Franz Kafka
(1883 - 1924)
( o la agonía del hombre y del Artista en nuestra
civilización)
.... Como Werfel y Rilke, Kafka pertenece a la familia de lengua
alemana residente en Praga. Kafka y Werfel son de sangre hebrea. Los
tres mantienen de por vida y en la obra una peculiar actitud ante la
divinidad, que sólo en el caso de Werfel culmina con la conversión al
catolicismo. Werfel y Rilke se mantienen apartados del mundo checo;
Kafka, sin embargo, se interesa por la vida política y social de los
checos.
... El extraordinario renombre
adquirido estos años por Kafka tiene un nombre: Max Brod, el amigo
-también judío- que desobedece su última voluntad y salva del fuego
las obras más importantes de Kafka, inéditas en el momento de su
muerte. La obra de este autor -por su estética y por razones étnicas-
pertenecía al tipo de literatura para la que el nacionalsocialismo
alemán carecía de toda comprensión: pertenecía, al igual que tantos
pintores y poetas expresionistas, al llamado entartete Kunst (arte
degenerado). Por eso, sólo después de 1945 fue posible a Max Brod
lanzar la edición de las obras de su amigo, al par que la
escenificación por Gide, en París, de El Proceso y su reposición en el
Berlín de 1950 levantan una polvareda polémica y un aluvión de
literatura exegética.
... Los ángulos
desde los que se ha pretendido iluminar el extraño mundo kafkiano han
sido muy varios: psicoanalítico, sociológico, racial, religioso,
estético... o la mezcla de éstos. De estas interpretaciones daremos
cuenta más adelante. Aquí interesa acentuar que, sea cual fuere la
clave de su arte, éste no se mantendría en pie ni ejercería la
poderosa sugestión hasta hoy ejercida si bajo cualquier tipo de
intencionalidad no se cobijase el encanto de su cristalino alemán;
esto es, si su originalidad no dispusiese de vehículo tan dócil y
tierno como su estilo lingüistico.
...
Lo grotesco y lo horrible, lo ilimitado y fantástico, eso que
entendemos de modo familiar por el mundo de lo germánico, y en el que
entran los cuentos de Hoffmann y el Bosco, Kubin y los expresionistas,
ése es el tronco tradicional y romántico al que pertenece la creación
de Kafka. Pero, entre otras mayúsculas diferencias, Kafka lanza,
agresiva y dolorosamente, un mensaje ("precisamos libros que obren
sobre nosotros como una desgracia, que nos duelan como la muerte de
alguien a quien queríamos más que a nosotros mismos, como un
suicidio"); este mensaje es el de la agonía del hombre y del artista
en la civilización de nuestros diás.
...
Kafka nace en Praga el día 3 de julio de 1883. Su padre se
dedica a los negocios. La prosperidad que éstos van experimentando
deja al niño el recuerdo de varios traslados sucesivos de domicilio.
La mujer de este hombre de empresa pertenece a una familia distinguida
de Praga en la que había profesores universitarios, bohemios y
artistas.
... De 1893 a 1901 sigue el
niño Kafka los cursos del instituto, situado en la ciudad vieja. Era
uno de los estudiantes más brillantes. Leía ávidamente a los dieciséis
años de edad a Nietzsche, sentía verdadero entusiasmo por Darwin, por
el socialismo y el ateísmo; lo que refleja la carencia de clima
religioso que se respiraba en la casa paterna. Con un compañero de
colegio, luego conocido como historiador del Arte, Oscar Pollak, funda
la "Frei Schule" (Escuela Libre), de tendencias
anticlericales.
... De 1901 a 1906,
estudia derecho en la universidad alemana de Praga. El profesor Alfred
Weber, que explica sociología, ejerce entonces enorme influencia sobre
Kafka, y dirige, al final de la carrera, su tesis doctoral. Lo que
especialmente impresiona a Kafka es el análisis que Weber hace de la
sociedad industrial y sus peligros. También encuentra en él gran eco
la labor docente de un discípulo de Brentano: A. Marty.
... Los años finales de su carrera acusan ya una
notable actividad literaria. En 1903 trabaja en una novela perdida,
Das Kind und die Stadt (El niño y la ciudad), y otros escritos, que
envía a Pollak. Entre 1904-1905 escribe la parte esencial de una obra
filiada a patrones literarios de Hofmannsthal: Beschreibung eines
Kampfes ( Descripción de una lucha). En sus lecturas prefiere libros
de recuerdos, diarios, correspondencias (Amiel, Byron, Macaulay,
Flaubert). Entra en contacto con la obra de Mann, de Carossa, de
Hesse, de Stifter. Rechaza -y esto es muy curioso- la literatura
revolucionaria, a los decadentes y demoniacos: Huysmans, Wilde,
Wedekind. Ama la literatura sencilla y saludable: Grimm, Hebel,
Stifter.
... En 1906 se doctora en
derecho, y practica durante un año la abogacía en un juzgado de Praga.
En 1907 se coloca en una compañía italiana de seguros: Assicurazioni
Generali. Al año siguiente, 1908, desempeña ya un puesto elevado como
funcionario del Arbeiter-Unfallversicherungsanstalt ( Compañía de
seguros de accidentes de trabajo). Hasta 1917, en que se declara su
tuberculosis, trabaja en este establecimiento, donde es estimadísimo
por subalternos y superiores. ( Kafka, que sostuvo siempre íntima
polémica entre su vocación de artista y su profesión, mantuvo, sin
embargo, la necesidad de vincularse a un oficio burgués. Con esto está
relacionado su contacto personal con el pueblo, asistiendo a las
reuniones políticas de los nacionaldemócratas checos. )
... Kafka simultaneaba sus deberes de funcionario
con los deportes, la literatura y las reuniones científicas en casa de
la señora Berta Fanta. Los salones de esta culta dama acogieron
aquellos años a muy ilustres huéspedes: Einstein, Ehrenfels,
Kowalewski. En esta casa escuchó Kafka conferencias sobre la teoría de
los quanta, sobre la relatividad y sobre Freud, y en 1911 sigue con
especial interés las conferencias semiteosóficas de Rudolf Steiner,
con quien llega a trabar contacto personal. En este mismo año de 1911
acusa la primera preocupación por su origen: se interesa por la
historia del judaísmo, por su literatura, por los movimientos
religiosos dentro del sionismo. Los relatos de animales en forma
alegórica, tal como aparecen en las novelas de Mendele Moscher Sfurim,
detienen particularmente su atención.
...Kafka era vegetariano, buen nadador, estimable
jinete y remero, amaba las grandes caminatas por el campo. Sus
vacaciones le llevaron a Italia, Suiza, Berlín, Hungría, Weimar ( para
ver el mundo de su adorado Goethe)... Este amante de la naturaleza era
también un hombre sociable, y además de frecuentar desde sus años de
estudiante los mejores salones de Praga mantuvo relaciones amistosas
con Martin Buber, con Werfel, con escritores más oscuros, con
recitadores...
... Su vida sentimental
fue accidentada y poco feliz: se promete en 1914 y rompe su compromiso
tres años después, cuando se declara su tisis y ha de emprender su
penosa peregrinación por distintos sanatorios; dos años escasos duran,
de 1920 a 1922, las relaciones con Milena, seguidas también de
fracaso. Sólo el último año de su vida, de 1923 a 1924, encuentra la
mujer que parecía ofrecer más estable equilibrio a su vida, la judía
Dora Dymant, profesora de hebreo, con la que vive en Berlín en los
tremendos momentos de la inflación. Con Dora aprende hebreo. Y lee a
Scheler, la sociología de la Religión de Troeltsch, a Maimónides, a
Buber... Muere en el sanatorio Kierling, cerca de Viena, el 3 de junio
de 1924. Tiene 41 años. El médico y amigo que le asiste escribe: "Su
rostro es tan severo, rígido, inaccesible, como era severo y limpio su
espíritu..., un rostro de rey, del más noble y viejo linaje."
... Lo más importante de su obra
apareció, como queda indicado, después de su muerte, merced a su amigo
Max Brod. Lo publicado en vida son relatos cortos: Der Heizer ( El
fogonero ), 1931; Die Verwandlung ( La metamorfosis ), 1916; Das
Urteil ( La sentencia), 1916; In der Strafkolonie ( En la colonia
penal ), 1919; Ein Landarzt ( Un médico rural ), 1920; Ein
Hungerskünstler ( Un artista del hombre), 1924.
... Aparte narraciones breves, Kafka es autor de
tres grandes novelas ( El proceso, El castillo y América), diarios y
correspondencia.
... El proceso apareció
por vez primera en Munich, al año siguiente de la muerte de su autor.
Una versión dramática de Guide y Barrault fue representada con éxito
en París, en 1947. Esta versión tuvo la virtud de llamar la atención
de los existencialistas ( Camus, especialmente, quien escribió un
interesante ensayo sobre la esperanza y lo absurdo en la obra de
nuestro autor, luego recogido en El mito de Sísifo). Esta extraña
historia trata de un inocente empleado de banco que es detenido la
mañana de su cumpleaños, acusado de algo desconocido. Para sus
interrogatorios es citado en domingo, a fin de que no interrumpa su
trabajo. Advierte desde su primera comparecencia la imposibilidad de
convencer de su inocencia al funcionario judicial: no hace más que
provocar grandes risas de los que le escuchan. Jamás logra ver al
juez. Las sesiones del juzgado se celebran en casa de un carpintero.
Un día sin sesión le son mostrados por una mujer los supuestos libros
de la Ley, que no resultan sino novelas con grabados deshonestos. Los
archivos del juzgado están en un granero... Jamás logra ver una
acusación escrita de su delito. Pero el proceso sigue inexorablemente.
Todo procesado necesita muchos abogados con el objeto de retrasar o
activar el proceso. Por medio de su sobrino se pone en contacto con un
abogado influyente. El pintor Signorelli, ante quien posa el juez, se
niega a ayudarle. El protagonista -cuyo nombre es K.- va perdiendo
capacidad de resistencia física y psíquica. De ahí que no se defienda
contra su sentencia de muerte, sobrevenida al año de su primera
detención. En el último capítulo de la novela, dos caballeros de
levita y sombrero de copa se presentan al anochecer en su casa y lo
conducen a las afueras de la ciudad, lo desnudan, hacen que se siente
en el suelo, lo cambian muchas y fatigadas veces de postura, le apoyan
la cabeza en una piedra y se cambian extrañas cortesías con un
cuchillo... K. Ve asomarse un hombre a una ventana y cómo le adelanta
los brazos. K. Levanta los suyos, pide justicia, y mientras el
cuchillo se hunde en su espalda, dice: "¡Como un perro!"
... El Castillo aparece
asimismo en Munich, en 1926. Su carácter simbólico es igualmente
patente desde las primeras páginas. Se trata de un agrimensor, que
llega a un pueblo. El pueblo está presidido y regido por un castillo,
algo distante. Pero al agrimensor le es imposible, desde el primer
momento, ejercer sus funciones de agrimensor, para las que se le había
llamado, porque realmente no hacía falta, y llega al castillo para ver
en él a un misterioso funcionario, Klamm. El único contacto posible
con el castillo y su complicada administración es el mantenido a
través de Barnabas, el mensajero. Sus primeros intentos por establecer
contacto telefónico con el castillo son rechazados con zumbidos, con
el silencio o con el rotundo "No" de un funcionario, al otro lado del
hilo. Únicamente le es posible llegar hasta un mesón, próximo al
castillo, donde enamora y posee a Frieda, amante de Klamm, quien le
muestra a éste durmiendo, sentado a su mesa de trabajo, en la
habitación contigua, por un agujero de la pared. Con Frieda regresa al
pueblo, se instala en una habitación de la escuela y son siempre
interrumpidos por la presencia sonriente y misteriosa de los dos
ayudantes del agrimensor. Frieda, que significaba un intento de
aproximación al mundo del castillo, se vuelve un día inesperadamente
al mismo, pretextando que el agrimensor frecuenta demasiado el trato
con una hermana del mensajero, Olga. Una noche es citado para
comparecer ante uno de los secretarios del castillo, quienes recibían
e interrogaban a los aldeanos por la noche y en cama, a fin de no
perder tiempo. Pero el agrimensor se equivoca de puerta y habla con
otro secretario, Bürgel, quien le promete ayuda. Su situación no ha
variado sustancialmente desde el día de su llegada. Desconoce incluso
con quién ha hablado, pues los secretarios suelen cambiar de aspecto,
lo que hace imposible su reconocimiento. Al final de la obra, el
misterioso castillo le resulta tan inalcanzable como al principio, e
igualmente incomprensible el motivo de su llamada.
... América apareció en Munich, en 1927.
Es la novela de más alegre atmósfera. Fue comenzada en 1912, con el
título Der Verschollene ( El desaparecido). Narra la vida de Karl
Rossmann, muchacho que es enviado por su familia a América por haber
violado a una muchacha que trae al mundo un niño. Antes de llegar a
Nueva York, el fogonero del barco se lamenta del injusto trato de que
es objeto por parte del maquinista. Con ánimo de defender sus
derechos, Karl se presenta en el camarote del capitán, y allí se da a
conocer un señor, presente casualmente, como el tío americano de Karl,
puesto al corriente por la familia de éste del motivo de su viaje.
Karl y su tío desembarcan, abandonando al fogonero a su suerte. En una
lujosa casa, aislado del mundo, Karl es sometido a una intensa
preparación lingüística bajo la vigilancia del tío americano. Unos
compañeros de negocios de su tío le invitan a pasar un día en su casa
de campo, cerca de Nueva York. La hija del dueño le conduce a su
habitación, y allí luchan, perdiendo Karl. Decide volver a casa. Pero
un desconocido lo retiene hasta medianoche. Entonces le entrega una
carta del tío, por la que éste, contrariado por haberle abandonado sin
su consentimiento, le ruega que se abstenga de volver. En la calle se
une a dos pícaros, que le ayudan a buscar trabajo. Karl los abandona
al poco tiempo por haber encontrado violentada su maleta. Consigue una
colocación de ascensorista en un hotel. A los pocos días, el gerente
encuentra pretexto para despedirle por un momentáneo abandono del
servicio. Evita una paliza del portero, huyendo, pero la precipitación
le impide recoger una chaqueta en la que guardaba dinero y
documentación. El anuncio de un teatro de Oklahomma, donde prometen
ocupación a toda clase de hombres, le hace emprender el viaje. Y aquí
acaba esta incompleta novela.
... En su
monumental Franz Kafka, el profesor Emric intenta discriminar
en tres tipos distintos las muy varias interpretaciones que ha
formulado hasta hoy la crítica sobre Kafka. Emric señala, en primer
lugar, una corriente teológica; esto es, un tipo de crítica que
pretende vincular la obra de este autor a la tradición judaica, a la
cristiana o incluso al nihilismo, recurriendo, en algún caso, a
argumentos de tipo psicoanalítico, biográfico o sociológico (Max Brod,
Auden, Camus; Grenzmann). La segunda corriente la componen los
partidiarios de la interpretación propiamente psicoanalítica ( Ángel
Flores, P. Goodman). Finalmente, Th. Adorno, Günther Anders y Roy
Pascal, entre otros, integrarían el tercer tipo de exegetas, quienes
hallan un fundamento sociológico o de crítica politicosocial en la
obra de Kafka.
... Independiente de
estas interpretaciones, el lector descubre en la obra narrativa de
Kafka estos tres elementos: el subjetivo, el simbólico y el onírico,
sea cual fuere la razón de su existencia. Por el carácter subjetivo de
que hablamos, todos los relatos de Kafka van adquiriendo
paulatinamente ante los ojos del lector el aspecto de una larga queja.
Queja de un hombre convertido en marioneta, en insecto, en ayunador,
en trapecista, en agrimensor, en algo risible y grotesco, en
hazmerreír de poderes o poderosos invisibles, y a la postre en algo
molesto y desagradable, algo extrínseco al extraño orden que reina en
su mundo o familia, algo que hay que barrer con la escoba o asesinar
fríamente sin saber por qué, algo que se siente segregado de un todo
ante el que no cabe más que la resignación y el holocausto. "Gregorio,
pese a lo triste y repulsivo de su forma actual -se lee en La
metamorfosis-, era un miembro de la familia a quien no se debía tratar
como un enemigo, sino, por el contrario, guardar todos los respetos, y
que era un elemental deber de familia sobreponerse a la repugnancia y
resignarse, resignarse y nada más." Y la mesonera dice a K., en El
castillo: "Pero, por desgracia, es usted, sin embargo, algo: un
forastero, uno que resulta supernumerario y está siempre ahí,
molestando...; uno cuyas intenciones se desconocen." El elemento
onírico apenas si precisa aclaración: los personajes aparecen y
desaparecen extrañamente, el juzgado es un taller de carpintero, los
libros de la ley resultan novelas con ilustraciones deshonestas, no
existe nudo causal entre los acontecimientos, ni tiempo ni espacio
para los que nos sirvan medidas habituales de la vigilia. E igualmente
obvio es el elemento simbólico, sea o no sea el Estado, la Ley, la
Divinidad, la Comunidad, la Burocracia o la Justicia ese poder
inaccesible e incomprensible por el que los personajes se
metamorfosean en víctimas.
... Un
existencialista francés vio con acierto cómo esta novela, frente a la
novela psicológica, es novela de situación. Quiere decirse: Kafka se
desinteresa de los azares de la intimidad de sus personajes para
centrar su atención en una "condición" de la existencia humana. Ningún
rasgo encontramos en su obra narrativa que nos descubra la intimidad o
carácter psicológico, algo individualizante de un personaje. Estos
personajes sin intimidad son impulsados no por un motivo psicológico o
un acto anterior, sino que son como manipulados desde el fin u
objetivo del autor. No hay lógica. O no hay otra lógica que la de lo
caótico. El lector se siente como mareado en una atmósfera en la que
los hombres, las cosas y los acontecimientos carecen de coherencia, ya
que obedecen a leyes que desconocemos, mientras han desaparecido las
éticas o las jurídicas. Nuestra extrañeza y angustia proceden de que
los pasos de estos personajes acreditan la esperanza, la inocencia o
el deseo de justicia a través de un mundo en el que reina lo absurdo,
contra el que no cabe otra actitud que la resignación. Con razón decía
Gide ante El proceso que "la angustia que se respira en este
libro es a veces casi insostenible, porque ¿cómo no decirse
continuamente: este ser aniquilado soy yo? En una prosa morosa y
sabia, compacta, muchas veces durante páginas y páginas sobre
consideraciones o asuntos de interés muy secundario (así en El
castillo con la exposición, en boca del secretario Bürgel, de las
ventajas de los interrogatorios nocturnos), pero todo esto tiene el
propósito estilístico de sumergir al lector en un clima de obsesión y
de angustia, en lo irremediable, en la pesadilla. Se ha comprobado que
la palabra que Kafka repite con mayor frecuencia es Aufhebung (
derogación, abolición). Y una frase suya resume felizmente su
pensamiento, al par que nos explica su éxito entre los
existencialistas: Es gibt kein Haben, nur ein Sein, nur ein nach
letztem Atem, nach Ersticken verlangendes Sein. ( No existe el tener,
sino sólo un Ser, sólo un Ser exigente hasta el último aliento, hasta
el ahogo.)
José Luis
Varela
Forjadores del Mundo
Contemporaneo
Editorial Planeta
, 1989.