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Desamparos afectivos
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LOS QUE SOBRAN Pía Barros Editorial Asterión 145
págs. |
por Alvaro
Bisama
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Es interesante que una figura pública de la literatura feminista
nacional como Pía Barros edite en tiradas pequeñas y con cierto perfil
indie. Porque la Barros posee una presencia medial inusitada para una
escritora. Puede hablar de cualquier tema en programas/debates, es una
eterna invitada en el -eterno también- Show de los Libros, está
recogida en cuanta antología se publica y sus talleres literarios ya
son una institución. Desde esa perspectiva, cualquier editorial
estaría feliz de tenerla en su fondo: la labor de difusión ya la ha
hecho ella misma. ..... Pero contraria
a esto, la Barros opta por ser una guerrera solitaria. Descartuchada,
su escritura militante cruza lo sexual y se alza como pancarta
política. Pía Barros juega a una guerrilla literaria a veces efectiva,
a veces efectista. Habla de cómo ser mujer y escribir en el intento.
Así, Los que Sobran, su última colección de cuentos, compila una buena
muestra de sus motivos, tonos, aciertos y desaciertos. ..... Con el tema de la marginalidad (sexual,
cultural, nacional) la Barros presenta en este libro una batería de 16
relatos disímiles en calidad, donde los mejores momentos son cuando
ella se olvida de los golpes de efecto y los finales sorpresa para
dejar fluir a sus angustiados personajes. Aparecen, de esta forma, la
crónica desesperada de una hija frente a su madre enferma (Muertes) ,
un peón de fundo seducido y devastado por el amor a su patrona (Cuando
se Espía la Carne) y la torcida historia de amor entre un ex convicto
y una mujer que le enviaba cartas (Deudas Pendientes). En todos ellos
está el elemento fundamental que unifica al libro: el desamparo
afectivo como una enfermedad terminal que parte por lo individual y
termina por ser social o histórica. Por eso la narración más jugada -y
lograda- es Tras los Perros del Olvido, el monólogo turbado de las
horas finales de una Violeta Parra asediada por el desamor. ..... Salvo el innecesario Despertares (una caída
de ciencia ficción apocalíptica a lo J.G. Ballard que no justifica su
inclusión en el volumen), Pía Barros expone aquí sus armas literarias
sin demasiado problema. La Pía Barros esencial es la que se olvida del
tono de taller literario y simplemente narra, sabiendo que las buenas
historias no necesitan maquillaje sino ser contadas. Por eso su
lenguaje brilla sobre todo en los microclimas eróticos, al referir la
desolación carnal de sus heroínas y transformarlas en una radiografía
certera de los temores de la vida privada de los lectores. Así, lo
mejor de Los que Sobran es que no descorre tupidos velos -los secretos
siguen ahí y en el sexo todavía radica una pizca de horror y
violencia- sino que borda sobre ellos el encaje triste de quien intuye
que para quitarlos, primero hay que exponerlos.
en La Tercera. Santiago Chile
Dieciseís
relatos con cuento
Pía Barros
escribe con ganas sobre historias que exploran mundos válidos y dignos
de conocer; por desgracia, el lenguaje la traiciona y a veces el
objetivo pierde la fuerza inicial.
por Javier Edwards Renard
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Hace ya más de 15 años que Pía Barros viene escribiendo, con pasión,
con perseverancia, con una cierta valentía y desparpajo que, de alguna
manera, le han valido críticas dispares, la curiosidad del lector
masivo por algunos de sus textos más descarnados y, finalmente, un
lugar digno dentro de la escritura de mujeres, que ha explotado con
fuerza en nuestro país. Calificada de feminista por algunos, cosa que
a estas alturas resulta aplicable a cualquier escritora que osa
escribir -desde la ironía- sobre el mundo de las muijeres, la verdad
es que Pía Baros siempre me ha parecido una narradora sin adjetivos
que ha buscado describir, desde sus más cercanas y vitales
percepciones, ciertas condiciones del ser mujer, que inevitablemente
se vinculan a sus relaciones con los padres, los hijos, las parejas,
el trabajo, el abandono, entre otras circunstancias vitales. En esta
escritura es clara la rebeldía, especialmente como resultado de su
pertenencia a una familia chilena de raíces tradicionales. ..... A lo largo de su escritura, Pía Barros ha
sido más o menos estridente, pero el tiempo ha dado un giro en los
énfasis de la escritora y sin perder cierta ferocidad, cuando cabe, ha
llegado a un punto en el que sus historias logran ampliar el espectro
de sus emociones. Un ejemplo claro de ello es su última colección de
cuentos Los que sobran. .....
Bajo un título que dice mucho de lo que se encontrará en sus
relatos, nos cuenta historias, más o menos breves, en las que vemos
desde un padre y una hija que ponen el "orden de las cosas" frente a
una madre alcohólica, hasta el encuentro entre un hombre y una mujer
con "deudas pendientes", pasando por una "Diva" que visita un pueblo
petrificado o el regreso de alguien desde un coma profundo, las
pasiones de carnes que "se espían" desde sí mismas y desde el otro,
ahí donde la diferencia genera pasión y curiosidad. Dieciseís cuentos
que merecen leerse, que muestran un mayor dominio y nuevo nivel en la
escritura de Pía Barros, pero que, aún, dejan en evidencia ciertos
desajustes que resultan perdonables por su capacidad de contar relatos
sobre situaciones que otros no han visto. ..... Si hubiese que ejemplificar cuál es la
debilidad de Pía Barros como escritora, habría que decir que es una
suerte de cantautora de voz potente, que desafina de tanto en tanto, a
la que le falta trabajar el manejo de su instrumento -en su caso el
lenguaje- de un modo más preciso, sin algunos excesos: adjetivaciones
innecesarias, una ingenuidad que afecta algunos "remates" o el
despliegue de un phatos extremo que debilitan por momento la
fuerza de sus relatos. En "Muertes", por ejemplo, explora con valentía
su tema, el de la madre, con las acertadas preguntas: "Cuántos
quejidos tiene la muerte, cuántos nos acercan a ella..." que se
resuelven en otra que parece estar de más "¿será cuestión de
matemáticas, madre?", y así, en numerosas oportunidades a lo largo de
estos textos. ..... Aun cuando Pía
Barros se abre en este libro a nuevos topicos que potencian su
escritura, hay que exigirle mayor control de sus recursos, porque los
tiene.
en El
Mercurio, sábado 13 de abril de
2002
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