Sobre la materialidad de los bienes
..... No hay rincón de esta casa que se escape a mis
cinco sentidos, donde no me haya desterrado en alguna
debilidad vital, como complemento bastardo de mí
mismo; no hay un solo palmo virgen que mi sombra haya
desdeñado contemplando el menester implacable de la
trascendencia, donde no se hayan albergado,
inmanentes mis propias extensiones, mis
presagios.
Estoy
seguro que no queda recodo innoto donde no se hayan
establecido mis ideas como conquistadores fantasmas, mis
propias vacilaciones. No hay un solo modesto
agujero, donde no se hayan posado mis olores, mi humedad
nocturna de guerrero simétrico existente.
No hay un
solo rincón desconocido en esta casa a pesar que soy sólo
un humilde inquilino.
Hablo por nosotros
..... Hablo en la presencia del pan mensajero de las
cosas, del rastro que deja el polen cuando trashuma las
patas de la mariposa. Hablo con mi voz de centauro en
los andenes de madera, de esta vetusta postura mental de
viajero solemne a propósito del diluvio
inocurrido. Hablo con mis supersticiones a cuestas y me
declaro enemigo del viernes santo y propongo la sordera
como solución universal contra las guerras. Qué lástima
que ya no soy adolescente para atrapar las estrellas con mi
mano, sin embargo, suelo correr tras el aire, cuando
trae la calma y lo digo, articulando bien las
vocales, para que sepan que quiero la paz a cualquier
precio.
Después de las espinas
..... Yo no puedo simular la noche en estas lejanías. La
memoria de los objetos se reúne cabizbaja en la
sombra de este telar interminable y se prolonga más allá
de sus nudos como monje que registra cada
piedra —pasajero— y me obliga a desterrarme del
alba, del fuego y sus augurios ancestrales. ¡Acaso me
roben las ideas! y el agua provoque mis espasmos
conocidos después de lluvias torrenciales como simple
suicida de la tarde. Las ausencias viejas necesitan
sepultura, tal vez, un personaje supuesto que comprenda
lo inefable de la lejanía y sus secretos
inmediatos.
Recuperación mínima
..... Tengo el cuerpo circunnavegado por nostalgias
presenciales que no pueden orientarse, en esta médula y
alargan sus vertiginosos brazos para palpar otras
medianoches divagadas en otros cuerpos, como monumentos
infinitos.
Estoy, sin
embargo, escorado en estos arrecifes vegetados de
abalorios que refulgen craneanos en mi instancia de
cantero verbal, morando la mitad de la piedra
ambigua con mi diástole de sembrador, antes de que
mis años cierren sus párpados, al recobrar la
tierra.
Acto individual
.... Estoy acá como si fuera un animal moderno que
teje jaula con los sueños, para seguir siendo el
mismo que ampula el sudor de sus huesos.
Estoy
acá como entidad de fragmentos, incluso después del
pan y su cohesión ultrajada en una cena y volver a
comportarme como si estuviera en casa, aunque me sienta
ajeno al escuchar el mismo relato, como parte de mi
familia, en vehemencias tantas veces.
Acto de fe
..... Estoy de frente a mis propias manos como criatura
desvelada. Alrededor hay realidades y reconozco mis
huesos y los de otros, con algún vago recuerdo.
Estoy
manifestándome en mis dedos, que aúllan como bestias de
oficina o buscan tu humedad ocasional que huele a
musgo, quiero decir, a invierno que anida en cada
cuerpo cuando no se puede responder a tanto
olvido, aún, como carcajada sin dientes en Estocolmo
y Valparaíso.
Cantonírico
..... Venid conmigo a esta nueva travesía, al trópico
mismo de los minuteros del reloj donde las medusas ya no
alteran los espacios de estos sueños que no tienen
domicilio. La noche y sus acompañantes no conocen las
tinieblas, ni al caracol que vocifera en su
égira, arrastrando su equipaje cotidiano ..... de planetas que perdieron sus
presencias orbitales, antes de tiempo.
Este viejo animal que nos persigue
..... No es fácil convencerse que tengo piel entre
mis huesos y que la esfinge tantea mi
cuerpo, intentando develar
fronteras imprevistas.
Tengo un
vigor solemne de luciérnaga cuando cierro puertas
geográficas sin lágrimas y me intento,
muscular, arrastrando mi letargo de saurio en la
penumbra, en esta orilla lóbrega de seres
naturales.
Hay algo
manifiesto que se propaga como gota de agua bajo mi
tórax; alguna herida afónica, desnuda de colores y
venganzas. Es que la humedad desflora campanas ocultas y
la atmósfera se presenta uterina, como animal antiguo, a
nuestro vecindario.
Detrás de la piedra
..... Abramos la primera página de nuestros estatutos de
piedra, en esta madriguera de fraguas e
individuos que alejan el horizonte ahora, cuando
alguien quiere reír con nosotros. Hay mucha congoja en
estas latitudes.
Hay
coleópteros que serán longevos por venganza, y presido
esta reunión con gestos guturales y los ojos
boralmente sumergidos.
Hablo de
realidades: recordemos el fuego habitando antiguas
cicatrices, la temperatura derretida en las calles, de
poros acontecidos, de uñas acontecidas de humanos
acontecidos de yo acontecido.
Los
pliegos se erosionan con las manos, la soledad no existe en
fonemas, sólo prepara el llanto, esta ausencia y
estas leyes que nos obligan a clausurar el acto.
Acumulaciones
..... El individuo que se esconde en tu silueta de barro,
rostro viejo, polvo, desde afuera la libélula apacienta
mis instintos café-cópula, cópula-sueño.
Hay
capítulos enteros en la vida. Y la pupila refulge su parto
luminoso y te revuelvo el rictus, adentro con
vocación de pájaro nocturno, siempre a estas horas de
barrio sur, de paisaje clitórico y de
espermios.
Aún después de la madera
..... Aunque me confundo esencial en la madera, pienso que
el bosque se enmascara de verde para invitarme a
entreverar cortezas y olvidarme de sinónimos que
incluyan el abedul en la botánica.
La resina
es seductora vegetal. El universo lo destiempan los
lagartos, los grillos perforadores de hojarascas y aún
penetrando los nudos el escarabajo viene a mi
cumpleaños con un bouquet de ramas secas y nos
embriagamos coleópteros y minúsculos. Subimos con
nuestras pisadas secretas a dejar que las flores nos
entreguen sus pétalos.
Ceremonia próxima
..... Me someto cada día a la barbaridad de las cosas con
el frenesí de las alturas que alcanza la pluma y declamo en
el humo que me llamo individuo por muchas
equivocaciones, invierno que confunde la hierba con sus
tarsos, cuando las puertas, más tarde que la
espiga, me devuelven inmutable al surco.
No tengo
intereses pasajeros, más allá de la relevancia de los
insectos y sus tempranas transparencias, tan sólo
botánico de anaqueles profundos como territorios de
arena, picapedrero en el interior foniátrico de los
moluscos que abandonaron sus utensilios para siempre y
me he quedado encerrado en las distancias pequeño, mal
vestido y próximo. |