..... Pía
Barros es una rubia chica, hiper acelerada, licenciada en Literatura,
esposa del poeta Jorge Montealegre, mamá de Abril y de una o un
hijo por llegar; directora de varios talleres literarios y de la
editorial "Ergo Sum", con la cual pretende difundir principalmente el
trabajo literario femenino chileno.
.....
Durante el mes de agosto se la vio desde la mañana a la tarde en las
jornadas del Primer Congreso de Literatura Femenina, y en noviembre pudo
seguírsele el rastro por la Feria del Libro en el Parque Forestal porque
allí se presentó la última obra colectiva de "Ergo Sum" -una bolsa de 26
cuentos tanto de escritoras como de escritores, "porque no se trata de
marginar dentro de la marginalidad" -y obras individuales de alumnas de
sus talleres; entre ellas "El Sol tenía escote en V" de Mireya
Keller, de quien esperamos darles noticias más adelante.
..... De
Pía Barros, la infatigable hormiguita, les contamos algo...
- ¿Cómo se dio en
ti la tentación de escribir?
- Empecé a escribir sin saber
hacerlo: le gritaba poemas a una yegua. Perpreté poemas a destajo hasta
los 18 años, en que por suerte para todos, Javier Rodríguez me incitó a
facetas menos delictuales e hice cuentos. Entré a estudiar literatura,
lo que me permitió una cierta distancia crítica con mis propios textos.
El resultado: alejamiento de la forma poética (eran atroces) y la
seducción absoluta del cuento sobre mí.
-Tanto en tu obra
como al interior de tus talleres, la presencia de la mujer es poderosa;
¿cuál es, en realidad, tu idea de la mujer?
-Participé en muchos
grupos y talleres dnde observé la discriminación hacia el producto
literario de la mujer. El tema de la mujer, sus derechos, su
imposibilidad de ser persona con utopías y realizaciones, siempre estuvo
presente en mí, por lo que la rabia me fue creciendo ante la injusticia;
me creció por la voz, por la piel, por los dedos y la fui desarrollando
como tema literario.
-¿Cómo nacieron
tus talleres?
-Después de padecer la discriminación y observarla
en otras, formamos un grupo, el "Soffia". Los talleres que
conocía hasta entonces, reflexionaban sobre los textos de los
participantes; no enseñaban técnicas ni conocimientos lierarios, por lo
que el aprendizaje era lento, intuitivo, poco profesional. Formé
entonces un taller en donde se aprendieran las técnicas, estilos,
estructuras, combinaciones posibles, movimientos literarios y crítica.
Ese es el sistema combinado que utilizo en los seis talleres que dirijo.
Allí cada alumno puede verificar sus progresos y aprendizaje fácilmente.
Esto también permite variar los parámetros de exigencia de acuerdo al
nivel promedio de cada taller.
-La realidad
concreta es que los resultados son positivos, ya que todos tus alumnos
ya han publicado o están en vías de hacerlo y la mayoría ha obtenido
premios importantes en concursos. ¿A qué crees tú que se debe este
éxito?
-Creo que mis talleres tienen éxito porque se aprende. No
se trata de ir acumulando puntos para la autoestima; muy por el
contrario: se aprende a recibir una crítica para, a su vez, emitirla; se
aprende a criticar lo más objetivamente posible, se aprende a explotar
las potencialidades del propio estilo; se aprende del grupo y con el
grupo. Se aprende a compartir, a crecer con otros.
-¿Por qué en tus
talleres hay casi exclusivamente, mujeres?
-A mis talleres van
principalmente mujeres, porque yo prefiero a las mujeres como alumnas.
Me encanta verlas tartamudear en sus inicios textuales, y un par de
meses más tarde, verlas escribir con soltura y expresarse con calidad.
Creo que los hombres no son capaces de afrontar los pequeños fracasos de
la escritura. Cuando una mujer se decide y se expone ante las demás, aun
a riesgo de caer en ridículo, es porque no cejará hasta que consiga lo
que se propone. Cuando una mujer emprende la escritura con el dolor, la
desnudez, la dificultad; con el horror de ser criticada por todas sus
compañeras, es porque no claudicará a ese espacio propio que ha
conseguido: acercará su utopía hasta palparla o destrozarse en el
intento. Esas son las alumnas que interesa tener y todas lo
saben.
..... Amo mi trabajo; ver los
primeros trípticos publicados por ellas, sus primeros libros. Padezco
junto a ellas cada página, cada lanzamiento, cada crítica. Disfruto cada
logro, cada premio. Supongo que así cumplo mi secreta egolatría: ser en
otros.
-Y a propósito,
¿qué ocurre con la crítica especializada en este país en cuanto a las
publicaciones de mujeres?
-Los críticos hacen caso omiso de los
textos de las mujeres o los destruyen desde sus códigos. No quiero decir
que la discriminación existe sólo por el hecho de ser una mujer la que
escribe; creo que es más fácil comprenderlo de este modo: en el esquema
de la comunicación hay un emisor, un código, un mensaje. Pero también
existe junto al código, una variable importante: es el campo común de la
experiencia. Si yo escritora envío un mensaje que es recibido por un
crítico hombre, éste no será recepcionado en su totalidad, sino en
fragmentos, y por ende, deficientemente. Esto se debe a que el campo
común de experiencia vital es distinto para el hombre y para la mujer.
Lo dicho será diferente de acuerdo a las referencias de cada cual. Eso
imposibilita la recepción total del mensaje. Y no se trata de que las
mujeres escriban para mujeres. Las mujeres se verbalizan para ser
reconocidas por otras, por ellas mismas; para hacer visible su
invisibilidad de siglos. Lo triste es que los críticos quieren oír
mujeres que escriben bajo los códigos de poder de la literatura. Lo
importante es que los lectores; hombres y mujeres, quieren conocer esa
otra perspectiva.
-¿Cómo ves a tu
generación de escritores y hacia dónde apuntan tus
preferencias?
- Lo que más me gusta de mi generación, es su
espíritu de grupo, su forma de enfrentar al texto con humildad. Me
gustan las atmósferas de Díaz Eterovic, las historias de Sonia
González, las complicidades lector-autor de Diego Muñoz, la
minuciosidad de Antonio Ostornol.
- ¿Y cuáles son
tus pasiones literarias?
- Cortazar es mi gran
amor, la plenitud de mis lecturas. Sobre todo me gusta la narrativa
hispanoamericana, especialmente la escrita por mujeres: Silvia
Molloy, Elena Garro,Cristina Peri Rossi, Elena Poniatowska, etc, me
impresiona con el asombro de percibir el contorno, de tener otros puntos
de partida para sus historias. Pero soy infiel en mis gustos; me encanta
casi toda la literatura y casi todos los autores. Dejo fuera de este
proceso de encantamiento a los que no aportan formas nuevas, a quienes
repiten las archiconocidas tramas anteriores. A García Marquez lo
devoro, a Isabel Allende la leo sin detenerme hasta el final;
Mario Benedetti me conmueve. Amo la literatura que genere vida y
postule vida aunque narre muertes. Detesto la literatura siútica, la del
arte por el arte; la literatura que cansa leer, la literatura fácil, la
literatura llena de estética. Amo a Salgari tanto como a
Mujica Laínez, a Luisa M. Alcott tanto como a
Hesse.
..... De la generación
anterior me gusta Poli Délano, Carlos Olivárez, pero por
sobre todo, Skármeta, Skármeta, Skármeta...
¿Y cuál es tu
impresión general sobre esto que se ha llamado "literatura
femenina"?
- La literatura de mujeres es algo diferente. Creo que nunca
falta el simplismo propio de las estructuras de poder de este sistema
que dicen que la literatura es una sola y que dentro de ella hay también
algunas obras producidas por mujeres. Eso es ser facilista.
Existe una marca sexual en toda nuestra dimensión; está presente en
nuestro pensamiento, en nuestro modo de percibir y crear el entorno. Y
también fatídicamente, en la percepción de los otros sobre nosotras.
Pienso que la mujer crea un producto literario pero la estrucura de modo
diferente. No pretende interpretar el mundo, apenas dar cuenta de esa
otra percepción que tiene del mundo. La literatura de mujeres parte de
la complejidad de usar un lenguaje creado por
hombres para hombres, un lenguaje que debe representar, recrear,
reestructurar, estructurar. Su estructura es justamente no atenerse a
las estructuras tradicionales; jugar con ellas hasta encontrar las
propias, acometer el doble esfuerzo de refundar la palabra, crear un
código que entre en el círculo de la estructura; todos procesos que
fueron pensados dejando fuera a la mujer.
..... La literatura de mujeres se caracteriza por
la desarticulación del género; se rompen los espacios delimitados de
cada género literario. Se articula el desmembramiento, etc. Pero, por
sobre todas las cosas es una aventura que atraviesa por el proceso de
verbalización del propio cuerpo, incluyendo la magia que esto posee: es
como cuando los niños necesitan nombrarse, nombrar sus brazos, sus
piernas, su cabeza, para hacerlas existir. Es una escritura refundadora,
no mejor ni peor, sino otra escritura, una escritura
diferente.
-Finalmente nos
gustaría que nos detallaras el trabajo realizado por tu editorial "Ergo
Sum".
-"Ergo Sum" es un modo de agruparse ante la dispersión. Es
literariamente una empresa de papel que oculta el desamparo de la
autoedición. Lo que más amo de "Ergo Sum" son mis ideas de libros
objetos; objetos llenos de cuentos que en sí tienen un sentido. Una
caja con 12 cuentos atadas con una cinta negra, donde la gráfica
dignifica el papel de envolver. Es practicar un concubinato entre dos
artes marginales y la marginalidad del papel de envolver; y desde la
marginalidad de la mujer. Posteriormente lanzamos una maleta con
cuentos, de igual procedencia, y ahora, un saco de cuentos:
"Ensacados", que une el doble mensaje de la arpillera. Son textos
que apelan al lector desde la novedad. Como diría un amigo, una forma de
"convertir la miseria en dignidad". También hay desplegables,
trípticos, tarjetas; todos posibles métodos de seducción a un posible
lector.
..... Y pudimos corroborar en la
Feria del Libro que tal seducción existe: en el Stand de la SECH, estos
"objetos" fueron los más solicitados. ¡Bien, Pía!
en Pluma y Pincel, Nº32, Marzo de
1988