SERGIO
BADILLA: El
transeúnte de la transrealidad
por Omar Pérez
Santiago*
... Hoy día la conexión en red nos hacen cohabitar
juntos en un mismo instante sin viajar. Vencemos la distancia por la
velocidad de información; derrotamos las fronteras reales por medio
del vuelo virtual, vivimos en
pantallas, en imágenes de pixeles. Vivimos en el mundo transreal, el
de la virtualidad.
... Badilla, en cambio, se acostumbró tempranamente a
viajar por otros imaginarios, y ser paseante de un universo diverso,
ciudadano del mundo. Nació en Valparaíso en 1947. Vivió en Buenos
Aires, Bucarest, Madrid, Estocolmo donde trabajó en radio Suecia
internacional. Como periodista viajó por ciudades de todos los
continentes y se ha movido en simultaneidad de lugares y tiempos,
borrando fronteras. Esas incidencias y casualidades de la vida le
abrieron un inquietud que no lo abandona: sorprenderse de las ciudades
y, a partir de allí, construir una transrealidad poética, y hablar de
ciudades: "Moustakis es Alicia en Buenos Aires", "criaturas celestes
de Santiago", "¿qué se hizo Anna la griega en la costa Macedonia?",
"Hacemos un brindis en un extremo del muelle de Tokio" "los que
oficiaban de dioses/bebían espirituosos brebajes/mientras volábamos
entre Nueva York e Islandia." "Valparaíso, añosa meretriz que ya no
recibe visitas."
... Durante los años 80 Badilla elabora en cuatro
libros el corpus poético de la transrealidad, la transreality,
la realidad fuera de la realidad, una tercera dimensión de la
realidad, en donde la ciudad (el espacio) es su expresión: La
Morada del Signo (1982), Cantonírico, (1983),
Reverberaciones de Piedras Acuáticas (1985) y Terrenalis
(1989).
... Sergio Badilla juega en los límites del símbolo y
de los estatutos con que se nutre y se funda el lenguaje. Combina la
delicadez del término con el coloquialismo trashumante y valida el
signo lingüístico, descontextualizándolo. Articula y urde sus tramas
poéticas, buscando la reversión de la apariencia, sus contradicciones,
sus meta verdades, para que éstas se muestren, en rigor, desde el
interior del signo.
... Inicialmente notaremos las influencias de los
simbolistas franceses: Rimbaud, Mallarmé, Baudelaire, Verlaine,
Lautreamont. También de Vicente Huidobro, César Vallejo, Ernesto
Cardenal, Pablo de Rokha, Tiago di Melo, Gonzalo Rojas, Enrique Lihn,
Jorge Teillier u Octavio Paz. Pero en los años ochenta, cuando
construye su poética madura, surgirán nuevas voces inspiradoras,
principalmente nórdicas, como las de Marin Sorescu, George Trakl,
Gunnar Ekelöf, Elmer Diktonius y Edith Södergrand.
... Comienza en La Morada del Signo
(1982) haciendo guiños invocatorios a la retaguardia de lo existente,
de lo palpable, de lo aparente. Una dimensión lingüística donde la
desemejanza, o la diferencia de las cosas posibles, no se mengua en un
acomodaticio signo literario, se llena de contornos, de perfiles, de
figuras dependientes que se instauran como elementos valederos. Las
representaciones sustituyen a veces al objeto, al fenómeno o a la
acción misma.
... En Cantonírico, (1983) Badilla es un
rupturista del lenguaje, construye sus poemas a partir de una realidad
trastrocada. No es la distorsión del surrealista, que difumina,
disipa, diluye, la realidad desde dentro. La lumbre existencial emite
preguntas, interrogantes circulares que nos arrojan imágenes cargadas
de sapiencia: Es una demarcación lírica construida con un lenguaje
emancipado en cuanto a la palabra y al signo. Ciertamente, el extracto
poético, el sujeto lírico y la propuesta transrrealista de la obra
convienen simultáneas, y crean su propia sincronía como si operase un
cruzamiento. Todo muy deliberado. Las imágenes poseen una refinada
vinculación con el mito, la gesta y a veces la fábula; el lenguaje se
distorsiona para dar cabida al artificio o para romper la
obligatoriedad de la tautología del género.
... En Reverberaciones de Piedras Acuáticas
(1985) recrea un universo. En el poema Habilis entre Tao y
Claviatura dice "Consecuentemente con la regularidad del día/ que
fuge/ me vaya sin decir nada/ y quede la semilla alargando sus brotes
en esta habitación". Filosofía del Tao: la finitud de la vida. Por
otro lado, se acoge a la gestación del hombre, como espécimen apto, el
homo "habilis". Asimismo se invoca a una temporalidad, a un
tiempo que "fuge", resguardado y compacto como es el cosmos de un
aposento, dejado en una semilla.
... La misma reflexión es válida para el poema "Satori"
donde de nuevo Badilla nos enlaza con el Budismo sintoísta desde el
propio nombre de esta composición poética
...
Terrenalis, (1989) es su obra transreal por excelencia.
Se acerca, obviamente al discurso de la posmodernidad, pero no asume
su gesto paródico ni irónico. El yo lírico pone en la
escena poética, al hechizo de lo cotidiano transformado en transrreal.
El universo es una entidad incesante y abordable. Es en ese
territorio, ciertamente, donde el epítome lírico, el infinito y el
texto coinciden, como si tratase de una encrucijada que escapa a lo
fortuito. Es la médula de la poesía badilliana. Las imágenes aunque
eufónicas no pretenden generar ritmo, sino continuidad. Permite, al
sujeto comunicado, desentrañar ámbitos o generar unidades líricas y
vivenciales. La poesía transrreal es sensorial y perceptible. En esta
transrealidad los sentidos columbran, imaginan, descubren un mundo ya
realizado y forjado por el autor. En esta poesía perseverará el enigma
de la realidad en una cercanía lírica con la inmaterialidad que
propone el poeta. Construye su cosmos, que tiende a lo quimérico, a lo
utópico, a lo irrealizable.
... En los años 90 la poesía de Badilla afina la
propuesta: La transreality. La atisbadura de lo
habitual tiene conexión con lo imaginario, con lo inmaterial o con lo
prodigioso y así se refleja, en la
Saga Nórdica (1999). Los sujetos líricos oscilan
entre la presencia legendaria o mitológica a la comparecencia
realizada, ontológica. La imagen se transforma en esta transfiguración
como la alegoría de lo discrepante, del simulacro, de la
antipropiedad, del desatributo. El lenguaje se disloca para dar
continuidad a sus texturas, a su conformación lírica, a su poética,
más cerca a la lírica de Pentti Saarikoski, Tomas Tranströmmer, Lars
Gustavsson, Kontandinos Kavafis y Gonzalo Rojas, pero con su propio
tono y singularidad.
...
Su obra se decantada con solvencia en La mirada temerosa
del bastardo. El título es un desafío a las arrogancias y
vacuidades con las cuales tropieza el poeta. El bastardo es una
alegoría al paria, al ilegítimo y a la ilegitimidad de la era. En esta
bastardía, Badilla, no tiene ganas de distinguir realidades o
para-realidades. Todo es un collage de fragmentos de una misma
historia en un universo desplazado de su eje. Un mosaico que puede
mostrar los desperdicios, los desechos de la época con espléndido
acento, casi con una inflexión de castidad que es capaz de ritualizar
los detritos con una refinada retórica.
... La transreality o transrealidad de
Badilla es una unidad conjeturada y quimérica donde todas las
entidades se realizan. En esta para-realidad se excede la
contradicción entre lo real y lo ficticio, lo truncado y lo realizado,
lo inconcluso y lo permanente. Todo está expuesto a la destrucción, a
la corruptubilidad y al menoscabo. De allí brota un arte de consolidar
la existencia de los sujetos y parajes líricos, certeza e identidad
que no busca dar legitimidad ante nadie, ni nada, porque todo se
sustenta asimismo en esta transrealidad, con sus propias formas, sus
cánones irregulares y extra-dimensionables, sus cualidades y
lenguajes.
... Según Badilla la transrealidad es una
manifestación expandida de la evidencia como excedente de la realidad,
donde la razón adquiere un sentido relativista, inmediato y/o,
funcional . La Transrealidad apela a la interculturalidad derivada de
mitos y mitologías divergentes, a la desarticulación de arquetipos y
se sustenta además en un pluralismo hibridizante donde los opuestos
transfieren o trastocan su identidad y contenidos para dar validez a
universos múltiples, a veces fragmentarios. Como diría Castoriadis,
consiguientemente la Esencia como entorno democrático de la
confluencia de los contrarios y de la lógica de la
complicidad.
... Para la transrealidad la percerpción de la realidad
no es definitiva, ni totalizante sino relacional o subjetiva, y no es
idéntica u objetiva, sino psíquica o alegórica, pero en ningún momento
es onírica o ensoñada. Una certidumbre puede ser significatica
eventualmente, incluso contextualizante, pero siempre habrá algún
elemento que deteriore su relación de permanencia o de conjunto. No
existe tampoco una visión histórica coherente, que de sustrato a un
episodio cualquiera, la idea es romper la diacronía. El tiempo siempre
tendrá un carácter circunstancial y aleatorio.
... Badilla, como lo han dicho Sun Axelsson y Carlos
Olivárez, representa la epifanía de una voz latinoamericana y europea.
Olivárez señaló que la poesía de Badilla era " la yuxtaposición
tumultuosa de mundos grotescos donde la poesía saltaba airosa como
revelación conciliadora". La confidencia fenomenológica de la poesía
badilliana es hacer posible conocer, con el prisma de la
insatisfacción, realidades esperpénticas, pero con una texturada
belleza, donde la reversión de la verosimilitud, sus contradicciones,
sus estambres se exponen con destreza. Willy Granqvist ha señalado:
"Badilla desde su arranque escudriñó la imagen en su más íntima
morada, dispuesta en su absoluta unidad, sin dar pábulo a reparos, ni
hacer concesiones modales o pirotécnicas "
... Badilla ha seguido su propia intuición poética.
Tiene, en su obra, una visión analítica del mundo, de su propia
teogonía. Él es, en sí, un citadino pagano del mundo, Un
viajero de la transrealidad de Valparaíso, esa "añosa meretriz que ya
no recibe visitas."
* crítico literario y narrador
ESCRITOS
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POEMAS
TRASHUMANTES / sergio badilla
(valparaíso, chile 1947)
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AUTOPISTA DE PLOEISTI
En los suburbios de Bucarest la
nieve se transforma en lluvia en el otoño. Las grullas errantes que
vienen camino de las estepas rusas bajan en las verdes colinas del
Otopeni y se aparean. El Danubio no está lejos de aquí y los bogantes
cantan al ritmo de los remos. Un viernes de octubre entré por Oradea
camino de los Cárpatos y encontré tu apellido como nombre de pueblo
ante los ojos y el mapa. Me empantanaron cinco horas de fisgoneo en
frontera para hurgar papeles y visas. No, no soy el agente que
buscáis. No soy el espía de occidente sino un sencillo ilota que viaja
como paria. Dunavoastra stie romaneste? Stie limba romäna? y llegan
unos sombríos ziganes a santiguarme como si fuera el elegido antes de
que llegue la tarde. Ví un pequeño zorro y una avutarda entre sus
dientes amarillos. Las fauces de la vulpeja babean de excitación en la
vanidad del siglo. Unas cornejas le siguen el rastro desde el aire y
unos aviones Mig patrullan la comarca. Me pierdo en el camino largo y
me salvan las palabras afectuosas de un zaraneste. El es un excluido
como yo en un país con límites. Un repudiado debe tener derecho a
fronteras y familia auque sea un canalla. En la concavidad de los
altos montes voy a dar a Transilvania, al este de las llanuras de
Moldavia y al norte de las de Valaquia. El conde Vlad ya no empala y
castiga a sus rivales, son otros los que condenan a los hostiles cada
la medianoche Las repudiadas desgracias de los parias y no de la mía
están en los versos de Eminescu. Mi ímpetu es la de un apátrida que
busca una prosapia en una segunda esquina del mundo, después de la
matriz materna, la cordialidad de una chabola en los extremos de la
tierra y en sus elementos. Mi linaje es una progenie incierta a la luz
de un relámpago de otoño, el mismo que alumbra la arboleda y se
refleja en el parabrisas de este auto usado en esta humanidad usada y
trasegada por el que corro en la autopista de Ploiesti para llegar a
casa. Hay unas viejas matronas que ponen más té al recipiente para que
huela y sea té.La noche arquea sus piernas y el transeúnte piensa en
apurar el pedal después del refrigerio. La ciudad está llena de
suburbios y de aljibes con pájaros y microorganismos. Está sitiada por
las sombras con helechos y roedores.
A PROPOSITO DE DIOS
Esta trama es un fragmento
decoroso de una absoluta circunstancia: evoco la víctima hoy desde mi
escondite la observo detenidamente como si estuviera inmediata a vista
de ojos Está afligida pero holgada de calma. Sabe que la miro con
rareza. El fuego prematuro me alerta me turba y te confunde
Le incita mi diferencia la
enardece le enciende la apatía de su ánimo
de joven doncella Es únicamente
la decorosa esencia de la materia casta: la duda casta la razón casta
que vislumbra la cercanía de la destemplanza. No no soy Dios le digo
te has equivocado cualquiera se equivoca con mi catadura Aún juego a
ser Dios sin adiestramiento He contemplado a un hombre marchitarse en
el relámpago esta alborada. Coincidencia entre la simiente y el grano
en semejanza que se agosta.
Es la vertebración de la línea
esencial de toda urdimbre donde reposa la vida
- digo esto con cierto temor - y
ella piensa que es la omnipotencia la que habla. Es Dios que se
atraviesa con su catequesis y quizás se equivoca por primera vez
El fuego ya encendido ahora me
apresta nos plasma nos origina
Tu fascinación por la preñez
convalida el albedrío de la duda se confunde la complicidad en el
súbito ardor Somos dos los implicados en esta urgente servidumbre y sé
entonces que mi apostura te atemoriza me desorienta y te avergüenzas
de la adustez de las palabras. El ritual concluye sin
ceremonia
Hoy diré que me despreocupé de
la deslucida virtuosa ante la llamarada mi ineptitud fue primordial.
El vínculo perdió sus filamentos y su inherencia antes de tiempo Los
lamentos se mancillaron con la memoria fácil de la retentiva que
fatiga el juicio y lo inmundicia de despojos y falacias: Discurro de
manera atolondrada - una vez más - ya que estoy delante del término de
mi propia iniciación ante una probable casta. Un aroma acentuado a
resina se expide en la terrena mudanza en la marga fresca la roca
hospeda mi fachada mi torpe silueta – hay algo de cinismo o de pánico
que me inquieta – de ruina pudorosa de hastío de obcecación y de
cansancio ante la mirada pura de una grácil doncella.
TRAVESÍA DE DOUZ
En Gabés cercano al páramo Hamed
marcha en una caravana de dromedarios a Douz. La grava se altera en
trizas estériles en la aquiescencia del desierto Desovan las
lagartijas trashumantes entre los pedruscos yermos de Kebili Se ruinan
los ídolos y los peregrinos en los cenobios del rastro agonizan las
zarzas y las musarañas de los cenegales Me enternece la claridad de la
mezquta en la kashah camino de las ciénagas de Marrkía. Las
mujeres lavan sus ropas en un torrente arcilloso. El color térreo es
el que prevalece en el relieve y en la sangre.Tu vientre oculto y
encomiado se pronuncia en el de un niño que nace con nombre de casta
ante la vista y la cartografía. Me embaraza la impertinencia de las
viejas que penetran con sus ojos el barro y las paredes estropeadas.
Iremos después a Shatt al Gharsah y de allí quizás no habrá retorno
porque la noche es larga Diviso una zancuda entre la chabasca menuda
del palmeral. Unos buitres se salpican de desvarío en una charca
desaguada. Más allá unos grajos emprenden el vuelo hacia otros
escondrijos de la llanura. Nos confundimos de ruta al trasluz de un
sol tardío y escuchamos el lenguaje venerable de un zufí. Es un
patriarca en una comarca con santos que caminan. Un hombre íntegro
nunca maldice a los diversos. Mi prontitud es buscar un corredor
inescrutable en el Sahara como Aníbal cruzando Jabal ash Shanabi por
sus malditos collados. El guerrero se aleja taciturno de Cártago
maduro y derrotado. Los Almohades tampoco están más en este
territorio. Escucho de pronto a los bereberes corear cánticos
siguiendo el compás cadencioso de sus alfanjes. Las ayer desposadas
beben té de hojas las veinticuatro horas del día antes de yacer y ser
fecundadas. Tú también bebes té el día entero. Los rumiantes gimen nos
acercamos al Medjerda con sus aguas calizas y frías Un cuadrilla
seguirá los meandros y las dunas a Tatatuine para despertar la noche.
El viaje termina al alba en un versículo piadoso del Corán
*kashah:
ciudadela
TOTEM
Un siervo se despide sigiloso de
su tribu para evitar la penitencia. Su testuz combada y la frente con
signos de ceniza de cara al fuego. Ha sido pues ungido en vida en una
causa desvalida de fe, menguado de razón. El hombre diestro, pierde la
validez que hasta entonces tenía su argumento. Un retrato inmóvil
ajeno a cualquiera turbación, cuelga en una pared íntima. Es la
intimidad del aposento donde reposa un cuerpo inerte, un tramo de un
país en armadura donde también convalecen las osamentas de los míos.
Los beligerantes vadean con torpeza los ríos abismales, acosan con su
andar los valles de mi infancia, denigran con sus vocablos soeces a
las tiernas valquirias, hostigamiento, acometen. El exterminio no
salda cuentas de raíz desventura y silencia a orillas del fuego. Una
estrella crepita muda en un monte ajeno al ardor que languidece y el
tótem doméstico sustenta – aún así - la fidelidad con que la estirpe
se ha arraigado en esta tierra. Empero persiste el miedo del penitente
ante el arma arrojadiza del invasor y la imagen del delirio se apodera
de la próxima tirada. ¿Habrá llegado la ruina?.
LUNA