el pez ardiendo, la caracola desnuda,
el rugido de
cien ballenas cogiendo la ola.
Allá viene la marea y una gota
de sangre,
el fondo oscuro, el llanto de la arena,
la
saliva de la luna que quedó dormida.
Cinco niños corrieron
hacia el mar,
las camisitas blancas han muerto y han de
esperar
el ladrido de la noche para volver a
tierra.
CUANDO LLAMA LA POESÍA
Cuando
llama la poesía,
cuando el grito desesperado del
verso
clama por mi sangre,
sólo los muertos resucitan y me
esperan
pues de ellos es parte mi alma,
es parte del
soldado que aquí
todos los días trabaja.
Cuando llama la
poesía,
los muertos reciben mis besos
porque también a
ellos pertenezco.
SILENCIO XIV ( La Náufraga )
Vas a
ser mi náufraga porque destrozaré tu barca,
te destrozaré
chocando contra las rocas,
te ahogaré por debajo de la
luna.
No dejaré siquiera una balsa para que respires un
segundo.
Respiro, y yo soy el mar que ahora te invade.
Vas
a morir despacio en esta noche de torbellinos,
vas a
desaparecer despacio cuando aparezca la tormenta,
y mis
relámpagos cristalinos, y mi boca como trueno,
y mis manos
como ventisca por tus rocas.
Vas a ser sólo una mujer
flotando en la inmensidad del océano,
y el amanecer no
aparecerá sin que nuestro fuego se apague:
se apague con la
sal de tus senos, las lágrimas de tus pezones,
el llanterío
de tu vientre y de tu piel.
Vas a ser tragada por este pez
inquieto,
vas a convertirte en pez y esta vez yo seré el
pelícano,
no quedará nada de ti cuando resucites,
difícilmente resucites.
Vas a ser mi náufraga porque
destrozaré tu barca,
no existirán islas ni maderas; amor,
sólo marea.
Vas a ser mi náufraga y yo seré la barca hundida
en tu cuerpo.
MUJER DE FUEGO
Les
contaré que existe una mujer
que me persigue en cientos de
llamas.
Me busca segundo por segundo debajo de su cama,
en
el jabón que corre por su cuerpo,
detrás de cada puerta o
encima de la luna.
Morena, yo soy libre como una
ola,
tengo un corazón repartido entre muchas,
mi lengua
envuelta en quizás qué ropas,
mi sangre en tantos cabellos
ondulados o
verás mis huesos derretidos en esas sábanas
ardiendo.
Mujer de fuego, no me persigas con tu amor de
miel,
no me sigas, muchacha, un beso no significa
la
eternidad del cuerpo entero junto a tu boca;
un beso es un
niño rebelde que arde
en el musical latido de mis
labios.
No puedo negar que tu pecho atrae a los
planetas;
querida, me deslumbran tus ojos de niña y
tu
rostro como un espejo lleno de pecado.
El amor corre de boca
en boca y
de mano en mano sobre el hombre y la mujer.
Qué
vale tanto acoso a las venas de mi corazón!
Ha llegado el
momento de desearte buen viaje y
dejarte tan simple como una
gota de lágrima,
Adiós amor, no me sigas pues ya ha
desaparecido el poeta
en las rojas cenizas de la mujer de
fuego.
CANTO DE DOLOR Y MUERTE A LAS VIUDAS DE
LOTA
Llora
Chileno, llora de suelo a los ríos,
porque nuevamente han
vuelto los gritos a las calles.
Hay sangre negra que se comió
el mar,
hay picotas que se quedaron liquidadas en la
batalla,
a las palas les cayó una guillotina de oscuridad y
espanto.
Fueron veinte, veinte soldados de la
jornada,
cuarenta brazos que levantaban el sol y
lo
escondían como tesoro en la minas.
Fueron veinte las sonrisas
que se acabaron,
y son millones los ojos que se
derrumban.
Otra vez, otra vez, la muerte te alcanza en la
victoria,
en la victoria del sudor y a las manos desnudando
la roca.
Otra vez, otra vez, la lágrima se levanta como
bandera.
No llores mujer, porque el minero ya vuelve,
no
llores madre, pues tu hijo bajará a la mina a buscar
los
huesos de su padre con una risa y silencio.
No llores Lota,
porque piedra a piedra,
carbón a carbón, hoy quiero subirte a
los caballos del aplauso.
De pie, viuda! Aún no acaba la
miseria,
aún te queda ese trozo de tierra que arrancaste al
Sur de Chile.
Canto de dolor y muerte, de pupilas disparando
terror
es lo que hoy se me viene a la mente,
pues se me
cayó un territorio de corazón que tenía
en ese peón del
castillo de uvas de piedra.
Ay! viuda, promete que dejarás
que bese,
promete que me traerás a tus niños,
para
recitarles mis versos más tristes.
Me ha recibido una bala de
carbón tras la cabeza.
Sabes Chileno, sabes sureño,
fueron
veinte y cien los que regresaron de sus tumbas de
años;
fueron veinte los que aquella tarde
jamás regresaron
con el pan a su mesa.
Fueron ellos los que dieron el beso en
la mañana
a las hermosas mujeres de sus sueños,
para dar
el último regalo de sus vidas.
CUANDO EL MAR TE REGRESE
A
Cecilia
Cuando el océano respire hondo sobre tu
alma,
y la luna recoja el tesoro que dejaron tus ojos sobre
la tierra,
Ay! subirás las escaleras con tus libros bajo el
brazo
y entrarás a una biblioteca a conversar con la
sabiduría,
volverás a ser tú la misma muchacha del cabello
caído,
la que partió al fondo del mar a encontrar una
caracola,
la que obsequió la vida repleta de luces en
kilómetros de arena,
y en tu casa la madre se pregunta a
veces por qué,
por qué la niña liberó su dulce corazón en la
sal del mar.
Ay! yo no sé, sólo desde mi mundo te ofrezco
flores,
ofrezco mirarte aparecer en las noches como una
sirena,
prometo sentarme en la arena, amiga, y cantarte
fuerte,
para que reconozcas esos días reunidos bajo la
tarde
danzando en la espuma furiosa de un licor.
Prometo
sacar la sal del océano para verte entre las olas
y que tus
cabellos sean cada alga que las aguas nos regalen.
Amiga,
envíanos besos y abrazos a través de la espuma,
envíanos tus
manos en las plumas de una gaviota,
tráenos tu aliento fresco
debajo de alguna roca,
porque aquí te estaremos esperando, yo
a lo lejos,
tu madre con una mesa repleta y recién
servida,
aquellos compañeros con un almuerzo en el
casino.
Amiga, todos te regalamos un suspiro que te trae
nuevamente:
tu bolso sobre el hombro, tu mirada de
primavera,
tus pasos que quedaron marcados para llegar a la
vida.
Amiga, aquí te esperamos, todos los vivos y los
muertos,
cuando el mar te regrese y diga tu nombre muchas
veces,
cuando el mar te regrese y hagas flores con tus
sueños.
CANTO A LA
COLORINA Y OTROS POEMAS
Imaggi Ediciones,
Talca, Chile,
2000.
RECADOS PARA LA MUJER DE LOS
INVIERNOS
Aquí, hoy,
en la desesperación de los inviernos,
me recuesto a tu lado,
mi mujer de secretos y llamas.
Quiero sembrar en tu pecho los
besos del tiempo
y en los veranos venideros recoger el trigo
en este lecho.
Ya sé que deseas que tu nombre lo pronuncien
las gentes,
que cuente del inagotable camino que
cruzamos,
mas yo te pido silencio y que sólo cante el susurro
en la oscuridad,
sólo quiero tu voz de campanas para mis
rudos oídos,
sólo quiero tus piernas como árboles fijos en
mis manos,
porque me ha despertado toda la lluvia que traes a
cuestas,
ese aguacero que revienta por la lengua,
ese
trueno que destapas en un grito a las estrellas.
Pero te pido
silencio, para que cerquemos nuestro pequeño país,
para que
cerremos las puertas al extranjero
y vivamos las multitudes
de este universo
en el barco veloz y rotundo de tus
labios.
ROJOS TUS CABELLOS
Bajo tus
cabellos rojos como sangre de dioses
quiero ahogar este
último aliento
para que seas océano y tragedia
y mis
dedos se pierdan como un niño muerto
en la soledad nocturna
de las arenas.
Bajo tus cabellos rojos como sangre de
dioses
el paladar de la hermosura saborea mi cuerpo,
lo
revive centímetro a centímetro,
lo conquista como a un río
virgen.
Porque si tuvieses más largos esos relámpagos
rojos
que nacen y mueren en tu cabeza,
los dioses bajarían
a recuperar su cabellera
o tal vez sólo tus ojos
porque
las estrellas ya han reclamado su brillo.
Por ahora me
conformo con estas llamas
que desatas en la punta de los
soles,
me conformo con este nido
donde pierdo mis dedos
inocentes,
pero donde gano la entrada al
paraíso.
TU VESTIDO VERDE
De tu
vestido verde sacaría todos eso botones
y te sostendría el
cuerpo a cambio sólo de besos.
Porque nadie sabe de tus
dientes que son pétalos escogidos
ni que por las calles
vienes dando orgullo a cada avenida.
Para mí nada más que
mirarte siempre a lo lejos,
pero pensando en bailar contigo
sobre las estrellas.
Recordarás las pasajeras cosas,
amiga,
recordarás el dominio pequeño sobre tu pecho,
que
fui yo quien derramó los labios en tu carne
y quizás cuando
esté sentado en la noche de las canciones,
me refresques este
dolor sólo con la sinfonía de tu aroma.
Yo no te pido nada
más, mirarte siempre de lejos,
como el pájaro enfermo mira el
vuelo de sus compañeros,
como un caracol que entra en la
oscuridad de su propia suerte,
como si fueran los años
tantos, pero no conocemos los siglos.
Yo no te pido nada más,
los deseos se me fueron muriendo en una carta muda,
los
alientos y besos se me cayeron en la ceniza de las
cenizas,
sólo te pido que alguna vez, en tu camino de reina y
mujer,
vuelvas conmigo en la hora de los labios,
mostrando
a los ojos del viento, la hoguera de tu cabellera
y la
delicada caída perfecta de tu vestido verde.
NOS AMAMOS EN UNA BICICLETA
Ayer tú
y yo, en un solo beso para la vida,
en el amor que nos
conoció a los quince años
y yo pedaleando para un nunca
llegar tarde a tu corazón.
Fuimos nosotros los que inventamos
el beso en una bicicleta,
la edad de las miradas con un
cuaderno en la mano.
Fuimos nosotros, los que sin respirar,
nos cansamos de viajar;
y ayer, sólo ayer, las calles dicen:
Allí van, son ellos!,
pero fue tan rápido que pedazo a pedazo
nos despedimos.
Tú y yo, querida, ahora quizás dónde, dónde
volveríamos a rodar,
dónde volveríamos a comandar dos ruedas
como a un barco,
dónde volveríamos a conquistar los mundos
con un sueño.
Eso no m importa, porque en mi memoria tengo un
niño despierto,
llevo a ese revoltoso quinceañero en los
dedos del alma,
tengo aún, esos años diminutos como zapatos
de liceano.
Entonces, será a las siete, te pasaré a buscar
como cochero,
subirás en mi caballo veloz con rayos de
aluminio,
dispuesta a saltar a la gloria al besar cada
calle,
recostándote en cada parada para retomar las
fuerzas.
Entonces, será a las siete, cuando llegue a tu
casa,
salgas a recibirme como ansiosa de la nueva
carrera.
Entonces, son las siete y recuerdo tu mano en la
mía,
riendo del pedaleo en mañana y tarde,
cuando nos
amamos en una bicicleta sobre la vida,
cuando se me vienen
los quince felices años,
ahora que son más, sin bicicletas ni
sueños.
LA PANTERA DE BARRO
Eres una
pantera de barro fresco,
ansiosa de carnes rojas, hambrienta
de vapores.
Morena mía, me has rasguñado tantas veces los
deseos
que contigo la noche se prolonga como un
verano,
una estación de sudores que se hacen ríos,
y allí
nadamos y te tomo de las piernas,
y la acrobacia del amor
aparece como si fuéramos trapecistas,
donde el vacío sería no
responder al llamado de tu pecho.
Eres una pantera, mujer, en
esta selva que no conocemos,
sólo sabemos que todo debe valer
un instante,
pero insistimos en hacer eternos los
dedos
que se detienen en estos caminos.
Ven, amiga, así
como un animal desatado,
ven furiosa como si hubiese herido
tus crías,
ven a esta noche donde las estrellas son de
fuego,
ven, amiga, con la pantera de ojos negros que
eres,
porque hoy seré tu cazador, con mis disparos de
manos,
hoy te domesticaré justo cuando claves una de tus
uñas,
para que luego quedes ronroneando el cansancio
en
los océanos que derramaron estos besos.
INVENTARIO
SOLEMNE
DOMINGO DE VISITAS
“Adelante señores, tomen asiento,
aunque no me
crean les tengo un enorme respeto.
Hace tanto que los espero
y,
sin embargo, ahora que aquí los tengo
me viene a
tiritar la voz”
“Nosotros también te conocemos hace
mucho”-
dijeron los muertos que me visitaban-
“hemos
sabido de tu nombre en reiteradas ocasiones,
lo han publicado
en listas alrededor del mundo,
eres buscado a cambio de una
buena recompensa”.
Y cuál es la recompensa?-les dije-
“No
volver a leerte jamás”-me dijeron a
carcajadas.
LA CRUCIFIXIÓN
Ya en la
cruz los tres condenados
ingresaban a sus últimos
suspiros.
El obrero que estaba a la izquierda del
poeta,
que agonizaba en su propia cruz, le
decía:
“Acuérdate de mí y canta, cuando estés en el
infierno,
la saliva de la injusticia con la que nos besaron
cada día”.
El poeta, entre sus penosos esfuerzos, le regaló
su corazón
a aquel hombre que tanto hizo por los
suyos.
Entretanto, a su derecha, se encontraba el
poderoso,
quien sin mediar su propio dolor le exclamó:
“ Y
tú, poeta, que eres tan brujo con las agonías ajenas,
que
posees una flor marchita en cada dedo sucio;
sálvate a ti
mismo y a todos nosotros”.
Pero el poeta, que ya no
respiraba, de improviso, respondía:
“Tú no eres digno de
estas muertes, ni partirás con nosotros,
quedarás vivo en la
angustia de un mundo sin ojos,
porque ciego te olvidarás en
el propio olvido”.
Fue allí cuando el obrero, replicó como la
primera vez:
“Por qué atacas a este hombre,
que creyó en
las estrellas,
que creció al amparo de sus pájaros
indomables,
que se resguardó de las lluvias
con el solo
paraguas de sus versos.
Tú, no partirás con nosotros”.
Fue
allí, cuando la tierra se oscureció con tempestades,
mientras
un hielo de muerte caía sobre los cuerpos heridos.
Fue allí
también, cuando poeta y obrero se hacían una sola lengua,
se
hacían una sola resurrección y una sola vida eterna,
dejando
allá al poderoso, clavado en el olvido,
mudo, ciego, muerto
de muerte.
EL OTRO
Me
propongo muy fielmente amar al otro;
al otro yo que no es más
que este insistente fantasma.
Tal vez allí se aloja el solo
muerto que cargo,
la sola lluvia que desvanece mis
huesos.
Pero no podemos, somos tan distintos.
Aquél me
enrostra cada vez que puede mis debilidades,
lo que no he
hecho y lo que nunca haré,
mi nefasto carácter que ahuyenta a
las hormigas.
Pero lo necesito, aún así, lo busco desde que
despierta,
porque sé que es mi muerte más amigable
y
recita mis poemas, al revés, de arriba a abajo.
Nadie como
ese otro maneja mejor mis heridas,
por eso cuando nos
enfadamos soy blanco fácil,
me despedaza desde mis cuchillos
de infancia
hasta a aquellos besos por los que sufrí
anoche.
Sin embargo, este otro no es original,
me copia,
me imita la firma, los gestos,
todo lo quiere hacer igual a
mí,
beber lo mismo, en iguales cantidades.
Cómo decirle
que se vaya, si lo necesito,
porque en mis días tristes ahí
está,
en la derrota del cansancio, es horizonte.
A mí, que
me digan lo que quieran,
que ya no tengo de qué escribir o
hablar !,
que me estoy apagando como una vela pobre !
Yo
amo a este otro y lo defiendo a muerte,
con él, me imagino
que el mundo no ha nacido.
EPITAFIO PARA UN VIVO
Espero poder colocar una flor
sobre el cemento de
mi propia tumba,
una raza de estrellas colmadas de
manos.
Espero una almohada feliz en el nicho de la
eternidad,
un paso silencioso por entre mi heridas.
Sépase
que fui honesto con los grillos,
consecuente con los sueños
de los pájaros,
absoluto en la fe de la marcha por las
calles.
Poned, entonces, mi cuerpo devuelto a la
tierra,
como si hiciéramos un agujero por donde se mira el
mundo.
Dejadme, entonces, en las raíces de los desolados
y
den este adiós final como si fuese primero.
RECITAL DE MIS ARAÑAS
Estoy
condenado a destripar el corazón de las arañas,
a poner los
dedos dentro de la caldera de una flor.
Estoy arrestado en
las prisiones de una lágrima con cuchillos.
mastico el cuesco
amargo de un día oscuro
y paseo en la niebla sucia que
destapa a los caballos en los campos.
Me he hecho débil como
una copa sin vino,
que ni esta canción me pertenece
completamente.
Y después, arribará el diablo vestido de
mujer,
ofreciéndome pan, versos en ediciones de
lujo,
zapatos incendiados en la boca poderosa de una
estrella,
autógrafos anónimos para que nadie me
encuentre,
kilos de juventud esparcida en piernas y
manos.
Y así se me presentará el diablo,
vestido de mujer,
guiñándome el ojo varias veces,
seduciéndome con un beso que
recorra mi sexo y pecho,
mas no sacará nada, nada podrá
arrebatarme,
porque en las arañas de este cuarto
húmedo,
ya he tenido mi abundante
infierno.
FOTOGRAFÍA INSTANTÁNEA
Tengo
tal vez diez años,
una barriga inapropiada y vergonzosa para
la edad,
sueños irrepetibles, magníficamente
diminutos.
Allí me abraza la abuela, inmensa y calurosa.
Y
ya la respiro y se me vienen esos árboles encima,
porque hace
años que contemplo esta fotografía incansable,
dándola vuelta
para ver si caen felicidades.
La tomo, la olfateo, para
sentir la respiración de entonces.
Así se sienten los
envidiables pantalones con los parches caseros,
calzado
gastado de tan mal fútbol infantil,
ensayos de cientos de
peluqueros en mi cabeza.
Porque tengo diez años, tal
vez,
y me creía en un techo tan formidable,
pero la
realidad era oscura como un puñado de oscuridades.
Porque
tengo diez años o más
y mientras afilo la estocada de mis
antepasados,
rompo esta fotografía
porque ya no aguanto
más
la arruga profunda de mis memorias.
VIEJOS CRACKS
Cuando
el tiempo se detuvo definitivamente
sobre las piernas de los
que fueron muchachos,
sobre las cabezas de los que fueron
ídolos,
sobre la habilidad que hoy es terca,
no les quedó
más a estos hombres fieles
que juntarse semana a semana en la
cancha de tierra,
con todos los nietos en las
galerías,
con sus mujeres gordas, pero desafiantes,
para
patearle tiros libres a las canas,
a ver si de lejos
sorprendían a la muerte.
EL HÁBIL MUCHACHO DE LA CAMISETA ROJA
A mi
padre.
Todos
querían ver a este muchacho
del cual el balón se enamoró
muchas veces
y eran tardes enteras en la carretera del
césped,
volando como un huracán despierto en los
cielos,
derribando el liviano peso de los débiles,
era la
acrobacia de reír, reír,
nunca olvidando que el mundo es una
sonrisa.
Y allá galopa el Nino, el Nino Landa,
viene
bajando de su bicicleta de piernas,
corre encima de un rayo
despidiendo rivales
incapaces de detener a alguien que no
nació
en las vísperas de este planeta.
Y allá se vio al
Nino, a lo lejos, frente a nosotros,
y mi padre lo observa
desde niño y celebra,
y grita, y crece con él,
y se sienta
en las galerías de un viejo estadio,
donde mi abuelo hizo de
él un hombre,
sólo para ver a este potro feroz
que ofrece
su camiseta roja a las sangres,
pues sabe que la bandera de
Unión Española
sólo puede clavarse una vez en el
pecho.
Por eso se aprovecha cada segundo
como si fuese la
última eternidad,
para detener todos los sentidos
en las
piernas que no son piernas,
sino espadas sin la piedad de la
mano.
Pero mi padre llora ya viejo sobre los mantos del
ayer,
porque nuestro Nino corrió demasiado
y de tanto
esquivar rivales, quedó fatigado,
porque llegó la muerte a
marcarlo
y al Nino no le funcionó la finta.
Vino la
malvada con un tacle deslizante por atrás
y así, sólo ella,
pudo derrotarlo.
UNA MUJER LLAMADA SOLA
A Sola
Sierra.
Mujer, te han recibido los muertos
porque siempre
fuiste de ellos:
Te reciben con sus banderas al tope,
te
hacen una guarida en sus almas,
y al fin aparecen, ahí están,
vienen marchando,
los desaparecidos de ayer, los de hoy,
y
te llevan en andas y repiten Sola,
porque tu nombre lo
aprendieron de memoria,
conocieron tu rostro hace tantos
años,
que nadie, ni Dios, podrían confundirte a lo
lejos.
Mujer, todas las heridas han vuelto a su origen,
ya
no más, ya no más llanto sobre un hueso de los siglos,
ya no
más caminar por las calles
sobre las alas de una triste
mariposa caída;
tú sabes que te han recibido en
fiesta:
pronto estaremos en la patria del infinito,
el
viento de un canto se escuchará en los desfiles,
porque será
Sola que vendrá de la mano
con el hombre perseguido en sus
sueños
y entre las multitudes hablará en el podium tu
recuerdo,
como un pájaro final que resucita al
olvidado.
DD. DD.
Vamos a
rajar la tierra,
vaciar el océano tan infinito,
respirar
ese aire de entonces
y ver si los árboles me dicen algo,
si guardan secretos en sus raíces,
si en primavera
tiritan de espanto
y las flores devuelven los rostros
tragados por años.
Cómo es posible que a estos muchachos
se les vele en el sonido metálico de los cañones
y hagan
una corona los gritos
enfilados de uno en uno,
como
marchando en una mañana de uniformes.
Y estos muchachos, y
las balas en la nuca!
Quién me dice dónde están?. Aquí los
quiero,
como en aquellos días con una espada para el
porvenir.
Y se me aparecen, pero no los tengo,
porque son
tantos, son como el dolor repartido e inmenso,
en la sombra
más amarga de quedar sin aliento.
Quién me puede decir dónde
está esta memoria robada?
Para traer de vuelta a los pájaros
de la mesa compartida.
Tráiganlos por nombres, no importa el
orden,
en brazos, caminando o cantando.
Ellos están más
vivos que yo,
ninguno fue superado por el cuervo devorando
el tiempo,
se armaron con puños y apretaron los dientes
y
la muerte salió corriendo asustada por la valentía
y los
muertos hicieron realidad el sueño de la resurrección en una
boca.
Tráiganlos a todos, que no falte ninguno,
que hable
la espalda que esperó los balazos sin piedad,
que hable la
jaula que se lleva a cuestas,
que hable la primavera coja en
una mañana de humos,
que se le dé la palabra a los que
perdieron la lengua.
Se los suplico, mírenme a los ojos
derretidos por una lágrima,
díganme dónde están, como si en
verdad fuese una llama,
tan inocente, tan tierna como libro
de escuela.
Se los suplico a ustedes, enterrados en el patio
trasero,
en el aliento de las caracolas de la miseria,
en
los desiertos de un corazón amarrado,
háblenme sílaba por
sílaba,
al principio de la vocal de la vida,
en la
guitarra nueva con las cuerdas de un pueblo
levantado.
Háblenme, muchachos, aquí estoy, soy de
ustedes,
mi alma les pertenece, tiene vuestras pisadas
gigantes,
levántense donde quiera que estén, vengan a mi
casa,
he preparado el mejor de los almuerzos,
hay vino en
todas las copas y un brindis esperando,
o si quieren yo los
recojo y unto la boca en el océano,
o golpeo puerta por
puerta, aquí en los campos,
en la indefinibles piedras de los
ríos,
en los estadios inundados de rosas muertas,
en los
cuarteles del hambre donde hicieron fe los lobos.
Pero aquí
los espero, con toda la paciencia de una enfermedad que no
para,
y estos besos de vuestras madres, y lo de mañana,
y
el hijo clavado en la soledad de un apellido roto,
todos esto
les pertenece, así como mis extremidades, mis
miembros,
porque las estrellas de este Chile desatado,
se
hincarán cuando pasen gritando al infinito sus nombres,
y
verán que todos estaremos esperando vuestra llegada, ya no
importa cómo,
porque por primera y única vez
la bandera
de la patria flameará hacia los cuatro vientos
y un suspiro
de descanso permitirá llorar este diluvio.
CENA O UN PASEO POR EL CIRCO
Se trata
de arreglar el mundo como lo hacemos nosotros,
al mejor
estilo del subdesarrollo:
Con alambres artesanales y parches
para bicicletas.
Esto vuelve a suceder en medio de una mesa
repleta,
colmada de alimentos hasta el hartazgo.
Sin
embargo, aquí chorrea la mano solitaria
y el individuo en sí
mismo alcanzando la cima.
Estoy rodeado de autoridades tan
falsas
como el mejor abogado de provincia, sólidamente
exitoso,
pero en el fondo, sólo uno más del ganado.
Aquí
somos el tenedor y el cuchillo en medio de la gula,
el
despilfarro y las conversaciones absurdas e
instantáneas,
mientras allá afuera, vuelvo a Jerusalén y
Ramallah
y a una multitud que lanza sus piedras contra los
perros de presa
y riegan con sangre la tierra tan
amada.
Nosotros, por otra parte, seguimos discutiendo,
satisfechos,
si vale la pena cien o quinientos muertos,
o
si en realidad no hay nada más heroico en este momento
que
devorar el último plato servido que queda en la mesa.
TAMBORES POR LOS DESFILES
En la
oscura selva de los gemidos,
los muertos de ayer se toman de
los brazos
para desfilar a paso firme como en un 1º de Mayo;
en columnas de mil o dos mil, no lo sé,
con lienzos
abiertos al mundo, para que éste los lea.
Avanzan, secos los
sonidos de los tambores y pasos
y se encuentran casi al final
los que nunca se vieron,
aquellos de los cuales se supo
dieron la vida como animales.
Ellos saben que el tiempo no se
detuvo en sus banderas,
y el grito de los milenios se escuchó
en las oficinas y sindicatos.
Pero han vuelto, y ahora que
los veo con sus rostros de gigantes,
más vivos que todos
nosotros, más honestos que el pie al frente,
sé y oiré el
discurso del orador principal,
porque hoy asistimos a un acto
multitudinario,
porque me da la mano Luis Emilio, Clotario o
Tucapel
invitándome a dar la vida en un 1º de Mayo.
MAÑANA VENDRÁ EL PRESIDENTE
En los
brazos desnudos de los fuegos y las derrotas,
con todos los
infantes trepando por los amaneceres de una gaviota,
aparece
la voz de un río derramado y agrietado.
Aparece la sombra que
no es sombra de aquellas que terminen,
porque pasan los
aviones de un lado hacia otro,
aún los oigo, como un metal
que se funde en los intestinos de la muerte,
y fuego ante el
enemigo y bombas
y soldados repartidos como hormigas
odiosas.
Al mismo tiempo, gotea desde el cielo
el pueblo
hundido hasta las narices, asfixiado,
perseguido hasta sus
modestas madrigueras;
pero ahí está, es él, poniendo su pecho
frente al dolor,
metralleta en mano, corazón en mano,
más
inmenso que pronunciar cien veces su nombre,
más valiente que
el verdadero trigo que ruge en los veranos.
Mientras tanto,
de rodillas confiesan al obrero,
a los estudiantes les
arrebatan los años a culatazos;
y en los ríos, las piedras
van descifrando
el crudo idioma de la sangre,
nombres así,
al azar, entregados por montones,
y apilados en la morgue de
nuestros más oscuros recuerdos.
Pero sabemos que de aquella
ceniza de primavera,
de aquella página arrebatada al libro de
los horizontes,
salió un puño en alto, más alto que mil
sueños.
No en vano, mañana vendrá el Presidente,
se
paseará saludando a las multitudes,
arribará honesto por
Morandé 80,
concurrirá al balcón para escuchar a los
mudos
y el himno de siempre será coreado por primera
vez,
como si esto fuera nacer, como si todo viniera desde el
inicio,
como si viniera nuevamente e invencible,
la sola
voz de Allende
para terminar con todos estos perdurables
humos.
TERCER MUNDO
Mi
tercer mundo
son este morir en la salud pública,
estas
camisas que compré de segunda mano,
estas goteras por donde
aparece el invierno
como un anciano perverso y gigante.
Mi
tercer mundo
es este educarse con libros prestados,
con
lápices que se van desgastando,
con caminatas y zapatos
rotos.
Mi tercer mundo
es saborear caldos de pobreza
amarga,
piojos como integrantes de las familias
y
analfabetos repartidos como muchedumbres.
Es tener
deportistas raquíticos y borrachos,
calles de tierra, o con
alumbrado siniestro,
decrépitos funcionarios incrustados en
la administración pública.
Mi tercer mundo
es un cuarto
donde quemo mis pupilas en un techo sucio,
son estos
chiquillos con enfermedades interminables,
madres pariendo
para conquistar el universo,
ancianos entregados a la espina
de la vejez,
sordos y mudos, muertos para adentro.
Y quién
tiene la culpa?
Nosotros, por el solo hecho de haber
nacido,
por el solo hecho de haber dicho patria
en el día
equivocado y en la hora impensada.
POSIBILIDADES
Afganistán, 2001
Posiblemente esta pluma esté quebrada
y se desnude
como un animal herido.
Probablemente mañana a la hora del
té
se escuche suciamente por radio y televisión
que van
mil, dos mil o tres mil muertos,
mientras los bombarderos se
hacen de los cielos del mundo
regalando la fragancia de la
muerte
a los rostros de los primeros niños.
Sin embargo,
yo acá, tan lejos,
en una actitud totalmente rebelde,
haré
sonar mis muelas con el pan crujiente
en señal de
protesta.
Posiblemente estos versos
no sean más que una
mosca molesta y porfiada
que causará desagrado en tus
vacaciones,
que engrasará el papel claro de las
publicaciones,
que se orinará de pie en las conversaciones
inertes.
Posiblemente temprano callaré,
pero no será por
voluntad propia,
será ese niño que desde el fondo de la
muerte
tapará mi boca con una de sus manos
y con la otra,
disparará una bala para occidente.
EL GLOBO
Gritaba
el niño, enloquecido,
al ver que su globo subía al
cielo,
subía con un cordel colgando que hacía muecas
a las
diminutas manos del infante.
Gritaba el niño, sollozando
y
el padre desesperado le dijo que callara,
que le obsequiaría
otro,
que globos había cientos para elegir.
Mientras por
la mente de aquella pequeña infancia
sólo atravesaba una
inconfundible angustia:
los planetas del universo no
devolverían jamás
a su globo color azul, pues se parecía
demasiado a ellos.
NOTAS DE PROTOCOLO
La
soledad me pide que nos sentemos a la mesa
y brindemos por
toda esta vida juntos.
Que ya es hora que nos empecemos a
tutear
como viejos compadres de tomo y lomo.
No vaya a ser
cosa que me visite la muerte por estos días
y que ni siquiera
nos hayamos presentado como dos caballeros.
HAPPY BIRTHDAY
Feliz
cumpleaños-me dice la vida-con voz ronca,
mientras extiende
una estúpida torta con sus respectivas velas
y el escenario
propicio para pedir los deseos.
A todo esto,
comienzan a
hacer su arribo
los respectivos invitados sorpresa.
Así,
acabo de ver pasar hacia el baño al tiempo
que como
habitualmente sucede,
genera crudos espectáculos
luego de
una u otra copa.
Por el otro rincón diviso a las heridas y
mis dolores
que se ríen a carcajadas de mis lamentos.
Sin
embargo, llegan estas veinticinco velas
frente al viento
indescriptible de mis labios,
pero el único deseo que de
improviso se me viene a la mente
es que se largue todo este
gentío inoportuno,
que el tiempo y compañía, se devuelvan a
mi infancia,
que la arruga que cabalga palmo a palmo con mi
rostro,
se detenga por un instante en una estación sin
nombre.
¡ Que se larguen todos estos borrachos invitados
!
y me dejen celebrar los días de mí mismo
con un aplauso
único a la última carrera de mi juventud
COMUNICACIÓN CORTADA
-Permiso
poeta,
aquí estamos nuevamente,
para ver si esta vez
ganamos-
me dicen mis camisas viejas, mis
chaquetas,
todos estos zapatos desabrochados por la
luna.
-Otra vez te traemos los recuerdos-.
Sin embargo, yo
nada quería con mis antiguos habitantes,
ya que me tiraban
raíces a los días y me detenían.
-Queremos que escribas tus
memorias y nos incluyas- insistían.
De una vez por todas, me
levanté y mostré las líneas de mi mano
para decirles: Ahí
están mis memorias,
en cada camino y estrella que se ha
cruzado por mis palmas.