Estrujando unas bolsitas de té supremo para calentar un poquito
la noche porteña, Carmen Berenguer mira los cerros y el mar. Si bien es
santiaguina de nacimiento, sus padres más de una vez le dijeron que
había sido concebida en Valparaíso. En Playa Ancha específicamente. Por
eso le gusta lanzar en este lugar su quinto libro: "Naciste
pintada".
Subiendo y bajando cerros,ahí, donde antes se tomaban los trenes
para ir del puerto a Santiago, Carmen Berenguer llegó a presentar su
libro que para la crítica nacional fue considerado, en principio, más
que transgresor.
Su
mirada literaria mantiene una sola línea: "una que va más allá de una
prosa que gravita en torno a los grandes temas universales". Y para
encontrar esa línea primero hubo una investigación que ella define
simplemente como muchas conversaciones con mujeres que estuvieron
detenidas entre los años ochenta y noventa. "Todas con su historia,
algunas retenidas por las circunstancias políticas, otras por
criminales, en fin, todas ocupando los mismos espacios de la prensa,
sobre todo como titulares para diarios sensacionalistas".
Ahí,
en cada crónica diaria, Carmen se sentaba a leer esos "pedazos de
historia pasionales que -en el fondo- casi respondían a un argumento
para el cine o el teatro". A cada rato, entonces, se asomaban esas
mujeres tan mal-tratadas por la prensa y después por las leyes, "cuando
lo que hicieron fue fundamentalmente hacer justicia con sus manos y
tomar las armas para defenderse".
--¿El libro no viene de pronto a justificar a las mujeres
criminales; un poco a defenderlas desde el mismo frente: el de la
mujer?
...... Aquí no se busca
justificar de ningún modo el crimen de la mujer, sino simplemente se
describe cómo la ley a veces es muy compleja para algunos casos.
Imagínate esa mujer que sufre a diario, que es violentada, que es
atropellada, en fin, que es vulnerable... y de repente, esa mujer
reacciona y se defiende. Claro, es una criminal, pero hubo todo un
preámbulo muy injusto, que tal vez nadie supo, y que al final la
convirtió en un ser peligroso.
--
Eso de entender -entonces- que la mujer reacciona, pero nunca
premedita.
...... Claro, lo que pasa
es que todos creemos que la mujer por naturaleza no es violenta. Pero
cuando nos encontramos con un caso, se la condena más.
Pienso, de
todas maneras, que la mujer es violenta de otro modo: con la lengua, con
las palabras, con lo que dice. Pero muy raramente con golpes.
--Según tus cuestionamientos , la prensa juega un papel
bastante condenatorio, sobre todo en el principio...
...... Es que es cosa de leer los diarios: la mujer
que comete un crimen o está involucrada en cualquier atropello al orden
social, inmediatamente es tratada de fresca, de mala, de fea, de
pérfida, de gata, de macha... y a veces ni siquiera existe un testigo
que pueda dar fe que esa u otra mujer tiene esas
connotaciones.
--Es decir, el hombre, el hombre criminal, nunca tiene
adjetivos tan despectivos.
......
Exacto. Cuando se habla de un hombre criminal se dice: el sujeto. Cuando
se habla de una mujer, es la malvada, la que se reía en la fila, en fin.
El punto es explicar hasta dónde la prensa y en general los medios de
comunicación maltratan a la mujer, del mismo modo en que lo hace la
publicidad, y que prácticamente utiliza el cuerpo femenino como un
objeto.
--La tipificación en estos tiempos parece hacer más llevadero
el lenguaje, ¿no?
...... Seguramente.
Por eso la prensa está improntada. para todo tiene un prototipo, un
cliché, un lugar común. Es muy fácil decir que lo pobre y lo malo estan
relacionados. Por eso, cuando ocurre un hecho de sangre en la clase
media, o en las clases altas, se provocan tremendos escándolos y eso
como que nadie lo puede creer. Pero sí que lo encuentran común y
corriente en los sectores más populares.
COLOCARSE LA CARETA
--Su libro se llama "Naciste pintada". ¿pintada en qué
sentido?, porque "estar pintado" o "pintada", vaya que tiene
significados.
......Es que "nacer
pintada" tiene que ver con una condición que leva cada uno. Uno nace
pintado para bailar, o para cantar o para lo que sea. O también te dicen
ese traje está pintado para tí, esta hecho a tu medida, para nadie más.
En definitiva, habla de ciertas predeterminaciones, pero -que al final-
también tienen mucho de maquillaje. El libro tiene también una idea de
dualidad, de colocarte la careta, en fin de maquillarte.
--
Carmen, usted alguna vez ha estado privada de libertad.
...... ¿Me preguntas si he estado presa?
--Si eso mismo.
...... Sí,
un par de horas... me retuvieron para que declarara. Cuando se había
declarado la ley de seguridad interior del estado y estábamos en el
Parque O´Higgins con otras mujeres hablando en un acto por los derechos
humanos. Afortunadamente, en ese tiempo, ya pertenecía a la Sociedad de
Escritores de Chile, la que finalmente apeló en mi defensa.
--¿Esas secuelas la hacen sentir una escritora marginal? Se lo
pregunto, porque hace rato que las mujeres dejaron de ser figuras
marginales de la literatura.
......
Creo en realidad que queda muy poco de marginal. Porque por una
parte existen muchos tipos de miradas femeninas y además se ha
desarrollado un mercado bastante grande en torno a la escritura que
viene de mujeres. Y existen, por lo mismo, muchos talentos que no son
reconocidos ni valorados como corresponde.
--Concluyo, entonces, que hay escritoras y
escritoras.
...... Si. Pero lo
importante de todo esto es que ya pasaron los tiempos en que la mujer
siempre era un ente marginal. Por lo menos existen muchas instancias de
la institucionalización de la mujer y del rol que cumplen.
--Miel sobre hojuelas, ¿entonces?
...... Para nada. Las cosas están marchando a
favor, pero falta. Por ejemplo en estos últimos diez años, estoy
absolutamente segura de que operan más mecanismos censuradores. Sobre
todo porque ahora es cuando más los chilenos debemos dialogar. Por ahí
tampoco veo mucha libertad.
--Su literatura a cada rato aboga por la libertad, es casi un
argumento a priori.
...... Es verdad.
Lucho, lloro y grito por la libertad, aunque nunca he pertenecido a
ningún grupo muy radical de personas que se reúnan con ese objetivo. Me
siento como la mujer cómplice en el sentido de que estoy segura que
existen muchas otras mujeres que deben estar en mi mismo frente. Y con
ellas, claro, estoy conectada.
--¿Cuando la mujer entonces comienza a ser objeto de
discordia?
...... Cuando se para
enfrente de algo que le disgusta y responde; o simplemente cuando hace
algo que la identifica y la hace notarse; o cuando crea un mundo nuevo y
logra accionar cosas que interfieren colectivamente.
--Pero también una mujer puede ser objeto de discordia e
incluso de disputa entre hombres.
...... Claro, aunque ahí el problema no es de la
mujer, sino de los hombres que empiezan a vernos como meros objetos de
deseo y después de posesión. Eso es: todo se reduce a la mezquindad de
la posesión. Y yo soy bien poco sumisa.
en El Diario Austral, Temuco, 18
junio 2000
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Patrimonio , Entrevista: Que nadie se muerda la lengua por Alfredo Lopéz
Jiménez
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