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TANGO


Blanca Espinoza



TANGO

Gardel toma y olvida, alcanza a percibir a la mujer de Girondo, la alada. Justo el tiempo de sentir la mano rodeando la cintura. Cada vez más cerca los cuerpos se reconocen en un juego de pies hacia atrás, hacia adelante combinando giros con torbellinos en que el deseo se instala. Entonces las mejillas rozan la humedad de labios que endulzan, succionan las delicadas formas. Allí, donde los dioses han sido generosos. Voluptuosidad. Lenguas llevando su propia danza mezclan la saliva de rito sagrado y la respiración marca el estremecimiento. Capta el cerebro el compás y los cuerpos no responden, emergen en su propio ritmo llevando la totalidad a las diversas formas. Se desplazan las manos espontáneas, tocan cabello, vello y piel. Dedos serpientes abren paso, sienten la humedad, la dureza, entonces la voz se quiebra en un murmullo consonántico y silábico. Lamento. Separan los rostros su contemplación, fijan las pupilas labios entreabiertos, soplo entrecortado, la espalda humedece la intensidad de un escalofrío, mientras los párpados cierran el pliegue sudoroso. Gardel entona solitario otra melodía. Lucha de cuerpos aún, roja metáfora de deseos jubilosos desciende y moja la piel, la mirada languidece, toman las manos la tela, brusquedad en el gesto, se pierde la boca en la tensión de la piel, la desnudez sorprende, invade, osa, paraliza. Pasa la unión de la violencia a la ternura, momento en que el universo se recoge en el espacio de un sentimiento desgarrador.

 

GARDEL

Como ríe la vida si tus ojos negros
me quieren mirar...

Gardel sonríe desde su sonrisa oblicua de dientes perfectos, el sombrero inclinado y la mirada fija en su fuego sagrado. Cada noche, la pebeta de Arrabal le ofrece devotamente sus voluptuosos encantos. Prepara el rito jubiloso, la ebriedad lasciva. Un bouquet de rosas cubre los senos. Imagen latente. Murmura : Hay en tu rostro tanta ansiedad. Las rosas caen una a una. Estallan los senos ofreciendo la láctea miel. Descaro en el vacío, habitación. La voz del zorzal llena el espacio de la fantasía, susurra la tibieza, arrulla. Como una diosa la amaba yo, dice. Mejillas escarlatas. Avanzan las manos, reciben los blancos pechos. Culto especial. Comienza el duro combate. Desciende Gardel desde aquella imagen, se apropia de los encantos ofrecidos. El cuerpo entero junto al de la pebeta. Juegan las manos, alas desplegadas. Frágil la cintura se desliza, danza de piernas, ahora frente al espejo. Levanta ella los brazos, inclina la nuca, la boca se entreabre a la altura del cuello, sienten lo labios la dulce piel. Sobresalto, frote de la dureza de Gardel. Los ojos se cierran, dobla el talle al compás de tango. La noche que me quieras, las estrellas celosas, dice él, sintiendo el perfume de los senos. Gira, tomando sus caderas. La pierna sube lentamente por el pantalón, enlaza la cintura. Temblor, dame amor, pebeta luminosa como un sol y el pañuelo blanco ya está en el suelo. Alza el cuerpo, piernas a horcajadas, barrilito de cerveza, mi yegüita, susurra la voz, sosteniéndola, muere. Sentir que es un soplo la vida, mientras la pebeta recibe la garganta ofrecida. Toca el suelo su pie otra vez y Gardel vuelve a los pasos tangueros. Gira, Gira, soltándole el pelo, presionan la cintura, la retiene. El tiempo de tus ojos negros y la pebeta cae en el sofá. Brilla la desnudez en el obscuro terciopelo. Se pierde Gardel en la contemplación. La pebeta manos hábiles siente su latido, mancha del bouquet pubiano. Gardel sofoca, lívido, se esfuma la voz en el vacío: tango fuiste el amigo confidente de su amor. Ella dirige sus pasos hacia la pared, abraza el retrato de Gardel, y a la altura de la boca deposita un beso lleno de ternura, dice: hasta mañana mi amor.

 

VOLVER

...sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es
nada. que febril la mirada, errante en la sombra, te busca y
te nombra...

Escribo, mi tierna pequeña puta, ardiente la pluma derramando la tinta de los recuerdos, entusiasmo metafísico, deleite primaveral de la memoria libidinosa, peligro de perspectivas de hoyuelos y hoyos. Fidelidad a la palabra, veinte años después, obedezco. Estás delante de mis ojos, mosaico retro. Me viene a pelo el vocabulario militar, ataco bases de retaguardia, sostengo y refuerzo, cubro la puerta estrecha de la abertura elocuente, boca impúdica. Vuelvo al placer de la palabra escrita, sea esta carta fiel testigo. ¡Oh! mi potranca de ropas desnuda, cabellera desparramada, mancha extendida de la espalda castaña, inclinada mientras te mino, te cavo y te socavo marcando la carne, marcando el ritmo en tu posición de musulmana en oración de viernes, soltando vapores prodigiosos, húmeda toda la atmosfera en esta lucha corporal. Visión gran angular de la pupila frenética, absorta y sublime. Abro, separo, empujo en esta coreografía nuestra. Fantasma masoquista de ilusiones de antaño. Danza de cuerpos ligeros en que la expresión de sufrimiento se ancla en la frente, en la mueca labial, en las agonías vocales, dúo gregoriano de quejas profundas, goce ancestral. Hoy la pluma tiembla y bajan los párpados cuando doblo el papel, languidezco en el sueño evocado.

 

MALENA

Malena canta el tango con voz de sombra,
Malena tiene pena de bandoneón...

Duele la fragilidad de esta ciudad húmeda, recibe la lírica universal, permite sobreponer la magia a la realidad, violeta azucarada. Reconoce a la mujer que es, donde la tarde se acopla a la suya los dedos enredados. Desafío de la lluvia que lava los recuerdos. Ahora lleva en la piel un nombre, un tiempo, unos días. Certeza. Se enrolla como serpiente el cuerpo a la tibieza. Lleva también el amor la sonrisa apenas, la boca hecha agua, habitada de memoria persistente. Paseo del recuerdo reinventando la ternura que fluye desde los sueños, agota las posibles caricias, ansiosa la piel de piel, entonces los pechos se acunan en la mano abierta, salen de la boca vocablos como peces, inunda la mente asombrada. Monólogo voluntario. Los ojos beben, se extienden, atraviesan, desnudan el sentido en su huida flotante. Trae la mirada de alfabeto utópico, reflectante. A veces basta sólo escuchar, la ciudad conmovida resplandece, llueve cuando las pupilas guardan el secreto. Ahora una lágrima vierte el desamparo confundida con la lluvia dibujada en la ventana. Fluye el sentimiento en su franca expresión, inundando el rostro de verdad serena. Siente el cuerpo cercano al otro, crece en el ahora extendido, despliega el vuelo en este viaje al unísono. Se aterra a la luna dando a las figuras su perspectiva, mientras las manos leen la piel, ávidas. La humedad busca
desesperadamente sus orificios.

 

MILONGA SENTIMENTAL

Tal vez no lo sepas nunca, tal vez no lo puedas creer, tal vez te
provoque risa verme tirado a tus pies...

La espalda en el marco de la puerta, muestra el perfil. El humo busca su espacio, en soplos cortos, regulares. Fina la mano. Pupila lejana. Pliegues de elegancia en la ropa. Siente que el perfume se desprende de la piel, el timbre de la voz, mientras la luz destaca la cabeza inclinada. Con el pulso acelerado avanza, se pierde entre la gente, oscila el péndulo que anuncia las diez. Fuerte es el sonido del metal. La música humana, suave murmullo subterráneo mantiene despierta a la ciudad. Frases al pasar componen el mosaico callejero. Ahora delante de él, la claridad de la pupila en la suya. Acoge la impresión de reconocerse. Expresivo el lenguaje, despliega la prosa, se pliega en la poesía, en el éxtasis sumergida. Disponibilidad, captura de la naturaleza transitoria de las cosas. El oído recibe el murmullo, la melodía, el ritmo. Magia de los labios en movimiento, regularidad en la sonrisa, humedad de la lengua. Entonces lo quiere todo, dice, demasiado fácil, responde, en medio de esta aparente realidad. Vuelve atrás, otro espacio. Vuelve la mirada, aún está allí en el marco de la puerta. Inalcanzable. La libertad es problemática mental. Se aleja, lo sigue, la huida es una persecución, marca su ritmo, algunos peldaños, gira la cabeza, la mira mientras abre la puerta, entra en la habitación, se desviste: desnudo la quiere. Allí está, ciervo acorralado.
¡Cuidado!, el fin está en la globalidad. Entonces la oscuridad llena el espacio. Una canción de cuna se escapa de los labios, la siente, un roce severo marca la piel. Repite su alfabeto. Confiesa la soledad incontestable.

 

 

El DÍA QUE ME QUIERAS

...y un rayo misterioso hará nido en tu pelo, luciérnagas furiosas
que verán que eres mi consuelo.

El hombre es un Dios cuando sueña y un mendigo cuando piensa, lo dice en voz alta, citando a Holderlin.
Una ninfa de Tiziano, frente a él acomoda la figura de larga cabellera, la retina fija imágenes sucesivas, retrospectiva de libros y celuloide, imaginación desenfrenada en laberintos de formas reconocibles. El amor atraviesa el cuerpo deseado y busca el alma escondida en tantas ondulaciones. Se pierde la noción del tiempo en metáforas sublimes, poemas que los siglos no han borrado, códigos de sánscrito en Jayadeva, narraciones de amores adúlteros del Dios Krishna. Construcción y destrucción, el dios Pan, pánico. Vértigo posándose en pupilas dilatadas. El olfato aspira perfumes cavérnosos. Grita la desnudez de palabras y cuerpos. Acaso el origen no está en cuerpos desnudos ? Su pecho agitado revela el ruido de pájaros, el sol naciendo en el coral de los labios. Y la cotidianidad, allí con su ruido ensordecedor, poniendo etiquetas de conveniencia. Contempla el fuego, su figura piramidal, bebe el café lentamente. Cuenta las horas hasta el amanecer. Ella habla, las manos agitadas como alas de paloma. Interrumpir los movimientos, una fijación. Mente-cámara, mente-pincel. Visión entrecortada por una memoria secuencial. Y la mano que no deja de trazar círculos y palabras, revelando siempre una grafía equivocada.

 

 

CUANDO TÚ NO ESTÁS

...brilla la estrella, canta la fuente, ríe la vida, porque tú
estás...

Una voz se despliega a la altura de los hombros. Cromatismo descendiente, cosquillea la nuca, el vello se eriza emergiendo la nube azucarada, persiste. Camino obligado, caprichoso. Éxtasis auditivo. Deseo en el descifrar. Aquí la sensibilidad juega a la categoría de lo sonoro. Detrás de mí la diferencia. El tiempo pasa ¡no te detengas! La playa, mar y gaviotas. Paisaje de tautologías, repetido así, sin embargo la voz marca el ritmo de un acercamiento, sobrecarga afectiva.. Media vuelta, la voz calla, surge el miedo de perder en el placer del silencio ¡No te detengas! Los ojos extraviados entre la gente. Se instala la tristeza, entonces estalla la voz. Concentración. Deja ir el alma a la música, los ojos cerrados en el seno de una infinidad de contextos. La voz inscribiéndose en los altos, en un campo abierto, exagerando un tal crescendo, especialmente en la risa donde el sonido es cortado, pasando por todos los registros. Tiene el estigma de la diferencia, ese otherness. Transido, no renuncio a la melodía. Ahora de frente, pequeña cabeza morena, las pupilas fijan los movimientos de la boca, instrumento provocativo, los labios gesticulan, dejan pasar el sonido, humedad de la lengua, que de pronto asoma y moja. El principio de la frase siempre largo, reflexivo, un pianissimo. Si pudiera bebería entera, digo, llenando el alma de sonidos perfectos.

 



TANGO
Blanca Espinoza
Edición bilingüe Francés-Español
cielo raso ediciones
(ilustraciones de Juan Raggo) Montréal - 2001

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Blanca Espinoza, escritora, nacida en Valparaíso (Chile), vive desde 1995 en Montreal. Estudió en varias universidades en el mundo: Canadá (Uqam), Bélgica (U.C.L), y Chile (U.Ch) y sus textos poéticos y demás han sido publicados en diversos estudios y publicaciones en América Latina y Canadá: El Mercurio de Valparaíso, Prensa de Montreal, Canubian de Toronto, en revistas tales como: El Espíritu del valle, revista chilena de Poesía y crítica, Alter Vox (Otawa), Lar (Chile), Itinerarios de la Universidad de Buenos Aires. Recientemente su poesía ha sido publicada por l´Académie Ibéroaméricaine de poesíe á Fredericton. También a participado en numerosos coloquios de poesía, miembro de la Sociedad de Escritores de Quebec y traductora afiliada a l'OTTIAQ (Orden de traductores, terminólogos e intérpretes autorizados de Quebec). Premio al mejor artículo sobre los Museos de Montreal: un museo que propone la poesía de la forma. Tiene publicado un libro de poesía en Chile: Ojos de Agua y realizó entrevistas a escritores como: José Donoso, Nicanor Parra y Humberto Díaz Casanueva. Actualmente trabaja como traductora.

 

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Blanca Espinoza: Tango
(Montréal, 2001)