por
ANGÉLICA RIVERA
.......... "Las mujeres vivimos en un
mundo de ficción constante. Somos mentirosas desde la cuna. Nos enseñan
desde chicas a esconder cosas y a usar máscaras", asegura Pía Barros,
que mañana lanza su segundo libro "A horcajadas", una colección de
cuentos de temática erótica, en la Galería La Casa Larga (Bellavista
0182).
.......... La escritora ( 34 años,
casada con el poeta Jorge Montealegre, dos hijos ) está consciente de la
reacción polémica que puede ocasionar. Pero su intención "y la de todas
las mujeres que escriben la problemática de las mujeres -dice- es dar
cuenta de que no estamos locas, que somos muchas y que todas sentimos en
forma similar".
.......... Nacida en
Melipilla, desde niña "leía todo el día. Incluso los expedientes de mi
abuelo, que era ministro de la Corte Suprema". Luego empezó a escribir
poesía "hasta que entré a un taller con Javier Rodríguez y me sugirió
que la dejara de lado, porque en verdad no tengo talento poético
alguno".
.......... Se decidió por el
cuento, técnica que aprendió a manejar con Carlos Ruiz Tagle. Asistió a
muchos talleres literarios y decidió formar los propios, "porque en
todos se discriminaba a las mujeres. Muchas de ellas, sobre todo las
mayores, no eran escuchadas con atención en su trabajo
literario".
.......... Sus siete talleres,
donde tiene 78 alumnos ( sólo 11 hombres), "no son una tertulia, sino
que trabajamos seriamente. Las mujeres tienen opción de aprender no sólo
la técnica, sino también a valorar su trabajo y el de los
otros".
.......... Pía se reconoce
"absolutamente feminista, pero no fanática" y admite influencia, en su
escritura, de la mexicana Rosario Castellanos. "No creo mucho en los
escritores. El 90 por ciento es sudor y el 10 por ciento de inspiración,
que por o demás, sobre todo para los prosistas, no existe. Este es un
oficio como aprender a clavar sillas. Si uno aprende todo lo que hay de
técnica, tiene la posibilidad de aplicar su oficio bien",
afirma.
.......... Por eso, cree que
"cualquier mujer está en posición de escribir un buen texto literario,
con seis meses de trabajo. Si somos capaces de vivir esta existencia
llena de ficción, obviamente somos capaces de escribirla. A las mujeres
nos gustan los cuentos. Ni siquiera sabemos lo que somos, porque estamos
inventándonos constantemente. Siempre somos pedazos de cosas que no
somos. Y esa cantidad de fragmentos son ficciones constantes".
......... Sobre el proceso de creación de "A
horcajadas", cuenta que su intención erótica sugió hace tiempo.
"Incluso, entre medio, nació mi segunda hija y tuve que suspender el
libro...(ríe). A todas las mujeres se nos dice que nuestro poder radica
en el sexo, pero nadie nos dice que también nuestra posibilidad de ser
felices radica en la sexualidad y en descubrirla. Toda escritura de
mujeres atraviesa por la búsqueda de la propia sexualidad. Cuando uno
puede descubrir miles de forma de la sexualidad, uno se descubre como
distinta y eso es una forma de luchar contra el poder. La idea real de
las feministas no es suplantar un poder masculino por uno femnino, sino
luchar contra el poder que destruye al ser humano y pone en tela de
juicio a la sociedad".
... -¿Por qué escribir cuentos eróticos desde la perspectiva de una
mujer?
... -Me interesa el campo de la
sexualidad femenina. Hay en el sexo de la mujer una situación que es
tremendamente ficticia. Nosotras no amamos un sujeto específico, sino lo
que queremos hacer de él. Cuando hacemos el amor, lo hacemos con
multiples hombres que prefiguramos adentro. Me encanta ese mundo raro,
onírico, poco claro de la sexualidad femenina, porque ésta no tiene que
ver con lo explícito, sino que con ese mundo oculto que son fragmentos
de cosas que nos interesan, que tiene que ver con el amor y el odio
juntos.
...
-Incluso su escritura es también erótica.
... -Cuando se termina un texto, hay un placer
similar al posorgasmo. Hay una relación con la escritura que es una
intención, un juego muy especial y muy rico, que tiene mucho que ver con
lo erótico. En la escritura, además, hay un grado de exorcismo de
situaciones personales. Por mucho que sea ficción un texto, lo real es
que uno conjura algo personal.
...
-¿Piensas que con tu literatura se identifican todas las mujeres,
aunque el lenguaje pueda parecer procaz?
... -Sí, pero pienso que hay modos de sentir
distintos. Yo no escribo en forma romántica, aunque temáticamente pueda
parecerlo. Tengo una escritura muy violenta, pero es un trabajo mío,
personal. Trato de dar cuenta de lo que veo y obviamente no represento a
todas las mujeres cuando escribo, precisamente porque el ser hegemónico
es algo masculino. Es simplemente mi voz. Pero creo que, al ser ese
fragmento de una de esas múltiples mujeres, estoy siendo un poco ellas.
Me interesa lo femenino y mi libro está dirigido a las
mujeres.
...
-¿Cuál es la intención de usar la indeterminación como elemento
recurrente en sus relatos?
... -Más
que indeterminación, yo diría que es más bien lo equívoco, lo incierto.
Porque siempre se nos pide que seamos unívocos, específicos. Eso es del
mundo masculino. Y el mundo femenino es totalmente equívoco, en forma
constante, como un juego. Creo que es bastante más diáfano para nosotras
el asumir que no tenemos que ser de una línea, sino simplemente dejarnos
vivir. Así es más fácil vivir. Las mujeres todo lo hacemos con un
sentido de culpa, por eso nos trasladamos a los sueños y por eso, la
posibilidad de ser es onírica.
...
-¿Teme a la reacción que despierte su obra?
... -En realidad me da lo mismo. Hice lo que podía
hacer como escritora. Me pueden hacer pedazos, mal que mal es un libro y
un libro es propiedad de la gente que lo lee. Ahora estoy trabajando en
otra cosa, en una novela sobre el deseo.
...
-¿Cómo reaccionan los hombres frente a sus cuentos?
... -Me han dicho que son "calentones" ( se ríe ).
A algunos los entusiasman, otros los encuentran un poco brutales y la
mayoría se queda un poco desconcertado. Dudan que esto lo escriba
realmente una mujer, esposa y madre. Es una escritura que
desacomoda.
.. .-¿Y qué dice su marido?
...
-A él le encantan...
en Las Ultimas
Noticias, miércoles 6 de junio de 1990