Entrevista a Oscar Bustamante
Con la novela Una mujer convencional, publicada por
Editorial Sudamericana, este escritor y arquitecto -en ese orden, según aclara- obtuvo el Premio Consejo
Nacional del Libro y Lectura 2000 en la categoría novela inédita.
..... El relato cuenta la relación de
un joven demasiado exitista, demasiado acelerado y demasiado inmaduro
con una tía que parece circunspecta, pero que acaba sorprendiendo
tanto al protagonista como al lector.
-Titulaste la novela "una mujer convencional" y uno
esperaría encontrarse con una vieja fome y rígida. Sin embargo, el
personaje que creaste es una señora bastante
estrafalaria...
... -El título es un
cebo, una trampa, para decir que una mujer convencional también es
digna de ser tratada y que, detrás de cada persona, hay un mundo por
descubrir. A la mujer en cuestión le gustan el pisco sour y los
apellidos, pero es mucha más que eso. Es valiente y algo loca. Una
mujer optimista, que contrasta con el exitismo falso en que vive el
protagonista.
-La tía es un sanador refugio frente a los problemas que
vive el cuarentón protagonista: un embarazo no deseado, drogas,
alcohol y un arrasador éxito profesional que no le satisface
profundamente. ¿Qué tan universales te parecen las vivencias de
Javier?
... -Aunque hay gente
preocupada de cosas más espirituales, me inquieta el vértigo no
concluyente en que está inmersa esta sociedad. Las metas son
materiales y la vocación de entrega -como la del profesorado- está
desapareciendo. Hay poco espacio para la lectura y hasta lo cultural
está contaminado por la presión del éxito. No basta con que seas
escritor; además tienes que ser un personaje. Lo veo como arquitecto y
lo veo en mis hijos también. Es un camino peligroso, pero no sin
retorno, si se hace hincapié en la necesidad de un equilibrio: uno
puede tener bienes materiales sin dejarse asfixiar por
ellos.
-En libros anteriores rescatas el mundo del valle del Maule,
donde tu creciste. Esta novela gira abruptamente hacia lo urbano. ¿Qué
interés moviliza este cambio?
...
-Antes había sentido la necesidad de sacarle una última fotografía a
un mundo rural en vías de extinción. Había que registrar el fin del
criollismo chileno, con una mirada ni nostálgica ni folclórica. Pero
ahora me picó el fenómeno urbano, en el que todo es exagerado y al que
aludí tambien en la novela Explicación de todos mis tropiezos
(1995). En el caso de una ciudad como Santiago, esto es especialmente
interesante, porque cuando el subdesarrollo es bombadeado por la
modernidad, todo se desordena y se vive con una agresividad feroz. En
ciudades agradables como Sevilla o París, este proceso es más lento y
armónico.
por S. B. en revista
Paula